Deuteronomio 13:1-15:23; Lucas 8:40-9:6; Salmos 71; Proverbios 12:5-7 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Deuteronomio
13-15 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
13 1 Cumplirán cuidadosamente todo esto que yo les
ordeno, sin añadir ni quitar nada.
Advertencia contra la idolatría
2 Puede que surja un profeta o un visionario en medio
de ti que anuncie una señal o un prodigio, 3 y que te diga: “Vayamos tras otros
dioses, que tú no conoces, para rendirles culto”. Aunque se cumplan la señal o
el prodigio, 4 no hagas caso de las palabras de ese profeta o de los sueños de
ese visionario. Es que el Señor su Dios los estará probando para saber si
verdaderamente aman al Señor su Dios con todo su corazón y con toda su alma. 5
Sigan únicamente al Señor su Dios y respétenlo; cumplan sus mandamientos y
obedézcanlo. Ríndanle culto y manténganse fieles a él. 6 Y ese profeta o
visionario deberá morir, porque les ha predicado que se rebelen contra el Señor
su Dios que te sacó de Egipto y te liberó de la esclavitud. Así extirparás el
mal de en medio de ti, pues ese profeta intentaba apartarte del camino que el
Señor tu Dios te ha mandado seguir.
Castigo a los que instigan a la idolatría
7 Si tu propio hermano, o tu hijo, o tu hija, o la
mujer de tu corazón, o tu amigo del alma te insinúa a escondidas dar culto a
otros dioses, que ni tú ni tus antepasados conocieron, 8 como son los dioses de
los pueblos que, cercanos o lejanos, los rodean de uno al otro extremo de la
tierra, 9 no cedas a sus deseos ni le hagas caso. No te apiades ni tengas
compasión de él; no lo encubras. 10 ¡Mátalo! Tú mismo iniciarás el castigo
contra él, y después de ti hará lo mismo el resto del pueblo. 11 Lo apedrearás
hasta que muera, porque trató de apartarte del Señor tu Dios, que te liberó de
la esclavitud de Egipto. 12 Todo Israel, cuando se entere, escarmentará y no
volverá a cometerse una infamia semejante en medio de ti.
Castigo de las ciudades apóstatas
13 Si en alguna de las ciudades que el Señor tu Dios
te va a dar para que habites en ellas, llega el rumor de que 14 han surgido
entre ustedes canallas que descarrían a sus conciudadanos instigándoles a
rendir culto a otros dioses desconocidos para ustedes, 15 investiga e infórmate
a fondo de lo que pasa. Si resulta que realmente se ha producido esa aberración
entre ustedes, 16 entonces pasarás a espada a todos los habitantes de esa
ciudad, y la consagrarás al exterminio con todo lo que haya en ella, incluido su
ganado, que también pasarás a espada. 17 Y en honor del Señor tu Dios
amontonarás todo el botín en medio de la plaza e incendiarás la ciudad con todo
el botín. Esa ciudad quedará convertida para siempre en un montón de ruinas, y
nunca más será reconstruida.
18 No te quedes con nada de lo destinado al
exterminio, para que así el Señor aplaque el ardor de su ira, se apiade de ti
y, compadecido, te haga prosperar, tal como prometió a tus antepasados. 19 Así
será, siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios, cumpliendo todos los
mandamientos que hoy te prescribo y practicando lo que agrada al Señor tu Dios.
Ritos funerarios prohibidos
14 Ustedes son hijos del Señor su Dios. No se harán
incisiones ni se raparán la frente por un muerto, 2 porque tú eres un pueblo
consagrado al Señor tu Dios, y a ti te ha elegido el Señor de entre todos los
pueblos de la tierra para que seas el pueblo de su propiedad.
Los animales puros e impuros (Lv 11,1-47)
3 No comerás nada abominable. 4 Estos son los animales
que podrán comer: el buey, el cordero, el cabrito, 5 el ciervo, la gacela, el
venado, la cabra montés, el íbice, el antílope y el rebeco. 6 Pueden, pues,
comer cualquier animal rumiante que tenga la pezuña partida y hendida en dos
partes. 7 Sin embargo, aunque sean rumiantes o tengan la pezuña partida, no
podrán comer el camello, la liebre y el conejo, porque aunque son rumiantes no
tienen la pezuña partida. A estos considérenlos impuros; 8 y lo mismo el cerdo
que tiene la pezuña partida pero no es rumiante; no comerán su carne ni tocarán
su cadáver.
9 De todos los animales que viven en el agua podrán
comer los que tienen aletas y escamas; 10 pero los que no tienen aletas ni
escamas no los pueden comer; considérenlos impuros para ustedes.
11 Podrán comer cualquier ave que sea pura; 12 pero no
pueden comer el águila, el quebrantahuesos y el azor; 13 tampoco el buitre, ni
especie alguna de milanos, halcones 14 o cuervos. 15 No pueden comer el
avestruz, la lechuza, la gaviota, ni especie alguna de gavilanes; 16 Tampoco el
búho, el ibis, el cisne, 17 el pelícano, el calamón, el cormorán, 18 la
cigüeña, la garza en cualquiera de sus especies, la abubilla y el murciélago.
19 A los insectos con alas considérenlos impuros; por
tanto, no son comestibles. 20 Pero sí pueden comer cualquier animal volador que
sea puro.
21 No comerán ningún animal que encuentren ya muerto.
Se lo podrás dar al inmigrante, que reside en tus ciudades, para que lo coma, o
vendérselo al forastero. Pero tú eres un pueblo consagrado al Señor tu Dios.
No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
Diezmos
22 Cada año, puntualmente, apartarás el diezmo de lo
que hayan producido tus campos. 23 Y en presencia del Señor tu Dios, en el
lugar que él escoja como morada de su nombre, comerás el diezmo de tu trigo, de
tu vino y de tu aceite; también las primeras crías de tus vacas y ovejas, para
que aprendas a respetar al Señor tu Dios toda tu vida. 24 Si el lugar que el
Señor tu Dios ha escogido como morada de su nombre se encuentra distante del
lugar donde tú vives y el camino es demasiado largo para transportar el diezmo
de aquello con lo que el Señor tu Dios te ha bendecido, 25 entonces lo venderás
y llevarás el dinero al lugar escogido por el Señor tu Dios. 26 Una vez allí,
con ese dinero podrás comprar lo que te parezca conveniente: vacas, ovejas,
vino u otra bebida fermentada, cualquier cosa que te apetezca, y en presencia
del Señor tu Dios comerás y lo festejarás con tu familia. 27 No desampares al
levita que vive en tus ciudades, porque él no ha recibido parte o herencia como
tú.
28 Cada tres años reunirás el diezmo de los productos
de ese año y lo depositarás a la puerta de tus ciudades, 29 para que cuando
venga bien el levita, que no recibió parte o herencia como tú, bien el inmigrante,
el huérfano y la viuda que viven en tu ciudad, puedan comer hasta quedar
satisfechos. Y el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.
Perdón de las deudas
15 Cada siete años perdonarás las deudas. 2 Lo harás
del siguiente modo: cuando se proclame el perdón de las deudas en honor del
Señor, todo el que haya hecho un préstamo a su prójimo o a su hermano, le
perdonará la deuda y no se la reclamará más. 3 Podrás reclamar el pago de la
deuda al forastero, pero perdonarás la deuda que tengas contraída con tu
hermano. 4 Así no habrá mendigos entre los tuyos, ya que el Señor te colmará de
bendiciones en la tierra que el Señor tu Dios te va a dar en herencia para que
la poseas, 5 siempre y cuando obedezcas al Señor tu Dios y cumplas cada uno de
los mandamientos que yo te prescribo hoy. 6 El Señor tu Dios te bendecirá, tal
como te lo ha prometido; podrás prestar a muchas naciones, pero tú no tendrás
que pedir prestado; dominarás a muchos pueblos, pero ninguno te dominará a ti.
7 Cuando en alguna de las ciudades de la tierra que el
Señor tu Dios te va a dar veas a algún pobre entre los tuyos, no seas inhumano
negando tu ayuda a ese hermano necesitado; 8 al contrario, tiéndele la mano y
préstale lo que necesite para remediar su penuria. 9 Y que no se te pase por la
mente el perverso pensamiento de poner mala cara a tu hermano necesitado y no
prestarle nada ya que se acerca el año séptimo, año de perdonar las deudas. Él
podría clamar al Señor contra ti y te harías culpable de pecado. 10 Debes
prestarle, y además sin mezquindad; así el Señor tu Dios bendecirá todos tus
trabajos y todo lo que emprendas. 11 Nunca dejará de haber pobres en esta
tierra; por eso te mando que abras generosamente la mano a tu hermano, al pobre
y al indigente de tu tierra.
Leyes relativas a los esclavos (Ex 21,1-11)
12 Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti
como esclavo y te sirve durante seis años, en el séptimo año lo dejarás libre.
13 Y cuando lo liberes no lo dejarás marchar con las manos vacías, 14 sino que
le darás generosamente de aquello con lo que el Señor tu Dios te haya
bendecido: de tu ganado, de tu era o de tu lagar. 15 Recuerda que fuiste
esclavo en Egipto y que el Señor tu Dios te liberó; por eso te ordeno esto hoy.
16 Pero si ese esclavo te dice: “No quiero irme de tu
lado”, porque se ha encariñado de ti y de tu familia y porque contigo se
encuentra a gusto, 17 entonces con un punzón le perforarás el lóbulo de la
oreja contra la puerta, y así se convertirá en tu esclavo de por vida. Lo mismo
harás si se trata de tu esclava. 18 No te pese dejar en libertad a tu esclavo,
porque te sirvió durante seis años por la mitad de lo que habrías pagado a un
jornalero; y, además, el Señor tu Dios bendecirá cuanto hagas.
Los animales primogénitos
19 Todo primogénito macho que nazca de tus vacas o de
tus ovejas lo consagrarás al Señor tu Dios. No utilizarás para trabajar al
primogénito de tus vacas, ni esquilarás al primogénito de tus ovejas, 20 sino
que cada año, tú y tu familia lo comerán en presencia del Señor tu Dios, en el
lugar que él haya escogido. 21 Pero si el animal tiene algún defecto: es cojo,
ciego o tiene cualquier otra falta, no lo presentarás en sacrificio al Señor tu
Dios. 22 En tal caso, lo comerás en tu ciudad, igual que si se tratase de
gacela o ciervo; y lo podrá comer tanto el puro como el impuro. 23 Pero la
sangre no la comerás, la derramarás en tierra, como el agua.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Lucas
8:40-9:6 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La hija de Jairo. La mujer enferma (Mt 9,18-26; Mc
5,21-43)
40 Cuando Jesús regresó, la gente lo recibió con
alegría, pues todo el mundo estaba esperándolo. 41 En esto llegó un hombre
llamado Jairo, jefe de la sinagoga, el cual se postró a los pies de Jesús
rogándole que fuera a su casa 42 porque su única hija, de unos doce años de
edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía allá, la gente se apiñaba a
su alrededor.
43 Entonces, una mujer que padecía hemorragias desde
hacía doce años y que había gastado toda su fortuna en médicos, sin lograr que
ninguno la curase, 44 se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del
manto. En aquel mismo instante se detuvo su hemorragia. 45 Jesús preguntó:
— ¿Quién me ha tocado?
Todos negaban haberlo hecho, y Pedro le dijo:
— Maestro, es la gente que te rodea y casi te aplasta.
46 Pero Jesús insistió:
— Alguien me ha tocado, porque he sentido que un poder
[curativo] salía de mí.
47 Al ver la mujer que no podía ocultarse, fue
temblando a arrodillarse a los pies de Jesús y, en presencia de todos, declaró
por qué lo había tocado y cómo había quedado curada instantáneamente. 48 Jesús
le dijo:
— Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz.
49 Aún estaba hablando Jesús, cuando llegó uno de casa
del jefe de la sinagoga a decirle a este:
— Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.
50 Pero Jesús, que lo había oído, le dijo a Jairo:
— No tengas miedo. ¡Sólo ten fe, y ella se salvará!
51 Fueron, pues, a la casa, y Jesús entró, sin
permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Juan, Santiago y los padres de
la niña. 52 Todos estaban llorando y haciendo duelo por la muerte de la niña.
Jesús les dijo:
— No lloren, pues no está muerta; está dormida.
53 Pero todos se burlaban de Jesús porque sabían que
la niña había muerto. 54 Jesús, tomándola de la mano, exclamó:
— ¡Muchacha, levántate!
55 Y el espíritu volvió a la niña, que al instante se
levantó. Y Jesús ordenó que le dieran de comer. 56 Los padres se quedaron
atónitos, pero Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que había sucedido.
Misión de los Doce (Mt 10,5-15; Mc 6,7-13)
9 Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad
para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. 2 Los envió a
anunciar el reino de Dios y a curar a los enfermos. 3 Les dijo:
— No lleven nada para el camino: ni bastón, ni zurrón,
ni pan, ni dinero. Ni siquiera dos trajes. 4 Cuando entren en una casa,
quédense en ella hasta que salgan del lugar. 5 Si en algún pueblo no quieren
recibirlos, salgan de allí y sacudan el polvo pegado a sus pies, como
testimonio contra esa gente.
6 Ellos salieron y recorrieron todas las aldeas,
anunciando por todas partes el mensaje de salvación y curando a los enfermos.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos
71 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 71 (70)
No me rechaces en mi vejez
71 Señor, en ti confío,
que no quede jamás defraudado.
2 Por tu fuerza salvadora líbrame, libérame;
acerca hacia mí tu oído y ponme a salvo.
3 Sé para mí fortaleza protectora
donde siempre pueda entrar;
tú has decidido salvarme,
mi baluarte y mi bastión eres tú.
4 Dios mío, líbrame de la mano del malvado,
de la garra del criminal y el opresor.
5 Porque tú, Señor, eres mi esperanza,
mi refugio, Señor, desde mi juventud.
6 Desde el vientre materno en ti me apoyaba,
del seno de mi madre me hiciste salir;
tuya ha sido siempre mi alabanza.
7 He sido para muchos un prodigio,
y tú, para mí refugio seguro.
8 Mi boca se llena de tu alabanza,
de tu gloria durante todo el día.
9 No me rechaces en mi vejez,
no me dejes cuando mi fuerza se pierde.
10 Porque mis enemigos hablan de mí,
quienes me asedian conspiran juntos
11 diciendo: “Dios lo ha abandonado;
persíganlo y denle alcance,
que no hay quien lo salve”.
12 Oh Dios, no te alejes de mí;
Dios mío, date prisa en ayudarme.
13 Queden defraudados y humillados
quienes me tienen odio,
cubran la confusión y la vergüenza
a los que quieren dañarme.
14 Y yo seguiré confiando,
alabándote sin cesar.
15 Pregonará mi boca tu justicia
y tus actos salvadores todo el día,
aunque no puedo contarlos.
16 Recitaré las hazañas de Dios mi Señor,
recordaré tu triunfo, sólo el tuyo.
17 Dios me instruyó desde mi juventud
y hasta ahora anuncio tus prodigios.
18 A pesar de mi vejez y mi pelo encanecido,
tú, oh Dios, no me abandones,
hasta que anuncie tu poder a esta generación,
tu fuerza a todos sus descendientes.
19 Tu justicia, oh Dios, llega hasta el cielo,
tú has hecho grandes prodigios,
¿quién puede igualarse a ti?
20 Me mostraste desgracias y males,
pero volverás a darme la vida
y a sacarme de los abismos de la tierra;
21 tú acrecentarás mi dignidad,
tú volverás a confortarme.
22 Y yo alabaré con el arpa
tu verdad, Dios mío;
te cantaré con la cítara,
oh santo de Israel.
23 Te cantarán jubilosos mis labios,
se alegrará mi vida que tú rescataste.
24 Mi boca todo el día
proclamará tu justicia,
pues están avergonzados y humillados
los que pretenden dañarme.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios
12:5-7 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
5 Los justos tienen intenciones rectas;
los malvados, planes traicioneros.
6 Las palabras de los malvados son trampas mortales;
las de los honrados, fuente de salvación.
7 El malvado se derrumba y desaparece
mientras la casa del justo sigue en pie.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y
Edición, Sociedad Bíblica de España
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