Sunday, July 28, 2019

DAB Español, Lunes 29 de Julio

Día 210, DAB Español, Lunes 29 de Julio

2 Crónicas 24:1-25:28; Romanos 12:1-21; Salmos 22:19-31; Proverbios 20:8-10 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))






2 Crónicas 24-25 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Reinado de Joás (2 Re 12,1-22)
24 Joás comenzó a reinar a los siete años y reinó en Jerusalén durante cuarenta años. Su madre se llamaba Sibiá y era de Berseba. 2 Joás actuó correctamente ante el Señor durante toda la vida del sacerdote Joyadá. 3 Este le proporcionó dos esposas con las que tuvo hijos e hijas.

4 Algún tiempo después, Joás decidió restaurar el Templo del Señor. 5 Reunió a sacerdotes y levitas y les dijo:

— Recorran las ciudades de Judá y recauden dinero de todo Israel para reparar todos los años el Templo de su Dios. Y dense prisa.

Pero los levitas no se dieron prisa. 6 Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo:

— ¿Por qué no te has preocupado de que los levitas cobrasen a Judá y a Jerusalén el tributo impuesto por Moisés, el siervo del Señor, y la asamblea de Israel con destino a la Tienda del testimonio? 7 Porque la perversa Atalía y sus secuaces han destrozado el Templo de Dios y han dedicado a los baales todos los objetos consagrados del Templo.

8 Y el rey mandó hacer un cofre para colocarlo en la puerta del Templo, por fuera; 9 pregonando por Judá y Jerusalén que trajesen al Señor el tributo impuesto por Moisés, el siervo del Señor, a Israel en el desierto. 10 Todos los jefes y el pueblo traían contentos el dinero y lo echaban en el cofre, hasta que se llenaba. 11 Y cada vez que los levitas llevaban el cofre a la inspección real, si veían que había mucho dinero, venían el secretario real y el inspector del sumo sacerdote, vaciaban el cofre y lo colocaban de nuevo en su sitio. Repitiendo periódicamente la misma operación, recaudaban mucho dinero. 12 Luego el rey y Joyadá lo entregaban a los maestros de obras al servicio del Templo del Señor, y estos contrataban canteros, carpinteros y artesanos herreros y broncistas para reparar el Templo del Señor. 13 Los obreros trabajaron de firme e hicieron progresar las obras de restauración de tal manera, que restituyeron el Templo a su aspecto y solidez antiguos. 14 Cuando terminaron devolvieron el resto del dinero al rey y a Joyadá, quienes mandaron hacer con él utensilios para el Templo: utensilios para el culto y los holocaustos, vasos y otros objetos de oro y plata. Y mientras vivió Joyadá se ofrecieron continuamente holocaustos en el Templo del Señor.

15 Joyadá envejeció y murió de edad muy avanzada: cuando murió tenía ciento treinta años. 16 Fue sepultado con los reyes en la ciudad de David, pues había hecho el bien en Israel, con Dios y con su Templo.

17 Después de la muerte de Joyadá, los jefes de Judá vinieron a rendir homenaje al rey y el rey les prestó atención. 18 Pero luego se desentendieron del Templo del Señor, Dios de sus antepasados, y dieron culto a los postes sagrados y a los ídolos, pecado que desencadenó la cólera divina contra Judá y Jerusalén. 19 El Señor les envió profetas para hacerlos volver a él, pero no hicieron caso de sus advertencias. 20 Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, investido del espíritu de Dios, se enfrentó al pueblo y dijo:

— Esto dice Dios: ¿Por qué han transgredido los mandamientos del Señor? Nada ganarán con ello, pues, por haberlo abandonado, el Señor los abandonará.

21 Pero se confabularon contra él y, por orden del rey, lo apedrearon en el atrio del Templo del Señor. 22 El rey Joás se olvidó de la lealtad que le había profesado Joyadá, padre de Zacarías, y asesinó a su hijo, que al morir dijo:

— ¡Que el Señor sea testigo y les pida cuentas!

23 Al cabo de un año, el ejército sirio lo atacó, invadió Judá y Jerusalén y exterminó a todos los jefes del pueblo y envió todo el botín al rey de Damasco. 24 Aunque el ejército sirio contaba con pocos efectivos, el Señor hizo caer en su poder a un gran ejército, por haber abandonado al Señor, Dios de sus antepasados. Así hicieron justicia con Joás. 25 Cuando los sirios se retiraron, dejándolo gravemente enfermo, sus súbditos conspiraron contra él en venganza por la muerte del hijo del sacerdote Joyadá, lo hirieron en su lecho y murió. Lo sepultaron en la ciudad de David, fuera del panteón real. 26 Los conspiradores fueron Zabad, hijo de la amonita Simat, y Jozabat, hijo de la moabita Simrit. 27 Lo relativo a sus hijos, a los numerosos tributos recibidos y a la restauración del Templo, está escrito en el comentario al Libro de los Reyes. Su hijo Amasías le sucedió como rey.

Reinado de Amasías (2 Re 14,2-14.17-20)
25 Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó durante veintinueve años. Su madre se llamaba Joadán y era de Jerusalén. 2 Actuó correctamente ante el Señor, aunque no fue totalmente intachable. 3 Cuando consolidó su soberanía, mató a los súbditos que habían asesinado a su padre, el rey. 4 Pero no mató a sus hijos, de acuerdo con lo escrito en la ley de Moisés, promulgada por el Señor: “Los padres no morirán por las culpas de los hijos, ni los hijos por las culpas de los padres. Cada cual morirá por su propio pecado”.

5 Amasías reunió a Judá y lo organizó por familias paternas, al mando de jefes de millar y de cien para todo Judá y Benjamín. Hizo el censo de los mayores de veinte años y resultaron trescientos mil soldados escogidos, aptos para el ejército y armados de lanza y escudo. 6 Reclutó también como mercenarios a cien mil guerreros de Israel por cien talentos de plata. 7 Pero un profeta se presentó ante él y le dijo:

— Majestad, no te apoyes en el ejército israelita pues el Señor no está con Israel ni con los efraimitas. 8 Y si vas así, creyéndote reforzado para la batalla, Dios te hará caer ante el enemigo, pues Dios tiene el poder de apoyar y hacer caer.

9 Amasías preguntó al profeta:

— ¿Y qué va a pasar con los cien talentos de plata que he entregado a la tropa de Israel?

El profeta le respondió:

— El Señor te los devolverá aumentados.

10 Entonces Amasías licenció a la tropa que había traído de Efraín para que se fuese a casa. Pero ellos se enfurecieron contra Judá y volvieron a sus casas muy enojados. 11 Amasías se armó de valor y al frente de su ejército marchó hacia el valle de la Sal, donde mató a diez mil hombres de Seír. 12 Los judaítas capturaron vivos a otros diez mil, los subieron a la cima de un peñasco, los arrojaron desde allí y los estrellaron a todos. 13 Mientras tanto, los mercenarios de la tropa licenciada por Amasías para que no lo acompañara en la batalla invadieron las ciudades de Judá entre Samaría y Bet Jorón, mataron a tres mil personas y capturaron un cuantioso botín.

14 Cuando Amasías regresó de derrotar a los edomitas, trajo consigo a los dioses de Seir y los convirtió en sus propios dioses, adorándolos y quemándoles incienso. 15 El Señor se enfureció contra Amasías y le envió un profeta a decirle:

— ¿Por qué recurres a unos dioses que no han podido salvar a su pueblo de tu poder?

16 Mientras hablaba, Amasías le interrumpió:

— ¿Quién te ha nombrado consejero del rey? ¡Cállate, si no quieres que te maten!

El profeta concluyó diciendo:

— Sé muy bien que Dios ha decidido aniquilarte, por actuar así y no escuchar mi consejo.

17 Amasías, rey de Judá, pidió consejo y envió a decir a Joás, el hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel:

— ¡Ven a que nos veamos las caras!

18 Pero Joás, el rey de Israel, mandó responder así a Amasías, el rey de Judá:

— El cardo del Líbano mandó esta embajada al cedro del Líbano: “Dale tu hija por esposa a mi hijo”. Pero pasó por allí un animal silvestre del Líbano y pisoteó el cardo. 19 Presumes de haber derrotado estrepitosamente a Edom y te has envalentonado por la fama conseguida. Pero ahora quédate en tu casa. ¿Por qué te empeñas en atraer la desgracia sobre ti y sobre Judá?

20 Pero Amasías no le hizo caso, porque Dios había decidido entregarlo en manos de Joás por haber recurrido a los dioses de Edom. 21 Entonces Joás, el rey de Israel, subió a verse las caras con Amasías, el rey de Judá, en Bet Semes, que está en territorio de Judá. 22 Judá cayó derrotado ante Israel y cada cual huyó a su casa. 23 Joás, el rey de Israel, hizo prisionero en Bet Semes a Amasías, el rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Luego fue a Jerusalén y abrió una brecha de unos doscientos metros en su muralla, desde la puerta de Efraín hasta la Puerta de la Esquina. 24 Se apoderó, además, de todo el oro y la plata y de todos los objetos que había en el Templo al cargo de Obededón y en el tesoro del palacio real; tomó algunos rehenes y regresó a Samaría.

25 Amasías, el rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás, el hijo de Ocozías, rey de Israel. 26 El resto de la historia de Amasías, de principio a fin, está escrito en el libro de los Reyes de Judá e Israel. 27 Algún tiempo después de que Amasías se apartara del Señor, tramaron contra él una conspiración en Jerusalén y huyó a Laquis. Pero enviaron gente a Laquis en su persecución y lo mataron allí. 28 Luego lo transportaron en caballos a Jerusalén y lo enterraron con sus antepasados en la ciudad de David.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Romanos 12 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
IV.— LA CONDUCTA CRISTIANA (12,1—15,13)
La nueva vida en Cristo
12 Por el amor entrañable de Dios les pido, hermanos: preséntense a ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser su auténtico culto. 2 No se amolden a los criterios de este mundo; al contrario, déjense transformar y renueven su interior de tal manera que sepan apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto.

3 En virtud del don que me ha sido otorgado me dirijo a todos y a cada uno de ustedes para que a nadie se le suban los humos a la cabeza, sino que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido. 4 Pues así como nuestro cuerpo, que es uno, consta de muchos miembros, y cada uno desempeña su cometido, 5 de la misma manera nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y en ese cuerpo cada uno es un miembro al servicio de los demás. 6 Y puesto que tenemos dones diferentes según la gracia que Dios nos ha otorgado, a quien haya concedido hablar en su nombre, hágalo sin apartarse de la fe; 7 el que sirve, que lo haga con diligencia; el que enseña, con dedicación; 8 el que exhorta, aplicándose a exhortar; el encargado de repartir a los necesitados, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; y el que practica la misericordia, con alegría. 9 No hagan del amor que ustedes tienen una comedia. Aborrezcan el mal y abracen el bien. 10 Ámense de corazón unos a otros como hermanos y que cada uno aprecie a los otros más que a sí mismo. 11 Si se trata de esforzarse, no sean perezosos; manténganse espiritualmente fervientes y prontos para el servicio del Señor. 12 Vivan alegres por la esperanza, animosos en la tribulación y constantes en la oración. 13 Solidarícense con las necesidades de los creyentes; practiquen la hospitalidad; 14 bendigan a los que los persiguen y no maldigan jamás. 15 Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. 16 Vivan en plena armonía unos con otros. No ambicionen grandezas, antes bien pónganse al nivel de los humildes. Y no presuman de inteligentes. 17 A nadie devuelvan mal por mal. Esfuércense en hacer el bien ante cualquiera. 18 En cuanto de ustedes dependa, hagan lo posible por vivir en paz con todo el mundo. 19 Y no se tomen la justicia por propia mano, queridos míos; dejen que sea Dios quien castigue, según dice la Escritura:

A mí me corresponde castigar;
yo daré a cada cual su merecido
—dice el Señor—.

20 A ti, en cambio, te dice:

Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber.
Así harás que su cara le arda de vergüenza.

21 No permitas que te venza el mal, antes bien, vence al mal a fuerza de bien.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 22:19-31 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
19 se reparten mis ropas,
echan a suertes mis vestiduras.
20 Pero tú, Señor, no te alejes,
fuerza mía, date prisa en ayudarme.
21 Libra mi ser de la espada,
mi vida de las dentelladas del perro.
22 Sálvame de las fauces del león,
protégeme de los cuernos del búfalo.
23 Yo proclamaré tu nombre a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea.
24 Los que veneran al Señor, alábenlo,
ustedes, estirpe de Jacob, hónrenlo,
ustedes, estirpe de Israel, respétenlo.
25 Porque no despreció ni rechazó
el dolor del afligido; no le ocultó su rostro,
sino que lo escuchó cuando clamaba.
26 De ti nace mi alabanza en la gran asamblea;
delante de sus fieles cumpliré mis votos.
27 Los necesitados comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Que todos ustedes vivan por siempre!
28 Recordarán al Señor y volverán hacia él
desde todos los confines de la tierra;
se postrarán ante ti todas las naciones.
29 Porque del Señor es la realeza,
él domina a las naciones.
30 Ante el Señor se postrarán
los que descansan en la tierra,
se arrodillarán los que bajan al polvo,
los que no pueden preservar su vida.
31 La posteridad ha de servirlo,
por siempre será proclamado el Señor.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 20:8-10 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
8 Rey sentado en tribunal
descubre con sus ojos todo mal.
9 ¿Quién puede decir: “Mi conciencia es pura,
estoy limpio de pecado”?
10 Pesos y medidas dobles:
el Señor aborrece ambas cosas.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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