Hageo 1:1-2:23; Apocalipsis 11:1-19; Salmos 139; Proverbios 30:15-16 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
Hageo 1-2 Nueva Traducción Viviente
(NTV)
Un
llamado a reconstruir el templo
1
El 29 de agosto[a] del segundo año del reinado del rey Darío, el Señor dio un
mensaje por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador
de Judá, y a Jesúa,[b] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote:
2
«Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: el pueblo alega:
“Todavía no ha llegado el momento para reconstruir la casa del Señor”».
3
Entonces el Señor envió el siguiente mensaje por medio del profeta Hageo: 4
«¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en
ruinas?». 5 Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren
lo que les está pasando! 6 Han sembrado mucho pero cosechado poco; comen pero
no quedan satisfechos; beben pero aún tienen sed; se abrigan pero todavía
tienen frío. Sus salarios desaparecen, ¡como si los echaran en bolsillos llenos
de agujeros!».
7
Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les
está pasando! 8 Vayan ahora a los montes, traigan madera y reconstruyan mi
casa. Entonces me complaceré en ella y me sentiré honrado, dice el Señor. 9
Esperaban cosechas abundantes, pero fueron pobres; y cuando trajeron la cosecha
a su casa, yo la hice desaparecer con un soplo. ¿Por qué? Porque mi casa está
en ruinas, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, mientras ustedes se
ocupan de construir sus elegantes casas. 10 Es por causa de ustedes que los
cielos retienen el rocío y la tierra no produce cosechas. 11 Yo mandé la sequía
sobre sus campos y colinas; una sequía que destruirá el grano, el vino nuevo,
el aceite de oliva y las demás cosechas; una sequía que hará que ustedes y sus
animales pasen hambre y arruinará todo aquello por lo que tanto han trabajado».
Obediencia
al llamado de Dios
12
Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote,
y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del
Señor su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el Señor
su Dios había enviado, el pueblo temió al Señor. 13 Luego Hageo, el mensajero
del Señor, dio al pueblo el siguiente mensaje del Señor: «¡Yo estoy con
ustedes, dice el Señor!».
14
Entonces el Señor despertó el entusiasmo de Zorobabel, hijo de Salatiel,
gobernador de Judá, y de Jesúa, hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y de todo
el remanente del pueblo de Dios. Comenzaron a trabajar en la casa de su Dios,
el Señor de los Ejércitos Celestiales, 15 el 21 de septiembre[c] del segundo
año del reinado del rey Darío.
El
menor esplendor del nuevo templo
2
Entonces el 17 de octubre de ese mismo año,[d] el Señor envió otro mensaje por
medio del profeta Hageo: 2 «Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel,
gobernador de Judá, y a Jesúa,[e] hijo de Jehosadac, el sumo sacerdote, y al
remanente del pueblo de Dios allí en la tierra: 3 “¿Alguno de ustedes recuerda
esta casa —este templo— con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el
otro? ¡No se parecen en nada! 4 Sin embargo, ahora el Señor dice: Zorobabel, sé
fuerte. Jesúa, hijo de Jehosadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún
quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo
estoy con ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 5 Mi Espíritu
permanece entre ustedes, así como lo prometí cuando salieron de Egipto. Por lo
tanto, no teman”.
6
»El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los
cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. 7 Haré temblar a
todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo.
Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 8 La
plata es mía y el oro es mío, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 9 La
futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria, dice el Señor de
los Ejércitos Celestiales, y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los
Ejércitos Celestiales, he hablado!”».
Promesas
de bendición por la obediencia
10
El 18 de diciembre[f] del segundo año del reinado del rey Darío, el Señor envió
el siguiente mensaje al profeta Hageo: 11 «El Señor de los Ejércitos Celestiales
dice: pregunta a los sacerdotes acerca de la ley: 12 “Si alguno de ustedes trae
entre sus vestiduras sacerdotales carne de un sacrificio consagrado y sucede
que las vestiduras rozan con algún pan o guiso, vino o aceite de oliva o alguna
otra clase de alimento, ¿quedará el alimento también consagrado?”».
Entonces
los sacerdotes contestaron:
—No.
13
Luego Hageo preguntó:
—Si
alguien se vuelve ceremonialmente impuro por tocar a un muerto y después toca
cualquiera de esos alimentos, ¿se contaminará la comida?
—Sí
—contestaron los sacerdotes.
14
Entonces Hageo respondió:
—Así
mismo sucede con este pueblo y con esta nación, dice el Señor. Todo lo que
hacen y todo lo que ofrecen, está contaminado por su pecado. 15 Miren lo que
les pasaba antes de que comenzaran a edificar los cimientos del templo del
Señor. 16 Cuando esperaban veinte medidas de grano, cosechaban solo diez.
Cuando esperaban sacar cincuenta litros del lagar, encontraban solo veinte. 17
Yo envié plaga, moho y granizo para destruir todo aquello por lo que hicieron
tanto esfuerzo para producir. Aun así, rehusaban regresar a mí, dice el Señor.
18
»Consideren este día, el 18 de diciembre,[g] cuando los cimientos del templo del
Señor fueron establecidos. Considérenlo bien. 19 Ahora les doy una promesa
cuando la semilla aún está en el granero.[h] Todavía no han cosechado su grano,
ni las vides ni las higueras ni los granados ni los olivos han dado sus frutos.
Sin embargo, de hoy en adelante, yo los bendeciré.
Promesas
para Zorobabel
20
En ese mismo día, el 18 de diciembre,[i] el Señor envió este segundo mensaje a
Hageo: 21 «Dile a Zorobabel, gobernador de Judá, que yo estoy a punto de hacer
temblar los cielos y la tierra. 22 Derrocaré los tronos reales y destruiré el
poder de los reinos de las naciones. Volcaré sus carros de guerra, los caballos
caerán y los jinetes se matarán unos a otros.
23
»Pero cuando esto suceda, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, te
honraré, Zorobabel, hijo de Salatiel, mi siervo. Te haré como el anillo con mi
sello oficial, dice el Señor, porque te he escogido. ¡Yo, el Señor de los
Ejércitos Celestiales, he hablado!».
Footnotes:
1:1a En hebreo En el primer día del sexto
mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Muchos de los sucesos del libro de
Hageo pueden corroborarse con las fechas que aparecen en los registros persas
que se han conservado y pueden relacionarse de manera precisa con nuestro
calendario moderno. Ese suceso ocurrió el 29 de agosto del 520 a. C.
1:1b En hebreo Josué, una variante de
Jesúa; también en 1:12, 14.
1:15 En hebreo el día veinticuatro del
sexto mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso ocurrió el 21 de
septiembre del 520 a. C.; ver también la nota en 1:1a.
2:1 En hebreo el día veintiuno del séptimo
mes, del antiguo calendario lunar hebreo. Ese suceso (durante el segundo año
del reinado de Darío) ocurrió el 17 de octubre del 520 a. C.; ver también la
nota en 1:1a.
2:2 En hebreo Josué, una variante de Jesúa;
también en 2:4.
2:10 En hebreo El día veinticuatro del
noveno mes, del antiguo calendario lunar hebreo (similar en 2:18). Ese suceso
ocurrió el 18 de diciembre del 520 a. C.; ver también la nota en 1:1a.
2:18 O En este día, el 18 de diciembre,
consideren el día.
2:19 En hebreo ¿Está la semilla aún en el
granero?
2:20 En hebreo En el día veinticuatro del
[noveno] mes; ver la nota en 2:10.
Nueva
Traducción Viviente (NTV)
La
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Apocalipsis
11 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Los
dos testigos
11
Luego me fue dada una vara para medir y me fue dicho: «Ve y mide el templo de
Dios y el altar, y cuenta el número de adoradores; 2 pero no midas el atrio
exterior porque ha sido entregado a las naciones, las cuales pisotearán la
ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3 Mientras tanto yo daré poder a mis
dos testigos, y ellos se vestirán de tela áspera y profetizarán durante esos
1260 días».
4
Estos dos profetas son los dos olivos y los dos candelabros que están delante
del Señor de toda la tierra. 5 Si alguien trata de hacerles daño, sale fuego de
sus bocas y consume a sus enemigos. Así debe morir cualquiera que intente
hacerles daño. 6 Ellos tienen el poder de cerrar los cielos para que no llueva
durante el tiempo que profeticen. También tienen el poder de convertir los ríos
y los mares en sangre, y de azotar la tierra cuantas veces quieran con toda
clase de plagas.
7 Cuando
los testigos hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del
abismo sin fondo[a] declarará la guerra contra ellos, los conquistará y los
matará. 8 Y sus cuerpos quedarán tendidos en la calle principal de
Jerusalén,[b] la ciudad que simbólicamente se llama «Sodoma» y «Egipto», la
ciudad en la cual su Señor fue crucificado. 9 Y durante tres días y medio,
todos los pueblos y todas las tribus, lenguas y naciones se quedarán mirando
los cadáveres. A nadie se le permitirá enterrarlos. 10 Los que pertenecen a
este mundo se alegrarán y se harán regalos unos a otros para celebrar la muerte
de los dos profetas que los habían atormentado.
11
Pero después de tres días y medio, Dios sopló vida en ellos, ¡y se pusieron de
pie! El terror se apoderó de todos los que estaban mirándolos. 12 Luego una
fuerte voz del cielo llamó a los dos profetas: «¡Suban aquí!». Entonces ellos
subieron al cielo en una nube mientras sus enemigos los veían.
13
En ese mismo momento, hubo un gran terremoto que destruyó la décima parte de la
ciudad. Murieron siete mil personas en el terremoto, y todos los demás quedaron
aterrorizados y le dieron la gloria al Dios del cielo.
14
El segundo terror ya pasó, pero mira, el tercer terror viene pronto.
La
séptima trompeta trae el tercer terror
15
Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban
en el cielo:
«Ahora
el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo,[c]
y él reinará por siempre y para siempre».
16
Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se
postraron rostro en tierra y lo adoraron, 17 diciendo:
«Te
damos gracias, Señor Dios, el Todopoderoso,
el que es y que siempre fue,
porque
ahora has tomado tu gran poder
y has comenzado a reinar.
18
Las
naciones se llenaron de ira,
pero ahora el tiempo de tu ira ha llegado.
Es
tiempo de juzgar a los muertos
y de recompensar a tus siervos, los
profetas,
y también a tu pueblo santo
y
a todos los que temen tu nombre,
desde el menos importante hasta el más
importante.
Es
tiempo de destruir
a todos los que han causado destrucción en
la tierra».
19
Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía
ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y
hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo.
Footnotes:
11:7 O del abismo, o del averno.
11:8 En griego de la gran ciudad.
11:15 O su Mesías.
Nueva
Traducción Viviente (NTV)
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Salmos
139 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Salmo
139
Para
el director del coro: salmo de David.
1
Oh
Señor, has examinado mi corazón
y sabes todo acerca de mí.
2
Sabes
cuándo me siento y cuándo me levanto;
conoces mis pensamientos aun cuando me
encuentro lejos.
3
Me
ves cuando viajo
y cuando descanso en casa.
Sabes todo lo que hago.
4
Sabes
lo que voy a decir
incluso antes de que lo diga, Señor.
5
Vas
delante y detrás de mí.
Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
6
Semejante
conocimiento es demasiado maravilloso para mí,
¡es tan elevado que no puedo entenderlo!
7
¡Jamás
podría escaparme de tu Espíritu!
¡Jamás podría huir de tu presencia!
8
Si
subo al cielo, allí estás tú;
si desciendo a la tumba,[a] allí estás tú.
9
Si
cabalgo sobre las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
10
aun
allí me guiará tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
11
Podría
pedirle a la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta
en noche;
12
pero ni siquiera en la oscuridad puedo
esconderme de ti.
Para
ti, la noche es tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
13
Tú
creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi
madre.
14
¡Gracias
por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy
bien.
15
Tú
me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la
oscuridad de la matriz.
16
Me
viste antes de que naciera.
Cada día de mi vida estaba registrado en tu
libro.
Cada
momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.
17
Qué
preciosos son tus pensamientos acerca de mí,[b] oh Dios.
¡No se pueden enumerar!
18
Ni
siquiera puedo contarlos;
¡suman más que los granos de la arena!
Y
cuando despierto,
¡todavía estás conmigo!
19
¡Oh
Dios, si tan solo destruyeras a los perversos!
¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos!
20
Blasfeman
contra ti;
tus enemigos hacen mal uso de tu nombre.
21
Oh
Señor, ¿no debería odiar a los que te odian?
¿No debería despreciar a los que se te
oponen?
22
Sí,
los odio con todas mis fuerzas,
porque tus enemigos son mis enemigos.
23
Examíname,
oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce los pensamientos que me
inquietan.
24
Señálame
cualquier cosa en mí que te ofenda
y guíame por el camino de la vida eterna.
Footnotes:
139:8 En hebreo al Seol.
139:17 O Qué preciosos son para mí tus
pensamientos.
Nueva
Traducción Viviente (NTV)
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Proverbios
30:15-16 Nueva Traducción Viviente (NTV)
15
La
sanguijuela tiene dos bocas que chupan,
y gritan: «¡Más, más!».[a]
Hay
tres cosas que nunca se sacian;
no, son cuatro las que nunca dicen
«¡basta!»:
16
la
tumba,[b]
la matriz estéril,
el desierto árido,
y el fuego abrasador.
Footnotes:
30:15 En hebreo dos hijas que gritan:
«¡Dame, dame!».
30:16 En hebreo el Seol.
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