Día 184
2 Reyes 22:4-23:30; Hechos 21:37-22:16; Salmos 1:1-6; Proverbios 18:11-12 (Dios Habla Hoy)
2 Reyes 22:4-23:30 Dios Habla Hoy (DHH)
4 —Ve a ver a
Hilquías, el sumo sacerdote, y dile que reúna el dinero que ha sido llevado al
templo del Señor y que los porteros han recogido de entre la gente, 5 y que lo
entregue a los encargados de las obras del templo del Señor, para que ellos a
su vez paguen a los que trabajan en la reparación del templo, 6 es decir, a los
carpinteros, maestros de obras y albañiles, y también para que compren madera y
piedras de cantería para reparar el templo. 7 Dile también que no les pida
cuentas del dinero que se les entregue, porque actúan con honradez.
8 Hilquías, el sumo
sacerdote, le contó a Safán, el cronista, que había encontrado el libro de la
ley en el templo del Señor; y le entregó el libro, y Safán lo leyó. 9 Después
Safán fue a informar de esto al rey, y le dijo:
—Los siervos de Su
Majestad han fundido la plata que había en el templo, y la han entregado a los
encargados de reparar el templo del Señor.
10 También informó
Safán al rey de que el sacerdote Hilquías le había entregado un libro, y lo
leyó Safán al rey. 11 Al escuchar el rey lo que decía el libro de la Ley, se
rasgó la ropa, 12 y en seguida ordenó a Hilquías, a Ahicam, hijo de Safán, a
Acbor, hijo de Micaías, a Safán, el cronista, y a Asaías, oficial del rey:
13 —Vayan a consultar
al Señor por mí y por el pueblo y por todo Judá, en cuanto al contenido de este
libro que se ha encontrado; pues el Señor debe estar muy furioso contra
nosotros, ya que nuestros antepasados no prestaron atención a lo que dice este
libro ni pusieron en práctica todo lo que está escrito en él.
14 Hilquías, Ahicam,
Acbor, Safán y Asaías, fueron a ver a la profetisa Huldá, esposa de Salum, hijo
de Ticvá y nieto de Harhás, encargado del guardarropa del templo. Huldá vivía
en el Segundo Barrio de Jerusalén, y cuando le hablaron, 15 ella les contestó:
—Ésta es la respuesta
del Señor, Dios de Israel: “Díganle a la persona que los ha enviado a
consultarme, 16 que yo, el Señor, digo: Voy a acarrear un desastre sobre este
lugar y sobre sus habitantes, conforme a todo lo anunciado en el libro que ha
leído el rey de Judá. 17 Pues me han abandonado y han quemado incienso a otros
dioses, provocando mi irritación con todas sus prácticas; por eso se ha
encendido mi ira contra este lugar, y no se apagará. 18 Díganle, pues, al rey
de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, que el Señor, el Dios de
Israel, dice también: Por haber prestado atención a lo que has oído, 19 y
porque te has conmovido y sometido a mí al escuchar mi declaración contra este
lugar y sus habitantes, que serán arrasados y malditos, y por haberte rasgado
la ropa y haber llorado delante de mí, yo también por mi parte te he escuchado.
Yo, el Señor, te lo digo. 20 Por lo tanto, te concederé morir en paz y reunirte
con tus antepasados, sin que llegues a ver el desastre que voy a acarrear sobre
este lugar.”
Los enviados del rey
regresaron para llevarle a éste la respuesta.
23 Entonces el rey
mandó llamar a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén, para que se reunieran
con él. 2 Luego el rey y todos los hombres de Judá, y los habitantes de
Jerusalén, y los sacerdotes, los profetas y la nación entera, desde el más
pequeño hasta el más grande, fueron al templo del Señor. Allí el rey les leyó
en voz alta todo lo que decía el libro de la alianza que había sido encontrado
en el templo del Señor. 3 Luego el rey se puso de pie junto a la columna, y se
comprometió ante el Señor a obedecerle, a poner en práctica fielmente y con
toda sinceridad sus mandamientos, mandatos y leyes, y a cumplir las condiciones
de la alianza que estaban escritas en el libro. Y todo el pueblo aceptó también
el compromiso.
Reforma de Josías
4 Entonces el rey
ordenó a Hilquías, sumo sacerdote, y a su segundo sacerdote y a los porteros,
que sacaran del templo del Señor todos los objetos del culto de Baal y de Aserá
y de todos los astros del cielo, y los quemó en las afueras de Jerusalén, en
los campos de Cedrón, y llevó luego las cenizas a Betel. 5 Después quitó de sus
puestos a los sacerdotes que los reyes de Judá habían nombrado para que
quemaran incienso en los santuarios en lugares altos que había en las ciudades
de Judá y en los alrededores de Jerusalén, y a los sacerdotes que quemaban
incienso a Baal, al sol, a la luna, a los planetas y a todos los astros del
cielo. 6 Sacó fuera de Jerusalén la imagen de Aserá que estaba en el templo del
Señor, la quemó en el arroyo Cedrón hasta convertirla en ceniza y luego la
esparció sobre la fosa común. 7 También derrumbó las habitaciones dedicadas a
la prostitución entre hombres, que era practicada como un culto en el templo
del Señor, donde las mujeres tejían mantos para la diosa Aserá.
8 Después ordenó que
vinieran todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y profanó todos los
santuarios en lugares altos, desde Gueba hasta Beerseba, donde esos sacerdotes
habían quemado incienso, y derribó los altares de los demonios que había en la
puerta de Josué, gobernador de la ciudad, situados a la entrada de la ciudad,
al lado izquierdo. 9 Pero los sacerdotes de los santuarios en lugares altos no
iban al altar del Señor en Jerusalén, sino que comían pan sin levadura con sus
compañeros sacerdotes.
10 Josías también
profanó el quemadero que había en el valle de Ben-hinom, para que nadie quemara
a su hijo o a su hija como sacrificio a Moloc. 11 Quitó los caballos que los
reyes de Judá habían dedicado al sol, los cuales estaban a la entrada del
templo del Señor, junto a la habitación de Natán-mélec, el encargado de las
dependencias, y quemó también el carro del sol. 12 Además derribó los altares
que los reyes de Judá habían construido en la parte alta de la sala de Ahaz, y
los altares que Manasés había construido en los patios del templo del Señor;
los destrozó y arrojó sus escombros al arroyo Cedrón.
13 El rey profanó
también los santuarios paganos que había al oriente de Jerusalén, en la parte
sur del monte de los Olivos, los cuales había construido Salomón, rey de
Israel, para Astarté, diosa aborrecible de los sidonios; para Quemós, ídolo
aborrecible de los moabitas, y para Milcom, ídolo aborrecible de los amonitas.
14 También hizo pedazos las piedras y los troncos sagrados, y llenó de huesos
humanos los lugares donde habían estado. 15 En cuanto al altar y al santuario
pagano de Betel, que fueron construidos por Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo
pecar a los israelitas, Josías los destrozó hasta hacerlos polvo, y les prendió
fuego; y le prendió fuego también a la representación de Aserá.
16 Cuando Josías
regresó y vio los sepulcros que había en la colina misma, mandó que sacaran los
huesos que hubiera en ellos, y los quemó sobre el altar, profanándolo. Así se
cumplió la palabra del Señor trasmitida por el profeta que había anunciado esto.
17 Luego preguntó:
—¿Qué monumento es
ése que veo allá?
Los hombres de la
ciudad le respondieron:
—Es el sepulcro del
profeta que vino de Judá y anunció lo que Su Majestad ha hecho con el altar de
Betel.
18 Entonces Josías
ordenó:
—Déjenlo así. Que nadie
toque sus huesos.
Así se respetaron sus
restos y los del profeta que había venido de Samaria.
19 En cuanto a todos
los edificios de los santuarios paganos que había en Samaria, y que los reyes
de Israel habían construido provocando la ira del Señor, Josías los eliminó e
hizo con ellos lo mismo que había hecho en Betel. 20 Después mató sobre los
altares a todos los sacerdotes de los santuarios paganos que allí había, y
sobre ellos quemó huesos humanos. Después regresó a Jerusalén.
Josías celebra la Pascua
21 El rey ordenó a
todo el pueblo que celebrara la Pascua en honor del Señor su Dios, según estaba
escrito en el libro de la alianza. 22 Nunca se había celebrado una Pascua como
ésta desde la época de los caudillos que gobernaron en Israel, ni en todo el
tiempo de los reyes de Israel y de Judá. 23 Fue en el año dieciocho del reinado
de Josías cuando en Jerusalén se celebró aquella Pascua en honor del Señor.
Devoción de Josías
24 Josías eliminó
también a los brujos y adivinos, a los ídolos familiares y a otros ídolos, y a
todos los aborrecibles objetos de culto que se veían en Judá y en Jerusalén. Lo
hizo para cumplir los términos de la ley escritos en el libro que el sacerdote
Hilquías había encontrado en el templo del Señor. 25 No hubo ningún rey, ni antes
ni después de él, que como él se volviera al Señor con todo su corazón y con
toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a la ley de Moisés.
26 A pesar de ello,
el Señor siguió enojado, pues todavía estaba enfurecido contra Judá por todas
las ofensas con que Manasés le había provocado. 27 Por eso dijo el Señor que
iba a apartar de su presencia a Judá, como había apartado a Israel, y que iba a
rechazar la ciudad de Jerusalén que había escogido, y el templo en el que había
dicho que residiría su nombre.
Muerte de Josías
28 El resto de la
historia de Josías y de todo lo que hizo, está escrito en el libro de las
crónicas de los reyes de Judá. 29 En su tiempo, el faraón Necao, rey de Egipto,
se dirigió hacia el río Éufrates para ayudar al rey de Asiria. El rey Josías le
salió al encuentro; pero en Meguido, en cuanto Necao lo vio, lo mató. 30 Sus
oficiales pusieron su cadáver en un carro y lo llevaron desde Meguido a
Jerusalén, donde lo enterraron en su sepulcro. La gente del pueblo tomó
entonces a Joacaz, hijo de Josías, y lo consagraron como rey en lugar de su
padre.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Hechos 21:37-22:16 Dios Habla Hoy (DHH)
Discurso de Pablo
ante el pueblo
37 Cuando ya iban a
meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante del batallón:
—¿Puedo hablar con
usted un momento?
El comandante le
contestó:
—¿Sabes hablar
griego? 38 Entonces, ¿tú no eres aquel egipcio que hace algún tiempo comenzó
una rebelión y salió al desierto con cuatro mil guerrilleros?
39 Pablo le dijo:
—Yo soy judío,
natural de Tarso de Cilicia, ciudadano de una población importante; pero, por
favor, permítame usted hablar a la gente.
40 El comandante le
dio permiso, y Pablo se puso de pie en las gradas y con la mano hizo callar a
la gente. Cuando se hizo silencio, les habló en hebreo, diciendo:
22 «Hermanos y
padres, escuchen lo que les digo en mi defensa.»
2 Al oír que les
hablaba en hebreo, guardaron aún más silencio. Pablo continuó:
3 «Yo soy judío. Nací
en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí en Jerusalén y estudié bajo la dirección
de Gamaliel, muy de acuerdo con la ley de nuestros antepasados. Siempre he
procurado servir a Dios con todo mi corazón, tal como todos ustedes lo hacen
hoy día. 4 Antes perseguí a muerte a quienes seguían este Nuevo Camino, y los
arresté y metí en la cárcel, ya fueran hombres o mujeres. 5 El jefe de los
sacerdotes y todos los ancianos son testigos de esto. Ellos me dieron cartas
para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá en busca de creyentes,
para traerlos aquí a Jerusalén y castigarlos.
6 »Pero mientras iba
yo de camino, y estando ya cerca de Damasco, a eso del mediodía, una fuerte luz
del cielo brilló de repente a mi alrededor, 7 y caí al suelo. Y oí una voz, que
me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” 8 Pregunté: “¿Quién eres,
Señor?” Y la voz me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, el mismo a quien tú
estás persiguiendo.” 9 Los que iban conmigo vieron la luz, pero no oyeron la
voz del que me hablaba. 10 Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?” Y el Señor me
dijo: “Levántate y sigue tu viaje a Damasco. Allí se te dirá todo lo que debes
hacer.” 11 Como el brillo de la luz me dejó ciego, mis compañeros me llevaron
de la mano a Damasco.
12 »Allí había un
hombre llamado Ananías, que era muy piadoso y obediente a la ley de Moisés;
todos los judíos que vivían en Damasco hablaban muy bien de él. 13 Ananías vino
a verme, y al llegar me dijo: “Hermano Saulo, recibe de nuevo la vista.” En aquel
mismo momento recobré la vista, y pude verlo. 14 Luego añadió: “El Dios de
nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y para que veas
al que es justo y oigas su voz de sus propios labios. 15 Pues tú vas a ser
testigo suyo ante todo el mundo, y vas a contar lo que has visto y oído. 16 Y
ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando
el nombre del Señor.”
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Salmos 1 Dios Habla Hoy (DHH)
Felicidad verdadera
1 Feliz el hombre
que no sigue el
consejo de los malvados,
ni va por el camino
de los pecadores,
ni hace causa común
con los que se burlan de Dios,
2 sino que pone su
amor en la ley del Señor
y en ella medita
noche y día.
3 Ese hombre es como
un árbol
plantado a la orilla
de un río,
que da su fruto a su
tiempo
y jamás se marchitan
sus hojas.
¡Todo lo que hace, le
sale bien!
4 Con los malvados no
pasa lo mismo,
pues son como paja
que se lleva el viento.
5 Por eso los
malvados caerán bajo el juicio de Dios
y no tendrán parte en
la comunidad de los justos.
6 El Señor cuida el
camino de los justos,
pero el camino de los
malos lleva al desastre.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Proverbios 18:11-12 Dios Habla Hoy (DHH)
11 El rico cree que
sus riquezas
son una ciudad
protegida por altos muros.
12 Tras el orgullo
viene el fracaso;
tras la humildad, la
prosperidad.
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
No comments:
Post a Comment