Día 203
2 Crónicas 6:13b-8:10; Romanos 7:15-8:8; Salmos 18:1-15; Proverbios 19:24-25 (Traducción en lenguaje actual)
2 Crónicas 6:13-8:10 Traducción en lenguaje actual
(TLA)
12-13 Luego Salomón
subió sobre una plataforma de bronce que había construido en medio del patio
del templo. Esa plataforma medía dos metros veinticinco centímetros de largo y
de ancho, y un metro treinta y cinco centímetros de alto.
Entonces, a la vista
de todo el pueblo, Salomón se puso de rodillas delante del altar de Dios, y
levantando sus manos al cielo 14 dijo:
«Dios de Israel, ni
en el cielo ni en la tierra hay otro que se compare a ti. Tú cumples tu pacto y
amas profundamente a los que te obedecen de corazón.
15-16 »Dios de
Israel, hoy has cumplido una de tus promesas a mi padre. Ahora cumple también
la promesa que le hiciste, de que sus descendientes reinarían siempre en
Israel, si seguían su ejemplo. 17 Por eso, Dios nuestro, cumple las promesas
que le hiciste a mi padre.
18 »Dios mío, ni el
cielo ni la tierra son suficientes para ti, mucho menos esta casa que te he
construido. 19-21 Pero de todos modos te pido que escuches mi oración: Cuida de
esta casa de día y de noche, pues tú mismo has dicho que vivirás en ella.
Cuando estemos lejos de Jerusalén y oremos en dirección a tu templo, escucha
desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos.
22 »Si alguien
perjudica a otra persona, y delante del altar de este templo jura que no lo
hizo, 23 escucha desde el cielo y castígalo. Examínanos, y castiga al que
resulte culpable, pero deja libre al inocente.
24-25 »Si tu pueblo
Israel llega a pecar contra ti, y en castigo sus enemigos se lo llevan
prisionero, perdónalo y tráelo de nuevo a este país que tú les diste a sus
antepasados. Perdónalos, siempre y cuando vengan a tu templo y se arrepientan
de haberte ofendido.
26 »Si llegamos a
pecar contra ti, y en castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos,
siempre y cuando oremos en este lugar y nos arrepintamos de haberte ofendido.
27 Escúchanos desde el cielo, y perdónanos. Enséñanos a vivir haciendo lo
bueno, y mándanos de nuevo la lluvia que nos quitaste.
28-30 »Si en este
país nos llegara a faltar la comida, o nos atacaran enfermedades, o plagas de
hongos, langostas o pulgón, escúchanos cuando oremos a ti. Y si los enemigos
nos rodean, o atacan a alguna de las ciudades de Israel, escúchanos cuando
oremos a ti. Y cuando en medio de este sufrimiento alguno de nosotros, o todo el
pueblo de Israel, levante las manos hacia este templo y ore a ti, escúchanos
siempre desde el cielo, que es en donde vives, y perdónanos. Examínanos, y
danos lo que cada uno de nosotros se merezca. Sólo tú nos conoces de verdad. 31
Así que te serviremos y te obedeceremos durante toda nuestra vida en esta
tierra que nos diste.
32-33 »Cuando los
extranjeros sepan en su país lo grande y poderoso que eres, y vengan a orar a
este templo, escúchalos desde el cielo, que es tu casa. Dales todo lo que te
pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y te obedezcan, como lo
hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este templo lo construí para adorarte.
34 »Si tu pueblo va a
la guerra, y desde allí donde lo envíes ora a ti mirando hacia tu amada ciudad
de Jerusalén, y hacia este templo, 35 escucha desde el cielo sus oraciones y
ruegos, y ayúdalo.
36 »Dios mío, todos
somos pecadores, y si tu pueblo llega a pecar contra ti, a lo mejor te vas a
enojar tanto que lo entregarás a sus enemigos, y ellos se llevarán a tu pueblo
a otro lugar, lejano o cercano. 37-38 Pero si allí donde estén prisioneros, tu
pueblo se acerca a ti de nuevo, con toda sinceridad, atiéndelo. Si reconoce que
ha pecado y actuado mal, y te lo dice, óyelo. Si tu pueblo ora a ti y te ruega,
mirando hacia este país que le diste a sus antepasados, hacia esta ciudad de
Jerusalén, y hacia este templo, 39 escucha desde el cielo sus oraciones y
ruegos, y ayúdalo; perdónale a tu pueblo todos los pecados que haya cometido
contra ti.
40 »Dios mío, míranos
y escucha las oraciones que se hagan en este lugar.
41 »Y ahora, mi Dios,
¡ven con el cofre de
tu pacto,
que es símbolo de tu
poder,
al templo donde
vivirás para siempre!
»¡Tus sacerdotes,
Dios mío,
llevarán tu salvación
a todos!
¡Los que siempre te
obedecen
gozarán de
prosperidad!
42 »Dios mío,
no niegues tu apoyo
al rey que has
elegido;
acuérdate de la
obediencia de David,
tu servidor».
Consagración del
templo
7 En cuanto Salomón
terminó de orar, cayó fuego del cielo y quemó por completo las ofrendas y los
sacrificios. Luego, la presencia misma de Dios llenó el templo, 2 y por eso los
sacerdotes ya no pudieron entrar en él.
3 Cuando todos los
israelitas vieron descender el fuego y la presencia de Dios sobre el templo, se
arrodillaron y se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente; y adoraron a
Dios y le dieron gracias, diciendo una y otra vez: «Dios es bueno, y nunca deja
de amarnos».
4-5 Después, el rey,
junto con todo el pueblo, dedicó el templo a Dios, y sacrificó en su honor
veintidós mil toros y ciento veinte mil ovejas.
6 Todo el pueblo
estaba de pie. Los sacerdotes estaban en sus lugares y tocaban las trompetas;
los levitas tocaban los instrumentos musicales que David había fabricado para
dar gracias a Dios, y cantaban el canto que dice: «Dios nunca deja de amarnos».
7 Salomón dedicó a
Dios el centro del patio que está frente al templo, porque allí ofreció los
sacrificios para pedir el perdón de Dios. No los pudo presentar en el altar de
bronce que había mandado hacer, pues no cabían allí.
8-9 En esa ocasión,
Salomón celebró delante de Dios la fiesta de las enramadas, y una gran cantidad
de israelitas de todas partes del país asistió a la fiesta. En total la
celebración duró catorce días; siete para la dedicación del altar, y siete para
la fiesta de las enramadas. Al final celebraron un culto especial de adoración.
10 El día veintitrés
del mes de Etanim,[a] el rey despidió al pueblo. Ellos se fueron a sus casas
muy contentos por todo lo bueno que Dios había sido con su servidor David, con
Salomón y con su pueblo Israel.
Dios hace un pacto
con Salomón (1 R 9.1-9)
11 Cuando Salomón
terminó exitosamente todo lo que había planeado hacer en el templo de Dios y en
su palacio, 12-16 Dios se le apareció una noche y le dijo:
«He escuchado tu
oración, y he elegido este templo para que en él me ofrezcan sacrificios;
siempre viviré en él, y lo cuidaré y amaré. Todo el tiempo estaré atento y
escucharé las oraciones que aquí se hagan.
»Si ustedes me
desobedecen, no les enviaré lluvia, y les enviaré saltamontes para que devoren
sus cosechas, o les enviaré una enfermedad. Pero si mi pueblo se humilla, y ora
y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé en el
cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo.
17-18 »En cuanto a
ti, Salomón, si te comportas bien y me obedeces en todo, Israel siempre tendrá
como rey un descendiente tuyo. Así también se lo prometí a tu padre; compórtate
como él lo hizo.
19 »Pero si tú no me
obedeces, sino que sirves y adoras a otros dioses, 20 entonces expulsaré a
Israel de la tierra que le he dado. Abandonaré el templo que había elegido para
que me adoraran, y todas las naciones se burlarán de tu pueblo. 21 Este templo
no será más que un montón de ruinas, y todos los que pasen junto a él se
asombrarán y se burlarán, diciendo: “¿Por qué Dios ha hecho esto con Israel y
con este templo?” 22 Y se les contestará: “Porque Israel abandonó a su Dios,
quien lo había sacado de Egipto. Su pueblo adoró y obedeció a otros dioses. Por
eso Dios ha traído todo este mal sobre ellos”».
Otras actividades de
Salomón (1 R 9.10-28)
8 1-10 Salomón tardó
veinte años en construir el templo de Dios y su palacio. Además, conquistó el
poblado de Hamat, en la región de Sobá. También reconstruyó las ciudades que el
rey Hiram le entregó, y se las dio a los israelitas para que vivieran allí.
Salomón obligó a
trabajar a todos los descendientes de los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y
jebuseos que habían quedado en el país y que los israelitas dejaron con vida.
Ellos siguieron trabajando como esclavos hasta el día en que esto se escribió.
Pero a los israelitas no los obligó a trabajar como esclavos, sino que ellos
eran soldados, oficiales, jefes, capitanes, jinetes y conductores de carros de
guerra. Salomón tenía doscientos cincuenta capataces a cargo de los trabajos, y
ellos dirigían a los trabajadores en todo lo que tenían que hacer. Ellos
construyeron todo lo que el rey quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en
todo su territorio.
Éstas son algunas de
las obras que realizaron:
El templo de Dios.
El palacio del rey.
La ciudad de Tadmor
en el desierto.
Las ciudades de
Hamat, que al igual que muchas otras, usaba Salomón para guardar alimentos.
Bet-horón de arriba,
y Bet-horón de abajo.
Las ciudades
fortificadas con muros, puertas y barras.
El poblado de Baalat.
Las ciudades en donde
Salomón guardaba los carros de combate.
Los cuarteles de
caballería.
Footnotes:
2 Crónicas 7:10
Etanim. Véase nota en 5.3.
Traducción en
lenguaje actual (TLA)
Copyright © 2000 by
United Bible Societies
Romanos 7:15-8:8 Traducción en lenguaje actual (TLA)
15 La verdad es que
no entiendo nada de lo que hago, pues en vez de hacer lo bueno que quiero
hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 16 Pero, aunque hago lo que no quiero
hacer, reconozco que la ley es buena. 17 Así que no soy yo quien hace lo malo,
sino el pecado que está dentro de mí. 18 Yo sé que mis deseos egoístas no me
permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. 19 En
vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 20 Pero si
hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el
pecado que está dentro de mí.
21 Me doy cuenta
entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo. 22 En
lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. 23-25 Pero también me sucede
otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno.
Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo
único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios,
pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios?
¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!
El Espíritu de Dios
nos da vida
8 Por lo tanto, los
que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados. 2 Ahora, por estar
unidos a él, el Espíritu Santo nos controla y nos da vida, y nos ha librado del
pecado y de la muerte. 3 Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de
hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer
lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los
pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de
él, Dios destruyó al pecado. 4 Lo hizo para que ya no vivamos de acuerdo con
nuestros malos deseos, sino conforme a todos los justos mandamientos de la ley,
con la ayuda del Espíritu Santo.
5 Los que viven sin
controlar sus malos deseos, sólo piensan en hacer lo malo. Pero los que viven
obedeciendo al Espíritu Santo sólo piensan en hacer lo que desea el Espíritu. 6
Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces
quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu
Santo, entonces tendremos vida eterna y paz. 7 Los que no controlan sus malos
deseos sólo piensan en hacer lo malo. Son enemigos de Dios, porque no quieren
ni pueden obedecer la ley de Dios. 8 Por eso, los que viven obedeciendo sus
malos deseos no pueden agradarlo.
Traducción en
lenguaje actual (TLA)
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Salmos 18:1-15 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Gracias Dios mío
SALMO 18 (17)
Himno de David, fiel
servidor de Dios. David dedicó a Dios la letra de esta canción cuando Dios lo
salvó de Saúl y de todos sus enemigos. En aquella ocasión, David dijo:
18 ¡Dios mío, yo te
amo
porque tú me das
fuerzas!
2 Tú eres para mí
la roca que me da
refugio;
¡tú me cuidas y me
libras!
Me proteges como un
escudo,
y me salvas con tu
poder.
¡Tú eres mi más alto
escondite!
3 Tú mereces que te
alabe porque,
cuando te llamo,
me libras de mis enemigos.
4 Hubo una vez en que
la muerte
quiso atraparme entre
sus lazos,
fui arrastrado por
una corriente
que todo lo destruía.
5 Me vi atrapado por
la muerte,
me vi al borde de la
tumba.
6 Lleno de angustia
llamé a mi Dios,
y él me escuchó desde
su templo,
¡mi oración llegó
hasta sus oídos!
7 Hubo un temblor de
tierra,
y la tierra se
estremeció.
También los cerros
temblaron
desde sus cimientos;
¡temblaron por el
enojo de Dios!
8 Echaba humo por la
nariz,
arrojaba fuego por la
boca,
y lanzaba carbones
encendidos.
9 Dios partió el
cielo en dos
y bajó sobre una
espesa nube.
10 Cruzó los cielos
sobre un querubín;
se fue volando
sobre las alas del
viento.
11 Se escondió en la
oscuridad,
entre las nubes
cargadas de agua
que lo cubrían por
completo.
12 ¡De su grandioso
trono salían
nubes, granizos y
carbones encendidos!
13 De pronto, en el
cielo
se oyó una voz de
trueno:
¡era la voz del Dios
altísimo
que se dejó escuchar
entre granizos y
carbones encendidos!
14 Arrojó sus
relámpagos
como si disparara flechas;
¡dispersó a sus
enemigos,
y los hizo salir
corriendo!
15 Dios mío,
tú reprendiste al
mar,
y por causa de tu
enojo
el fondo del mar
quedó a la vista.
En tu enojo
resoplaste,
y los cimientos de la
tierra
quedaron al
descubierto.
Traducción en lenguaje
actual (TLA)
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United Bible Societies
Proverbios 19:24-25 Traducción en lenguaje actual
(TLA)
24 Hay gente tan
perezosa
que hasta de comer se
cansa.
25 El tonto sólo
aprende
a través del castigo;
al que es sabio le
basta
con sólo ser
reprendido.
Traducción en
lenguaje actual (TLA)
Copyright © 2000 by United Bible Societies
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