Día 209
2 Crónicas 21:1-23:21; Romanos 11:13-36; Salmos 22:1-18; Proverbios 20:7 (Reina-Valera 1995)
2 Crónicas 21-23 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Reinado de Joram de
Judá
21 Durmió Josafat con
sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la Ciudad de David. Reinó en su
lugar Joram, su hijo, 2 quien tuvo por hermanos, hijos de Josafat, a Azarías,
Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías. Todos estos fueron hijos de
Josafat, rey de Judá. 3 Su padre les había dado muchos regalos de oro y de
plata, cosas preciosas, y ciudades fortificadas en Judá; pero entregó el reino
a Joram, porque él era el primogénito. 4 Fue elevado, pues, Joram al reino de
su padre. Luego que se hizo fuerte, mató a espada a todos sus hermanos y
también a algunos de los príncipes de Israel. 5 Cuando comenzó a reinar tenía
treinta y dos años de edad, y reinó ocho años en Jerusalén. 6 Pero anduvo en el
camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Acab, porque tenía por
mujer a la hija de Acab, e hizo lo malo ante los ojos de Jehová. 7 Pero Jehová
no quiso destruir la casa de David, a causa del pacto que había hecho con
David, y porque le había dicho que le daría una lámpara a él y a sus hijos
perpetuamente.
8 En sus días se
rebeló Edom contra el dominio de Judá, y proclamó su propio rey. 9 Entonces
pasó Joram con sus príncipes, y todos sus carros; se levantó de noche y derrotó
a los edomitas que le habían sitiado, y a todos los comandantes de sus carros.
10 No obstante, Edom se libertó del dominio de Judá hasta el día de hoy. Por
ese mismo tiempo Libna se libertó también de su dominio, por cuanto Joram había
abandonado a Jehová, el Dios de sus padres.
11 Además de esto,
construyó lugares altos en los montes de Judá, e incitó a los habitantes de
Jerusalén a la prostitución, y empujó a ella a Judá. 12 Le llegó una carta del
profeta Elías que decía: «Jehová, el Dios de tu padre David, ha dicho así: “Por
cuanto no has andado en los caminos de Josafat, tu padre, ni en los caminos de
Asa, rey de Judá, 13 sino que has andado en el camino de los reyes de Israel, y
has hecho que Judá y los habitantes de Jerusalén forniquen, como fornicó la casa
de Acab; y además has dado muerte a tus hermanos, a la familia de tu padre, los
cuales eran mejores que tú; 14 Jehová herirá a tu pueblo con una gran plaga, a
tus hijos, a tus mujeres y a todo cuanto tienes; 15 tú mismo padecerás muchas
enfermedades, y una dolencia tal de tus intestinos, que se te saldrán a causa
de tu persistente enfermedad.”»
16 Entonces Jehová
despertó contra Joram la ira de los filisteos y de los árabes que estaban junto
a los etíopes, 17 que subieron contra Judá, invadieron la tierra y tomaron
todos los bienes que hallaron en la casa del rey, a sus hijos y a sus mujeres;
y no le quedó más hijo sino solamente Joacaz, el menor de ellos. 18 Después de
todo esto, Jehová lo hirió con una enfermedad incurable en los intestinos. 19 Y
aconteció que al pasar muchos días, al cabo de dos años, los intestinos se le
salieron por la enfermedad, y murió así de enfermedad muy penosa. Y no
encendieron fuego en su honor, como lo habían hecho con sus padres. 20 Cuando
comenzó a reinar tenía treinta y dos años de edad, y reinó en Jerusalén durante
ocho años. Murió sin que nadie lo llorara y lo sepultaron en la Ciudad de
David, pero no en los sepulcros de los reyes.
Reinado de Ocozías de
Judá
22 Los habitantes de
Jerusalén hicieron rey en lugar de Joram a Ocozías, su hijo menor; porque una
banda armada que había venido con los árabes al campamento, había matado a
todos los mayores, por lo cual reinó Ocozías hijo de Joram, rey de Judá. 2
Cuando Ocozías comenzó a reinar tenía cuarenta y dos años de edad, y reinó un
año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, hija de Omri.
3 También él anduvo
en los caminos de la casa de Acab, pues su madre le aconsejaba a que actuara
impíamente. 4 Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de
Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su
perdición. 5 Y él anduvo en los consejos de ellos, y fue a la guerra con Joram
hijo de Acab, rey de Israel, contra Hazael, rey de Siria, a Ramot de Galaad,
donde los sirios hirieron a Joram. 6 Y volvió para curarse en Jezreel de las
heridas que le habían hecho en Ramot, peleando contra Hazael, rey de Siria. Y
descendió Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, para visitar a Joram hijo de Acab
en Jezreel, porque estaba enfermo allí.
Jehú mata a Ocozías
7 Pero esto venía de
Dios, para que Ocozías fuera destruido al ir a visitar a Joram. Tan pronto
llegó, salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual Jehová había ungido
para que exterminara a la familia de Acab. 8 Mientras Jehú hacía juicio contra
la casa de Acab, halló a los príncipes de Judá y a los hijos de los hermanos de
Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató. 9 Buscó luego a Ocozías, el cual se
había escondido en Samaria. Lo hallaron, lo trajeron a Jehú y lo mataron; pero
le dieron sepultura, pues decían: «Es hijo de Josafat, quien de todo su corazón
buscó a Jehová.» Y la casa de Ocozías no tenía fuerzas para retener el reino.
Atalía usurpa el
trono
10 Cuando Atalía,
madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, se levantó y exterminó a toda
la descendencia real de la casa de Judá. 11 Pero Josabet, hija del rey, tomó a
Joás hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los demás hijos del rey, a los
cuales mataban, lo guardó a él y a su nodriza en uno de los aposentos. Así lo
escondió Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiada (porque ella
era hermana de Ocozías), de la vista de Atalía, y no lo mataron. 12 Seis años
estuvo escondido con ellos en la casa de Dios. Entre tanto, Atalía reinaba en
el país.
23 En el séptimo año
se animó Joiada y concertó una alianza con los jefes de centenas: Azarías hijo
de Jeroham, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maasías hijo de Adaía
y Elisafat hijo de Zicri, 2 los cuales recorrieron el país de Judá, y reunieron
a los levitas de todas las ciudades de Judá y a los príncipes de las familias
de Israel y vinieron a Jerusalén. 3 Toda la multitud hizo pacto con el rey en
la casa de Dios. Y Joiada les dijo: «Aquí está el hijo del rey, que ha de
reinar, como dijo Jehová respecto a los hijos de David. 4 Ahora haced esto: una
tercera parte de vosotros, los que entran el sábado, estarán de porteros con
los sacerdotes y los levitas. 5 Otra tercera parte estará en la casa del rey; y
la otra tercera parte, se quedará a la puerta del Cimiento; y todo el pueblo
estará en los patios de la casa de Jehová. 6 Y ninguno entre en la casa de
Jehová, sino los sacerdotes y levitas que ministran; estos entrarán, porque
están consagrados; y todo el pueblo hará guardia delante de Jehová. 7 Y los
levitas rodearán al rey por todas partes, y cada uno tendrá sus armas en la
mano; cualquiera que entre en la casa, que muera; y estaréis con el rey cuando
entre y cuando salga.»
8 Los levitas y todo
Judá lo hicieron todo como lo había mandado el sacerdote Joiada; y tomó cada
jefe a los suyos, los que entraban el sábado, y los que salían el sábado;
porque el sacerdote Joiada no dio licencia a las compañías. 9 Dio también el
sacerdote Joiada a los jefes de centenas las lanzas, los paveses y los escudos
que habían sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios; 10 y puso en
orden a todo el pueblo, teniendo cada uno su espada en la mano, desde el rincón
derecho del Templo hasta el izquierdo, hacia el altar y la Casa, alrededor del
rey por todas partes. 11 Entonces sacaron al hijo del rey, le pusieron la
corona y el Testimonio, y lo proclamaron rey; Joiada y sus hijos lo ungieron y
gritaron: «¡Viva el rey!»
12 Cuando Atalía oyó
el estruendo de la gente que corría y de los que aclamaban al rey, vino a la
casa de Jehová, donde estaba el pueblo; 13 miró y vio al rey que estaba junto a
la columna, a la entrada, y a los príncipes y los trompeteros junto al rey, a
todo el pueblo de la tierra, lleno de alegría, que tocaba bocinas, y a los
cantores que, con instrumentos de música, dirigían la alabanza. Entonces Atalía
rasgó sus vestidos, y dijo: «¡Traición! ¡Traición!»
14 Pero el sacerdote
Joiada mandó que salieran los jefes de centenas del ejército, y les ordenó:
«Sacadla fuera del recinto, y al que la siga, matadlo a filo de espada»; porque
el sacerdote había mandado que no la mataran en la casa de Jehová. 15 Así pues,
ellos le echaron mano, y cuando hubo pasado la entrada de la puerta de los
caballos de la casa del rey, allí la mataron.
16 Entonces Joiada
pactó con todo el pueblo y el rey, que serían el pueblo de Jehová. 17 Después
de esto entró todo el pueblo en el templo de Baal y lo derribaron; también
rompieron sus altares, hicieron pedazos sus imágenes y mataron delante de los
altares a Matán, sacerdote de Baal. 18 Luego puso Joiada una guardia en la casa
de Jehová, bajo las órdenes de los sacerdotes y levitas, según David los había
distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a Jehová los holocaustos, como
está escrito en la ley de Moisés, con gozo y con cánticos, conforme a la
disposición de David. 19 Puso también porteros en las puertas de la casa de
Jehová, para que por ninguna vía entrara ninguno que estuviera impuro.
20 Llamó después a
los jefes de centenas y a los principales, a los que gobernaban al pueblo y a
todo el pueblo de la tierra, para conducir al rey desde la casa de Jehová.
Cuando llegaron a la mitad de la puerta mayor de la casa del rey, sentaron al
rey sobre el trono del reino. 21 Y se regocijó todo el pueblo del país; y la
ciudad estuvo tranquila después que mataron a Atalía a filo de espada.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
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Romanos 11:13-36 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
13 Hablo a vosotros,
gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, 14 por
si en alguna manera pudiera provocar a celos a los de mi sangre y hacer salvos
a algunos de ellos, 15 porque si su exclusión es la reconciliación del mundo,
¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?
16 Si las primicias
son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo
son las ramas. 17 Si algunas de las ramas fueron desgajadas y tú, siendo olivo
silvestre, has sido injertado en lugar de ellas y has sido hecho participante de
la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te
jactas, recuerda que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
19 Tal vez dirás:
«Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.» 20 Bien; por su
incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. Así que no te
jactes, sino teme, 21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti
tampoco te perdonará.
22 Mira, pues, la
bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los que cayeron,
pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera
tú también serás eliminado. 23 Y aun ellos, si no permanecen en incredulidad,
serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24 Si tú
fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre y contra naturaleza
fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más estos, que son las ramas
naturales, serán injertados en su propio olivo?
La restauración de
Israel
25 No quiero,
hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya
entrado la plenitud de los gentiles. 26 Luego todo Israel será salvo, como está
escrito:
«Vendrá de Sión el
Libertador,
que apartará de Jacob
la impiedad.
27 Y éste será mi
pacto con ellos,
cuando yo quite sus
pecados.»
28 Así que en cuanto
al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección,
son amados por causa de sus padres, 29 porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios.
30 Como también
vosotros erais, en otro tiempo, desobedientes a Dios, pero ahora habéis
alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31 así también estos
ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a
vosotros, ellos también alcancen misericordia, 32 pues Dios sujetó a todos en
desobediencia, para tener misericordia de todos.
Himno a la sabiduría
de Dios
33 ¡Profundidad de
las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios!
¡Cuán insondables son
sus juicios
e inescrutables sus
caminos!,
34 porque, ¿quién
entendió la mente del Señor?
¿o quién fue su
consejero?
35 ¿Quién le dio a él
primero, para que le fuera recompensado?,
36 porque de él, por
él y para él son todas las cosas.
A él sea la gloria
por los siglos. Amén.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Copyright © 1995 by United Bible Societies
Salmos 22:1-18 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Un grito de angustia
y un canto de alabanza
Al músico principal;
sobre Ajelet-sahar. Salmo de David
22 Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan
lejos de mi salvación
y de las palabras de
mi clamor?
2 Dios mío, clamo de
día y no respondes;
y de noche no hay
para mí descanso.
3 Pero tú eres santo,
tú que habitas entre
las alabanzas de Israel.
4 En ti esperaron
nuestros padres;
esperaron y tú los
libraste.
5 Clamaron a ti y
fueron librados;
confiaron en ti y no
fueron avergonzados.
6 Pero yo soy gusano
y no hombre;
oprobio de los
hombres y despreciado del pueblo.
7 Todos los que me
ven se burlan de mí;
tuercen la boca y
menean la cabeza, diciendo:
8 «Se encomendó a
Jehová, líbrelo él;
sálvelo, puesto que
en él se complacía.»
9 Pero tú eres el que
me sacó del vientre,
el que me hizo estar
confiado
desde que estaba en
el regazo de mi madre.
10 A ti fui
encomendado desde antes de nacer;
desde el vientre de
mi madre, tú eres mi Dios.
11 No te alejes de
mí,
porque la angustia
está cerca
y no hay quien me
ayude.
12 Me han rodeado
muchos toros;
fuertes toros de
Basán me han cercado.
13 Abrieron contra mí
su boca
como león rapaz y
rugiente.
14 He sido derramado
como el agua
y todos mis huesos se
descoyuntaron.
Mi corazón fue como
cera,
derritiéndose dentro
de mí.
15 Como un tiesto se
secó mi vigor
y mi lengua se pegó a
mi paladar.
¡Me has puesto en el
polvo de la muerte!
16 Perros me han
rodeado;
me ha cercado una
banda de malignos;
desgarraron mis manos
y mis pies.
17 ¡Contar puedo
todos mis huesos!
Entre tanto, ellos me
miran y me observan.
18 Repartieron entre
sí mis vestidos
y sobre mi ropa
echaron suertes.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Copyright © 1995 by United Bible Societies
Proverbios 20:7 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
7 Camina en su
integridad el justo
y sus hijos son
dichosos después de él.
Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Copyright © 1995 by United Bible Societies
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