Día 88, DAB Español, Jueves 29 de Marzo
Deuteronomio 11:1-12:32; Lucas 8:22-39; Salmos 70; Proverbios 12:4 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Deuteronomio
11-12 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La grandeza del Señor experimentada por Israel
11 Amarás al Señor tu Dios y cumplirás siempre todos
sus mandamientos, sus estatutos, sus normas y preceptos.
2 Reconozcan hoy —me refiero a ustedes no a sus hijos
que nada han visto ni experimentado— lo que les ha enseñado el Señor su Dios,
su grandeza, su gran poder y destreza sin igual: 3 las señales y hazañas que
realizó en Egipto contra el faraón, rey de Egipto y todo su país; 4 lo que hizo
el Señor al ejército egipcio, con sus carros y caballos, cuando los perseguían
y precipitó sobre ellos las aguas del mar Rojo, aniquilándolos para siempre; 5
lo que hizo por ustedes en el desierto hasta que llegaron a este lugar; 6 lo
que hizo con Datán y Abirán, hijos de Eliab el rubenita, cuando, en presencia
de todo Israel, la tierra abrió sus fauces y se los tragó con sus familias, sus
tiendas, y todos los bienes que tenían. 7 Me dirijo, pues, a ustedes que han
sido testigos de las grandes hazañas que ha hecho el Señor.
Bendiciones de la tierra prometida
8 Cumplan todos los mandamientos que yo les prescribo
hoy: solamente así serán lo suficientemente fuertes para conquistar la tierra a
la que están a punto de entrar para tomarla en posesión. 9 Así prolongarán sus
días en la tierra que el Señor juró dar a sus antepasados y a su descendencia,
tierra que mana leche y miel. 10 La tierra a la que te diriges para tomar
posesión de ella no es como la tierra de Egipto, de la que salieron; allí
ustedes plantaban la semilla y tenían que regarla con la ayuda del pie, como se
riegan las hortalizas del huerto. 11 La tierra a la que están a punto de entrar
para tomar posesión de ella es un territorio de montes y valles regados por la lluvia
del cielo; 12 es una tierra que está bajo el cuidado constante del Señor tu
Dios, que no aparta sus ojos de ella en ningún momento del año.
13 Si cumplen escrupulosamente los mandamientos que yo
les prescribo hoy, amando al Señor su Dios y adorándole con todo su corazón y
con toda su alma, 14 yo haré llegar la lluvia a su tierra cuando sea necesaria,
en el otoño y en la primavera, para que puedas cosechar tu trigo, tu mosto y tu
aceite; 15 haré también crecer en tu campo el pasto para tu ganado, y comerás
hasta saciarte.
16 ¡Pero cuidado!, no se dejen seducir ni se aparten
del Señor rindiendo culto a otros dioses y postrándose ante ellos, 17 porque
entonces se encenderá la ira del Señor contra ustedes, cerrará los cielos y no
caerá más lluvia; la tierra no dará más frutos y ustedes no tardarán en
desaparecer de esa tierra fértil que les da el Señor.
18 Graben en su corazón y en su alma estas palabras;
átenlas a su muñeca como un signo, pónganlas como una señal sobre su frente. 19
Incúlquenselas a sus hijos y háblenles de ellas cuando estén en casa y cuando
vayan de camino; cuando se acuesten y se levanten. 20 Escríbelas en las jambas
de tu casa y en tus puertas, 21 para que su vida y la de sus descendientes dure
en la tierra que el Señor prometió dar a tus antepasados tanto como el cielo se
mantenga sobre la tierra.
22 Si cumplen fielmente todos estos mandamientos que
les prescribo para que los pongan en práctica, si aman al Señor su Dios, siguen
todos sus caminos y le son fieles, 23 entonces el Señor irá expulsando delante
de ustedes a todas esas naciones, y ustedes se adueñarán de ellas aunque sean
más numerosas y fuertes que ustedes. 24 Será de ustedes toda la tierra que pise
la planta de su pie; sul territorio se extenderá desde el desierto hasta el
Líbano, desde el río Éufrates hasta el mar Occidental. 25 Nadie podrá
resistirlos, porque el Señor hará que todos se amilanen ante ustedes y cunda el
pánico en toda la tierra que pisen, tal como les ha prometido.
26 Miren, hoy les doy a elegir entre la bendición y la
maldición: 27 la bendición, si cumplen los mandamientos que yo, el Señor su
Dios, les prescribo hoy; 28 la maldición, si desobedecen los mandamientos del
Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les marco, para ir tras dioses
extranjeros que no han conocido.
29 Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la
tierra donde vas a entrar para tomar posesión de ella, pondrás la bendición en
el monte Garizín y la maldición en el monte Ébal. (30 Estos dos montes se
encuentran, como es sabido, al otro lado del Jordán, detrás del camino del
oeste, en el territorio de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a
Guilgal, junto al encinar de Moré).
31 Están a punto de cruzar el Jordán para entrar a
tomar posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Cuando se hayan
apoderado de ella y ya estén asentados allí, 32 pongan mucho empeño en cumplir
todas las normas y preceptos que les he dado hoy.
III.— EL CÓDIGO DEUTERONÓMICO (12,1—26,15)
El santuario único
12 Estas son las normas y preceptos que deben cumplir
cuidadosamente todos los días de su vida, en la tierra que el Señor, el Dios de
tus antepasados, les da en posesión.
2 Destruyan completamente todos los lugares en los que
las naciones que van a conquistar han dado culto a sus dioses, sea en lo alto
de los montes, en las colinas y bajo cualquier árbol frondoso. 3 Derriben sus
altares, hagan pedazos sus piedras votivas, quemen sus árboles sagrados,
derriben las imágenes de sus dioses y hagan desaparecer su recuerdo de esos
lugares.
4 Con el Señor su Dios obrarán de modo diferente. 5
Tan solo irán a buscar al Señor su Dios al lugar que él escoja de entre todas
sus tribus para convertirlo en su morada y hacer que allí resida su nombre. 6
Allí llevarán sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos y contribuciones, sus
ofrendas votivas y voluntarias, y también las primeras crías de tus vacas y
ovejas. 7 Allí, en presencia del Señor su Dios, ustedes y sus familias comerán
y harán fiesta por los frutos de su trabajo con que el Señor tu Dios te haya bendecido.
8 Allí no harán lo que ahora hacemos aquí, donde cada
uno hace lo que mejor le parece, 9 porque todavía no han llegado al lugar de
descanso, a la herencia que el Señor tu Dios te da. 10 Pero una vez que hayan
cruzado el Jordán y vivan en la tierra que el Señor su Dios les da en herencia,
él los mantendrá a salvo de los enemigos que los rodean, y vivirán tranquilos.
11 Y al llegar al lugar que el Señor su Dios escoja como morada de su nombre,
llevarán allí todo lo que les he ordenado: sus holocaustos y sus sacrificios,
sus diezmos y sus contribuciones, junto con las ofrendas más selectas de sus
posesiones que le hayan prometido al Señor. 12 Y harán fiesta en presencia del
Señor su Dios, ustedes, sus hijos e hijas, sus siervos y siervas, y también el
levita que vive en sus ciudades, ya que él no recibió parte o herencia con
ustedes.
13 Ten cuidado de no ofrecer sacrificios allá donde te
apetezca. 14 Tus holocaustos los ofrecerás únicamente en el lugar escogido por
el Señor en una de las tribus. Solo allí harás todo lo que yo te ordeno.
15 Sin embargo, eres libre de matar animales y comer
carne en cualquiera de tus ciudades, en la medida de los bienes que el Señor tu
Dios te haya dado. Podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de
gacela o ciervo. 16 Pero no comerán la sangre, sino que la derramarás en la
tierra, como el agua.
17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu
trigo, de tu vino y de tu aceite, ni las primeras crías de tus vacas y de tus
ovejas, ni lo que hayas prometido con voto, ni tus ofrendas voluntarias ni tus
contribuciones, 18 sino que lo comerás en presencia del Señor tu Dios, en el
lugar que él escoja. Así también lo harán tu hijo y tu hija, tu siervo y tu
sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Te regocijarás ante el Señor tu
Dios por el fruto de tu trabajo. 19 Ten cuidado de no desamparar jamás al
levita mientras vivas en tu tierra.
20 Cuando el Señor tu Dios ensanche tu territorio,
como te ha prometido, si sientes deseos de comer carne, podrás comerla siempre
que te apetezca. 21 Si el lugar que el Señor tu Dios escogió como morada de su
nombre queda demasiado lejos de donde tú resides, podrás matar tanto vacas como
ovejas de las que te dé el Señor, y comer en tu ciudad toda la carne que te
apetezca. Pero hazlo tal como él te ha prescrito. 22 Lo mismo que se come la
carne de gacela o ciervo, así la comerás. Podrá comerla tanto el puro como el
impuro. 23 Pero de ninguna manera comas la sangre, porque la sangre es la vida,
y no debes comer la vida al comer la carne. 24 No comerás, pues, la sangre sino
que debes derramarla en tierra como el agua. 25 Si lo haces así, serán dichosos
tú y tus hijos después de ti, porque habrán actuado del modo que agrada al
Señor. 26 Al lugar que el Señor haya escogido, llevarás sólo las cosas que
hayas consagrado y las que ofrezcas como voto. 27 Allí ofrecerás tus holocaustos:
la carne y la sangre, sobre el altar del Señor tu Dios. Comerás la carne, pero
la sangre la derramarás sobre el altar del Señor tu Dios.
28 Cumple escrupulosamente todo esto que te mando y
haz aquello que agrada y place al Señor tu Dios. Así serán dichosos para
siempre tú y tus hijos después de ti.
Advertencia contra los cultos cananeos
29 Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado ante ti las
naciones que estás a punto de conquistar, cuando las hayas despojado y tú ya
estés asentado allí 30 después de haberlas aniquilado, ten mucho cuidado de no
caer en la trampa de imitar su ejemplo e interesarte por sus dioses averiguando
cómo les rendían culto para hacer tú lo mismo. 31 No los imites cuando rindas
culto al Señor tu Dios. Nada hay más odioso y abominable para el Señor que lo
que hacían esos pueblos en los cultos a sus dioses, pues llegaban al extremo de
sacrificar a sus hijos e hijas en el fuego.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Lucas
8:22-39 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Jesús apacigua una tempestad (Mt 8,23-27; Mc 4,35-41)
22 Un día, subió Jesús a una barca, junto con sus
discípulos, y les dijo:
— Vamos a la otra orilla.
Y se adentraron en el lago. 23 Mientras navegaban,
Jesús se quedó dormido. De pronto, una tormenta huracanada se desencadenó sobre
el lago. Como la barca se llenaba de agua y corrían grave peligro, 24 los
discípulos se acercaron a Jesús y lo despertaron, diciendo:
— ¡Maestro, Maestro, que estamos a punto de perecer!
Entonces Jesús, incorporándose, increpó al viento y al
oleaje; estos se apaciguaron en seguida y el lago quedó en calma. 25 Después
dijo Jesús a los discípulos:
— ¿Dónde está la fe de ustedes?
Pero ellos, llenos de miedo y asombro, se preguntaban
unos a otros:
— ¿Quién es este, que da órdenes a los vientos y al
agua y lo obedecen?
Curación del endemoniado geraseno (Mt 8,28-34; Mc
5,1-20)
26 Después de esto arribaron a la región de Gerasa que
está frente a Galilea. 27 En cuanto Jesús saltó a tierra, salió a su encuentro
un hombre procedente de la ciudad. Estaba poseído por demonios, y desde hacía
bastante tiempo andaba desnudo y no vivía en su casa, sino en el cementerio. 28
Al ver a Jesús, se puso de rodillas delante de él gritando con todas sus
fuerzas:
— ¡Déjame en paz, Jesús, Hijo del Dios Altísimo! ¡Te
suplico que no me atormentes!
29 Es que Jesús había ordenado al espíritu impuro que
saliera de aquel hombre, pues muchas veces le provocaba violentos arrebatos; y
a pesar de que habían intentado sujetarlo con cadenas y grilletes, él rompía
las ataduras y se escapaba a lugares desiertos empujado por el demonio. 30
Jesús le preguntó:
— ¿Cómo te llamas?
Él le contestó:
— Me llamo “Legión”.
Porque eran muchos los demonios que habían entrado en
él. 31 Y rogaban a Jesús que no los mandara volver al abismo. 32 Había allí una
considerable piara de cerdos paciendo por el monte; los demonios rogaron a
Jesús que les permitiera entrar en los cerdos; y Jesús se lo permitió. 33
Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos. Al
instante, la piara se lanzó pendiente abajo hasta el lago, donde los cerdos se
ahogaron.
34 Cuando los porquerizos vieron lo sucedido, salieron
huyendo y lo contaron en la ciudad y en sus alrededores. 35 La gente fue allá a
ver lo que había pasado y, cuando llegaron adonde se encontraba Jesús, hallaron
sentado a sus pies al hombre del que había expulsado los demonios, que ahora
estaba vestido y en su cabal juicio. Todos se llenaron de miedo. 36 Los
testigos del hecho les contaron cómo había sido salvado el poseído por el
demonio. 37 Y toda la gente que habitaba en la región de Gerasa rogaba a Jesús
que se apartara de ellos, porque el pánico los dominaba.
Jesús, entonces, subió de nuevo a la barca y emprendió
el regreso. 38 El hombre del que había expulsado los demonios le rogaba que le
permitiera acompañarlo; pero Jesús lo despidió, diciéndole:
39 — Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha
hecho contigo.
El hombre se marchó y fue proclamando por toda la
ciudad lo que Jesús había hecho con él.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 70 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 70 (69)
Señor, no tardes
70 Al maestro del coro. De David. En conmemoración.
2 Oh Dios, ven a librarme,
Señor, date prisa en ayudarme.
3 Queden defraudados y humillados
los que desean mi muerte,
que retrocedan y se avergüencen
los que pretenden dañarme;
4 queden desolados por su infamia
los que se burlan de mí.
5 Que en ti se alegren y se gocen
todos cuantos te buscan;
que los que anhelan tu salvación
digan en todo momento:
“¡Sea alabado el Señor!”.
6 Soy humilde y desvalido,
oh Dios, acude a mí;
tú eres mi ayuda y mi salvación,
Señor, no tardes.
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Proverbios
12:4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
4 Mujer de valía es corona del marido;
la desvergonzada, cáncer de sus huesos.
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