Día 293, DAB Español, Viernes 20 de Octubre
Jeremías 35:1-36:32; 1 Timoteo 5:1-25; Salmos 89:14-37; Proverbios 25:25-27 (La Palabra (Hispanoamérica))
Jeremías 35-36 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La tradición recabita
35 Palabra que
recibió Jeremías de parte del Señor en tiempos de Joaquín, hijo de Josías, rey
de Judá:
2 — Vete donde están
los recabitas, habla con ellos, tráelos a una de las salas del Templo del Señor
y ofréceles vino.
3 Traje conmigo a
Jazanías, hijo de Jeremías y nieto de Abasinías, a sus parientes, a todos sus
hijos y a la familia entera de los recabitas. 4 Los llevé al Templo del Señor,
a la sala de los hijos de Janán, hijo de Jigdalías, el hombre de Dios, la sala
que está junto al salón de los dignatarios y encima de la sala de Maasías, hijo
de Salún, el portero. 5 Puse ante los recabitas varias copas llenas de vino y
les dije que bebieran. 6 Ellos respondieron:
— No bebemos vino,
pues Jonadab, hijo de nuestro antepasado Recab, nos impuso esta norma: “Nunca
beberán vino, ni ustedes ni sus hijos; 7 no construirán casas, ni sembrarán, ni
plantarán viñas. Pasarán su existencia en tiendas, de modo que vivan muchos
años sobre la tierra en la que son forasteros”. 8 Nosotros hemos obedecido a
Jonadab, hijo de nuestro antepasado Recab, en todo lo que nos mandó. Por eso
nunca bebemos vino, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni
nuestras hijas; 9 no construimos casas para habitarlas ni tenemos viñas ni
campos para sembrar; 10 y habitamos en tiendas, obedeciendo y haciendo todo lo
que nos mandó nuestro antepasado Jonadab. 11 Pero, cuando Nabucodonosor, rey de
Babilonia, invadió el país, nos dijimos: “Vamos a Jerusalén para huir del
ejército caldeo y del ejército arameo”, y nos establecimos en Jerusalén.
12 Jeremías recibió
la palabra del Señor en estos términos:
13 — Así dice el
Señor del universo, Dios de Israel: Di a la gente de Judá y a los habitantes de
Jerusalén: ¿Nunca van a aprender la lección y a hacer caso a mis palabras?
—oráculo del Señor—. 14 Jonadab, hijo de Recab, mandó a sus hijos que no
bebieran vino y, cumpliendo su mandato, no lo han probado hasta el día de hoy.
Ellos obedecieron el mandato de su antepasado, pero a mí, que les he hablado
sin descanso, ustedes no me han hecho caso. 15 Les envié una y otra vez a mis
siervos los profetas con este mensaje: “Que cada cual abandone su mala conducta
y mejore sus acciones, y no vayan tras dioses extranjeros para darles culto, de
ese modo habitarán la tierra que les di a ustedes y a sus antepasados”. Pero no
prestaron atención ni me hicieron caso. 16 Los hijos de Jonadab, hijo de Recab,
cumplieron el mandato que les dio su antepasado, pero este pueblo no es capaz
de hacerme caso. 17 Por eso, así dice el Señor, Dios del universo, Dios de
Israel: Voy a traer contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén
todas las desgracias que les anuncié, pues les hablé y no escucharon, los llamé
y no respondieron.
18 Y Jeremías dijo a
la familia de los recabitas:
— Así dice el Señor
del universo, Dios de Israel: Ustedes han obedecido el mandato de su antepasado
Jonadab, han cumplido sus preceptos y han actuado conforme a lo que les ordenó.
19 Pues bien, así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Nunca faltará un
descendiente a Jonadab, hijo de Recab, que esté día tras día a mi servicio.
El rollo con las
profecías de Jeremías
36 El año cuarto de
Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías la palabra de parte del
Señor en estos términos:
2 — Toma un rollo y
escribe en él todo lo que te he dicho relativo a Israel, a Judá y a todas las
naciones, desde que empecé a hablarte en tiempos de Josías hasta hoy. 3 Quizá
escuche Judá todas las desgracias que he pensado enviarles, de modo que cada
cual abandone su mala conducta y yo les perdone sus culpas y pecados. 4
Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, quien escribió en el rollo todas las palabras
del Señor que le dictaba Jeremías. 5 Después Jeremías le ordenó a Baruc:
— Como estoy preso,
no puedo ir al Templo del Señor. 6 Así que vete tú y lee en el rollo las
palabras del Señor que te he dictado. Las lees en presencia de la gente que
esté celebrando una jornada de ayuno en el Templo del Señor y de la que haya
venido de las ciudades de Judá. 7 Tal vez así lleguen sus súplicas ante el
Señor y abandone cada cual su mala conducta, porque son enormes la ira y la
cólera con las que ha hablado el Señor a este pueblo.
8 Baruc, hijo de
Nerías, hizo lo que el profeta Jeremías le había mandado: leyó en el Templo del
Señor las palabras escritas en el libro. 9 El año quinto de Joaquín, hijo de
Josías, rey de Judá, el noveno mes, se proclamó un ayuno ante el Señor para la
población de Jerusalén y la gente que había acudido a la capital desde las
ciudades de Judá. 10 Una vez en el Templo, Baruc leyó en el libro las palabras
de Jeremías, desde la sala de Guemarías, hijo del canciller Safán, en el patio
superior, a la entrada de la Puerta Nueva del Templo, en presencia de toda la
gente.
11 Miqueas, hijo de
Guemarías y nieto de Safán, oyó todas las palabras del Señor que habían sido
leídas. 12 Entonces bajó al palacio real, a la sala del canciller, y encontró
allí reunidos a los dignatarios: al canciller Elisamá, a Delaías, hijo de
Semaías; a Elnatán, hijo de Acbor; a Guemarías, hijo de Safán; a Sedecías, hijo
de Jananías, y al resto de dignatarios. 13 Miqueas les transmitió todas las
palabras que había oído leer a Baruc en presencia del pueblo. 14 Entonces los
dignatarios enviaron donde Baruc a Jehudí, hijo de Netanías, y a Selemías, hijo
de Cusí, con este mensaje para Baruc: “Toma el rollo que has leído en presencia
del pueblo y tráenoslo personalmente”. Baruc, hijo de Nerías, les llevó el
rollo. 15 Ellos le dijeron:
— Siéntate y léelo
ante nosotros.
Y Baruc lo leyó ante
ellos. 16 Cuando oyeron el texto que contenía, se asustaron y decidieron que
tenían que comunicar todo aquello al rey. 17 Le preguntaron a Baruc:
— Dinos cómo has
escrito este texto.
18 Baruc les
respondió:
— Él me suele dictar
todo y yo lo escribo en el libro.
19 Dijeron los
dignatarios a Baruc:
— Vete y ocúltate
junto con Jeremías, y que nadie sepa dónde están.
20 Después acudieron
al rey, por el patio interior, tras haber guardado el rollo en la sala de
Elisamá, el canciller, y contaron al rey todo lo sucedido.
21 El rey mandó a
Jehudí en busca del rollo. Lo trajo de la sala del canciller Elisamá y lo leyó
ante el rey y todos los dignatarios que se ponían junto al rey. 22 Como era el
mes noveno, el rey estaba en la residencia de invierno, y tenía delante un
brasero encendido. 23 Cada vez que Jehudí leía tres o cuatro columnas del
rollo, el rey hacía un corte con el cortaplumas del canciller y tiraba al
brasero la parte ya leída, hasta que todo el rollo acabó en el fuego del brasero.
24 Pero el rey y los ministros que escuchaban aquel texto ni se asustaron ni
rasgaron sus vestiduras. 25 Elnatán, Delaías y Guemarías habían insistido al
rey pidiéndole que no quemara el rollo, pero no les había hecho caso. 26
Después el rey mandó a Jerajmeel, príncipe real, a Seraías, hijo de Azriel, y a
Selemías, hijo de Abdeel, con la orden de arrestar al secretario Baruc y al
profeta Jeremías. Pero el Señor los ocultó. 27 Jeremías recibió la palabra del
Señor después de que el rey hubiese quemado el rollo que contenía las palabras
que Baruc había escrito al dictado de Jeremías. Le dijo:
28 — Toma otro rollo
y escribe en él las mismas palabras que estaban escritas en el rollo anterior
que ha quemado Joaquín, rey de Judá. 29 Luego dirás a Joaquín, rey de Judá: Así
dice el Señor: Tú has quemado ese rollo diciendo: “¿Por qué has escrito en él
que el rey de Babilonia destruirá esta ciudad y exterminará a las personas y
los animales que la habiten?”. 30 Pues bien, el Señor asegura a Joaquín, rey de
Judá, que no tendrá a nadie que le suceda en el trono de David y que su cadáver
quedará expuesto al calor del día y al frío de la noche. 31 A él, a sus
descendientes y a sus ministros les pediré cuentas de sus pecados, y traeré
sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre la gente de Judá todas
las calamidades que les anuncié, sin que me hicieran caso.
32 Jeremías tomó otro
rollo y se lo dio al secretario Baruc, hijo de Nerías, que escribió, a su
dictado, todo el texto del libro que había quemado Joaquín, rey de Judá. E
incluso añadió otras muchas palabras del mismo estilo.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
1 Timoteo 5 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La familia cristiana
5 No trates duramente
al anciano. Exhórtalo, más bien, como harías con un padre. Pórtate con los
jóvenes como si fueran hermanos. 2 A las ancianas trátalas como a madres, y a
las jóvenes como a hermanas, con toda pureza.
Las viudas
3 Toma en
consideración a las viudas, siempre que lo sean de verdad. 4 Pero si una viuda
tiene hijos o nietos, a ellos toca, antes que a nadie, cuidar con dedicación de
su propia familia, correspondiendo así a lo que recibieron de sus progenitores;
esto es, en efecto, lo que agrada a Dios. 5 En cuanto a la auténtica viuda —la
que está sola en el mundo—, ha puesto su esperanza en Dios y vive día y noche
ocupada en oraciones y plegarias. 6 En cambio, la de conducta licenciosa,
aunque parezca viva, está muerta. 7 Incúlcales esto para que sean
irreprochables. 8 Pues quien no mira por los suyos, especialmente por los de su
casa, ha renegado de la fe y es peor que los infieles.
9 Para que una viuda
sea admitida en la asociación correspondiente, debe tener al menos sesenta
años, haber sido esposa de un solo hombre 10 y gozar de buena fama por haber
educado bien a sus hijos, por haber practicado la hospitalidad, por haber
atendido solícitamente a los creyentes y por haber socorrido a los atribulados;
en una palabra, por haber practicado toda clase de bien.
11 Pero no admitas a
viudas jóvenes, pues el ansia de placer las aparta de Cristo y las impulsa a
contraer nuevo matrimonio, 12 con lo que se hacen culpables al romper su primer
compromiso. 13 Además, aprenden a vivir ociosamente y no hacen más que andar de
casa en casa; desocupadas como están, viven del comadreo, se entrometen en todo
y hablan de lo que no deben. 14 Así que prefiero que las viudas jóvenes se
casen otra vez, tengan hijos, cuiden de su casa y no den pie a las críticas de
nuestros enemigos. 15 Porque algunas ya se han pervertido siguiendo las huellas
de Satanás.
16 Si una creyente
tiene viudas en su familia, que las cuide ella y evite así que se conviertan en
carga para la comunidad; de esta manera la comunidad podrá atender a las que
son verdaderamente viudas.
Los dirigentes
17 Los presbíteros
que desempeñan con acierto el cargo de dirigentes, merecen una especial
consideración; sobre todo los que se afanan en la proclamación de la palabra y
en la enseñanza. 18 Ya lo dice la Escritura: No pongas bozal al buey que
trilla; y también: “El que trabaja tiene derecho a su salario”. 19 No aceptes
acusación contra un presbítero a no ser que venga avalada por dos o tres
testigos.
Consejos a Timoteo
20 Reprende
públicamente a los que pequen. Así escarmentarán los demás. 21 Ante Dios, ante
Cristo Jesús y ante los ángeles elegidos te ruego encarecidamente que cumplas
todo esto con imparcialidad, sin dejarte arrastrar por preferencias humanas.
22 No impongas a nadie
las manos demasiado a la ligera, no sea que te hagas responsable de culpas
ajenas. Y tú mismo conserva limpia la conciencia. 23 En adelante, no bebas agua
sola; mézclala con un poco de vino para hacer mejor la digestión; ya sabes que
con frecuencia sufres indisposiciones.
24 Los pecados de
algunos son del dominio público aun antes de ser aireados en juicio; los de
otros, en cambio, sólo después del juicio salen a la luz. 25 Así sucede con las
acciones: las buenas son de dominio público; las que no lo son, tampoco podrán
permanecer ocultas.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 89:14-37 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
14 Tuyo es el brazo
poderoso,
fuerte es tu mano,
excelsa tu diestra.
15 La justicia y el
derecho sustentan tu trono,
el amor y la verdad
te preceden.
16 Feliz el pueblo
que sabe aclamarte,
caminará, Señor, a la
luz de tu rostro.
17 En tu nombre se
alegran todo el día,
por tu justicia se
enorgullecen.
18 Porque tú eres la
gloria de su fuerza,
tú nos encumbras con
tu favor.
19 El Señor es
nuestro escudo,
el santo de Israel es
nuestro rey.
20 Un día, en una
visión, hablaste
a tus fieles y así
les dijiste:
“He prestado mi apoyo
a un guerrero,
he enaltecido a un
joven del pueblo.
21 He encontrado a mi
siervo David,
con mi aceite sagrado
lo he ungido.
22 Mi mano estará con
él,
mi brazo le dará
fuerza.
23 No podrá
atormentarlo el enemigo,
ni le hará sufrir el
malvado.
24 Ante él destrozaré
a sus rivales,
golpearé a quienes lo
odian.
25 Mi fidelidad y mi
amor lo acompañan,
con mi nombre voy a
encumbrarlo.
26 Bajo su mano he
puesto el mar,
bajo su diestra los
ríos.
27 Él me dirá: ‘Tú
eres mi padre,
mi Dios, el refugio
que me salva’.
28 Haré de él mi
primogénito,
el mayor de los reyes
de la tierra.
29 Mi bondad lo
protegerá siempre,
mi pacto con él será
firme.
30 Mantendré
eternamente su linaje
y su trono mientras
el cielo exista.
31 Mas si abandonan
sus hijos mi ley,
si no caminan según
mis decretos,
32 si quebrantan mis
preceptos
y no guardan mis
mandatos,
33 castigaré con la
vara su pecado
y con azotes sus
culpas.
34 Pero de él no
apartaré mi amor,
no traicionaré mi
fidelidad,
35 no romperé mi
pacto,
no cambiarán mis
palabras.
36 Por mi santidad
juré una vez
y no mentiré a David.
37 Será eterna su
descendencia,
será su trono como el
sol ante mí,
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios 25:25-27 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
25 Agua fresca en
garganta sedienta,
una buena noticia de
tierras lejanas.
26 Fuente turbia y
manantial contaminado
es el justo que
tiembla ante el malvado.
27 No es bueno comer
mucha miel,
ni empacharse de
honores.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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