Día 183
2 Reyes 20:1-22:3; Hechos 21:18-36; Salmos 150:1-6; Proverbios 18:9-10 (Dios Habla Hoy)
2 Reyes 20:1-22:3 Dios Habla Hoy (DHH)
Enfermedad y curación
de Ezequías
20 Por aquel tiempo,
Ezequías cayó gravemente enfermo, y el profeta Isaías, hijo de Amós, fue a
verlo y le dijo:
—El Señor dice: “Da
tus últimas instrucciones a tu familia, porque vas a morir; no te curarás.”
2 Ezequías volvió la
cara hacia la pared y oró así al Señor: 3 «Yo te suplico, Señor, que te
acuerdes de cómo te he servido fiel y sinceramente, haciendo lo que te agrada.»
Y lloró amargamente.
4 Y ocurrió que antes
de que Isaías saliera al patio central del palacio, el Señor se dirigió a
Isaías y le dijo: 5 «Vuelve y dile a Ezequías, jefe de mi pueblo: “El Señor,
Dios de tu antepasado David, dice: Yo he escuchado tu oración y he visto tus
lágrimas. Voy a sanarte, y dentro de tres días podrás ir al templo del Señor. 6
Voy a darte quince años más de vida. A ti y a Jerusalén los libraré del rey de
Asiria. Yo protegeré esta ciudad, por consideración a mi siervo David y a mí
mismo.”»
7 Isaías mandó hacer
una pasta de higos, y la hicieron y se la aplicaron al rey en la parte enferma,
y el rey se curó. 8 Entonces Ezequías preguntó a Isaías:
—¿Por medio de qué
señal voy a darme cuenta de que el Señor me va a sanar, y de que dentro de tres
días podré ir al templo del Señor?
9 Isaías respondió:
—Ésta es la señal que
el Señor te dará en prueba de que te cumplirá su promesa: ¿Quieres que la
sombra avance diez gradas, o que las retroceda?
10 Y Ezequías le
contestó:
—Que la sombra avance
es cosa fácil. Lo difícil es que retroceda.
11 Entonces el
profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera las
diez gradas que había avanzado en el reloj de sol de Ahaz.
Ezequías recibe a los
enviados de Babilonia
12 Por aquel tiempo,
el rey Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, oyó decir que
Ezequías había estado enfermo, y por medio de unos mensajeros le envió cartas y
un regalo. 13 Ezequías los atendió y les mostró su tesoro, la plata y el oro,
los perfumes, el aceite fino y su depósito de armas, y todo lo que se
encontraba en sus depósitos. No hubo nada en su palacio ni en todo su reino que
no les mostrara. 14 Entonces fue el profeta Isaías a ver al rey Ezequías y le
preguntó:
—¿De dónde vinieron
esos hombres, y qué te dijeron?
Ezequías respondió:
—Vinieron de un país
lejano; vinieron de Babilonia.
15 Isaías le
preguntó:
—¿Y qué vieron en tu
palacio?
Ezequías contestó:
—Vieron todo lo que
hay en él. No hubo nada en mis depósitos que yo no les mostrara.
16 Isaías dijo
entonces a Ezequías:
—Escucha este mensaje
del Señor: 17 “Van a venir días en que todo lo que hay en tu palacio y todo lo
que juntaron tus antepasados hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No
quedará aquí nada. 18 Aun a algunos de tus propios descendientes se los
llevarán a Babilonia, los castrarán y los pondrán como criados en el palacio
del rey.”
19 Ezequías, pensando
que al menos durante su vida habría paz y seguridad, respondió a Isaías:
—El mensaje que me
has traído de parte del Señor es favorable.
Muerte de Ezequías
20 El resto de la
historia de Ezequías y de sus hazañas, y de cómo construyó el estanque y el
canal para llevar el agua a la ciudad, está escrito en el libro de las crónicas
de los reyes de Judá. 21 Cuando murió Ezequías, reinó en su lugar su hijo
Manasés.
Reinado de Manasés en
Judá
21 Manasés tenía doce
años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su
madre se llamaba Hepsiba. 2 Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor,
pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor había arrojado
de la presencia de los israelitas: 3 reconstruyó los santuarios paganos que
Ezequías, su padre, había destruido; levantó altares a Baal e hizo una imagen
de Aserá, como había hecho Ahab, rey de Israel; además adoró y rindió culto a
todos los astros del cielo, 4 y construyó altares en el templo del Señor,
acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su nombre en
Jerusalén. 5 Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor, y
los dedicó a todos los astros del cielo.
6 Además hizo quemar
a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de espíritus y la
adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus
hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación. 7 También
colocó una imagen de Aserá en el templo del Señor, acerca del cual el Señor
había dicho a David y a su hijo Salomón: «Este templo en Jerusalén, que he
escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de
mi nombre. 8 No volveré a arrojar a los israelitas de la tierra que di a sus
antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado, y
todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.»
9 Pero ellos no
hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con más perversidad
que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas. 10 Por lo
tanto, el Señor habló por medio de sus siervos los profetas, y dijo: 11 «Por
haber cometido Manasés tantas infamias, y por ser su maldad mayor que la de los
amorreos que hubo antes que él, ya que ha hecho que Judá peque con sus ídolos,
12 yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro: Voy a acarrear tal desastre sobre
Jerusalén y Judá, que hasta le van a doler los oídos a quien lo oiga. 13 Mediré
a Jerusalén con la misma medida que a Samaria y a la descendencia de Ahab; la
voy a dejar limpia, como cuando se limpia un plato y se pone boca abajo. 14 En
cuanto al resto de mi pueblo, lo abandonaré y lo entregaré en manos de sus
enemigos, para que sean saqueados y despojados por ellos. 15 Porque sus hechos
han sido malos a mis ojos, y me han estado irritando desde el día en que sus
antepasados salieron de Egipto hasta el presente.»
16 Además de los
pecados que Manasés hizo cometer a Judá y de sus malas acciones a los ojos del
Señor, fue tanta la sangre inocente que derramó en Jerusalén, que la llenó de
extremo a extremo. 17 El resto de la historia de Manasés y de todo lo que hizo,
y los pecados que cometió, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes
de Judá. 18 Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, en el
jardín de Uzá. Después reinó en su lugar su hijo Amón.
Reinado de Amón en
Judá
19 Amón tenía
veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre
se llamaba Mesulémet, y era hija de Harús, de Jotbá. 20 Pero sus hechos fueron
malos a los ojos del Señor, como los de su padre Manasés, 21 pues siguió sus
mismos malos pasos y rindió culto y adoró a los mismos ídolos que su padre
había adorado. 22 Así abandonó al Señor, el Dios de sus antepasados, y no actuó
conforme a su voluntad.
23 Los oficiales de
Amón conspiraron contra él, y lo asesinaron en su palacio. 24 Pero la gente del
pueblo mató a los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar
hicieron reinar a su hijo Josías.
25 El resto de la
historia de Amón y de lo que hizo, está escrito en el libro de las crónicas de
los reyes de Judá. 26 Lo enterraron en su sepulcro del jardín de Uzá. Después
reinó en su lugar su hijo Josías.
Reinado de Josías en
Judá
22 Josías tenía ocho
años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años.
Su madre se llamaba Jedidá, hija de Adaías, y era de Boscat. 2 Los hechos de
Josías fueron rectos a los ojos del Señor, pues siguió en todo la conducta de
David, su antepasado, sin desviarse de ella para nada.
Se encuentra el libro
de la Ley
3 En el año dieciocho
del reinado de Josías, el rey envió al templo del Señor a su cronista Safán,
hijo de Asalías y nieto de Mesulam. Le dijo:
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Hechos 21:18-36 Dios Habla Hoy (DHH)
18 Al día siguiente,
Pablo fue con nosotros a visitar a Santiago, y allí estaban también todos los
ancianos. 19 Pablo los saludó, y luego les contó detalladamente las cosas que
Dios había hecho por medio de él entre los no judíos. 20 Cuando lo oyeron, alabaron
a Dios. Dijeron a Pablo:
—Bueno, hermano, ya
ves que entre los judíos hay muchos miles que han creído, y todos ellos
insisten en que es necesario seguir la ley de Moisés. 21 Y les han informado
que a todos los judíos que viven en el extranjero tú les enseñas que deben
renegar de la ley de Moisés, y les dices que no deben circuncidar a sus hijos
ni seguir nuestras costumbres. 22 ¿Qué hay de esto? Pues sin duda la gente va a
saber que has venido. 23 Lo mejor es que hagas lo siguiente: Hay aquí, entre nosotros,
cuatro hombres que tienen que cumplir una promesa. 24 Llévalos contigo,
purifícate junto con ellos y paga sus gastos, para que ellos puedan hacerse
cortar el cabello. Así todos verán que no es cierto lo que les han dicho de ti,
sino que, al contrario, tú también obedeces la ley. 25 En cuanto a los que no
son judíos y han creído, ya les hemos escrito nuestra decisión: no deben comer
carne que haya sido ofrecida a los ídolos, ni sangre, ni carne de animales
estrangulados, y deben evitar los matrimonios prohibidos.
Arresto de Pablo en
el templo
26 Entonces Pablo se
llevó a los cuatro hombres, y al día siguiente se purificó junto con ellos;
luego entró en el templo para avisar cuándo terminarían los días del
cumplimiento de la promesa, es decir, cuándo cada uno de ellos tendría que
presentar su ofrenda.
27 Estando ya por
terminar los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en
el templo y alborotaron a la gente. Se lanzaron contra Pablo, 28 gritando:
«¡Israelitas, ayúdennos! Éste es el hombre que anda por todas partes enseñando
a la gente cosas que van contra nuestro pueblo, contra la ley de Moisés y
contra este templo. Además, ahora ha metido en el templo a unos griegos,
profanando este Lugar santo.»
29 Decían esto porque
antes lo habían visto en la ciudad con Trófimo de Éfeso, y pensaban que Pablo
lo había llevado al templo.
30 Toda la ciudad se
alborotó, y la gente llegó corriendo. Agarraron a Pablo y lo arrastraron fuera
del templo, cerrando inmediatamente las puertas. 31 Estaban a punto de matarlo,
cuando al comandante del batallón romano le llegó la noticia de que toda la
ciudad de Jerusalén se había alborotado. 32 El comandante reunió a sus soldados
y oficiales, y fue corriendo a donde estaba la gente. Cuando vieron al comandante
y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. 33 Entonces el comandante se
acercó, arrestó a Pablo y mandó que lo sujetaran con dos cadenas. Después
preguntó quién era y qué había hecho. 34 Pero unos gritaban una cosa y otros
otra, de modo que el comandante no podía aclarar nada a causa del ruido que
hacían; así que mandó llevarlo al cuartel. 35 Al llegar a las gradas del
cuartel, los soldados tuvieron que llevar a Pablo a cuestas, debido a la
violencia de la gente; 36 porque todos iban detrás, gritando: «¡Muera!»
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Salmos 150 Dios Habla Hoy (DHH)
Alabanza universal a
Dios
150 ¡Aleluya!
¡Alaben a Dios en su
santuario!
¡Alábenlo en su
majestuosa bóveda celeste!
2 ¡Alábenlo por sus
hechos poderosos!
¡Alábenlo por su
grandeza infinita!
3 ¡Alábenlo con
toques de trompeta!
¡Alábenlo con arpa y
salterio!
4 ¡Alábenlo danzando
al son de panderos!
¡Alábenlo con flautas
e instrumentos de cuerda!
5 ¡Alábenlo con
platillos sonoros!
¡Alábenlo con
platillos vibrantes!
6 ¡Que todo lo que
respira alabe al Señor!
¡Aleluya!
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Proverbios 18:9-10 Dios Habla Hoy (DHH)
9 Los perezosos y los
destructores
¡hasta hermanos
resultan!
10 El nombre del
Señor es una torre poderosa
a la que acuden los
justos en busca de protección.
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