Día 203, DAB Español, Lunes 22 de Julio
2 Crónicas 6:13b-8:10; Romanos 7:15-8:8; Salmos 18:1-15; Proverbios 19:24-25 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
2
Crónicas 6:13-8:10 Nueva Traducción Viviente (NTV)
13 Ahora bien, Salomón había hecho una plataforma de
bronce de dos metros con treinta centímetros de largo, dos metros con treinta
centímetros de ancho y un metro con cuarenta centímetros de altura,[a] y la
había colocado en el centro del atrio exterior del templo. Se puso de pie sobre
la plataforma y después se arrodilló frente a toda la comunidad de Israel y
levantó las manos hacia el cielo. 14 Oró así:
«Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los
cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a
quienes andan delante de ti de todo corazón. 15 Has cumplido tu promesa a tu
siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy la has
cumplido con tus propias manos.
16 »Ahora, oh Señor, Dios de Israel, lleva a cabo la
otra promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “Si
tus descendientes cuidan su comportamiento y siguen mi ley con fidelidad, así
como tú lo has hecho, siempre habrá uno de ellos sentado en el trono de
Israel”. 17 Ahora, oh Señor, Dios de Israel, cumple esta promesa que le hiciste
a tu siervo David.
18 »¿Pero es realmente posible que Dios habite en la
tierra, entre seres humanos? Ni siquiera los cielos más altos pueden
contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! 19 Sin embargo, escucha
mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el clamor y la oración que tu
siervo te eleva. 20 Que día y noche tus ojos estén sobre este templo, este
lugar del cual tú has dicho que allí pondrías tu nombre. Que siempre oigas las
oraciones que elevo hacia este lugar. 21 Que atiendas las peticiones humildes y
fervientes de mi parte y de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar.
Sí, óyenos desde el cielo donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona.
22 »Si alguien agravia a otra persona y se le exige
que haga juramento de inocencia ante tu altar en este templo, 23 oye entonces
desde el cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Paga
al culpable según su merecido; absuelve al inocente debido a su inocencia.
24 »Si tu pueblo Israel cae derrotado ante sus
enemigos por haber pecado contra ti, pero luego vuelve y reconoce tu nombre y
eleva oraciones a ti en este templo, 25 oye entonces desde el cielo y perdona
el pecado de tu pueblo Israel, y hazlo volver a esta tierra que diste a ellos y
a sus antepasados.
26 »Si los cielos se cierran y no hay lluvia porque tu
pueblo ha pecado contra ti, y si luego ellos oran hacia este templo y reconocen
tu nombre y se apartan de sus pecados, porque tú los has castigado, 27 oye
entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, de tu pueblo
Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra,
la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión.
28 »Si hay hambre en la tierra, o pestes, o plagas en
los cultivos, o ataques de langostas u orugas, o si los enemigos de tu pueblo
invaden el territorio y sitian las ciudades —cualquiera sea el desastre o la
enfermedad que ocurra—; 29 si luego tu pueblo Israel ora por sus dificultades
con las manos levantadas hacia este templo, 30 oye entonces desde el cielo
donde vives, y perdona. Haz con tu pueblo según merecen sus acciones, porque
solo tú conoces el corazón de cada ser humano. 31 Entonces ellos te temerán y
andarán en tus caminos mientras vivan en la tierra que diste a nuestros
antepasados.
32 »En el futuro, los extranjeros que no pertenezcan a
tu pueblo Israel oirán de ti. Vendrán de tierras lejanas cuando oigan de tu
gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso. Cuando ellos oren en
dirección a este templo, 33 oye entonces desde el cielo donde vives y
concédeles lo que te pidan. De esa forma, todos los habitantes de la tierra
llegarán a conocerte y a temerte, igual que tu pueblo Israel. También sabrán
que este templo que he construido honra tu nombre.
34 »Si tu pueblo sale a donde tú lo envías a luchar
contra sus enemigos, y si ora a ti en dirección a esta ciudad que has escogido
y hacia este templo que yo he construido para honrar tu nombre, 35 oye entonces
desde el cielo sus oraciones y defiende su causa.
36 »Si ellos pecan contra ti (¿y quién nunca ha
pecado?), tal vez te enojes con ellos y permitas que sus enemigos los
conquisten y los lleven cautivos a una tierra extranjera, ya sea cerca o lejos.
37 Sin embargo, tal vez en esa tierra, donde estén desterrados, se vuelvan a ti
arrepentidos y oren así: “Hemos pecado, hemos hecho lo malo y hemos actuado de
manera perversa”. 38 Si ellos se vuelven a ti con todo el corazón y con toda el
alma en la tierra en la que estén cautivos, y oran en dirección a la tierra que
diste a sus antepasados —hacia esta ciudad que escogiste y hacia este templo
que he construido para honrar tu nombre—, 39 oye entonces sus oraciones y sus
peticiones desde el cielo donde vives, y defiende su causa. Perdona a tu pueblo
que ha pecado contra ti.
40 »Oh Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus
oídos atentos a todas las oraciones que se eleven a ti en este lugar.
41 »Ahora levántate, oh Señor Dios, y entra en tu
lugar de descanso,
junto con el
arca, símbolo de tu poder.
Que tus sacerdotes, oh Señor Dios, se vistan de
salvación;
que tus
leales servidores se alegren en tu bondad.
42 Oh Señor Dios, no rechaces al rey que has ungido.
Recuerda tu
amor inagotable hacia tu siervo David».
Dedicación del templo
7 Cuando Salomón terminó de orar, cayó fuego del cielo
que consumió los sacrificios y las ofrendas quemadas, y la gloriosa presencia
del Señor llenó el templo. 2 Los sacerdotes no podían entrar en el templo del
Señor porque la gloriosa presencia del Señor lo llenaba. 3 Cuando todos los
israelitas vieron que el fuego descendía y que la gloriosa presencia del Señor
llenaba el templo, cayeron postrados rostro en tierra y adoraron y alabaron al
Señor diciendo:
«¡Él es bueno!
¡Su fiel
amor perdura para siempre!».
4 Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios
al Señor. 5 El rey Salomón ofreció un sacrificio de veintidós mil cabezas de
ganado y ciento veinte mil ovejas y cabras. Así el rey y todo el pueblo
dedicaron el templo de Dios. 6 Los sacerdotes ocuparon sus puestos asignados al
igual que los levitas, quienes cantaban: «¡Su fiel amor perdura para siempre!».
Acompañaban el canto con la música de los instrumentos que el rey David había
hecho para alabar al Señor. Enfrente de los levitas, los sacerdotes hacían
sonar las trompetas mientras todo Israel estaba de pie.
7 Luego Salomón consagró la parte central del atrio
que está delante del templo del Señor. Allí presentó las ofrendas quemadas y la
grasa de las ofrendas de paz, porque el altar de bronce que había construido no
alcanzaba para tantas ofrendas quemadas, ofrendas de grano y la grasa de los
sacrificios.
8 Durante los siete días siguientes, Salomón y todo
Israel celebraron el Festival de las Enramadas.[b] Se había reunido una gran
multitud desde lugares tan lejanos como Lebo-hamat, en el norte, y el arroyo de
Egipto, en el sur. 9 Al octavo día hicieron la ceremonia de clausura, porque
habían celebrado la dedicación del altar durante siete días y el Festival de
las Enramadas también por siete días. 10 Luego, al final de la celebración,[c]
Salomón despidió al pueblo. Todos estaban llenos de alegría y muy contentos
porque el Señor había sido bueno con David, con Salomón y con su pueblo Israel.
Respuesta del Señor a Salomón
11 Así que Salomón terminó de construir el templo del
Señor y también el palacio real. Llevó a cabo todo lo que había pensado hacer
en la construcción del templo y del palacio. 12 Luego una noche el Señor se le
apareció a Salomón y le dijo:
«He oído tu oración y he elegido este templo como el
lugar para que se realicen sacrificios. 13 Puede ser que a veces yo cierre los
cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o
envíe plagas entre ustedes; 14 pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se
humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré
desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra. 15 Mis ojos
estarán abiertos y mis oídos atentos a cada oración que se eleve en este lugar.
16 Pues he elegido este templo y lo he apartado para que sea santo, un lugar
donde mi nombre será honrado para siempre. Lo vigilaré sin cesar, porque es muy
preciado a mi corazón.
17 »En cuanto a ti, si me sigues fielmente como lo
hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos, decretos y ordenanzas, 18
entonces estableceré tu dinastía en el trono. Pues hice este pacto con tu padre
David cuando le dije: “Uno de tus descendientes siempre gobernará a Israel”.
19 »Sin embargo, si tú o tus descendientes me
abandonan y desobedecen los decretos y los mandatos que les he dado, y sirven y
rinden culto a otros dioses, 20 entonces desarraigaré al pueblo de la tierra
que le he dado. Rechazaré este templo que hice santo para honrar mi nombre.
Haré que sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones; 21 y aunque
ahora este templo sea imponente, todos los que pasen por allí quedarán
horrorizados. Preguntarán: “¿Por qué habrá hecho el Señor cosas tan terribles a
esta tierra y a este templo?”.
22 »Y la respuesta será: “Porque los israelitas
abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, quien los sacó de Egipto, y
rindieron culto a otros dioses y se inclinaron ante ellos. Por esa razón les
envió tantas calamidades”».
Numerosos logros de Salomón
8 Salomón tardó veinte años en construir el templo del
Señor y su propio palacio real. Al cabo de ese tiempo, 2 Salomón dirigió su
atención a la reconstrucción de las ciudades que le había dado el rey Hiram[d]
y estableció israelitas en ellas.
3 Salomón también luchó contra la ciudad de Hamat de
Soba y la conquistó. 4 Reconstruyó Tadmor, en el desierto, y construyó ciudades
en la región de Hamat como centros de almacenamiento. 5 Fortificó las ciudades
de Bet-horón de arriba y Bet-horón de abajo, reconstruyó sus murallas e instaló
portones con rejas. 6 También reconstruyó Baalat y otros centros de
almacenamiento y construyó ciudades para sus carros de guerra y sus
caballos.[e] Construyó todo lo que quiso en Jerusalén, en el Líbano y por todo
su reino.
7 En esa tierra todavía había habitantes que no eran
israelitas, entre los cuales se encontraban hititas, amorreos, ferezeos, heveos
y jebuseos. 8 Todos ellos eran descendientes de las naciones que el pueblo de
Israel no había destruido. Entonces Salomón los obligó a ser parte de sus
trabajadores y hasta el día de hoy son trabajadores forzados; 9 pero Salomón no
obligó a ningún israelita a ser parte de sus trabajadores, sino que los puso a
su servicio como soldados, oficiales en su ejército, y comandantes y
conductores de sus carros de guerra. 10 El rey Salomón también designó a
doscientos cincuenta de ellos para que supervisaran a los trabajadores.
Footnotes:
6:13 En hebreo 5 codos [7,5 pies] de largo, 5 codos de
ancho y 3 codos [4,5 pies] de altura.
7:8 En hebreo el festival (también en 7:9); ver nota
en 5:3.
7:10 En hebreo Luego, el día veintitrés del séptimo
mes. En el antiguo calendario lunar hebreo, ese día caía en octubre o a
principios de noviembre.
8:2 En hebreo Huram, una variante de Hiram; también en
8:18.
8:6 O y conductores de carros de guerra.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Romanos
7:15-8:8 Nueva Traducción Viviente (NTV)
15 Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero
hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. 16 Pero
si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que
la ley es buena. 17 Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el
pecado que vive en mí.
18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza
pecaminosa[a] no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no
puedo. 19 Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que
está mal, pero igual lo hago. 20 Ahora, si hago lo que no quiero hacer,
realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí.
21 He descubierto el siguiente principio de vida: que
cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal.
22 Amo la ley de Dios con todo mi corazón, 23 pero hay otro poder[b] dentro de
mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que
todavía está dentro de mí. 24 ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de
esta vida dominada por el pecado y la muerte? 25 ¡Gracias a Dios! La respuesta
está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero
obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo
del pecado.
La vida en el Espíritu
8 Por lo tanto, ya no hay condenación para los que
pertenecen a Cristo Jesús; 2 y porque ustedes pertenecen a él, el poder[c] del
Espíritu que da vida los[d] ha libertado del poder del pecado, que lleva a la
muerte. 3 La ley de Moisés no podía salvarnos, porque nuestra naturaleza
pecaminosa[e] es débil. Así que Dios hizo lo que la ley no podía hacer. Él
envió a su propio Hijo en un cuerpo como el que nosotros los pecadores tenemos;
y en ese cuerpo, mediante la entrega de su Hijo como sacrificio por nuestros
pecados, Dios declaró el fin del dominio que el pecado tenía sobre nosotros. 4
Lo hizo para que se cumpliera totalmente la exigencia justa de la ley a favor
de nosotros, que ya no seguimos a nuestra naturaleza pecaminosa sino que
seguimos al Espíritu.
5 Los que están dominados por la naturaleza pecaminosa
piensan en cosas pecaminosas, pero los que son controlados por el Espíritu
Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu. 6 Por lo tanto, permitir
que la naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero
permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. 7
Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las
leyes de Dios y jamás lo hará. 8 Por eso, los que todavía viven bajo el dominio
de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.
Footnotes:
7:18 En griego mi carne; también en 7:25.
7:23 En griego otra ley; similar en 7:23b.
8:2a En griego la ley; también en 8:2b.
8:2b Algunos manuscritos dicen me.
8:3 En griego nuestra carne; similar en 8:4, 5, 6, 7,
8, 9, 12.
Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Salmos
18:1-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo 18
Para el director del coro: salmo de David, siervo del
Señor. Entonó este cántico al Señor el día que el Señor lo rescató de todos sus
enemigos y de Saúl. Cantó así:
1 Te amo, Señor;
tú eres mi
fuerza.
2 El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
mi Dios es
mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
y mi lugar
seguro.
3 Clamé al Señor, quien es digno de alabanza,
y me salvó
de mis enemigos.
4 Me enredaron las cuerdas de la muerte;
me arrasó
una inundación devastadora.
5 La tumba[a] me envolvió con sus cuerdas;
la muerte me
tendió una trampa en el camino.
6 Pero en mi angustia, clamé al Señor;
sí, oré a mi
Dios para pedirle ayuda.
Él me oyó desde su santuario;
mi clamor
llegó a sus oídos.
7 Entonces la tierra se estremeció y tembló;
se
sacudieron los cimientos de las montañas;
temblaron a
causa de su enojo.
8 De su nariz salía humo a raudales,
de su boca
saltaban violentas llamas de fuego;
carbones
encendidos se disparaban de él.
9 Abrió los cielos y descendió;
había
oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies.
10 Voló montado sobre un poderoso ser angelical,[b]
remontándose
sobre las alas del viento.
11 Se envolvió con un manto de oscuridad
y ocultó su
llegada con oscuras nubes de lluvia.
12 Nubes densas taparon el brillo a su alrededor,
e hicieron
llover granizo y carbones encendidos.[c]
13 El Señor retumbó desde el cielo;
la voz del
Altísimo resonó
en medio del
granizo y de los carbones encendidos.
14 Disparó sus flechas y dispersó a sus enemigos;
destellaron
grandes relámpagos, y quedaron confundidos.
15 Luego, a tu orden, oh Señor,
a la ráfaga
de tu aliento,
pudo verse el fondo del mar,
y los
cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
Footnotes:
18:5 En hebreo El Seol.
18:10 En hebreo un querubín.
18:12 O y relámpagos; también en 18:13.
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Proverbios
19:24-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)
24 Los perezosos toman la comida en la mano,
pero ni
siquiera se la llevan a la boca.
25 Si castigas al burlón, los ingenuos aprenderán una
lección;
si corriges
al sabio, será aún más sabio.
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