Zacarías 10:1-11:17; Apocalipsis 18:1-24; Salmos 146; Proverbios 30:33 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Zacarías 10-11 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
Inutilidad
de los ídolos
10
Pidan al Señor que llueva en primavera,
pues
él es quien envía los temporales
y
hace llover en abundancia,
brotando
así hierba en el campo para todos.
2
Los
ídolos sólo ofrecen vanas promesas,
y
los adivinos falsas visiones;
anuncian
sueños engañosos
y
prometen consuelos ilusorios
Por
eso [el pueblo] anda errante,
abatido
como rebaño sin pastor.
Liberación
y retorno
3
Ardo
de ira contra los pastores,
castigaré
a los guías del rebaño.
El
Señor del universo ha visitado al pueblo de Judá,
que
es su rebaño, y hará de él
su
caballo victorioso en el combate.
4
Porque
de él saldrá la piedra angular,
las
estacas de la tienda y el arco de guerra,
además
de todos sus caudillos.
5
Juntos
se lanzarán al combate
como
valientes guerreros,
pisando
el barro de las calles;
peleará
junto a ellos el Señor
y
cubrirán de vergüenza
a
los jinetes enemigos.
6
Haré
fuerte al pueblo de Judá
y
daré la victoria a la descendencia de José.
Los
repatriaré, pues me compadezco de ellos,
y
será como si nunca los hubiera rechazado,
pues
soy el Señor, su Dios, que los escucha.
7
Los
de Efraín serán como héroes,
animosos
como después de haber bebido;
sus
hijos se alegrarán al verlos,
saltará
de júbilo en el Señor su corazón.
8
Los
reuniré con un silbido,
pues
yo soy quien los ha rescatado,
y
serán tan numerosos como antes.
9
Yo
los dispersaré entre las naciones,
pero
me recordarán estando lejos,
criarán
hijos y regresarán.
10
Haré
que vuelvan de Egipto,
los
recogeré de Asiria
para
traerlos a Galaad y al Líbano,
y
ni aún así tendrán sitio suficiente.
11
Atravesarán
el mar de la angustia,
mientras
el Señor golpeará las olas del mar
y
el cauce del río quedará seco.
Será
abatido el orgullo de Asiria
y
el poder de Egipto acabará.
12
Cifrarán
su fuerza en el Señor
y
en su nombre avanzarán,
—oráculo
del Señor—.
11
Abre, Líbano, tus puertas
y
que el fuego devore tus cedros.
2
Gime,
ciprés, de dolor,
porque
ha caído el cedro
y
han sido abatidos los poderosos.
Laméntense,
encinas de Basán,
porque
han talado
el
bosque impenetrable.
3
Oigan
el lamento de los pastores
porque
ha sido arrancado
el
esplendor de sus praderas;
Escuchen
cómo rugen
los
cachorros de león
porque
ha sido asolada
la
espesura del Jordán.
Alegoría
de los dos pastores
4
Así dice el Señor, mi Dios:
—
Apacienta estas ovejas destinadas al matadero, 5 las que degüellan impunemente
sus compradores mientras dice el que las vende: “Bendito sea el Señor que me ha
hecho rico”. Ni sus propios pastores se compadecen de ellas. 6 Pues bien,
tampoco yo tendré compasión de los que habitan esta tierra —oráculo del Señor—;
voy a entregar a todos y cada uno a merced de sus vecinos y de sus reyes que
devastarán el país sin que yo los libre de sus manos.
7
Me puse a apacentar las ovejas que los tratantes habían destinado al matadero.
Así que tomé dos cayados: al uno lo llamé “Gracia” y al otro “Concordia”. Seguí
apacentando al rebaño 8 y en un solo mes despedí a tres pastores, pues yo no
los pude aguantar y ellos se cansaron de mí. 9 Entonces dije:
—
No los apacentaré más; la que haya de morir, que muera; la que haya de perecer,
que perezca; y las que sobrevivan, que se devoren unas a otras.
10
Tomé luego mi cayado “Gracia” y lo quebré en señal de que rompía el pacto
sellado con todos los pueblos. 11 Quedó, pues, roto el pacto en aquel día y los
tratantes de ovejas, que estaban observándome, reconocieron que era el Señor
quien hablaba. 12 Yo les propuse:
—
Si les parece bien, denme mi salario; y si no, déjenlo.
Entonces
pesaron lo que me correspondía como salario y me dieron treinta siclos de
plata. 13 El Señor, por su parte, me dijo:
—
Echa al tesoro [del Templo] ese buen precio en que me han valorado.
Tomé
los treinta siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor. 14
Quebré luego mi segundo cayado de nombre “Concordia”, como señal de que rompía
la hermandad entre Judá e Israel. 15 Y el Señor me dijo:
—
Toma los aperos de un pastor irresponsable. 16 Porque voy a suscitar en este
país un pastor que no se preocupará de la oveja descarriada, ni buscará la
extraviada, ni curará la que está herida, ni alimentará a la sana; al
contrario, comerá la carne de las gordas y les arrancará hasta las pezuñas.
17
¡Ay
del pastor irresponsable
que
abandona el rebaño!
¡Que
la espada le cercene el brazo
y
le salte el ojo derecho!
¡Que
su brazo se seque del todo
y
su ojo derecho se apague por completo!
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Apocalipsis 18 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
La
caída de Babilonia
18
Vi después bajar del cielo a otro ángel con inmenso poder. Su resplandor
iluminó la tierra, 2 y proclamó con fuerte voz:
—
¡Por fin cayó Babilonia, la poderosa!
Hoy
es mansión de demonios,
guarida
de espíritus impuros
y
de toda clase de aves
inmundas
y asquerosas.
3
Porque
ella emborrachó
con
el vino de su desenfrenada lujuria
a
gentes de toda procedencia;
adulteró
con los reyes de la tierra,
y
a costa de su lujo desmedido
se
enriquecieron los traficantes del mundo.
4
Y oí otra voz que decía desde el cielo:
—
Sal de ella, pueblo mío,
pues
si te haces cómplice de sus pecados,
también
te alcanzarán sus castigos.
5
Hasta
el cielo se han amontonado sus pecados
y
Dios no ha querido ignorar
por
más tiempo sus crímenes.
6
Páguenle
con su misma moneda,
y
aun denle el doble de su merecido:
en
la copa de sus desenfrenos
viertan
doble amargura.
7
Cuanto
se procuró de lujos y placeres,
denle
de tormentos y desdichas.
Vean
cómo alardea en su interior:
“Ocupo
un trono de reina;
no
soy viuda y jamás conoceré el dolor.”
8
Pero
en un solo día vendrán sobre ella
las
calamidades que tiene merecidas
—muerte,
luto y hambre—
y
quedará abrasada por el fuego.
Poderoso
es para ello el Señor Dios que la condenó.
Lamentación
ante la ruina
9
Los poderosos de la tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres,
prorrumpirán en llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera. 10
Estremecidos de horror ante el suplicio, exclamarán desde lejos:
— ¡Desgraciada
de ti, la gran ciudad,
Babilonia,
la ciudad tan poderosa!
¡Un
instante ha bastado
para
consumarse tu condena!
11
También los traficantes de la tierra prorrumpirán en llanto y gemidos por ella,
porque ya nadie les comprará sus mercancías: 12 oro, plata, piedras preciosas y
perlas; lino, púrpura, seda y escarlata; maderas aromáticas, objetos de marfil,
de maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, clavo,
perfumes, mirra e incienso; vino y aceite; trigo y flor de harina; ovejas y
ganado mayor; caballos y carros; esclavos y vidas humanas.
14
Ya
no gustarás más
los
frutos sazonados que tanto apetecías;
ya
todas tus riquezas y tus lujos
huyeron
para no volver jamás.
15
Todos estos traficantes, enriquecidos a su costa, se mantendrán a distancia
estremecidos de horror ante su tormento y entre lágrimas y lamentos 16
exclamarán:
¡Desgraciada
de ti, la gran ciudad,
que
en otro tiempo te vestías
de
lino, púrpura y grana,
y
te adornabas con oro,
piedras
preciosas y perlas!
17
¡Un
instante ha bastado
para
arrasar tanta riqueza!
A
su vez, los capitanes de barco, los oficiales, los marineros y todos cuantos
faenan en el mar, se mantenían de pie a lo lejos 18 y exclamaban al contemplar
la humareda de la ciudad incendiada:
—
¿Hubo alguna vez una ciudad tan grande como esta? 19 Y, echándose polvo sobre
la cabeza, lloraban y se lamentaban, diciendo:
—
¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
fuente
de riqueza para cuantos
surcaban
los mares con sus barcos!
¡Un
instante ha bastado
para
convertirte en ruinas!
20
¡Alégrate,
cielo, al contemplarla,
y
ustedes también, los consagrados a Dios,
los
apóstoles y los profetas,
porque
Dios ha vengado en ella la causa de ustedes!
21
Un ángel poderoso levantó entonces un gran peñasco, como una gigantesca rueda
de molino, y lo arrojó al mar, exclamando:
—
Así, violentamente, será arrojada
Babilonia,
la gran ciudad,
y
nunca más se sabrá de ella.
22
Ya
no se volverá a escuchar en ti
el
son de los arpistas y los músicos,
el
son de los que tocan
la
flauta y la trompeta.
Ya
no habrá en ti artesanos
ni
se oirá el rumor
de
la rueda molinera.
23
La
luz de la lámpara
no
alumbrará más en ti,
ni
volverán a oírse en tus calles
los
cantos del novio y de la novia.
Y
es que tus traficantes
llegaron
a ser los grandes de la tierra
y
con tus sortilegios
engañaste
a todas las naciones.
24
Estás
manchada con la sangre
de
profetas y de consagrados a Dios,
con
la sangre de todos
los
que han sido asesinados en la tierra.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 146 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
Salmo
146 (145)
Alabaré
al Señor mientras viva
146
¡Aleluya!
¡Alma
mía, alaba al Señor!
2
Alabaré
al Señor mientras viva,
mientras
exista cantaré a mi Dios.
3
No
confíen en los poderosos,
en
quienes son incapaces de salvar.
4
Expiran
y vuelven a la tierra,
ese
día sucumben sus proyectos.
5
Feliz
al que ayuda el Dios de Jacob,
quien
pone su esperanza en Dios su Señor,
6
el
que hizo el cielo y la tierra,
el
mar y cuanto lo llena.
El
Dios que siempre permanece fiel,
7
que
hace justicia a los oprimidos
y
da pan a quien tiene hambre;
el
Señor libera a los cautivos,
8
el
Señor da la vista a los ciegos,
el
Señor levanta a los abatidos,
el
Señor ama a los justos.
9
El
Señor protege al extranjero,
a
la viuda y al huérfano sostiene,
trastorna
los planes del malvado.
10
¡El
Señor reina por siempre,
tu
Dios, Sión, por generaciones!
¡Aleluya!
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Proverbios 30:33 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
33
apretar
la leche produce manteca,
apretar
la nariz produce sangre,
apretar
la ira produce riñas.
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