Día 289, DAB Español, Lunes 16 de Octubre
Jeremías 28:1-29:32; 1 Timoteo 1:1-20; Salmos 86:1-17; Proverbios 25:17 (La Palabra (Hispanoamérica))
Jeremías 28-29 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Jeremías y el falso
profeta Ananías
28 Aquel mismo año,
es decir, el año cuarto del reinado de Sedecías, rey de Judá, el mes quinto,
Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el Templo del
Señor en presencia de los sacerdotes y de toda la gente:
2 — Así dice el Señor
del universo, Dios de Israel: He roto el yugo del rey de Babilonia. 3 Dentro de
dos años haré que devuelvan a este lugar todo el ajuar del Templo del Señor que
Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó consigo de este lugar a Babilonia. 4
Y haré volver también a este lugar a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y
a toda la gente de Judá deportada a Babilonia —oráculo del Señor—, pues haré
pedazos el yugo del rey de Babilonia.
5 El profeta Jeremías
respondió al profeta Ananías en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo
que estaba en el Templo del Señor, 6 en los siguientes términos:
— ¡Amén, así lo haga
el Señor! Que el Señor mantenga las palabras que has profetizado haciendo que
vuelvan de Babilonia a este lugar tanto todos los desterrados como el ajuar del
Templo del Señor. 7 Pero escucha bien las palabras que voy a dirigirte a ti y a
todos los presentes: 8 Desde siempre, los profetas que nos precedieron a ti y a
mí profetizaron a numerosos países y grandes reinos, anunciando guerras,
desastres y peste. 9 Cuando un profeta anunciaba bienestar, sólo se reconocía
que había sido enviado de verdad por el Señor cuando se cumplía la palabra del
profeta en cuestión.
10 El profeta Ananías
arrancó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. 11 Después dijo
Ananías ante todos los presentes:
— Así dice el Señor:
De este modo voy a romper el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Dentro de
dos años lo retiraré del cuello de todas las naciones.
Entonces el profeta
Jeremías se retiró. 12 Pero algún tiempo después que el profeta Ananías le
arrancara el yugo de su cuello, Jeremías recibió la palabra del Señor en estos
términos:
13 — Vete a decir a
Ananías: Así dice el Señor: Has roto un yugo de madera, pero yo lo sustituiré
por un yugo de hierro. 14 Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel:
Voy a poner un yugo de hierro en el cuello de todas las naciones, para que
estén sometidas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y pondré también a su servicio
todos los animales del campo.
15 El profeta
Jeremías habló así al profeta Ananías:
— Escucha bien,
Ananías. El Señor no te ha enviado, y tú en cambio has hecho que este pueblo
confíe en la mentira. 16 Por eso, así dice el Señor: He decidido echarte de la
tierra. Este año morirás, por haber profetizado rebelión contra el Señor.
17 El profeta Ananías
murió aquel año, el mes séptimo.
Carta de Jeremías
29 Este es el texto
de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén a los desterrados: a los
ancianos, sacerdotes y profetas, y a toda la gente que Nabucodonosor había
deportado de Jerusalén a Babilonia. 2 [El hecho tuvo lugar después de que el
rey Jeconías partiese de Jerusalén con la reina madre, los eunucos y los
dignatarios de Judá y de Jerusalén, así como con los gremios de artesanos y de
trabajadores del metal]. 3 La envió a Nabucodonosor, rey de Babilonia, por
medio de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de Jelcías, mensajeros de
Sedecías, rey de Judá. Decía lo siguiente:
4 “Así dice el Señor
del universo, Dios de Israel, a toda la gente deportada de Jerusalén a
Babilonia: 5 Contruyan casas e instálense en ellas, planten huertos y
aliméntense de sus frutos. 6 Cásense y tengan hijos e hijas; tomen esposas para
sus hijos y den sus hijas a otros hombres, y que tengan a su vez hijos e hijas.
De este modo crecerán y no menguarán. 7 Busquen el bienestar de la ciudad a la
que han sido deportados y oren por ella al Señor, pues de su bienestar
dependerá el de ustedes. 8 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Que
no los engañen los profetas y adivinos que viven entre ustedes; no hagan caso
de las fantasías que sueñan, 9 pues les profetizan mentiras en mi nombre,
cuando yo no los he enviado —oráculo del Señor—. 10 Así dice el Señor: En
cuanto pasen setenta años en Babilonia, los visitaré y haré que se cumpla en
ustedes mi promesa de bienestar, haciéndolos volver a este lugar. 11 Yo conozco
mis designios sobre ustedes —oráculo del Señor—. Son designios de bienestar, no
de desgracia, pues les ofrezco un futuro y una esperanza. 12 Me invocarán y
vendrán a suplicarme, y yo los escucharé; 13 me buscarán y me encontrarán, si
es que vienen a buscarme de todo corazón. 14 Me dejaré encontrar por ustedes
—oráculo del Señor—, acabaré con su destierro y los reuniré de todas las
naciones y lugares por donde los dispersé, y los haré regresar al lugar de
donde los hice deportar —oráculo del Señor—. 15 Respecto a su afirmación de que
el Señor les ha suscitado profetas en Babilonia, 16 así dice el Señor al rey
que se sienta en el trono de David y a toda la gente que habita en esta ciudad,
es decir, a sus hermanos que no partieron con ustedes al destierro: 17 Así dice
el Señor del universo: Voy a enviar contra ellos la espada, el hambre y la
peste; los trataré como a los higos podridos que no se pueden comer de puro
malos. 18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste; servirán de
escarmiento a todos los reinos de la tierra, y de fórmula de maldición,
espanto, burla e ignominia de todas las naciones por donde los dispersé. 19
Porque no escucharon mis palabras —oráculo del Señor—; porque les envié
continuamente a mis siervos los profetas y no les hicieron caso —oráculo del
Señor—.
20 Pero ustedes,
desterrados que envié de Jerusalén a Babilonia, escuchen la palabra del Señor.
21 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel, a propósito de Ajab, hijo de
Colaías, y de Sedecías, hijo de Maasías, que les profetizan mentiras en mi
nombre: Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que los
matará en presencia de ustedes. 22 En ellos tendrá su origen una maldición, que
será usada por todos los deportados de Judá que están en Babilonia: ‘Que el
Señor te haga lo que a Sedecías y a Ajab, a quienes pasó a fuego el rey de
Babilonia’, 23 porque perpetraron infamias en Israel, cometieron adulterio con
las mujeres de otros y hablaron mentiras en mi nombre, algo que no les mandé.
Lo sé personalmente, y doy testimonio de ello”. —Oráculo del Señor—.
Contra el falso
profeta Semaías
24 Dirás a Semaías el
nejlamita: 25 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Tú has enviado
cartas firmadas de puño y letra a toda la gente que vive en Jerusalén y al
sacerdote Sofonías, hijo del Maasías, así como a todos los sacerdotes, en estos
términos: 26 “El Señor te ha nombrado sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá,
para que estés al frente del Templo del Señor. A todo el que desvaríe o
profetice lo entregarás para que lo metan en el cepo y lo sujeten con argollas.
27 Entonces, ¿por qué no has llamado la atención a Jeremías, de Anatot, que
actúa de profeta entre ustedes? 28 Pues nos ha enviado a Babilonia un mensaje
diciendo que la cosa va para largo, por lo que debemos construir casas e
instalarnos en ellas, plantar huertos y alimentarnos de sus frutos”.
29 El sacerdote
Sofonías leyó esta carta en presencia del profeta Jeremías. 30 Y Jeremías
recibió la palabra del Señor en estos términos:
31 — Envía este
mensaje a todos los deportados: “Así dice el Señor a Semaías el nejlamita:
Semaías les ha profetizado sin que yo lo haya enviado, haciéndolos confiar en
la mentira. 32 Por eso, así dice el Señor: Voy a castigar a Semaías el
nejlamita tomando una decisión sobre su descendencia: ya no tendrá descendiente
que viva en medio de este pueblo y que pueda gozar de los bienes que voy a
conceder a mi pueblo”. —Oráculo del Señor—.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
1 Timoteo 1 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Introducción (1,1-2)
Saludo
1 Pablo, apóstol de
Jesucristo por disposición de Dios, nuestro salvador, y de Cristo Jesús,
nuestra esperanza, 2 a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe. Que Dios Padre y
Cristo Jesús, Señor nuestro, te concedan gracia, misericordia y paz.
I.— INSTRUCCIONES
ACERCA DE LA IGLESIA Y DE SUS MINISTROS (1,3—3,16)
Peligro de las falsas
doctrinas
3 Cuando partí para
Macedonia, te pedí que permanecieras en Éfeso para hacer frente a esos que
andan enseñando extrañas doctrinas 4 y no hacen más que enzarzarse en discursos
interminables sobre mitos y genealogías, cosas que sólo sirven para suscitar
disputas y en nada contribuyen al plan de Dios basado en la fe. 5 El propósito
de esta advertencia es promover el amor que brota de un corazón limpio, de una
conciencia sana y de una fe sincera. 6 Algunos se han desviado de esta línea de
conducta y se han perdido en estéril palabrería. 7 Pretenden ser maestros de la
ley y ni siquiera entienden lo que dicen ni lo que con tanta seguridad
sostienen.
Cometido de la ley
8 Sabido es que la
ley es cosa excelente si se la utiliza con rectitud. 9 Como es también sabido
que no está hecha para el buen ciudadano, sino para los malvados y rebeldes;
para los impíos y pecadores; para los sacrílegos y profanadores de lo sagrado;
para los parricidas, los matricidas y los asesinos; 10 para los lujuriosos, los
homosexuales y los que trafican con personas; para los embaucadores y perjuros;
y para cualquier vicio que se oponga a la auténtica enseñanza, 11 en conformidad
con el glorioso mensaje evangélico que me ha confiado el Dios de la felicidad.
Agradecimiento por la
vocación
12 Doy gracias a
Cristo Jesús, nuestro Señor, que me ha sostenido con su fuerza y se ha fiado de
mí, confiándome este ministerio. 13 Y eso que antes fui blasfemo y perseguí a
la Iglesia con violencia. Pero como estaba sin fe y no sabía lo que hacía, Dios
nuestro Señor tuvo misericordia de mí 14 y me colmó de su gracia junto con la
fe y el amor que me une a Cristo Jesús.
15 Es esta una
palabra digna de crédito y que debe aceptarse sin reservas, a saber, que Cristo
Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el
primero. 16 Precisamente por eso, Dios me ha tratado con misericordia de manera
que Cristo Jesús ha puesto de manifiesto su generosidad conmigo antes que con
nadie, para ejemplo de quienes, creyendo en él, alcanzarán la vida eterna.
17 Al que es rey de
los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por siempre y
para siempre. Amén.
Responsabilidad de
Timoteo
18 Timoteo, hijo mío,
este es el encargo que te hago de acuerdo con las palabras proféticas que
fueron pronunciadas sobre ti: estimulado por ellas, entrégate a este noble
combate, 19 conserva la fe y mantén limpia la conciencia. Por descuidarla,
algunos naufragaron en la fe; 20 entre ellos están Himeneo y Alejandro a
quienes he entregado al poder de Satanás a ver si aprenden a no injuriar a
Dios.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 86 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 86 (85)
Señor, atiende mi
ruego
86 Oración de David.
Atiéndeme, Señor,
escúchame,
que soy humilde,
pobre soy.
2 Protégeme porque
soy fiel;
tú, mi Dios, salva a
tu siervo
que ha puesto en ti
su confianza.
3 Apiádate de mí,
Dios mío,
que a ti clamo sin
cesar.
4 Inunda de gozo a tu
siervo,
que hacia ti yo me
dirijo.
5 Tú, mi Dios, eres
bueno y clemente,
lleno de amor para
quienes te invocan.
6 Señor, atiende mi
ruego,
escucha mi voz
suplicante.
7 Cuando estoy
angustiado te llamo
porque tú me
respondes.
8 No hay entre los
dioses uno como tú,
Dios mío, no hay
obras como las tuyas.
9 Todas las naciones
que forjaste
vendrán, mi Dios, a
postrarse ante ti
y darán gloria a tu
nombre.
10 Pues tú eres
grande y haces prodigios;
tú, sólo tú, eres
Dios.
11 Señor, muéstrame
tu camino
y en tu verdad
caminaré;
guía mi corazón para
que venere tu nombre.
12 Señor, Dios mío,
de todo corazón te alabaré,
por siempre
glorificaré tu nombre
13 porque ha sido
grande tu amor conmigo,
del reino de los
muertos me sacaste.
14 Oh Dios, los
arrogantes me atacaban,
gente violenta
buscaba mi muerte
sin tenerte a ti
presente.
15 Pero tú, mi Dios,
Dios clemente y compasivo,
paciente, lleno de
amor y de verdad,
16 vuélvete hacia mí
y apiádate;
da tu fuerza a tu
siervo,
salva al hijo de tu
esclava.
17 Haz un signo de
bondad conmigo;
que mis enemigos se
avergüencen al verlo,
pues tú, Señor, me
ayudas y me consuelas.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios 25:17 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
17 Visita con mesura
la casa del vecino,
no sea que se harte y
te aborrezca.
La Palabra
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La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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