Friday, October 21, 2022

DAB Español, Sábado 22 de Octubre

Día 295, DAB Español, Sábado 22 de Octubre


Jeremías 39:1-41:18; 2 Timoteo 1:1-18; Salmos 90-91; Proverbios 26:1-2 (Nueva Biblia de las Américas (NBLA))









Jeremías 39-41

Nueva Biblia de las Américas

Caída de Jerusalén

39 [a]Y aconteció que Jerusalén al fin fue tomada [b]en el año noveno de Sedequías, rey de Judá, en el décimo mes, cuando vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron. 2 En el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió una brecha en el muro de la ciudad. 3 Entonces todos los oficiales del rey de Babilonia entraron y se sentaron en la puerta Central: Nergal Sarezer, Samgar Nebo, Sarse Quim el Rabsaris[c], Nergal Sarezer el Rabmag[d] y todos los demás oficiales del rey de Babilonia.

4 Cuando los vieron Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de noche de la ciudad por el camino del jardín del rey, por la puerta entre los dos muros, y se fueron[e] por el camino del Arabá[f]. 5 Pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos[g] de Jericó; lo apresaron y lo llevaron a Ribla en la tierra de Hamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, dictó sentencia contra él. 6 Entonces el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos en Ribla; también el rey de Babilonia degolló a todos los nobles de Judá. 7 Después le sacó los ojos a Sedequías y lo ató con grillos de bronce para llevarlo a Babilonia.

8 Los caldeos prendieron fuego al palacio[h] del rey y a las casas del pueblo y derribaron los muros de Jerusalén. 9 En cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado[i] a él, y los demás del pueblo que quedaban, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia. 10 Pero a algunos de los más pobres del pueblo que no tenían nada, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los dejó en la tierra de Judá, y aquel día les dio viñas y campos.

11 Y Nabucodonosor, rey de Babilonia, dio órdenes a[j] Nabuzaradán, capitán de la guardia, respecto a Jeremías, diciéndole: 12 «Tómalo y vela por él[k], y no le hagas daño alguno; sino que harás con él conforme a lo que él mismo te diga». 13 Entonces dio[l] órdenes Nabuzaradán, capitán de la guardia, junto con Nebusazbán el Rabsaris[m], y Nergal Sarezer el Rabmag[n], y todos los oficiales principales del rey de Babilonia; 14 y enviaron a sacar a Jeremías del patio de la guardia y lo pusieron al cuidado de Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevara a casa. Y Jeremías se quedó en medio del pueblo.

15 La palabra del Señor había venido a Jeremías mientras estaba detenido en el patio de la guardia, diciéndole: 16 «Ve y dile al etíope Ebed Melec: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Ciertamente, traigo Mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien; y se cumplirán delante de ti en aquel día. 17 Pero Yo te libraré en aquel día’, declara el Señor, ‘y no serás entregado en manos de los hombres que temes. 18 Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada; antes bien, tendrás tu vida por botín, porque confiaste en Mí’, declara el Señor”».

Jeremías y el gobernador Gedalías

40 La palabra que vino a Jeremías de parte del Señor después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo había dejado libre en Ramá, cuando lo había tomado estando él encadenado entre todos los desterrados de Jerusalén y Judá que iban deportados a Babilonia. 2 Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta calamidad contra este lugar, 3 y el Señor la ha traído y hecho tal como había dicho. Porque ustedes pecaron contra el Señor y no escucharon su voz, por tanto les ha sucedido esto. 4 Pero ahora, hoy te libro de las cadenas que están en tus manos. Si te parece bien[o] venir conmigo a Babilonia, ven, y yo te cuidaré[p]; pero si te parece mal[q] venir conmigo a Babilonia, no te preocupes[r]. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más conveniente te parezca ir». 5 Como Jeremías aún no se volvía, le dijo: «Vuelve a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto para gobernar sobre las ciudades de Judá, y quédate con él en medio del pueblo; y si no, ve adonde te parezca más conveniente ir». Entonces el capitán de la guardia le dio una ración de alimentos y un regalo, y lo dejó ir. 6 Jeremías fue entonces a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa, y se quedó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

7 Y todos los jefes[s] de las tropas que estaban en el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, mujeres y niños y los más pobres de la tierra que no habían sido deportados a Babilonia. 8 Fueron, pues, a Gedalías en Mizpa, junto con Ismael, hijo de Netanías, y Johanán y Jonatán, hijos de Carea, y Seraías, hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai el netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo, ellos y sus hombres. 9 Entonces Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus hombres: «No teman servir a los caldeos; quédense en la tierra y sirvan al rey de Babilonia, y les irá bien. 10 Así que, por mi parte, yo me quedaré en Mizpa para estar en lugar de ustedes delante de los caldeos que vengan a nosotros. Pero en cuanto a ustedes, recojan vino y frutos de verano y aceite, y guárdenlos[t] en sus vasijas, y habiten en las ciudades que han tomado».

11 También todos los judíos que estaban en Moab, Amón, y Edom, y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá y que había puesto para gobernar sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán. 12 Entonces todos los judíos regresaron de todos los lugares donde habían sido dispersados, y vinieron a la tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa, y recogieron vino y frutos de verano en gran abundancia.

13 Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de las tropas que estaban en el campo vinieron a Gedalías en Mizpa, 14 y le dijeron: «¿Sabes que Baalis, rey de los amonitas, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para quitarte la vida?». Pero Gedalías, hijo de Ahicam, no les creyó. 15 Entonces Johanán, hijo de Carea, le dijo en secreto a Gedalías en Mizpa: «Déjame ir a matar a Ismael, hijo de Netanías, y nadie lo sabrá. ¿Por qué te ha de quitar la vida y se dispersen así todos los judíos que se han reunido alrededor de ti, y perezca el remanente de Judá?». 16 Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: «No hagas eso, porque es mentira lo que dices de Ismael».

Gedalías asesinado

41 En[u] el mes séptimo fue Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la familia[v] real, y uno de los oficiales principales del rey, junto con diez hombres, adonde estaba Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa. Y mientras comían juntos allí en Mizpa, 2 se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez hombres que estaban con él, e hirieron a espada a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y mataron al que el rey de Babilonia había puesto para gobernar sobre la tierra. 3 Ismael mató también a todos los judíos que estaban con él, es decir, con Gedalías, en Mizpa, y a los hombres de guerra caldeos que se encontraban allí.

4 Y al día siguiente[w] del asesinato de Gedalías, cuando nadie lo sabía aún, 5 ochenta hombres vinieron de Siquem, de Silo y de Samaria, con las barbas rapadas, las vestiduras rasgadas y cubiertos de incisiones[x], y con ofrendas de cereal e incienso en sus manos, para llevarlos a la casa del Señor. 6 Entonces Ismael, hijo de Netanías, salió a su encuentro desde Mizpa, iba llorando; y cuando los encontró, les dijo: «Vengan a Gedalías, hijo de Ahicam».

7 Cuando entraron en[y] la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, y los hombres que con él estaban, los degollaron y los echaron en la cisterna. 8 Pero diez hombres que se encontraban entre ellos, dijeron a Ismael: «No nos mates; pues tenemos escondidos en el campo, depósitos de trigo, cebada, aceite y miel». Y él se contuvo y no los mató como a sus compañeros. 9 Y la cisterna donde Ismael había echado todos los cadáveres de los hombres que él había matado por causa[z] de Gedalías, era la que el rey Asa había hecho por causa de Baasa, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de muertos. 10 Después Ismael tomó cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpa, a los cuales Nabuzaradán, capitán de la guardia, había puesto bajo el mando de Gedalías, hijo de Ahicam. Los tomó, pues, cautivos Ismael, hijo de Netanías, y fue a pasarse a los amonitas.

11 Y oyó Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de las tropas que estaban con él de todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Netanías. 12 Entonces tomaron a todos sus hombres y fueron a pelear contra Ismael, hijo de Netanías, y lo encontraron junto al gran estanque[aa] que está en Gabaón. 13 Cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Carea, y a los jefes de las tropas que estaban con él, se alegraron. 14 Y todo el pueblo que Ismael llevaba cautivo a Mizpa dio la vuelta y regresó y se fue con Johanán, hijo de Carea. 15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó de Johanán con ocho hombres y se fue con los amonitas.

16 Entonces Johanán, hijo de Carea, y todos los jefes de las tropas que estaban con él, tomaron de Mizpa a todo el resto del pueblo que él había recobrado[ab] de Ismael, hijo de Netanías, después que este había matado a Gedalías, hijo de Ahicam, es decir, a los hombres de guerra, las mujeres, los niños y los eunucos, que había traído de Gabaón. 17 Y fueron y se quedaron en Gerut Quimam[ac], que está junto a Belén, a fin de ir y entrar en Egipto, 18 a causa de los caldeos, porque les temían, ya que Ismael, hijo de Netanías, había matado a Gedalías, hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar el país.

Footnotes

  1. Jeremías 39:1 En el texto heb. cap. 38:28b.

  2. Jeremías 39:1 En el texto heb. cap. 39:1.

  3. Jeremías 39:3 I.e. oficial principal.

  4. Jeremías 39:3 I.e. título de un alto oficial.

  5. Jeremías 39:4 Lit. y salió; véase cap. 52:7.

  6. Jeremías 39:4 I.e. del valle del Jordán.

  7. Jeremías 39:5 Lit. el Arabá.

  8. Jeremías 39:8 Lit. casa.

  9. Jeremías 39:9 Lit. caídos que habían caído.

  10. Jeremías 39:11 O por mano de.

  11. Jeremías 39:12 Lit. pon tus ojos en él.

  12. Jeremías 39:13 Lit. envió.

  13. Jeremías 39:13 I.e. oficial principal.

  14. Jeremías 39:13 I.e. título de un alto oficial.

  15. Jeremías 40:4 Lit. Si está bien ante tus ojos.

  16. Jeremías 40:4 Lit. y pondré en ti mis ojos.

  17. Jeremías 40:4 Lit. si está mal ante tus ojos.

  18. Jeremías 40:4 Lit. déjalo.

  19. Jeremías 40:7 O príncipes.

  20. Jeremías 40:10 Lit. pónganlos.

  21. Jeremías 41:1 Lit. Y sucedió que.

  22. Jeremías 41:1 Lit. simiente.

  23. Jeremías 41:4 Lit. segundo.

  24. Jeremías 41:5 Lit. habiéndose sajado.

  25. Jeremías 41:7 Lit. en medio de.

  26. Jeremías 41:9 O mano.

  27. Jeremías 41:12 Lit. a las grandes aguas.

  28. Jeremías 41:16 Lit. hecho volver.

  29. Jeremías 41:17 O la posada de Quimam.

2 Timoteo 1

Nueva Biblia de las Américas

Saludo

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.

Fidelidad y dinamismo en el servicio cristiano

3 Doy gracias a Dios, a quien sirvo con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados[a], de que sin cesar, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones[b], 4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de alegría. 5 Porque tengo presente[c] la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.

6 Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. 7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero Suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios.

9 Él nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad[d], 10 y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.

11 Para este evangelio yo fui constituido predicador[e], apóstol y maestro. 12 Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo. Porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que Él es poderoso para guardar mi depósito[f] hasta[g] aquel día. 13 Retén la norma[h] de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús. 14 Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado[i].

15 Ya sabes esto, que todos los que están en Asia[j] me han vuelto la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes. 16 Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio consuelo y no se avergonzó de mis cadenas[k]. 17 Antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló. 18 El Señor le conceda que halle misericordia del Señor en aquel día. Además, los servicios que prestó en Éfeso, tú lo sabes mejor.

Footnotes

  1. 2 Timoteo 1:3 Lit. desde mis antepasados.

  2. 2 Timoteo 1:3 O peticiones.

  3. 2 Timoteo 1:5 Lit. Recibiendo memoria de.

  4. 2 Timoteo 1:9 Lit. los tiempos eternos.

  5. 2 Timoteo 1:11 O heraldo.

  6. 2 Timoteo 1:12 I.e. el depósito de Cristo en mí, o, el depósito mío en Cristo.

  7. 2 Timoteo 1:12 O para.

  8. 2 Timoteo 1:13 O Retén la forma, o Conserva el ejemplo.

  9. 2 Timoteo 1:14 Lit. el buen depósito.

  10. 2 Timoteo 1:15 I.e. provincia occidental de Asia Menor.

  11. 2 Timoteo 1:16 Lit. mi cadena.

Salmos 90-91

Nueva Biblia de las Américas

LIBRO CUARTO

La eternidad de Dios y lo transitorio del hombre

Oración de Moisés[a], hombre de Dios.

90 Señor, Tú has sido un refugio para nosotros

De generación en generación.

2 Antes que los montes fueran engendrados,

Y nacieran la tierra y el mundo,

Desde la eternidad y hasta la eternidad, Tú eres Dios.

3 Haces que el hombre vuelva a ser polvo,

Y dices: «Vuelvan, hijos de los hombres».

4 Porque mil años ante Tus ojos

Son como el día de ayer que ya pasó,

Y como una vigilia de la noche.

5 Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño;

Son como la hierba que por la mañana reverdece;

6 Por la mañana florece y reverdece;

Al atardecer se marchita y se seca.

7 Porque hemos sido consumidos con Tu ira,

Y por Tu furor hemos sido conturbados.

8 Has puesto nuestras iniquidades delante de Ti,

Nuestros pecados secretos a la luz de Tu presencia.

9 Porque por Tu furor han declinado todos nuestros días;

Acabamos nuestros años como un suspiro.

10 Los días de nuestra vida llegan a setenta años;

Y en caso de mayor vigor, a ochenta años.

Con todo, su orgullo es solo trabajo y pesar,

Porque pronto pasa, y volamos.

11 ¿Quién conoce el poder de Tu ira,

Y Tu furor conforme al temor que se debe a Ti?

12 Enséñanos a contar de tal modo nuestros días,

Que traigamos al corazón sabiduría.

13 Vuelve, Señor; ¿hasta cuándo?

Y compadécete de Tus siervos.

14 Sácianos por la mañana con Tu misericordia,

Y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.

15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

Y a los años en que vimos adversidad.

16 Sea manifestada Tu obra a Tus siervos,

Y Tu majestad a sus hijos,

17 Y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros.

Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos;

Sí, la obra de nuestras manos confirma.

Seguridad del que confía en el Señor

91 El que habita al amparo del Altísimo[b]

Morará a la sombra del Omnipotente.

2 Diré yo al Señor: «Refugio mío y fortaleza mía,

Mi Dios, en quien confío».

3 Porque Él te libra del lazo del cazador

Y de la pestilencia mortal.

4 Con Sus plumas te cubre,

Y bajo Sus alas hallas refugio;

Escudo y baluarte es Su fidelidad[c].

5 No temerás el terror de la noche,

Ni la flecha que vuela de día,

6 Ni la pestilencia que anda en tinieblas,

Ni la destrucción que hace estragos en medio del día.

7 Aunque caigan mil a tu lado

Y diez mil a tu diestra,

A ti no se acercará.

8 Con tus ojos mirarás

Y verás la paga de los impíos.

9 Porque has puesto al Señor, que es mi refugio,

Al Altísimo, por tu habitación.

10 No te sucederá ningún mal,

Ni plaga se acercará a tu morada.

11 Pues Él dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti,

Para que te guarden en todos tus caminos.

12 En sus manos te llevarán,

Para que tu pie no tropiece en piedra.

13 Sobre el león y la cobra pisarás;

Pisotearás al cachorro de león y a la serpiente.

14 «Porque en Mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré;

Lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.

15 Me invocará, y le responderé;

Yo estaré con él en la angustia;

Lo rescataré y lo honraré;

16 Lo saciaré de larga vida,

Y le haré ver Mi salvación».

Footnotes

  1. Salmos 90:1 Véase Dt. 33:1.

  2. Salmos 91:1 Heb. Shaddai.

  3. Salmos 91:4 O verdad.

Proverbios 26:1-2

Nueva Biblia de las Américas

26 Como nieve en el verano y como lluvia en la siega,

Así la honra no es apropiada para el necio.

2 Como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vuelo,

Así la maldición no viene sin causa.

Nueva Biblia de las Américas (NBLA)

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