Sunday, March 31, 2024

DAB Español, Lunes 01 de Abril

Día 092, DAB Español, Lunes 01 de Abril


Deuteronomio 18:1-20:20; Lucas 9:28-50; Salmos 73; Proverbios 12:10 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))








Deuteronomio 18-20

La Palabra (Hispanoamérica)

Derechos de los sacerdotes levitas


18 Los sacerdotes levitas (es decir, la tribu completa de Leví) no tendrán parte ni heredad como los demás Israelitas. Vivirán de los sacrificios ofrecidos al Señor y de la parte que les pertenece. 2 No recibirán parte de la heredad de sus hermanos; el Señor será su heredad, tal como les prometió.


3 Cuando alguien del pueblo sacrifique como ofrenda un toro o un cordero, el sacerdote tiene derecho a recibir la espaldilla, la quijada y el cuajar. 4 También le darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y la primera lana que esquiles de tus ovejas; 5 porque el Señor tu Dios lo ha escogido a él y a sus hijos, de entre todas tus tribus, para que estén siempre en su presencia, dando culto a su nombre.


6 Si un levita se traslada voluntariamente de la ciudad de Israel donde residía, sea la que sea, al lugar escogido por el Señor, 7 podrá oficiar allí y dar culto al Señor su Dios, igual que todos sus hermanos levitas que ya sirven en aquel lugar, ante el Señor; 8 y comerá una ración igual a la de los demás, sin tener en cuenta cual sea su patrimonio familiar.

Profetas falsos y verdaderos


9 Cuando hayas entrado en el país que el Señor tu Dios te va a dar, no imites las prácticas abominables de aquellas naciones. 10 Que no haya entre ustedes quien inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni quien practique la adivinación, el sortilegio, la brujería o la hechicería; 11 que nadie haga conjuros, consulte a espíritus y espectros, o evoque a los muertos. 12 El Señor detesta a quienes practican estas artes. Precisamente por estas costumbres abominables, el Señor tu Dios expulsa de tu presencia a esas naciones. 13 Sé completamente fiel al Señor tu Dios; 14 es cierto que esas naciones, cuyo territorio vas a poseer, escuchan a hechiceros y adivinos, pero a ti te ha prohibido todo eso el Señor tu Dios.

El profeta que ha de venir


15 El Señor tu Dios suscitará en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo; a él deberán escuchar. 16 Eso fue lo que le pediste al Señor tu Dios en Horeb, el día de la asamblea, cuando le dijiste: “No quiero escuchar más la voz del Señor mi Dios ni quiero volver a contemplar aquel terrible fuego, para no morir”. 17 Entonces el Señor me dijo: “Tienen razón”. 18 Por eso yo suscitaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les comunicará todo lo que yo le mande. 19 Y todo aquel que no preste oído a las cosas que el profeta diga en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas. 20 Pero si un profeta se atreve a decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado decir o habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá.


21 Y si te inquieta saber cómo puedes descubrir si un mensaje no viene del Señor, ten esto en cuenta: 22 si lo que el profeta ha dicho en nombre del Señor no sucede ni se cumple, entonces es señal de que ese mensaje no viene del Señor. Ese profeta es un presuntuoso. No tengas respeto por una persona así.

Las ciudades de refugio (Nm 35,9-28; Jos 20,1-9)


19 Cuando el Señor tu Dios haya aniquilado a las naciones cuya tierra va a darte en posesión, cuando tú las hayas derrotado y te encuentres ya instalado en sus ciudades y en sus casas, 2 escoge tres ciudades en medio de la tierra que el Señor tu Dios te dará en posesión. 3 Dividirás en tres regiones el territorio que el Señor tu Dios te dará en heredad, y abrirás caminos que faciliten el acceso a esas ciudades, para que allí pueda encontrar asilo el que haya cometido un homicidio. 4 Pero únicamente podrá refugiarse allí y salvar la vida aquel que haya matado a otro involuntariamente, sin existir enemistad entre ellos. 5 Supongamos que un hombre se va con otro al bosque a cortar leña y al blandir en su mano el hacha para cortar un árbol, se separa el hierro del mango y golpea a su prójimo matándolo; ese hombre podrá buscar refugio en una de esas ciudades y ponerse a salvo. 6 Es conveniente que la distancia a esa ciudad no sea excesiva para evitar que el vengador del delito de sangre persiga encolerizado al homicida, le dé alcance y lo mate, cuando en realidad no merecía la muerte, puesto que no existía enemistad entre ellos. 7 Por eso te ordeno que escojas tres ciudades.


8 Y si el Señor tu Dios ensancha tu territorio, como se lo juró a tus antepasados, y te da toda la tierra que les prometió 9 —con tal que cumplas cuidadosamente todos los mandamientos que yo te prescribo hoy, amando al Señor tu Dios y siguiendo sus caminos toda la vida—, entonces, a esas tres ciudades añadirás otras tres. 10 De este modo no se derramará sangre inocente en la tierra que el Señor tu Dios te va a dar en posesión, y tú no serás responsable de esa muerte.


11 Pero si un hombre que está enemistado con otro le sigue los pasos, lo ataca, lo mata y luego huye buscando refugio en una de estas ciudades, 12 los ancianos de dicha ciudad lo mandarán sacar de allí y lo entregarán en manos del vengador del delito de sangre para que lo mate. 13 No tendrás compasión de él pues, si quieres que te vaya bien, debes evitar que se derrame sangre inocente en Israel.


14 Cuando ocupes la tierra que el Señor tu Dios te va a dar en posesión, no muevas los mojones de tu prójimo que fueron colocados en tiempos pasados.

Leyes sobre los testigos


15 Un solo testigo no será suficiente para probar la culpabilidad de alguien acusado de cometer algún crimen o delito. Hará falta la declaración de dos o tres testigos para fallar una causa.


16 Si un falso testigo acusa a alguien de un crimen, 17 los dos contendientes en la causa se presentarán ante el Señor y ante los sacerdotes y jueces que estén en funciones en esos días. 18 Los jueces estudiarán el caso minuciosamente, y si descubren que el testigo mintió declarando en falso contra su hermano, 19 le aplicarán la pena que él pretendía para su hermano. Así extirparás el mal de en medio de ti. 20 Los demás, cuando se enteren, escarmentarán y no se atreverán a cometer maldad semejante en medio de ti. 21 No tengas compasión del culpable: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

Instrucciones para la guerra


20 Cuando salgas a combatir contra tus enemigos y te encuentres un ejército con caballos y carros de combate superior al tuyo, no te amedrentes, porque está contigo el Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto. 2 Cuando llegue la hora de combatir, el sacerdote pasará al frente y arengará a la tropa 3 con estas palabras: “¡Escucha, Israel! Hoy van a entrar en batalla contra sus enemigos; no se desanimen ni se amedrenten, no se acobarden ni se atemoricen ante ellos, 4 porque el Señor su Dios va con ustedes; él luchará a su favor para darles la victoria sobre sus enemigos”.


5 Después, los oficiales dirán a la tropa: “El que haya construido una casa nueva y no la haya estrenado todavía, que se marche a casa, no sea que muera en el combate y otro la estrene. 6 El que haya plantado un viñedo y no lo haya vendimiado todavía, que se marche a casa, no sea que muera en el combate y otro lo vendimie. 7 El que esté comprometido con una mujer y aún no se haya casado, que se marche a casa, no sea que muera en el combate y otro se case con ella”.


8 Además, los oficiales dirán a la tropa: “El que tenga miedo o le falte el valor, que se marche a casa, no sea que contagie su cobardía al resto de sus compañeros”. 9 Una vez que los oficiales hayan terminado de hablar al pueblo, se pondrán al frente de él jefes de tropa.


10 Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, primero proponle la paz. 11 Si acepta tus términos de paz y abre sus puertas, todos sus habitantes te pagarán tributo y serán sometidos a trabajos forzados. 12 Si rechaza tu propuesta de paz y te declara la guerra, sitia entonces la ciudad; 13 y cuando el Señor tu Dios la entregue en tus manos, pasarás a cuchillo a todos sus hombres. 14 Las mujeres, los niños, el ganado y todos los bienes que haya en la ciudad podrás quedártelos como botín, y también podrás hacer uso de las pertenencias de los enemigos que el Señor tu Dios te haya entregado. 15 De igual modo procederás con todas las ciudades lejanas que no pertenezcan a las naciones vecinas. 16 Pero en las ciudades de esas naciones que el Señor tu Dios te da como heredad, no dejarás a nadie con vida, 17 sino que consagrarás al exterminio a los hititas, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, como te ha ordenado el Señor tu Dios. 18 Así evitarán que se enseñen las prácticas abominables que hacen en honor a sus dioses, y no pecarán contra el Señor su Dios.


19 Si tienes que sitiar una ciudad durante mucho tiempo, no tales sus árboles a golpe de hacha antes de conquistarla. Come de sus frutos, pero no los tales. ¿Acaso los árboles del campo son parte de los enemigos a los que sitias? 20 Solamente debes utilizar y talar los árboles que sabes que no son frutales; con ellos podrás construir instrumentos de asedio contra la ciudad que tengas sitiada, hasta que la sometas.


Lucas 9:28-50

La Palabra (Hispanoamérica)

Transfiguración de Jesús (Mt 17,1-8; Mc 9,2-8)


28 Unos ocho días después de esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar. 29 Y sucedió que, mientras Jesús estaba orando, cambió el aspecto de su rostro y su ropa se volvió de una blancura resplandeciente. 30 En esto aparecieron dos personajes que conversaban con él. Eran Moisés y Elías, 31 los cuales, envueltos en un resplandor glorioso, hablaban con Jesús de lo que estaba a punto de sucederle en Jerusalén. 32 Pedro y sus compañeros se sentían cargados de sueño, pero se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos personajes que estaban con él. 33 Luego, mientras estos se separaban de Jesús, dijo Pedro:


— ¡Maestro, qué bien estamos aquí! Hagamos tres cabañas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.


En realidad, Pedro no sabía lo que decía. 34 Aún estaba hablando Pedro, cuando quedaron envueltos en la sombra de una nube, y se asustaron al verse en medio de ella. 35 Entonces salió de la nube una voz que decía:


— Este es mi Hijo elegido. Escúchenlo.


36 Todavía resonaba la voz cuando Jesús se encontró solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.

Curación de un muchacho poseído por el demonio (Mt 17,14-18; Mc 9,14-27)


37 Al día siguiente, cuando bajaron del monte, mucha gente salió al encuentro de Jesús. 38 De pronto, un hombre de entre la gente gritó:


— ¡Maestro, por favor, mira a mi hijo, que es el único que tengo! 39 Un espíritu maligno se apodera de él y de repente comienza a gritar; luego lo zarandea con violencia, haciéndole echar espuma por la boca y, una vez que lo ha destrozado, a duras penas se aparta de él. 40 He rogado a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido.


41 Jesús exclamó:


— ¡Gente incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar con ustedes y soportarlos? Trae aquí a tu hijo.


42 Cuando el muchacho se acercaba a Jesús, el demonio lo derribó al suelo y le hizo retorcerse. Jesús, entonces, increpó al espíritu impuro, curó al muchacho y lo devolvió a su padre. 43 Y todos se quedaron atónitos al comprobar la grandeza de Dios.

Jesús anuncia por segunda vez su muerte (Mt 17,22-23; Mc 9,30-32)


Mientras todos seguían admirados por lo que Jesús había hecho, él dijo a sus discípulos:


44 — Escúchenme bien y no olviden esto: el Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres.


45 Pero ellos no comprendieron lo que les decía; todo les resultaba enigmático de modo que no lo entendían. Y tampoco se atrevían a pedirle una explicación.

El más importante en el Reino (Mt 18,1-5; Mc 9,33-37)


46 Los discípulos comenzaron a discutir quién de ellos era el más importante. 47 Pero Jesús, que se dio cuenta de lo que estaban pensando, tomó a un niño, lo puso a su lado 48 y les dijo:


— El que reciba en mi nombre a este niño, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe al que me ha enviado. Porque el más insignificante entre todos ustedes, ese es el más importante.

Quien no está contra ustedes, está a favor de ustedes (Mc 9,38-40)


49 Juan le dijo:


— Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.


50 Jesús le contestó:


— No se lo prohiban, porque el que no está contra ustedes, está a favor de ustedes.


Salmos 73

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 73 (72)

Ahora estoy siempre contigo


73 Salmo de Asaf.

En verdad es bondadoso Dios con Israel,

con los que tienen limpio el corazón.

2

Pero mis pasos casi se tuercen,

mis pies por poco resbalan,

3

pues envidié a los soberbios

al ver la dicha de los malos.

4

No se angustian por su muerte,

todo su cuerpo está sano;

5

ignoran las fatigas humanas,

no sufren su azote como los demás.

6

Por eso, el orgullo ciñe su cuello,

un manto de violencia los cubre.

7

La maldad surge de sus entrañas,

la ambición desborda su corazón.

8

Se burlan y hablan con malicia,

se expresan con arrogante tiranía.

9

Ofenden al cielo con su boca,

con su lengua a los que habitan la tierra.

10

Por eso el pueblo los sigue

y bebe con deleite su enseñanza.

11

Dicen: “¡Qué puede saber Dios!

¿Está el saber junto al Altísimo?”.

12

Mira, estos son los malvados:

viven en paz y atesoran riqueza.

13

¿De qué me vale purificar mi corazón,

lavar mis manos en señal de inocencia,

14

si cada día soy golpeado,

castigado cada mañana?

15

Si dijese: “Hablaré como ellos”,

traicionaría al linaje de tus hijos.

16

Yo medité tratando de entenderlo

y fue para mí una dura tarea,

17

hasta que llegué al santuario de Dios

y comprendí entonces su destino.

18

Porque en verdad tú los colocas

sobre una pendiente resbaladiza,

los empujas a la ruina.

19

¡Qué pronto son destruidos,

perecen muertos de miedo!

20

Son, Señor, como un sueño al despertar,

imágenes que olvidas al levantarte.

21

Cuando mi corazón se enfurecía

y sentía envidia en mi interior,

22

yo, necio, no comprendía nada,

era como un animal ante ti.

23

Pero ahora estoy siempre contigo,

tú me agarras de la mano,

24

con tus consejos me conduces

y después me colmas de gloria.

25

¿A quién sino a ti tengo en el cielo?

A tu lado no me agrada ya la tierra.

26

Aunque mi corazón y mi cuerpo desfallezcan,

mi refugio y mi heredad por siempre es Dios.

27

Quienes de ti se alejan, mueren;

tú destruyes a quien de ti se aparta.

28

Pero yo junto a Dios soy feliz,

en Dios mi Señor me refugio

para proclamar todas sus obras.


Proverbios 12:10

La Palabra (Hispanoamérica)


10

El justo se preocupa de su ganado,

las entrañas del malvado son crueles.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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