Thursday, July 25, 2019

DAB Español, Viernes 26 de Julio

Día 207, DAB Español, Viernes 26 de Julio

2 Crónicas 17:1-18:34; Romanos 9:25-10:12; Salmos 20; Proverbios 20:2-3 (Nueva Traducción Viviente (NTV))






2 Crónicas 17-18 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Josafat gobierna sobre Judá
17 Luego Josafat, hijo de Asa, lo sucedió en el trono, y fortaleció a Judá para hacerle frente a cualquier ataque de Israel. 2 Estableció tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá y asignó guarniciones adicionales en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había conquistado.

3 El Señor estaba con Josafat porque siguió el ejemplo de los primeros años de su padre,[a] y no rindió culto a las imágenes de Baal. 4 Buscó al Dios de su padre y obedeció sus mandatos en lugar de seguir las prácticas malvadas del reino de Israel. 5 Por eso el Señor estableció el dominio de Josafat sobre el reino de Judá. Todo el pueblo de Judá le llevaba regalos a Josafat, de modo que llegó a ser muy rico y gozó de gran estima. 6 Estaba profundamente comprometido con[b] los caminos del Señor. Quitó en todo Judá los santuarios paganos y los postes dedicados a la diosa Asera.

7 En el tercer año de su reinado, Josafat envió a sus funcionarios a enseñar en todas las ciudades de Judá. Entre los funcionarios estaban Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías. 8 Junto con ellos envió levitas, incluidos Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías. También envió a los sacerdotes Elisama y Yoram. 9 Llevaron copias del libro de la ley del Señor y recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando a la gente.

10 Entonces el temor del Señor vino sobre todos los reinos vecinos para que ninguno de ellos quisiera declarar la guerra contra Josafat. 11 Algunos de los filisteos le llevaron regalos y plata como tributo, y los árabes le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos chivos.

12 Entonces Josafat llegó a ser cada vez más poderoso y construyó fortalezas y ciudades de almacenamiento en todo el territorio de Judá. 13 Almacenó numerosas provisiones en las ciudades de Judá y estableció un ejército de soldados experimentados en Jerusalén. 14 Su ejército fue inscrito según los clanes patriarcales.

De Judá había una tropa de trescientos mil hombres, organizada en grupos de mil soldados, bajo el mando de Adnas. 15 El siguiente en mando era Johanán, quien comandaba doscientos ochenta mil soldados. 16 Le seguía Amasías, hijo de Zicri, que se había ofrecido para el servicio del Señor, con doscientos mil soldados bajo su mando.

17 De Benjamín había una tropa de doscientos mil soldados equipados con arcos y escudos. Estaba al mando de Eliada, un soldado veterano. 18 El siguiente en mando era Jozabad, quien comandaba ciento ochenta mil hombres armados.

19 Estas eran las tropas establecidas en Jerusalén al servicio del rey, además de las que Josafat puso en las ciudades fortificadas en todo Judá.

Josafat y Acab
18 Josafat disfrutó de muchas riquezas y de gran estima e hizo una alianza con Acab, rey de Israel, al dar a su hijo en matrimonio a la hija de Acab. 2 Unos años más tarde fue a Samaria para visitar a Acab, quien preparó un gran banquete para él y sus funcionarios. Mataron grandes cantidades de ovejas, cabras y ganado para la fiesta. Después Acab persuadió a Josafat para que se uniera a él para recuperar Ramot de Galaad.

3 —¿Irás conmigo contra Ramot de Galaad? —preguntó el rey Acab de Israel al rey Josafat de Judá.

—¡Por supuesto! —contestó Josafat—. Tú y yo somos como uno solo, y mis tropas son tus tropas. Ciertamente nos uniremos a ti en batalla.

4 Entonces agregó:

—Pero primero averigüemos qué dice el Señor.

5 Así que el rey de Israel convocó a los profetas, cuatrocientos en total, y les preguntó:

—¿Debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad, o debo desistir?

—¡Sí, adelante! —contestaron todos ellos—. Dios dará la victoria al rey.

6 Pero Josafat preguntó:

—¿Acaso no hay también un profeta[c] del Señor aquí? Debemos hacerle la misma pregunta.

7 El rey de Israel contestó a Josafat:

—Hay un hombre más que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla.

—¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.

8 De modo que el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le dijo:

—¡Rápido! Trae a Micaías, hijo de Imla.

Micaías profetiza contra Acab
9 El rey Acab de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados en sus respectivos tronos en el campo de trillar que está cerca de la puerta de Samaria. Todos los profetas de Acab profetizaban allí, delante de ellos. 10 Uno de los profetas llamado Sedequías, hijo de Quenaana, hizo unos cuernos de hierro y proclamó:

—Esto dice el Señor: ¡Con estos cuernos cornearás a los arameos hasta matarlos!

11 Todos los demás profetas estaban de acuerdo.

—Sí —decían—, sube a Ramot de Galaad y saldrás vencedor, porque ¡el Señor dará la victoria al rey!

12 Mientras tanto, el mensajero que había ido a buscar a Micaías le dijo:

—Mira, todos los profetas le prometen victoria al rey. Ponte tú también de acuerdo con ellos y asegúrale que saldrá vencedor.

13 Pero Micaías respondió:

—Tan cierto como que el Señor vive, solo diré lo que mi Dios diga.

14 Cuando Micaías se presentó ante el rey, Acab le preguntó:

—Micaías, ¿debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad, o debo desistir?

Micaías le respondió con sarcasmo:

—¡Sí, sube y saldrás vencedor, tendrás la victoria sobre ellos!

15 Pero el rey le respondió con dureza:

—¿Cuántas veces tengo que exigirte que solo me digas la verdad cuando hables de parte del Señor?

16 Entonces Micaías le dijo:

—En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor dijo: “Han matado a su amo.[d] Envíalos a sus casas en paz”.

17 —¿No te dije? —exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que desgracias.

18 Micaías continuó diciendo:

—¡Escucha lo que dice el Señor! Vi al Señor sentado en su trono, rodeado por todos los ejércitos del cielo, a su derecha y a su izquierda. 19 Entonces el Señor dijo: “¿Quién puede seducir al rey Acab de Israel para que vaya a pelear contra Ramot de Galaad y lo maten?”.

»Hubo muchas sugerencias, 20 hasta que finalmente un espíritu se acercó al Señor y dijo: “¡Yo puedo hacerlo!”.

»“¿Cómo lo harás?”, preguntó el Señor.

21 »El espíritu contestó: “Saldré e inspiraré a todos los profetas de Acab para que hablen mentiras”.

»“Tendrás éxito —dijo el Señor—. Adelante, hazlo”.

22 »Así que, como ves, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de tus profetas, porque el Señor ha dictado tu condena.

23 Entonces Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada.

—¿Desde cuándo el Espíritu del Señor salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.

24 Y Micaías le contestó:

—¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!

25 «¡Arréstenlo! —ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo Joás. 26 Denles la siguiente orden de parte del rey: “¡Metan a este hombre en la cárcel y no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla!”».

27 Pero Micaías respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el Señor no habló por medio de mí!». Entonces, dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó: «¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».

Muerte de Acab
28 Entonces Acab, rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, dirigieron a sus ejércitos contra Ramot de Galaad. 29 El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.

30 A su vez, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus comandantes de carros de guerra: «Ataquen solamente al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!». 31 Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero Josafat clamó, y el Señor lo rescató. Dios lo ayudó, apartando a sus atacantes de él. 32 Tan pronto como los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo.

33 Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta[e] y sácame de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor del carro—. ¡Estoy gravemente herido!».

34 La encarnizada batalla se prolongó todo ese día, y el rey de Israel se mantuvo erguido en su carro frente a los arameos. Por la tarde, justo cuando se ponía el sol, Acab murió.

Footnotes:
17:3 Algunos manuscritos hebreos dicen el ejemplo de su padre David.
17:6 En hebreo Su corazón tuvo valor para.
18:6 U otro profeta.
18:16 En hebreo Esta gente no tiene amo.
18:33 En hebreo Gira tu mano.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

Romanos 9:25-10:12 Nueva Traducción Viviente (NTV)
25 Con respecto a los gentiles, Dios dice en la profecía de Oseas:

«A los que no eran mi pueblo,
    ahora los llamaré mi pueblo.
Y amaré a los que
    antes no amaba»[a].

26 Y también dice:

«En el lugar donde se les dijo:
    “Ustedes no son mi pueblo”,
allí serán llamados
    “hijos del Dios viviente”»[b].

27 Con respecto a Israel, el profeta Isaías clamó:

«Aunque los hijos de Israel son tan numerosos como la arena a la orilla del mar,
    solo un remanente se salvará.
28 Pues el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra
    sin demora y de manera terminante»[c].

29 Y lo mismo dijo Isaías en otro lugar:

«Si el Señor de los Ejércitos Celestiales
    no hubiera perdonado la vida a unos cuantos de nuestros hijos,
habríamos sido exterminados como Sodoma
    y destruidos como Gomorra»[d].

Incredulidad de Israel
30 ¿Qué significa todo esto? Aunque los gentiles no trataban de seguir las normas de Dios, fueron declarados justos a los ojos de Dios; y eso sucedió por medio de la fe. 31 Pero los hijos de Israel, que se esforzaron tanto en cumplir la ley para llegar a ser justos ante Dios, nunca lo lograron. 32 ¿Por qué no? Porque trataban de hacerse justos ante Dios por cumplir la ley[e] en lugar de confiar en él. Tropezaron con la gran piedra en su camino. 33 Dios se lo advirtió en las Escrituras cuando dijo:

«Pongo en Jerusalén[f] una piedra que hace tropezar a muchos,
    una roca que los hace caer.
Pero todo el que confíe en él
    jamás será avergonzado»[g].

10 Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos. 2 Yo sé que ellos tienen un gran entusiasmo por Dios, pero es un fervor mal encauzado. 3 Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante él tratando de cumplir la ley. 4 Sin embargo, Cristo ya cumplió el propósito por el cual se entregó la ley.[h] Como resultado, a todos los que creen en él se les declara justos a los ojos de Dios.

La salvación es para todos
5 Pues Moisés escribe que la ley exige obediencia a todos sus mandatos[i] para que una persona llegue a ser justa ante Dios. 6 Pero el modo de la fe para hacernos justos ante Dios dice: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá al cielo?” (para hacer bajar a Cristo a la tierra). 7 Ni tampoco digas: “¿Quién descenderá al lugar de los muertos?” (para volver a Cristo de nuevo a la vida)». 8 En realidad, dice:

«El mensaje está muy al alcance de la mano,
    está en tus labios y en tu corazón»[j].

Y ese mensaje es el mismo mensaje que nosotros predicamos acerca de la fe: 9 Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. 10 Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo. 11 Como nos dicen las Escrituras: «Todo el que confíe en él jamás será avergonzado»[k]. 12 No hay diferencia entre los judíos y los gentiles[l] en ese sentido. Ambos tienen al mismo Señor, quien da con generosidad a todos los que lo invocan.

Footnotes:
9:25 Os 2:23.
9:26 Os 1:10.
9:27-28 Is 10:22-23 (versión griega).
9:29 Is 1:9 (versión griega).
9:32 En griego por medio de acciones.
9:33a En griego en Sión.
9:33b Is 8:14; 28:16 (versión griega).
10:4 O Cristo es el fin de la ley.
10:5 Ver Lv 18:5.
10:6-8 Dt 30:12-14.
10:11 Is 28:16 (versión griega).
10:12 Gentil[es], que no es judío. En griego y los griegos.
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Salmos 20 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 20
Para el director del coro: salmo de David.
1 Que el Señor responda a tu clamor en tiempos de dificultad;
    que el nombre del Dios de Jacob te proteja de todo mal.
2 Que te envíe ayuda desde su santuario
    y te fortalezca desde Jerusalén.[a]
3 Que se acuerde de todas tus ofrendas
    y mire con agrado tus ofrendas quemadas. Interludio

4 Que él conceda los deseos de tu corazón
    y haga que todos tus planes tengan éxito.
5 Que gritemos de alegría cuando escuchemos de tu triunfo
    y levantemos una bandera de victoria en el nombre de nuestro Dios.
Que el Señor conteste a todas tus oraciones.

6 Ahora sé que el Señor rescata a su rey ungido.
    Le responderá desde su santo cielo
    y lo rescatará con su gran poder.
7 Algunas naciones se jactan de sus caballos y sus carros de guerra,
    pero nosotros nos jactamos en el nombre del Señor nuestro Dios.
8 Esas naciones se derrumbarán y caerán,
    pero nosotros nos levantaremos y estaremos firmes.

9 ¡Da la victoria a nuestro rey, oh Señor!
    Responde a nuestro grito de auxilio.

Footnotes:
20:2 En hebreo Sión.
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Proverbios 20:2-3 Nueva Traducción Viviente (NTV)
2 La furia del rey es como el rugido del león;
    quien provoca su enojo, pone en peligro su vida.

3 Evitar la pelea es una señal de honor;
    solo los necios insisten en pelear.

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