Monday, January 8, 2024

DAB Español, Martes 09 de Enero

Día 009, DAB Español, Martes 09 de Enero


Génesis 20:1-22:24; Mateo 7:15-29; Salmos 9:1-12; Proverbios 2:16-22 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))




Génesis 20-22

La Palabra (Hispanoamérica)

Abrahán, Sara y Abimélec

20 Desde allí Abrahán se dirigió hacia la región del Négueb, estableciéndose entre Cadés y Sur. Mientras vivió en Guerar, 2 cuando Abrahán hablaba de Sara, su mujer, decía que era su hermana. Entonces Abimélec, rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara. 3 Pero aquella noche Abimélec tuvo un sueño, en el que Dios le dijo:


— Vas a morir a causa de la mujer que has tomado, porque ella es una mujer casada. 4 Abimélec, que aún no se había acostado con ella, respondió:


— Señor, ¿serás capaz de matar a un inocente? 5 Fue él quien me dijo que era su hermana y ella que él era su hermano. Lo hice de buena fe y actuando limpiamente.


6 Dios le replicó en sueños:


— Sí, ya sé que lo hiciste de buena fe; por eso no permití que la tocaras, para que no pecaras contra mí. 7 Pero ahora devuélvele la mujer a ese hombre. Él es un profeta, y va a interceder en favor tuyo para que salves tu vida. Pero, si no se la devuelves, ten por seguro que tú y los tuyos morirán.


8 Abimélec se levantó de madrugada y llamó a todos sus criados. Les contó confidencialmente lo que había soñado, y ellos se asustaron mucho. 9 Después Abimélec llamó a Abrahán y le dijo:


— ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Qué mal te he causado yo para que nos expusieras a mí y a mi reino a cometer un pecado tan grave? Eso que me has hecho no se le hace a nadie. 10 Y añadió:


— ¿Qué te ha movido a actuar de ese modo?


11 Y Abrahán contestó:


— Yo pensé que en esta región nadie respetaría a Dios y que, por tanto, me matarían para quedarse con mi mujer. 12 Aunque es cierto que ella es mi hermana: es hija de mi padre, aunque no de mi madre; y también es mi mujer. 13 Cuando Dios me hizo andar errante, lejos de la casa de mi padre, le pedí a ella que me hiciese el favor de decir en todos los sitios adonde llegásemos que yo era su hermano.


14 Abimélec tomó entonces ovejas y vacas, criados y criadas, se los dio a Abrahán y le devolvió también a Sara, su mujer. 15 Y le dijo:


— Ahí tienes mi territorio, establécete donde mejor te parezca.


16 Y a Sara le dijo:


— He dado a tu hermano mil siclos de plata, que servirán para defender tu buena fama ante todos los tuyos y restablecer tu reputación.


17 Entonces Abrahán oró a Dios que sanó a Abimélec, a su mujer y a sus concubinas para que de nuevo pudieran tener hijos, 18 porque Dios, a causa de Sara, la mujer de Abrahán, había hecho estériles a todas las mujeres en la casa de Abimélec.


Nacimiento de Isaac

21 El Señor, tal como había dicho, favoreció a Sara y cumplió la promesa que le había hecho. 2 Sara quedó embarazada y, en la fecha predicha por Dios, le dio un hijo al viejo Abrahán. 3 Y el nombre que Abrahán puso al hijo que Sara le dio, fue Isaac. 4 A los ocho días de nacer, Abrahán circuncidó a su hijo Isaac tal como Dios le había mandado. 5 Cien años tenía Abrahán cuando le nació su hijo Isaac. 6 Entonces Sara pensó:


— Dios me ha hecho alegrarme, y todos los que sepan que he tenido un hijo, se alegrarán conmigo.


7 Y añadió:


— ¡Quién le iba a decir a Abrahán que Sara amamantaría hijos! Sin embargo, yo le he dado un hijo, a pesar de su vejez.


Agar e Ismael son expulsados

8 El niño creció y fue destetado; el día en que lo destetaron Abrahán ofreció un banquete.


9 Un día, Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de la egipcia Agar jugaba con su hijo Isaac; 10 dijo entonces a Abrahán:


— ¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo! Porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac.


11 Esto le dolió mucho a Abrahán, porque Ismael también era hijo suyo. 12 Pero Dios le dijo:


— No te angusties por el muchacho ni por tu esclava. Hazle caso a Sara, porque la descendencia que llevará tu nombre será la de Isaac. 13 Pero también del hijo de la esclava haré una gran nación, porque es descendiente tuyo.


14 Al día siguiente, Abrahán se levantó de madrugada, tomó pan y un odre de agua, lo cargó a hombros de Agar y la despidió con el niño. Ella se marchó y anduvo sin rumbo por el desierto de Berseba. 15 Cuando se acabó el agua del odre, dejó al niño bajo un arbusto, 16 se alejó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, pues no quería verle morir. Sentada a distancia lloró amargamente.


17 Dios escuchó al niño llorar, y desde el cielo el mensajero de Dios llamó a Agar y le dijo:


— ¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño que está ahí. 18 ¡Anda, vete a donde está el muchacho y agárralo con fuerza de la mano, porque yo haré de él una gran nación!


19 Entonces Dios le abrió a Agar los ojos y vio un pozo de agua. Enseguida fue allá, llenó el odre y dio de beber al niño. 20 Dios protegió al niño, y este fue creciendo. Vivía en el desierto y era un buen tirador de arco; 21 habitó en el desierto de Parán y su madre lo casó con una mujer egipcia.


Alianza entre Abrahán y Abimélec

22 En aquel tiempo Abimélec, acompañado de Picol, jefe de su ejército, dijo a Abrahán:


— Dios está contigo en todo lo que haces. 23 Por tanto, júrame por Dios, aquí mismo, que no me traicionarás ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis parientes, sino que me tratarás a mí y al país que te ha acogido con la misma lealtad que yo te he mostrado.


24 Abrahán respondió:


— Te lo juro.


25 Pero Abrahán llamó la atención a Abimélec por causa de un pozo de agua del cual los siervos de Abimélec se habían apropiado por la fuerza. 26 Y Abimélec le dijo:


— No tengo idea de quién pudo haber hecho esto. Yo no sabía nada de esto y tampoco tú me habías dicho nada.


27 Entonces Abrahán tomó algunas ovejas y vacas, se las dio a Abimélec y los dos hicieron una alianza. 28 Después Abrahán apartó siete corderas del rebaño, 29 por lo que Abimélec le preguntó:


— ¿Para qué has apartado estas siete corderas?


30 Abrahán le respondió:


— Para que estas siete corderas que hoy te regalo sirvan de testimonio de que yo cavé este pozo.


31 Por esa razón, aquel lugar se llamó Berseba, pues allí los dos hicieron un juramento.


32 Una vez sellada la alianza en Berseba, Abimélec en compañía de Picol, el jefe de su ejército, regresó al país de los filisteos. 33 Allí, en Berseba, Abrahán plantó un tamarisco, y en ese lugar invocó el nombre del Señor, el Dios eterno. 34 Durante mucho tiempo Abrahán habitó en el país de los filisteos.


Sacrificio de Isaac

22 Después de estos hechos, Dios quiso poner a prueba a Abrahán; así que lo llamó:


— ¡Abrahán!


Respondió Abrahán:


— Aquí estoy.


2 Y Dios le dijo:


— Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, a Isaac, dirígete a la región de Moriá y, una vez allí, ofrécemelo en holocausto, en un monte que yo te indicaré.


3 Al día siguiente, de madrugada, Abrahán se levantó y ensilló su asno; cortó leña para el holocausto y, en compañía de dos siervos y de Isaac, se dirigió al lugar que Dios le había indicado. 4 Al tercer día, Abrahán alzó los ojos y divisó el sitio a lo lejos. 5 Entonces dijo a sus siervos:


— Ustedes quédense aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios; luego regresaremos con ustedes.


6 Abrahán tomó la leña del holocausto y se la cargó a su hijo Isaac, mientras él llevaba el cuchillo y el fuego. Y los dos siguieron caminando juntos. 7 Isaac dijo a Abrahán, su padre:


— ¡Padre!


Abrahán respondió:


— Dime, hijo mío.


Dijo Isaac:


— Tenemos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?


8 Abrahán respondió:


— Hijo mío, Dios proveerá el cordero para el holocausto.


Y continuaron caminando juntos. 9 Una vez llegaron al lugar que Dios había indicado, Abrahán erigió un altar, preparó la leña y después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña. 10 Pero cuando Abrahán alargó la mano para tomar el cuchillo con el que degollar a su hijo, 11 el mensajero del Señor le grito desde el cielo:


— ¡Abrahán! ¡Abrahán!


Él respondió:


— Aquí estoy.


12 El mensajero le dijo:


— No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que obedeces a Dios y ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.


13 Al levantar la vista, Abrahán vio un carnero enredado por los cuernos en los matorrales. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en sustitución de su hijo. 14 A ese lugar Abrahán le puso el nombre de: “El Señor proveerá”, y por eso hasta el día de hoy se dice: “Es el monte donde el Señor provee”.


15 El mensajero del Señor llamó por segunda vez a Abrahán desde el cielo, 16 y le dijo:


— Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu único hijo, 17 te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos 18 y, puesto que me has obedecido, todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de tu descendencia.


19 Después Abrahán regresó al lugar donde estaban sus criados y partieron juntos hacia Berseba, donde Abrahán se quedó a vivir.


Los descendientes de Najor

20 Algún tiempo más tarde, Abrahán recibió la noticia de que su hermano Najor también había tenido hijos de Milcá. 21 Su primogénito fue Uz; luego nació su hermano Buz, y luego Camuel, padre de Aram. 22 Después siguieron Quésed, Jazó, Pildás, Jidlaf y Betuel. 23 Betuel fue el padre de Rebeca. Estos fueron los ocho hijos que Milcá dio a Najor, hermano de Abrahán. 24 Además Najor también tuvo hijos con una concubina suya llamada Reumá. Ellos fueron: Tebaj, Gaján, Tajás y Maacá.


Mateo 7:15-29

La Palabra (Hispanoamérica)

Los falsos profetas (Lc 6,43-44)

15 Tengan cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes haciéndose pasar por ovejas, cuando en realidad son lobos feroces. 16 Por sus frutos los conocerán, pues no pueden recogerse uvas de los espinos, ni higos de los cardos. 17 Todo árbol sano da buenos frutos, mientras que el árbol enfermo da frutos malos. 18 Por el contrario, el árbol sano no puede dar fruto malo, como tampoco puede dar buen fruto el árbol enfermo. 19 Los árboles que dan mal fruto se cortan y se hace una hoguera con ellos. 20 Así pues, también ustedes conocerán a los falsos profetas por sus frutos.


Entrar o no entrar en el reino de los cielos (Lc 6,46; 13,25-27)

21 No todos los que dicen: “Señor, Señor” entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en el día del juicio: “Señor, Señor, mira que en tu nombre hemos anunciado el mensaje de Dios, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros”. 23 Pero yo les contestaré: “Ustedes me son totalmente desconocidos. ¡Apártense de mí, pues se han pasado la vida haciendo el mal!”.


Parábola de los dos cimientos (Lc 6,47-49)

24 Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva. 25 Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva. 26 En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso. 27 Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total.


Conclusión del discurso

28 Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba profundamente impresionada por sus enseñanzas, 29 porque los enseñaba con verdadera autoridad y no como los maestros de la ley.


Salmos 9:1-12

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 9

Te doy gracias, Señor, con todo mi corazón

9 Al maestro del coro; con instrumentos de música. Salmo de David.

2 Te doy gracias, Señor, con todo mi corazón,

yo proclamaré todas tus maravillas.

3 En ti me alegraré y me regocijaré;

alabaré, Altísimo, tu nombre.

4 Mis enemigos retroceden,

se debilitan, sucumben ante ti,

5 porque tú me has hecho justicia

sentado, juez justo, en tu trono.

6 Tú castigas al pagano, destruyes al malvado

borrando su nombre para siempre.

7 El enemigo se ha derrumbado sin remedio,

has demolido sus ciudades, anulado su recuerdo.

8 Pero el Señor permanecerá por siempre;

él prepara su trono para el juicio,

9 para juzgar al mundo con justicia,

para juzgar con rectitud a las naciones.

10 Sea el Señor refugio del oprimido,

refugio en tiempo de angustia.

11 En ti confían los que conocen tu nombre

pues tú, Señor, no abandonas a quien te busca.

12 ¡Ensalcen al Señor que mora en Sión,

canten a los pueblos sus proezas!


Proverbios 2:16-22

La Palabra (Hispanoamérica)

16 Te librará de la mujer ajena,

de la extraña de palabras seductoras,

17 la que abandona al compañero de su juventud

y olvida la alianza de su Dios;

18 su casa se precipita en la muerte

y sus sendas en el reino de las sombras.

19 Los que allí entran no regresan,

ni reencuentran los senderos de la vida.

20 Tú, en cambio, sigue el camino de los buenos

y mantén el sendero de los justos.

21 Porque los honrados habitarán la tierra

y los rectos permanecerán en ella;

22 pero los malvados serán arrancados de la tierra,

los perversos serán extirpados de ella.


La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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