Día 87, DAB Español, Miércoles 28 de Marzo
Deuteronomio 9:1-10:22; Lucas 8:4-21; Salmos 69:19-36; Proverbios 12:2-3 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Deuteronomio 9-10 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La victoria es del
Señor
9 Escucha, Israel: Ha
llegado el momento de cruzar el Jordán e ir a la conquista de naciones más
numerosas y fuertes que tú, ciudades inmensas y fortificadas, que casi tocan el
cielo; 2 sus habitantes son fuertes y de gran estatura, como los descendientes de
los anaquitas, a los cuales ya conoces y de los que has oído decir: “¿Quién es
capaz de hacer frente a los anaquitas?”. 3 Pero entiende hoy que es el Señor tu
Dios el que avanzará delante de ti como fuego devorador, y los derrotará y
destruirá ante tu presencia. Tú los expulsarás y los aniquilarás rápidamente,
tal como te ha dicho el Señor.
4 Y cuando el Señor
tu Dios los haya expulsado ante tus ojos, no vayas a pensar: “El Señor me ha
permitido tomar posesión de esta tierra porque soy justo”. Si el Señor los
expulsó delante de ti, es porque ellos son culpables. 5 Si vas a tomar posesión
de esta tierra no es por tus méritos ni porque seas mejor, sino que el Señor
los expulsará delante de ti a causa de la propia maldad de ellos y para cumplir
la alianza que juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. 6 No te quepa
duda de que, si el Señor te da esta fértil tierra, no es por tus méritos ni
porque seas mejor, pues tú también eres un pueblo terco.
La rebelión de Israel
en Horeb (Ex 31,18—32,35)
7 Recuerda esto y
nunca olvides cómo encendiste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el
día en que saliste de Egipto hasta que llegaste a este lugar no han dejado de
rebelarse contra el Señor. 8 Hasta tal punto irritaron al Señor en Horeb y
tanto se enojó contra ustedes, que a punto estuvo de destruirlos. 9 Cuando subí
al monte Horeb para recibir las losas de piedra, las losas de la alianza que el
Señor sellaba con ustedes, yo permanecí arriba, en el monte, cuarenta días y
cuarenta noches sin comer ni beber. 10 Allí el Señor me dio dos losas de piedra
en las que él mismo había escrito con su dedo todas las palabras que les dijo
en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea. 11 Pasados aquellos
cuarenta días y cuarenta noches, el Señor me dio las dos losas de piedra, las
losas de la alianza, 12 y me dijo: Desciende en seguida del monte, porque tu
pueblo, el que tú sacaste de Egipto, se ha pervertido; muy pronto se ha
apartado del camino que yo les había indicado, y se ha fabricado un ídolo de
metal fundido. 13 Y añadió el Señor: Me estoy dando cuenta de que este pueblo
es muy terco; 14 déjame que los aniquile hasta que nadie los recuerde nunca
más. Después haré que tú des origen a una nación más numerosa y fuerte que la
de ellos. 15 Yo me volví y descendí de la montaña, que ardía envuelta en
llamas, llevando en mis manos las dos losas de la alianza. 16 Y cuando vi que,
efectivamente, ustedes habían pecado contra el Señor su Dios al fabricarse un
becerro de metal, y se habían apartado muy pronto del camino que el Señor les
había indicado, 17 tomé las dos losas que traía en mis manos y las arrojé
delante de ustedes haciéndolas añicos. 18 Luego me postré ante el Señor, como
ya hiciera antes, y durante cuarenta días y cuarenta noches estuve sin comer ni
beber, por causa del gran pecado que habían cometido haciendo lo que el Señor
reprueba y provocando así su ira. 19 Tenía miedo del enojo y de la ira con que
el Señor se enfureció contra ustedes hasta el punto de querer aniquilarlos.
Pero el Señor me escuchó una vez más.
20 Tan airado estaba
el Señor con Aarón que incluso a él quiso aniquilarlo, pero también en esa
ocasión intervine en su favor.
21 Después, agarré el
objeto de su pecado, el becerro que se habían fabricado, y lo eché al fuego y,
una vez desmenuzado y convertido en ceniza, lo tiré al torrente que baja de la
montaña.
22 En Taberá, en Masá
y en Quibrot Hatavá ustedes provocaron también la ira del Señor. 23 Y cuando el
Señor los envió desde Cadés Barnea con esta orden: “Vayan y tomen posesión de
la tierra que les he dado”, se rebelaron contra esa orden y no confiaron en él
ni le obedecieron. 24 ¡Desde que yo los conozco, ustedes han sido rebeldes al
Señor!
25 Como el Señor
amenazaba con aniquilaros, me postré ante él y así estuve cuarenta días y cuarenta
noches. 26 Entonces intercedí ante el Señor diciendo: Señor mi Dios, no
aniquiles a tu heredad, a tu propio pueblo que con tu grandeza liberaste y
sacaste de Egipto con gran poder. 27 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y
Jacob. No tengas en cuenta la terquedad de este pueblo, su maldad ni su pecado,
28 no sea que allí, en el país de donde nos sacaste, digan: “El Señor fue
incapaz de hacerlos entrar en la tierra que les había prometido, o los sacó por
odio para hacerlos perecer en el desierto”. 29 Son tu pueblo y tu propia
heredad, los que tú sacaste de Egipto con gran poder y destreza sin igual.
La alianza renovada
(Ex 34, 1-10)
10 En aquella ocasión
el Señor me dijo: Talla dos losas de piedra iguales a las primeras y súbemelas
al monte. Haz también un Arca de madera. 2 Yo escribiré en las losas lo mismo
que había en las otras, las que tú hiciste añicos, y las pondrás en el Arca.
3 Hice, pues, un Arca
de madera de acacia, tallé dos losas de piedra iguales a las primeras y subí al
monte llevando en mis manos las dos losas. 4 El Señor escribió en las losas lo
mismo que había escrito en las anteriores, los diez mandamientos que les
promulgó en el monte, en medio del fuego, el día de la asamblea y me las
entregó. 5 Yo descendí del monte y deposité las losas dentro del Arca que había
hecho. Y allí están aún, como me ordenó el Señor.
La elección de los
levitas
6 Los israelitas
partieron de los pozos de Bené Jacán y se dirigieron a Moserá. Allí murió Aarón
y allí lo enterraron. Su hijo Eleazar le sucedió en el sacerdocio. 7 De allí se
dirigieron a Gudgoda, y siguieron hasta Jotbatá, una región de abundantes torrentes.
8 En aquella ocasión
el Señor apartó a la tribu de Leví para que transportara el Arca de la alianza
del Señor y estuviera a disposición del Señor para servirle y pronunciar
bendiciones en su nombre, como lo viene haciendo hasta hoy. 9 Por eso Leví no
tiene parte ni heredad entre sus hermanos; su heredad es el Señor, tal como el
mismo Señor tu Dios le prometió.
10 Yo permanecí en la
montaña, como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches. Y una vez más el
Señor me escuchó y no quiso destruirte, 11 sino que me dijo: Anda, ponte al
mando y guía al pueblo, para que entren a tomar posesión de la tierra que juré
dar a sus antepasados.
Exigencias de la
alianza
12 Y ahora, Israel,
¿qué es lo que demanda de ti el Señor tu Dios? Solamente que lo respetes y
sigas todos sus caminos; que lo ames y rindas culto al Señor tu Dios, con todo
tu corazón y con toda tu alma, 13 y que cumplas los mandamientos y los
preceptos del Señor que yo te prescribo hoy, para que seas dichoso. 14 Del
Señor tu Dios son los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo
que hay en ella. 15 Sin embargo, de quien se enamoró el Señor fue de tus
antepasados; los amó, y después de ellos escogió a su descendencia, o sea a
ustedes, entre todos los pueblos, como hoy podemos ver.
16 Por eso, abran su
corazón a Dios y no sean tercos; 17 el Señor su Dios es Dios supremo y soberano
Señor; es el Dios grande, fuerte y temible, que no actúa con parcialidad ni
acepta sobornos, 18 que defiende la causa de la viuda y del huérfano, y muestra
su amor por el inmigrante proveyéndole de pan y vestido. 19 Muestren ustedes
también amor por el inmigrante, porque también ustedes fueron extranjeros en el
país de Egipto.
20 Respetarás al
Señor tu Dios y a él solo adorarás; serás fiel a él y sólo en su nombre
jurarás. 21 Sólo a él debes alabar porque él es tu Dios, que hizo por ti las
proezas y maravillas que tú mismo presenciaste. 22 Cuando tus antepasados
bajaron a Egipto eran apenas setenta personas, pero ahora el Señor tu Dios te
ha convertido en un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Lucas 8:4-21 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Parábola del
sembrador (Mt 13,1-17; Mc 4,1-9)
4 En cierta ocasión,
habiéndose reunido mucha gente que acudía a Jesús procedente de todos los
pueblos, les contó esta parábola:
5 — Un sembrador
salió a sembrar su semilla. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del
camino, donde fue pisoteada y los pájaros se la comieron. 6 Otra parte cayó
sobre piedras y, apenas brotó, se secó porque no tenía humedad. 7 Otra parte de
la semilla cayó en medio de los cardos, y los cardos, al crecer juntamente con
ella, la sofocaron. 8 Otra parte, en fin, cayó en tierra fértil, y brotó y dio
fruto al ciento por uno.
Dicho esto, Jesús
añadió:
— Quien pueda
entender esto, que lo entienda.
9 Los discípulos le
preguntaron por el significado de esta parábola. 10 Jesús les contestó:
— A ustedes, Dios les
permite conocer los secretos de su reino, pero a los demás les hablo por medio
de parábolas, para que, aunque miren, no vean, y aunque escuchen, no entiendan.
Explicación de la
parábola (Mt 13,18-23; Mc 4,13-20)
11 Este es el significado
de la parábola: La semilla es el mensaje de Dios. 12 La parte que cayó al borde
del camino representa a aquellos que oyen el mensaje, pero llega el diablo y se
lo arrebata del corazón para que no crean y se salven. 13 La semilla que cayó
sobre piedras representa a los que escuchan el mensaje y lo reciben con
alegría; pero son tan superficiales que, aunque de momento creen, en cuanto
llegan las dificultades abandonan. 14 La semilla que cayó entre los cardos
representa a los que escuchan el mensaje, pero preocupados sólo por los
problemas, las riquezas y los placeres de esta vida, se desentienden y no
llegan a dar fruto. 15 Por último, la semilla que cayó en tierra fértil
representa a los que oyen el mensaje con una disposición acogedora y recta, lo
guardan con corazón noble y bueno, y dan fruto por su constancia.
El ejemplo de la
lámpara (Mt 5,15; 10,26; 13,12; Mc 4,21-25)
16 Nadie enciende una
lámpara y la tapa con una vasija o la mete debajo de la cama, sino que la pone
en el candelero para que alumbre a todos los que entren en la casa. 17 Pues
nada hay escondido que no haya de ser descubierto, ni hay nada hecho en secreto
que no haya de conocerse y salir a la luz.
18 Presten mucha
atención, porque al que tenga algo, aun se le dará más; pero al que no tenga
nada, hasta lo que crea tener se le quitará.
La verdadera familia
de Jesús (Mt 12,46-50; Mc 3,31-35)
19 En cierta ocasión
fueron a ver a Jesús su madre y sus hermanos; pero se había reunido tanta gente
que no podían llegar hasta él. 20 Alguien le pasó aviso:
— Tu madre y tus
hermanos están ahí fuera, y quieren verte.
21 Jesús contestó:
— Mi madre y mis
hermanos son todos los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen en práctica.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 69:19-36 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
19 Acércate a mí y
redímeme,
rescátame porque
tengo enemigos.
20 Tú conoces mi
humillación,
mi vergüenza y mi
deshonra;
todos mis rivales te
son conocidos.
21 El insulto ha roto
mi corazón
y no tiene cura
alguna;
esperé consuelo pero
no lo tuve,
no encontré quien me
confortara.
22 Pusieron veneno en
mi comida
y apagaron mi sed con
vinagre.
23 Que su mesa se
convierta en su red,
en una trampa para
sus amigos;
24 que se queden
ciegos y no vean,
que sin cesar tiemble
su espalda.
25 Derrama sobre
ellos tu furor,
que los alcance tu
cólera ardiente;
26 que su campamento
sea arrasado,
que no quede nadie en
sus tiendas.
27 Porque persiguen
al que tú hieres,
pregonan el
sufrimiento de tus víctimas.
28 Impútales todas
sus culpas
y que no les alcance
tu perdón;
29 que sean borrados
del libro de los vivos,
que no sean inscritos
con los justos.
30 Pero a mí, humilde
y sufriente,
que tu poder salvador,
oh Dios, me proteja.
31 Alabaré con
canciones el nombre de Dios,
con himnos de
gratitud lo ensalzaré.
32 Y esto complacerá
a Dios más que un toro,
más que un novillo
astado con pezuñas.
33 Que se alegren los
humildes cuando lo vean,
que se reanime el
corazón de los que a Dios buscan.
34 Porque el Señor
escucha a los oprimidos,
no desprecia a los
cautivos.
35 Que lo alaben los
cielos y la tierra,
los mares y cuanto se
mueve en ellos,
36 pues Dios salvará
a Sión,
reconstruirá las
ciudades de Judá,
habitarán allí y la
heredarán;
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios 12:2-3 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
2 El Señor favorece
al que es bueno
y condena al
malintencionado.
3 Nadie está seguro
en la maldad,
la raíz de los justos
es inconmovible.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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