Saturday, October 14, 2017

DAB Español, Domingo 15 de Octubre

Día 288, DAB Español, Domingo 15 de Octubre

Jeremías 26:1-27:22; 2 Tesalonicenses 3:1-18; Salmos 85:1-13; Proverbios 25:16 (La Palabra (Hispanoamérica))





Jeremías 26-27 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

II.— RELATOS BIOGRÁFICOS Y ORÁCULOS DE RESTAURACIÓN (26—45)
Jeremías ante un tribunal
26 Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, [Jeremías] recibió esta palabra de parte del Señor:

2 — Así dice el Señor: Ponte en el atrio del Templo del Señor y habla contra todas las ciudades de Judá, contra esos que vienen al Templo a adorar al Señor. Les dirás todo lo que yo te he ordenado; no dejes ni una palabra. 3 A lo mejor escuchan, se convierten de su mala conducta y me arrepiento del mal que estoy pensando hacerles, por la maldad de sus acciones. 4 Les dirás: Así dice el Señor: Si se niegan a escucharme y a conducirse según la ley que les promulgué, 5 si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, que continuamente les estoy enviando (a pesar de que no los escuchan), 6 haré con este Templo lo mismo que hice con Siló, y convertiré esta ciudad en fórmula de maldición para todas las naciones de la tierra.

7 Los sacerdotes, los profetas y toda la gente escucharon este discurso de Jeremías en el Templo del Señor. 8 Cuando Jeremías terminó de transmitir todo lo que el Señor le había ordenado decir al pueblo, los sacerdotes y profetas lo detuvieron y le dijeron:

— Eres reo de muerte. 9 ¿Por qué dices profetizar en nombre del Señor y afirmas que este Templo acabará como Siló y que esta ciudad quedará desolada y deshabitada?

Toda la gente se amotinó contra Jeremías en el Templo del Señor. 10 Los dignatarios de Judá se enteraron de todo, se trasladaron del palacio real al Templo del Señor y se sentaron en el tribunal de la Puerta Nueva. 11 Los sacerdotes y los profetas se dirigieron a los dignatarios y a toda la gente en estos términos:

— Este hombre es reo de muerte, pues profetiza contra esta ciudad, como han podido oír.

12 Dijo Jeremías a los dignatarios y a todos los presentes:

— El Señor me ha enviado a profetizar contra este Templo y contra esta ciudad todo lo que han oído. 13 En consecuencia, mejoren su conducta y sus acciones, y hagan caso a lo que dice el Señor, su Dios; sólo así se arrepentirá del mal que había anunciado contra ustedes. 14 En cuanto a mí, en sus manos estoy. Hagan conmigo lo que les parezca bien y justo. 15 Pero han de saber que, si me matan, se harán responsables de una muerte inocente ustedes, esta ciudad y cuantos la habitan, pues es cierto que el Señor me ha enviado a transmitirles todo lo que he dicho.

16 Los dignatarios y la gente presente dijeron a los sacerdotes y a los profetas:

— Este hombre no es reo de muerte, pues nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.

17 Entonces algunos ancianos del país se pusieron de pie y dijeron a la asamblea del pueblo:

18 — Miqueas de Morasti profetizó en tiempos de Ezequías, rey de Judá, a toda la población de Judá, en estos términos:

Así dice el Señor del universo:
Sión será un campo arado,
Jerusalén, un montón de ruinas,
y el monte del Templo
un cerro de maleza.
19 ¿Lo condenaron a muerte Ezequías, rey de Judá, y los propios judaítas? ¿No sintieron más bien respeto por el Señor y lo aplacaron? De ese modo, el Señor se arrepintió del mal que había previsto hacerles. Nosotros, en cambio, nos estamos acarreando una terrible desgracia. 20 Hubo otro hombre que profetizó en nombre del Señor: Urías, hijo de Semaías, de Quiriat Jearín. Profetizó contra esta ciudad y contra este país, en los mismos términos que Jeremías. 21 El rey Joaquín, sus oficiales y sus dignatarios oyeron sus palabras, y el rey trató de matarlo. Cuando Urías se enteró, huyó atemorizado y se refugió en Egipto. 22 El rey Joaquín envió a Egipto a Elnatán, hijo de Acbor, con unos cuantos hombres. 23 Capturaron a Urías en Egipto y se lo trajeron al rey Joaquín, que lo mandó ajusticiar a espada, y arrojaron su cadáver a la sepultura común. 24 Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías para que no lo entregaran en manos del pueblo y le dieran muerte.

Sumisión al yugo de Babilonia
27 Al comienzo del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías en estos términos:

2 — Así dice el Señor: Hazte unas correas y un yugo, y échatelo al cuello. 3 Envía un mensaje a los reyes de Edom y de Moab, al rey de los amonitas y a los reyes de Tiro y de Sidón. Envíalo por medio de los mensajeros que han llegado a Jerusalén a entrevistarse con Sedecías, rey de Judá. 4 Y ordénales que digan a sus señores: Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Digan a sus señores: 5 Yo hice la tierra, el ser humano y los animales que se mueven por la tierra. Lo hice con mi gran poder y con brazo extendido, y se lo doy a quien me parece. 6 Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he sometido los animales del campo. 7 Le estarán sometidas todas las naciones: a él, a su hijo y a su nieto, hasta que también le llegue a su país el tiempo de someterse a numerosas naciones y a reyes poderosos. 8 Y si una nación o reino no se somete a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, yo mismo castigaré a esa nación con la espada, el hambre y la peste —oráculo del Señor—, hasta que haya acabado con ellos por medio de él. 9 Ustedes no escuchen a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y magos cuando les dicen: “No acabarán sometidos al rey de Babilonia”, 10 pues les profetizan mentiras; en realidad acabarán lejos de su tierra, yo los dispersaré y ustedes perecerán. 11 En cambio, si una nación pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se le somete, la dejaré en su tierra —oráculo del Señor— para que la trabaje y la habite. 12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé de idéntica manera: Pongan su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y sométanse a él y a su pueblo, si quieren seguir con vida. 13 ¿Por qué van a morir tú y tu pueblo a espada, hambre y peste, como anunció el Señor a la nación que no se sometiese al rey de Babilonia? 14 No escuchen las palabras de los profetas que les dicen: “No acabarán sometidos al rey de Babilonia”, pues les profetizan mentiras. 15 Y, aunque no los he enviado —oráculo del Señor—, ellos andan profetizando mentiras en mi nombre para que yo los expulse y los destruya junto con los profetas que les profetizan. 16 Hablé también a los sacerdotes y a todo el pueblo en estos términos: Así dice el Señor: No escuchen las palabras de sus profetas que les profetizan diciendo: “El ajuar del Templo del Señor va a ser devuelto en breve de Babilonia”, pues les profetizan una mentira; 17 no les hagan caso. Ustedes sométanse al rey de Babilonia si es que quieren vivir. ¿Por qué razón deberá quedar reducida a ruinas esta ciudad? 18 Y si son profetas y está con ellos la palabra del Señor, que intercedan ante el Señor del universo para que no se lleven a Babilonia el ajuar que queda en el Templo del Señor y en el palacio del rey de Judá. 19 Pues así dice el Señor del universo acerca de las columnas, de la pila de bronce, de los pedestales y del resto del ajuar de esta ciudad, 20 el que no se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando deportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los notables de Judá y de Jerusalén; 21 respecto a ese ajuar que aún ha quedado en el Templo del Señor, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, esto es lo que dice el Señor del universo, Dios de Israel: 22 Será llevado a Babilonia, y allí quedará hasta que me presente personalmente —oráculo del Señor— y lo suba y lo devuelva a este lugar.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

2 Tesalonicenses 3 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Fidelidad de Dios
3 Por lo demás, hermanos, rueguen por nosotros para que la palabra del Señor prosiga el avance glorioso que ha conocido en Tesalónica. 2 Rueguen también para que el Señor nos libre de la gente insolente y malvada, porque no todos aceptan la fe. 3 ¡Pero el Señor es fiel! Él los hará fuertes y los librará del maligno. 4 Gracias a él podemos confiar en que ustedes cumplen y cumplirán lo que les hemos inculcado. 5 Que el Señor, pues, encamine sus corazones para que amen a Dios y esperen a Cristo sin desfallecer.

La obligación del trabajo
6 Finalmente, hermanos, esto es lo que les mandamos en nombre de Jesucristo, el Señor: que se mantengan apartados de todo hermano que viva ociosamente y no siga la tradición que ha recibido de nosotros. 7 Conocen ustedes perfectamente cómo pueden imitarnos, pues no vivimos ociosamente entre ustedes 8 ni comimos de balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos día y noche hasta casi extenuarnos, con el fin de no ser gravosos a ninguno de ustedes. 9 ¡Y teníamos derecho a ello! Pero quisimos ofrecerles un ejemplo que imitar.

10 Estando entre ustedes les inculcamos ya esta norma: el que no quiera trabajar, que tampoco coma. 11 Y es que nos hemos enterado de que algunos viven ociosamente entre ustedes: en lugar de trabajar, se entrometen en todo. 12 De parte de Jesucristo, el Señor, los instamos y exhortamos a que trabajen y coman su propio pan sin perturbar a nadie. 13 En cuanto a ustedes, hermanos, no se canssen de hacer el bien. 14 Y si alguien no hace caso a lo que les decimos en esta carta, tomen nota de él y háganle el vacío, a ver si se avergüenza. 15 Pero no lo traten como enemigo; corríjanlo, más bien, como a un hermano.

Conclusión (3,16-17)
Bendición y saludo final
16 Que el Señor de la paz les conceda la paz siempre y en todas sus formas. El Señor esté con todos ustedes. 17 El saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; esta es mi letra. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 85:1-13 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 85 (84)
El Señor habla de paz
85 Al maestro del coro. Salmo de los hijos de Coré.
2 Señor, has sido misericordioso con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
3 has perdonado la falta de tu pueblo,
has ocultado todos sus pecados; [ Pausa]
4 has contenido toda tu furia,
has calmado el ardor de tu ira.
5 Dios, salvador nuestro, renuévanos,
¡aparta tu cólera de nosotros!
6 ¿Seguirás siempre enfadado?
¿Durará tu ira por generaciones?
7 ¿No volverás a darnos la vida
para que tu pueblo en ti se goce?
8 Señor, muéstranos tu amor,
danos tu salvación.
9 Voy a escuchar lo que Dios dice:
el Señor habla de paz
a su pueblo y a sus fieles,
¡que no vuelvan a ser necios!
10 Su salvación está cerca de quien lo venera,
la gloria va a morar en nuestra tierra.
11 El amor y la verdad se han encontrado,
la justicia y la paz se abrazan.
12 La verdad brota de la tierra,
la justicia surge del cielo.
13 El Señor traerá prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 25:16 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

16 Si encuentras miel, come lo necesario;
no sea que te hartes y la vomites.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España


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