Día 361, DAB Español, Miércoles 27 de Diciembre
Zacarías 10:1-11:17; Apocalipsis 18:1-24; Salmos 146:1-10; Proverbios 30:33 (La Palabra (Hispanoamérica))
Zacarías 10-11 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Inutilidad de los
ídolos
10 Pidan al Señor que
llueva en primavera,
pues él es quien
envía los temporales
y hace llover en
abundancia,
brotando así hierba
en el campo para todos.
2 Los ídolos sólo
ofrecen vanas promesas,
y los adivinos falsas
visiones;
anuncian sueños
engañosos
y prometen consuelos
ilusorios
Por eso [el pueblo]
anda errante,
abatido como rebaño
sin pastor.
Liberación y retorno
3 Ardo de ira contra
los pastores,
castigaré a los guías
del rebaño.
El Señor del universo
ha visitado al pueblo de Judá,
que es su rebaño, y
hará de él
su caballo victorioso
en el combate.
4 Porque de él saldrá
la piedra angular,
las estacas de la
tienda y el arco de guerra,
además de todos sus
caudillos.
5 Juntos se lanzarán
al combate
como valientes
guerreros,
pisando el barro de
las calles;
peleará junto a ellos
el Señor
y cubrirán de
vergüenza
a los jinetes
enemigos.
6 Haré fuerte al
pueblo de Judá
y daré la victoria a
la descendencia de José.
Los repatriaré, pues
me compadezco de ellos,
y será como si nunca
los hubiera rechazado,
pues soy el Señor, su
Dios, que los escucha.
7 Los de Efraín serán
como héroes,
animosos como después
de haber bebido;
sus hijos se
alegrarán al verlos,
saltará de júbilo en
el Señor su corazón.
8 Los reuniré con un
silbido,
pues yo soy quien los
ha rescatado,
y serán tan numerosos
como antes.
9 Yo los dispersaré
entre las naciones,
pero me recordarán
estando lejos,
criarán hijos y
regresarán.
10 Haré que vuelvan
de Egipto,
los recogeré de
Asiria
para traerlos a
Galaad y al Líbano,
y ni aún así tendrán
sitio suficiente.
11 Atravesarán el mar
de la angustia,
mientras el Señor
golpeará las olas del mar
y el cauce del río
quedará seco.
Será abatido el
orgullo de Asiria
y el poder de Egipto
acabará.
12 Cifrarán su fuerza
en el Señor
y en su nombre
avanzarán,
—oráculo del Señor—.
11 Abre, Líbano, tus
puertas
y que el fuego devore
tus cedros.
2 Gime, ciprés, de
dolor,
porque ha caído el
cedro
y han sido abatidos
los poderosos.
Laméntense, encinas
de Basán,
porque han talado
el bosque
impenetrable.
3 Oigan el lamento de
los pastores
porque ha sido
arrancado
el esplendor de sus
praderas;
Escuchen cómo rugen
los cachorros de león
porque ha sido
asolada
la espesura del
Jordán.
Alegoría de los dos
pastores
4 Así dice el Señor,
mi Dios:
— Apacienta estas
ovejas destinadas al matadero, 5 las que degüellan impunemente sus compradores
mientras dice el que las vende: “Bendito sea el Señor que me ha hecho rico”. Ni
sus propios pastores se compadecen de ellas. 6 Pues bien, tampoco yo tendré
compasión de los que habitan esta tierra —oráculo del Señor—; voy a entregar a
todos y cada uno a merced de sus vecinos y de sus reyes que devastarán el país
sin que yo los libre de sus manos.
7 Me puse a apacentar
las ovejas que los tratantes habían destinado al matadero. Así que tomé dos
cayados: al uno lo llamé “Gracia” y al otro “Concordia”. Seguí apacentando al
rebaño 8 y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no los pude aguantar
y ellos se cansaron de mí. 9 Entonces dije:
— No los apacentaré
más; la que haya de morir, que muera; la que haya de perecer, que perezca; y
las que sobrevivan, que se devoren unas a otras.
10 Tomé luego mi
cayado “Gracia” y lo quebré en señal de que rompía el pacto sellado con todos
los pueblos. 11 Quedó, pues, roto el pacto en aquel día y los tratantes de
ovejas, que estaban observándome, reconocieron que era el Señor quien hablaba.
12 Yo les propuse:
— Si les parece bien,
denme mi salario; y si no, déjenlo.
Entonces pesaron lo
que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de plata. 13 El
Señor, por su parte, me dijo:
— Echa al tesoro [del
Templo] ese buen precio en que me han valorado.
Tomé los treinta
siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor. 14 Quebré luego
mi segundo cayado de nombre “Concordia”, como señal de que rompía la hermandad
entre Judá e Israel. 15 Y el Señor me dijo:
— Toma los aperos de
un pastor irresponsable. 16 Porque voy a suscitar en este país un pastor que no
se preocupará de la oveja descarriada, ni buscará la extraviada, ni curará la
que está herida, ni alimentará a la sana; al contrario, comerá la carne de las
gordas y les arrancará hasta las pezuñas.
17 ¡Ay del pastor
irresponsable
que abandona el
rebaño!
¡Que la espada le
cercene el brazo
y le salte el ojo
derecho!
¡Que su brazo se
seque del todo
y su ojo derecho se
apague por completo!
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Apocalipsis 18 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La caída de Babilonia
18 Vi después bajar
del cielo a otro ángel con inmenso poder. Su resplandor iluminó la tierra, 2 y
proclamó con fuerte voz:
— ¡Por fin cayó
Babilonia, la poderosa!
Hoy es mansión de
demonios,
guarida de espíritus
impuros
y de toda clase de
aves
inmundas y
asquerosas.
3 Porque ella
emborrachó
con el vino de su
desenfrenada lujuria
a gentes de toda
procedencia;
adulteró con los
reyes de la tierra,
y a costa de su lujo
desmedido
se enriquecieron los
traficantes del mundo.
4 Y oí otra voz que
decía desde el cielo:
— Sal de ella, pueblo
mío,
pues si te haces
cómplice de sus pecados,
también te alcanzarán
sus castigos.
5 Hasta el cielo se
han amontonado sus pecados
y Dios no ha querido
ignorar
por más tiempo sus
crímenes.
6 Páguenle con su
misma moneda,
y aun denle el doble
de su merecido:
en la copa de sus
desenfrenos
viertan doble amargura.
7 Cuanto se procuró
de lujos y placeres,
denle de tormentos y
desdichas.
Vean cómo alardea en
su interior:
“Ocupo un trono de
reina;
no soy viuda y jamás
conoceré el dolor.”
8 Pero en un solo día
vendrán sobre ella
las calamidades que
tiene merecidas
—muerte, luto y
hambre—
y quedará abrasada
por el fuego.
Poderoso es para ello
el Señor Dios que la condenó.
Lamentación ante la
ruina
9 Los poderosos de la
tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres, prorrumpirán en
llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera. 10 Estremecidos de
horror ante el suplicio, exclamarán desde lejos:
— ¡Desgraciada de ti,
la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad
tan poderosa!
¡Un instante ha
bastado
para consumarse tu
condena!
11 También los
traficantes de la tierra prorrumpirán en llanto y gemidos por ella, porque ya
nadie les comprará sus mercancías: 12 oro, plata, piedras preciosas y perlas;
lino, púrpura, seda y escarlata; maderas aromáticas, objetos de marfil, de
maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, clavo,
perfumes, mirra e incienso; vino y aceite; trigo y flor de harina; ovejas y
ganado mayor; caballos y carros; esclavos y vidas humanas.
14 Ya no gustarás más
los frutos sazonados
que tanto apetecías;
ya todas tus riquezas
y tus lujos
huyeron para no
volver jamás.
15 Todos estos
traficantes, enriquecidos a su costa, se mantendrán a distancia estremecidos de
horror ante su tormento y entre lágrimas y lamentos 16 exclamarán:
¡Desgraciada de ti,
la gran ciudad,
que en otro tiempo te
vestías
de lino, púrpura y
grana,
y te adornabas con
oro,
piedras preciosas y
perlas!
17 ¡Un instante ha
bastado
para arrasar tanta
riqueza!
A su vez, los
capitanes de barco, los oficiales, los marineros y todos cuantos faenan en el
mar, se mantenían de pie a lo lejos 18 y exclamaban al contemplar la humareda
de la ciudad incendiada:
— ¿Hubo alguna vez
una ciudad tan grande como esta? 19 Y, echándose polvo sobre la cabeza,
lloraban y se lamentaban, diciendo:
— ¡Desgraciada de ti,
la gran ciudad,
fuente de riqueza
para cuantos
surcaban los mares
con sus barcos!
¡Un instante ha
bastado
para convertirte en
ruinas!
20 ¡Alégrate, cielo,
al contemplarla,
y ustedes también,
los consagrados a Dios,
los apóstoles y los
profetas,
porque Dios ha
vengado en ella la causa de ustedes!
21 Un ángel poderoso
levantó entonces un gran peñasco, como una gigantesca rueda de molino, y lo
arrojó al mar, exclamando:
— Así, violentamente,
será arrojada
Babilonia, la gran
ciudad,
y nunca más se sabrá
de ella.
22 Ya no se volverá a
escuchar en ti
el son de los
arpistas y los músicos,
el son de los que
tocan
la flauta y la
trompeta.
Ya no habrá en ti
artesanos
ni se oirá el rumor
de la rueda molinera.
23 La luz de la
lámpara
no alumbrará más en
ti,
ni volverán a oírse
en tus calles
los cantos del novio
y de la novia.
Y es que tus
traficantes
llegaron a ser los
grandes de la tierra
y con tus sortilegios
engañaste a todas las
naciones.
24 Estás manchada con
la sangre
de profetas y de
consagrados a Dios,
con la sangre de
todos
los que han sido
asesinados en la tierra.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 146 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 146 (145)
Alabaré al Señor
mientras viva
146 ¡Aleluya!
¡Alma mía, alaba al
Señor!
2 Alabaré al Señor
mientras viva,
mientras exista
cantaré a mi Dios.
3 No confíen en los
poderosos,
en quienes son
incapaces de salvar.
4 Expiran y vuelven a
la tierra,
ese día sucumben sus
proyectos.
5 Feliz al que ayuda
el Dios de Jacob,
quien pone su
esperanza en Dios su Señor,
6 el que hizo el
cielo y la tierra,
el mar y cuanto lo
llena.
El Dios que siempre
permanece fiel,
7 que hace justicia a
los oprimidos
y da pan a quien
tiene hambre;
el Señor libera a los
cautivos,
8 el Señor da la
vista a los ciegos,
el Señor levanta a
los abatidos,
el Señor ama a los
justos.
9 El Señor protege al
extranjero,
a la viuda y al
huérfano sostiene,
trastorna los planes
del malvado.
10 ¡El Señor reina
por siempre,
tu Dios, Sión, por
generaciones!
¡Aleluya!
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios 30:33 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
33 apretar la leche
produce manteca,
apretar la nariz
produce sangre,
apretar la ira
produce riñas.
La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
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hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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