Friday, August 27, 2021

DAB Español, Sábado 28 de Agosto

Día 240, DAB Español, Sábado 28 de Agosto

Job 28:1-30:31; 2 Corintios 2:12-17; Salmos 42; Proverbios 22:7 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))









Job 28-30

La Palabra (Hispanoamérica)

Interludio (28,1-28)

Elogio de la Sabiduría

 

28 Existen minas de plata,

lugares donde el oro se refina.

2

El hierro se saca de la tierra,

el bronce, de la piedra fundida.

3

Allí, al límite de las tinieblas,

el ser humano rastrea lo profundo,

entre rocas oscuras y siniestras.

4

Abre galerías lejos de la gente,

olvidado, en lugares nunca hollados;

colgado, alejado de los humanos.

5

La tierra que proporciona alimentos

se trastorna con fuego subterráneo;

6

sus rocas ocultan zafiros,

sus terrones, pepitas de oro.

7

La rapaz desconoce su entrada,

el ojo del halcón no la divisa;

8

no la pisan las fieras arrogantes,

ni siquiera la atraviesan los leones.

9

El ser humano maneja el pedernal,

revuelve el vientre de las montañas;

10

excava galerías en la roca,

descubre objetos preciosos;

11

explora los hontanares de los ríos

y saca lo oculto a la luz.

12

¿Pero de dónde se saca la Sabiduría

o dónde está el yacimiento de la Inteligencia?

13

El ser humano ignora su camino,

no se halla en el mundo de los vivos.

14

Dice el Abismo: “No está en mí”;

responde el Mar: “No está conmigo”.

15

No puede comprarse con oro

ni pagarse a peso de plata;

16

no se adquiere con oro de Ofir,

con ónices preciosos o zafiros;

17

no la igualan el oro ni el vidrio,

ni se paga con vasos de oro fino;

18

nada valen el cristal y los corales,

la Sabiduría es más cara que las perlas;

19

no la iguala el topacio de Etiopía,

ni se cambia por el oro más puro.

20

¿Pero de dónde proviene la Sabiduría

o dónde está el yacimiento de la Inteligencia?

21

Se oculta a los ojos de las fieras

y se esconde de las aves del cielo.

22

Muerte y Abismo confiesan:

“Conocemos su fama de oídas”.

23

Sólo Dios encontró su camino,

sólo él descubrió su morada,

24

pues contempla los límites del orbe

y observa cuanto hay bajo el cielo.

25

Cuando señalaba su peso al viento

y definía la medida de las aguas,

26

cuando imponía su ley a la lluvia

y su ruta al relámpago y al trueno,

27

entonces la vio y la calculó,

la penetró y examinó a fondo.

28

Después dijo al ser humano:

“Venerar al Señor es sabiduría,

apartarse del mal, prudencia”.

Final del diálogo (29—31)

Quejas y autodefensa de Job: el pasado

 

29 Job continuó así su discurso:

 

2

¡Si pudiera revivir el pasado,

cuando Dios se ocupaba de mí,

3

cuando su lámpara

brillaba sobre mi cabeza

y su luz iluminaba mis tinieblas!

4

¡Aquellos días de mi otoño,

cuando Dios era un íntimo en mi tienda,

5

cuando sentía al Todopoderoso conmigo

y todos mis hijos me rodeaban!

6

Cuando lavaba mis pies en leche

y la roca me daba arroyos de aceite.

7

Cuando iba a la puerta de la ciudad

y, al tomar asiento en la plaza,

8

los jóvenes se escondían al verme,

los ancianos se ponían de pie;

9

la gente principal callaba,

tapándose la boca con la mano;

10

enmudecía la voz de los notables,

se les pegaba la lengua al paladar.

11

La gente que me oía me felicitaba,

quien lo veía se ponía de mi parte;

12

yo libraba al pobre suplicante,

al huérfano carente de ayuda;

13

recibía la gratitud del moribundo,

devolvía la alegría a las viudas.

14

La justicia me cubría como un vestido,

me arropaba lo mismo que un manto,

y el derecho me servía de turbante.

15

Yo era ojos para el ciego,

era pies para los cojos;

16

era padre de los pobres,

abogado de extranjeros.

17

Rompía los colmillos del malvado

y arrancaba la pieza de sus dientes.

18

Pensaba: “Moriré en mi nido,

prolongaré mi vida como el Fénix,

19

con mis raíces a la orilla del agua

y el rocío de la noche en mi ramaje;

20

mi prestigio irá en aumento

y mi arco se reafirmará en mi mano”.

21

La gente me escuchaba expectante,

en silencio, esperando mi consejo;

22

nada añadían cuando yo terminaba,

recibían mis palabras como rocío;

23

me esperaban como a lluvia temprana,

boquiabiertos al agua de primavera.

24

Les sonreía y no daban crédito,

los animaba la luz de mi rostro.

25

Les mostraba el camino y los guiaba,

lo mismo que un rey ante sus tropas;

los guiaba y se dejaban conducir.

Quejas y autodefensa de Job: el presente

 

30 Pero ahora se burlan de mí

muchachos más jóvenes que yo,

a cuyos padres no habría puesto

al frente de los perros de mi rebaño.

2

La fuerza de sus brazos no servía,

pues estaban carentes de vigor.

3

Agotados por la hambruna y la miseria,

andaban royendo por la estepa,

de noche, en desolada soledad;

4

buscaban malvas entre las matas,

comían raíces de retama.

5

Aislados de la vida en sociedad,

ahuyentados lo mismo que ladrones,

6

vivían en rampas de barrancas,

en grutas y en grietas de la roca;

7

aullaban metidos en la maleza,

refugiados debajo de espinos.

8

¡Gente villana y sin nombre,

expulsada a golpes del país!

9

Pero ahora me sacan coplas,

convertido en tema de sus burlas;

10

se alejan de mí, me aborrecen,

e incluso me escupen al pasar.

11

Dios me ha debilitado y afligido,

por eso me humillan desenfrenados.

12

A mi derecha se alza una chusma

que hace que mis pasos flaqueen,

que piensa el modo de exterminarme.

13

Deshacen mi sendero,

traman con afán mi ruina,

nadie les pone freno;

14

irrumpen como por ancha brecha,

al asalto, en medio del estruendo.

15

Se desatan contra mí los terrores,

se llevan como viento mi dignidad,

como nube se disipa mi prestigio.

16

Entretanto mi vida se diluye:

me tocan jornadas de aflicción,

17

la noche perfora mis huesos,

pues no duerme el dolor que me roe.

18

[Dios] me agarra violento por la ropa,

me sofoca con el cuello de la túnica,

19

me arroja por tierra, en el fango,

confundido con el barro y la ceniza.

20

Te pido auxilio y no respondes;

me presento ante ti y no haces caso.

21

Te has convertido en mi verdugo

y tu potente brazo se ceba en mí.

22

Me arrebatas a lomos del viento,

sacudido indefenso por el huracán.

23

Ya sé que me devuelves a la muerte,

donde todos los vivos se dan cita.

24

¿No tendí yo la mano al necesitado

que me pedía ayuda angustiado?

25

¿No lloré por el que vive en apuros?

¿No mostré compasión por el indigente?

26

Esperaba la dicha y llegó el fracaso;

anhelaba la luz y vino la oscuridad.

27

Me hierven las entrañas sin parar,

esperando jornadas de aflicción.

28

Mi vida discurre sombría, sin sol;

pido auxilio, de pie ante la asamblea.

29

Convertido en pariente de chacales

comparto la amistad con avestruces.

30

Mi piel ha quedado curtida,

mis huesos arden por la fiebre.

31

Mi lira está afinada para el duelo,

mi flauta acompaña a plañideras.

2 Corintios 2:12-17

La Palabra (Hispanoamérica)

Breve estancia en Troas

 

12 Me dirigí, pues, a Troas para anunciar el mensaje de Cristo y, aunque se me ofrecía allí una magnífica oportunidad de trabajar por el Señor, 13 mi corazón estaba sobre ascuas al no encontrar allí a Tito, mi hermano. Así que me despedí de ellos y salí para Macedonia.

II.— EL MINISTERIO APOSTÓLICO (2,14—7,16)

Acción de gracias

 

14 Gracias sean dadas a Dios que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por todas partes como suave aroma su conocimiento. 15 Porque tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden, somos como buen olor que Cristo ofrece a Dios: 16 para los que se pierden, aroma que lleva inexorablemente a la muerte; para los que se salvan, fragancia que conduce a la vida.

Ministros de la nueva alianza

 

Y ¿quién estará a la altura de tan gran responsabilidad? 17 Porque no somos como tantos otros que trafican con la palabra de Dios. Al contrario, en la presencia de Dios y unidos a Cristo decimos con sinceridad lo que Dios nos inspira.

Salmos 42

La Palabra (Hispanoamérica)

Salmo 42 (41)

Estoy sediento de Dios

 

42 Al maestro del coro. Poema de los hijos de Coré.

2

Como la gacela suspira por torrentes de agua

así, Dios mío, suspiro yo por ti.

3

Estoy sediento de Dios, del Dios vivo,

¿cuándo llegaré a ver el rostro de Dios?

4

Mi llanto es mi alimento día y noche

mientras no dejan de preguntarme:

“¿Dónde está tu Dios?”.

5

Siento gran tristeza al recordar

cómo avanzaba yo entre el gentío,

llevándolos a la casa de Dios

entre vítores de gozo y alabanza

en medio de una muchedumbre en fiesta.

6

¿Por qué estoy abatido?

¿Por qué estoy tan turbado?

En Dios pondré mi esperanza,

no cesaré de alabarlo.

¡Él es mi Dios salvador!

7

Estoy abatido; por eso te evoco

desde la tierra del Jordán y el Hermón,

desde el monte Mizar.

8

El abismo grita al abismo

ante el fragor de tus cascadas;

tu oleaje, tus impetuosas olas

me han anegado por entero.

9

De día el Señor envía su amor,

de noche un canto me acompaña,

una oración al Dios de mi vida.

10

Pregunto a Dios, mi roca:

“¿Por qué me has olvidado?

¿Por qué he de andar afligido

por el acoso del enemigo?”.

11

Mis huesos están dañados,

mis adversarios me insultan

y no dejan de preguntarme:

“¿Dónde está tu Dios?”.

12

¿Por qué estoy abatido?

¿Por qué estoy tan turbado?

En Dios pondré mi esperanza,

no cesaré de alabarlo,

¡él es mi Dios salvador!

Proverbios 22:7

La Palabra (Hispanoamérica)

 

7

El rico domina a los pobres,

el deudor es esclavo de su acreedor.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

 

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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