Miqueas 1:1-4:13; Apocalipsis 6:1-17; Salmos 134; Proverbios 30:1-4 (Dios Habla Hoy (DHH))
Miqueas 1-4 Dios Habla Hoy (DHH)
Juicio
de Dios sobre Samaria
1
Éste es el mensaje que el Señor dirigió a Miqueas de Moréset y lo que por
revelación le comunicó acerca de Samaria y Jerusalén, en el tiempo en que
Jotam, Ahaz y Ezequías reinaban en Judá.
2
Pueblos
todos, escuchen esto;
habitantes
de todo el país, pongan atención:
El
Señor, desde su santo templo,
va
a ser testigo contra ustedes.
3
El
Señor saldrá del lugar donde habita
y
vendrá caminando sobre las cumbres de los montes.
4
Debajo
de sus pies se fundirán los montes
como
cera puesta al fuego,
y
los valles se abrirán en dos
como
cortados por las aguas de un torrente.
5
Todo
esto por la rebeldía del pueblo de Jacob,
por
los pecados del reino de Israel.
¿Dónde
está la rebeldía de Jacob?
¡En
el pueblo de Samaria!
¿Y
dónde los santuarios paganos de Judá?
¡En
la misma Jerusalén!
6
Por
eso dice el Señor:
«Haré
de la ciudad de Samaria un montón de ruinas,
un
campo abierto donde plantar viñedos.
Esparciré
por el valle las piedras de la ciudad
y
pondré al descubierto sus cimientos.
7
Todos
sus ídolos quedarán hechos pedazos,
y
quemados todos sus troncos sagrados.
Puesto
que fueron hechos con dinero de prostitutas,
en
dinero de prostitutas los convertiré otra vez.»
Lamento
de Miqueas
8
Por
eso lloraré con profunda tristeza;
por
eso andaré descalzo y desnudo,
aullando
como un chacal
y
gritando como un pollo de avestruz.
9
Porque
la herida de Samaria es incurable:
ha
alcanzado a Judá
y
ha llegado hasta Jerusalén,
la
ciudad donde vive mi pueblo.
10
No
digan esto a los habitantes de Gat;
no
se echen a llorar.
Revuélquense
de dolor
entre
el polvo de Bet-le-afrá.
11
¡Habitantes
de Safir, vayan al destierro,
desnudos
y llenos de vergüenza!
¡No
saldrán los que viven en Zaanán!
¡Hay
llanto en Bet-ésel,
y
ustedes van a quedar sin su apoyo!
12
Los
que viven en Marot se retuercen de dolor ansiando sentirse bien,
porque
el Señor ha hecho que el mal llegue
a
las puertas mismas de Jerusalén.
13
Ustedes,
habitantes de Laquis,
que
fueron rebeldes como Israel,
que
fueron la causa del pecado de Sión,
enganchen
caballos a sus carros.
14
Despídanse
para siempre de Moréset-gat.
La
ciudad de Aczib servirá de trampa
a
los reyes de Israel.
15
El
Señor dice:
«Contra
ustedes, los que viven en Maresá,
enviaré
de nuevo un conquistador,
y
lo más escogido de Israel
irá
a meterse en la cueva de Adulam.
16
Y
tú, ciudad de Sión,
rápate
la cabeza en señal de dolor,
a
causa de los hijos que tanto amas.
Rápate
hasta quedar calva como un buitre,
porque
tus hijos van a ser llevados al destierro.»
El
poder de los opresores
2
¡Ay de aquellos que aun en sus sueños
siguen
planeando maldades,
y que
al llegar el día las llevan a cabo
porque
tienen el poder en sus manos!
2
Codician
terrenos, y se apoderan de ellos;
codician
casas, y las roban.
Oprimen
al hombre y a su familia,
al
propietario y a su herencia.
3
Por
eso dice el Señor:
«Yo
también tengo planes contra ustedes.
Voy
a enviarles una desgracia
de
la que no podrán librar su cuello,
y
ya no podrán caminar orgullosamente
porque
serán tiempos de desastre.
4
En
aquel día les cantarán a ustedes
canciones
en son de lamento. Les dirán:
“Hemos
sido completamente destruidos;
nuestro
pueblo, propiedad del Señor,
ha
cambiado de dueño sin que nadie lo impida;
nuestros
campos han sido repartidos
entre
nuestros conquistadores.”»
5
Por
eso ustedes no tendrán parte
en
el pueblo del Señor.
Los
malos profetas
6
«¡Que
no nos vengan con profecías! —dicen ellos.
¡La
desgracia no podrá alcanzarnos!»
7
¿Acaso
está maldito el pueblo de Jacob?
¿Es
que Dios ha perdido la paciencia?
¿Es
así como Dios actúa?
¿Acaso
no beneficia su palabra
al
que se porta rectamente?
8
Ustedes
se han alzado en contra de mi pueblo.
Les
arrebatan las ropas de valor
a
los que vuelven de la guerra
pensando
que ya están a salvo.
9
De
sus amados hogares
arrojan
a las mujeres,
y
a sus niños los privan para siempre
del
honor que les he dado.
10
¡Levántense!
¡Caminen!
Éste
no es lugar de descanso;
a
causa de la corrupción que hay en él,
será
destruido completamente.
11
Si
alguien inventa mentiras, y dice:
«Yo
anuncio vino y licor»,
ése
es el profeta ideal para este pueblo.
Dios
promete liberar a su pueblo
12
Voy
a reunir a todo el pueblo de Jacob;
voy
a recoger al pequeño resto de Israel.
Los
juntaré como ovejas en el redil,
como
rebaño en el pastizal,
y
harán el ruido de una multitud.
13
Dios
irá abriéndoles camino,
y
ellos le seguirán
y
saldrán por la puerta de la ciudad.
Su
rey, el Señor,
marchará
al frente de todos.
Mensaje
contra los malos gobernantes
3
Escuchen ahora, gobernantes y jefes de Israel,
¿acaso
no corresponde a ustedes
saber
lo que es la justicia?
2
En
cambio, odian el bien y aman el mal;
despellejan
a mi pueblo
y
le dejan los huesos pelados.
3
Se
comen vivo a mi pueblo;
le
arrancan la piel y le rompen los huesos;
lo
tratan como si fuera carne para la olla.
4
Un
día llamarán ustedes al Señor,
pero
él no les contestará.
En
aquel tiempo se esconderá de ustedes
por
las maldades que han cometido.
Mensaje
contra los profetas engañadores
5
Mi
pueblo sigue caminos equivocados
por
culpa de los profetas que lo engañan,
que
anuncian paz a quienes les dan de comer
pero
declaran la guerra
a
quienes no les llenan la boca.
El
Señor dice a esos profetas:
6
«No
volverán ustedes a tener
visiones
proféticas en la noche
ni
a predecir el futuro en la oscuridad.»
El
sol se pondrá para esos profetas,
y
el día se les oscurecerá.
7
Esos
videntes y adivinos
quedarán
en completo ridículo.
Todos
ellos se quedarán callados
al
no recibir respuesta de Dios.
8
En
cambio, a mí, el espíritu del Señor
me
llena de fuerza, justicia y valor,
para
echarle en cara a Israel su rebeldía y su pecado.
Ruina
de Jerusalén
9
Escuchen
esto ahora, gobernantes y jefes de Israel,
ustedes
que odian la justicia
y
tuercen todo lo que está derecho,
10
que
construyen Jerusalén, la ciudad del monte Sión,
sobre
la base del crimen y la injusticia.
11
Los
jueces de la ciudad se dejan sobornar,
los
sacerdotes enseñan sólo por dinero
y
los profetas venden sus predicciones
alegando
que el Señor los apoya, y diciendo:
«El
Señor está con nosotros;
nada
malo nos puede suceder.»
12
Por
lo tanto, por culpa de ustedes,
Jerusalén,
la ciudad del monte Sión,
va
a quedar convertida en barbecho,
en
un montón de ruinas,
y
el monte del templo se cubrirá de maleza.
El
reinado de paz del Señor
4
En los últimos tiempos quedará afirmado
el
monte donde se halla el templo del Señor.
Será
el monte más alto;
más
alto que cualquier otro monte.
Todas
las naciones vendrán a él;
2
pueblos
numerosos llegarán, diciendo:
«Vengan,
subamos al monte del Señor,
al
templo del Dios de Jacob,
para
que él nos enseñe sus caminos
y
podamos andar por sus senderos.»
Porque
de Sión saldrá la enseñanza del Señor,
de
Jerusalén vendrá su palabra.
3
El
Señor juzgará entre las naciones
y
decidirá los pleitos de pueblos numerosos,
aun
de los más lejanos.
Ellos
convertirán sus espadas en arados
y
sus lanzas en hoces.
Ningún
pueblo volverá a tomar las armas contra otro
ni
a recibir instrucción para la guerra.
4
Todos
vivirán entonces sin temor,
y
cada cual podrá descansar
a
la sombra de su vid y de su higuera.
¡Son
las propias palabras del Señor todopoderoso!
5
Los
otros pueblos obedecen a sus propios dioses,
pero
nosotros siempre obedeceremos
al
Señor nuestro Dios.
El
Señor salvará a su pueblo
6-7
Esto afirma el Señor:
«En
aquel día reuniré a mis ovejas,
a
las que había castigado:
a
las impedidas, cansadas y dispersas.
Con
ellas, con las que hayan quedado,
haré
una nación poderosa.
Yo,
el Señor, gobernaré a mi pueblo
desde
el monte Sión, ahora y siempre.
8
Y
tú, Jerusalén, torre y fortaleza de Sión,
tú
volverás a ser la capital del reino,
la
gran señora que antes fuiste.»
9
Ahora
pues, ¿por qué gritas así,
como
una mujer con dolores de parto?
¿Acaso
porque en ti no hay rey?
¿O
porque han muerto tus consejeros?
10
Retuércete
y grita, ciudad de Sión,
como
una mujer con dolores de parto,
porque
tu gente va a salir de ti y tendrá que vivir a campo abierto,
y
aun llegará hasta Babilonia.
Pero
allí librará el Señor a su pueblo;
lo
salvará de sus enemigos.
11
Ahora
muchas naciones
se
han juntado en contra tuya,
diciendo:
«¡Vamos a darnos el gusto
de
ver a Jerusalén profanada!»
12
Pero
esas naciones no conocen
los
pensamientos y los planes de Dios;
no
saben que él las va a juntar
como
manojos de espigas en la era.
13
tate
y trilla, ciudad de Sión!
Porque
el Señor dice:
«Yo
te daré la fuerza de un toro
de
cuernos de hierro y pezuñas de bronce,
para
que destroces a muchos pueblos.
Tú
les quitarás sus riquezas mal habidas
y
me las consagrarás a mí,
al
Señor de toda la tierra.»
Dios
Habla Hoy (DHH)
Dios
habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Apocalipsis 6 Dios Habla Hoy (DHH)
Los
cuatro primeros sellos
6
Luego vi cuando el Cordero rompía el primero de los siete sellos, y oí que uno
de aquellos cuatro seres vivientes decía con voz que parecía un trueno: «¡Ven!»
2 Miré, y vi un caballo blanco, y el que lo montaba llevaba un arco en la mano.
Se le dio una corona, y salió triunfante y para triunfar.
3
Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí que el segundo de los seres vivientes
decía: «¡Ven!» 4 Y salió otro caballo. Era de color rojo, y el que lo montaba
recibió poder para quitar la paz del mundo y para hacer que los hombres se
mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.
5
Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí que el tercero de los seres
vivientes decía: «¡Ven!» Miré, y vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía
una balanza en la mano. 6 Y en medio de los cuatro seres vivientes oí una voz
que decía: «Solamente un kilo de trigo por el salario de un día, y tres kilos
de cebada por el salario de un día; pero no eches a perder el aceite ni el
vino.»
7
Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí que el cuarto de los seres
vivientes decía: «¡Ven!» 8 Miré, y vi un caballo amarillento, y el que lo
montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el que representaba al reino de la
muerte, y se les dio poder sobre la cuarta parte del mundo, para matar con
guerras, con hambres, con enfermedades y con las fieras de la tierra.
El
quinto y el sexto sellos
9
Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar a los que habían
sido degollados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber sido fieles a
su testimonio. 10 Decían con fuerte voz: «Soberano santo y fiel, ¿cuándo
juzgarás a los habitantes de la tierra y vengarás nuestra muerte?» 11 Entonces
se les dieron ropas blancas, y se les dijo que descansaran aún por un poco de
tiempo, hasta que se completara el número de sus hermanos que, en el servicio a
Dios, tenían que ser muertos como ellos.
12
Cuando el Cordero rompió el sexto sello, miré, y hubo un gran terremoto. El sol
se volvió negro, como ropa de luto; toda la luna se volvió roja, como la
sangre, 13 y las estrellas cayeron del cielo a la tierra, como caen los higos
verdes de la higuera cuando ésta es sacudida por un fuerte viento. 14 El cielo
desapareció como un papel que se enrolla, y todas las montañas y las islas
fueron removidas de su lugar. 15 Y los reyes del mundo se escondieron en las
cuevas y entre las rocas de las montañas, junto con los grandes, los jefes
militares, los ricos, los poderosos y todos los esclavos y los hombres libres;
16 y decían a las montañas y a las rocas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos
de la presencia del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero! 17
Porque ha llegado ya el gran día del castigo, ¿y quién podrá resistir?»
Dios
Habla Hoy (DHH)
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habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Salmos 134 Dios Habla Hoy (DHH)
Que
el Señor te bendiga
(1a)
Cántico de las subidas.
134
(1b) ¡Vamos, siervos del Señor!
¡Bendigan
al Señor todos ustedes,
que
están en su templo por las noches!
2
¡Eleven
sus manos al santuario
y
bendigan al Señor!
3
¡Que
el Señor, creador del cielo y de la tierra,
te
bendiga desde el monte Sión!
Dios
Habla Hoy (DHH)
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habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Proverbios 30:1-4 Dios Habla Hoy (DHH)
30
Dichos de Agur, hijo de Jaqué de Masá. Agur habló a Itiel y a Ucal de la
siguiente manera:
2
Soy
el más estúpido de los hombres,
no
hay en mí entendimiento humano.
3
No
he adquirido sabiduría,
ni
sé nada acerca del Santísimo.
4
¿Quién
ha subido y bajado del cielo?
¿Quién
puede contener el viento en su puño?
¿Quién
envuelve al mar en su capa?
¿Quién
estableció los límites de la tierra?
¡No
me digas que sabes su nombre,
y
aun el nombre de su hijo!
Dios
Habla Hoy (DHH)
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habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
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