Joel 1:1-3:21; Apocalipsis 1:1-20; Salmos 128; Proverbios 29:18 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Joel 1-3 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
La
plaga de langostas
1
La palabra del Señor vino a Joel, hijo de Petuel:
2
«Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes, los habitantes de toda la
tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus días, o en los días de sus
padres? 3 Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus hijos a sus propios
hijos, y ellos a la generación siguiente. 4 Lo que la oruga dejó se lo comió el
saltón, y lo que dejó el saltón se lo comió el revoltón, y lo que el revoltón
dejó se lo comió la langosta.
5
»Despierten, borrachos, y lloren; y todos ustedes, los que beben vino, giman
por causa del mosto, porque se les va a quitar de la boca. 6 Un pueblo fuerte y
muy numeroso viene contra mi tierra. Sus dientes y sus muelas parecen de león.
7 Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera; la ha dejado completamente pelada
y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado desnudas!
8
»Llora tú, como la joven que guarda luto por el esposo de su juventud. 9 En la
casa del Señor ya no hay ofrendas ni libaciones; los sacerdotes que sirven al
Señor están de luto. 10 Los campos están asolados y de luto, porque el trigo ha
sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.
11
»Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense por el trigo y la cebada, porque
se han perdido las cosechas. 12 Las vides están secas; perecieron las higueras
y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del
campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.
13
»Ustedes los sacerdotes, ministros del altar, ¡vístanse de luto y lloren!
Vengan y duerman con el cilicio puesto, ministros de mi Dios, porque en la casa
de su Dios ya no hay ofrendas ni libaciones. 14 Proclamen ayuno, convoquen a
una asamblea; congreguen en la casa del Señor su Dios a los ancianos y a todos
los habitantes de la tierra, e imploren su ayuda.
15
»¡Ay del día del Señor! Cercano está, y viene como un día de destrucción de
parte del Todopoderoso. 16 Ante nuestros propios ojos nos ha sido arrebatado el
alimento, la alegría y el placer de estar en la casa de nuestro Dios.
17
»El trigo se ha secado, o bien se pudre bajo los terrones; los graneros han
sido derribados y los alfolíes han sido destruidos. 18 Gimen las bestias, los
hatos de bueyes y los rebaños de ovejas, porque ya no hay pastos.»
19
Clamo a ti, Señor, porque el fuego ha consumido los pastos del desierto; las
llamas redujeron a cenizas a todos los árboles del campo. 20 También las
bestias del campo braman pidiendo tu ayuda, porque se han secado los arroyos, y
el fuego ha consumido las praderas del desierto.
2
Toquen la trompeta en Sión; den la alarma en mi santo monte; tiemblen todos los
habitantes de la tierra, porque el día del Señor viene, y ya se acerca. 2 Será
un día de tinieblas y de oscuridad, un día de nubes y sombras. Se aproxima un
ejército pueblo grande y poderoso, como nunca antes lo hubo ni lo habrá después
durante muchas generaciones. Viene como el alba, cuando se extiende sobre los
montes. 3 Lo precede un fuego consumidor, y llamas destructoras cierran su
marcha. Antes de que pasen, la tierra es como el huerto de Edén; pero después de
que han pasado queda la tierra como un desierto deshabitado. ¡Nadie puede
librarse de ellos! 4 Su aspecto y su carrera es semejante al de los caballos y
al de los soldados de caballería. 5 Cuando saltan sobre las cumbres de los
montes, su estruendo es como el de los carros de guerra, como el crujir de las
llama de fuego cuando consumen la hojarasca, ¡como el de un ejército poderoso y
dispuesto para la batalla! 6 Ante ellos, los pueblos se llenan de miedo y todos
los rostros palidecen. 7 Corren como soldados, trepan por los muros como
guerreros; cada uno de ellos mantiene la marcha, sin cambiar el rumbo. 8
Ninguno estorba a su compañero; cada uno mantiene el paso; ¡no hay espada que
los detenga! 9 Como ladrones, caen sobre la ciudad, corren por la muralla, trepan
por las casas, ¡entran por las ventanas!
10
Ante ellos, tiembla la tierra y se estremecen los cielos; el sol y la luna se
oscurecen, y se apaga el resplandor de las estrellas. 11 El Señor mismo da las
órdenes al frente de su ejército. Muy grandes son sus batallones, y fuertes son
los que cumplen la orden. ¡Grande y terrible es el día del Señor! ¿Quién podrá
resistir?
La
misericordia del Señor
12
Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y
lamentos.
—Palabra
del Señor.
13
Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su Dios, porque
él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, y
le pesa castigar. 14 Tal vez el Señor su Dios cambie de parecer y deje
bendiciones tras de sí, es decir, trigo y vino para que le presenten ofrendas y
libaciones.
15
¡Toquen la trompeta en Sión! ¡Proclamen ayuno! ¡Convoquen a una asamblea! 16
¡Reúnan al pueblo y santifiquen la reunión! ¡Junten a los ancianos y a los
niños de pecho! ¡Que salgan de la cámara nupcial el novio y la novia! 17 Y
ustedes los sacerdotes, ministros del Señor, lloren entre la entrada y el
altar, y digan:
«Señor,
¡perdona a tu pueblo! No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones
los dominen! ¡No permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha
abandonado!»
18
Entonces el Señor mostrará su amor por su tierra, y perdonará a su pueblo. 19
El Señor responderá y dirá a su pueblo:
«Voy
a enviarles pan, y mosto y aceite, para que coman hasta saciarse, y nunca más
volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones. 20 Haré que esa gente del
norte se aleje de ustedes, y los lanzaré a una tierra seca y desierta; su
vanguardia la arrojaré hacia el mar oriental, y su retaguardia la echaré al mar
occidental. Su hedor putrefacto se esparcirá por los aires, porque yo hago
grandes cosas.»
21
Y tú, tierra, ¡alégrate y llénate de gozo! No temas, que el Señor hará grandes
cosas. 22 Y ustedes, animales del campo, no teman, porque los pastos del
desierto volverán a reverdecer, y los árboles, las higueras y las vides
volverán a dar su fruto. 23 Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y
llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a
su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al
principio. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y
aceite. 25 Yo les resarciré por los daños que les causaron la oruga, el saltón,
el revoltón y la langosta, ese gran ejército que el Señor envió contra ustedes.
Derramamiento
del espíritu de Dios
26
«Ustedes comerán hasta saciarse, y alabarán mi nombre, pues yo, el Señor su
Dios, haré maravillas entre ustedes. Y nunca más mi pueblo será avergonzado. 27
Entonces sabrán ustedes que yo estoy en medio de Israel, y que yo soy el Señor
su Dios, y nadie más. Y mi pueblo nunca más será avergonzado.
28
»Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos
y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes
recibirán visiones.
29
»En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi
espíritu. 30 Y haré prodigios en el cielo y en la tierra, con sangre y fuego y
columnas de humo.»
31
El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el
día grande y terrible del Señor. 32 Y todo aquel que invoque el nombre del
Señor será salvo, y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha
llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como
el Señor lo ha dicho.
Juicio
del Señor sobre las naciones
3
«En esos días, y llegado el momento, haré que Judá y Jerusalén vuelvan del
cautiverio. 2 Entonces reuniré a todas las naciones, y las llevaré al valle de
Josafat, y allí entraré en juicio con ellas, porque ellas esparcieron entre las
naciones a mi pueblo Israel, y repartieron mi propia tierra, 3 echaron suertes
sobre mi pueblo, entregaron a los niños a cambio de una prostituta, y vendieron
a las niñas a cambio de vino para emborracharse.
4
»¿Qué tengo yo que ver con ustedes, Tiro y Sidón, y con todo el territorio de
Filistea? ¿Acaso quieren vengarse de mí? Porque, si ustedes se vengan de mí,
¡muy pronto haré que su merecido recaiga sobre su cabeza! 5 Porque ustedes se
llevaron mi plata y mi oro, y todas mis cosas bellas y hermosas, y las metieron
en sus templos. 6 Además, a los hijos de Judá y de Jerusalén los vendieron a
los griegos, para alejarlos de su tierra. 7 Por eso yo los traeré de ese país
donde los vendieron, y a ustedes le daré su merecido: 8 venderé sus hijos y sus
hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, que son una
nación lejana; porque yo, el Señor, lo he dicho.
9
»¡Proclamen la guerra entre las naciones! ¡Despierten a los valientes y
acérquense! ¡Vengan todos los hombres de guerra! 10 ¡Tomen sus azadones y sus
hoces, y con ese metal hagan espadas y lanzas! ¡Que saque el débil fuerza de
flaqueza! 11 Y ustedes todas, naciones vecinas, ¡júntense y vengan! ¡Reúnanse!
Yo, el Señor, haré que tus fuertes acudan a este llamado. 12 ¡Que se despierten
las naciones y suban al valle de Josafat! Yo voy a sentarme allí para juzgar a
todas las naciones de alrededor. 13 ¡Echen mano a la hoz, que la mies ya está
madura! ¡Vengan acá, que el lagar está rebosante! ¡Llenen las cubas, que ya es
demasiada la maldad de ellos!»
Liberación
de Judá
14
Son muchos los pueblos en el valle de la decisión, porque ya se acerca el día
del Señor en el valle de la decisión. 15 El sol y la luna se oscurecerán, y las
estrellas opacarán su resplandor. 16 Desde Sión, el Señor lanzará un rugido;
desde Jerusalén, dejará oír su voz. Los cielos y la tierra se estremecerán,
pero el Señor será la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de
Israel.
17
«Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sión, mi
santo monte. Jerusalén será una ciudad santa, y ningún extraños volverá a pasar
por ella.»
18
Cuando llegue ese momento, los montes destilarán mosto, por las colinas fluirá
leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas. En la casa del Señor
brotará un manantial, que regará el valle de Sitín. 19 Por causa de la injuria
inferida a los hijos de Judá, Egipto será destruido, y Edom quedará hecho un
desierto desolado, pues en su tierra derramaron sangre inocente. 20 Pero Judá
será habitada para siempre, lo mismo que Jerusalén por todas las generaciones.
21 Y el Señor limpiará la sangre derramada, la cual no quedará sin castigo. Y
el Señor habitará en Sión.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Apocalipsis 1 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
La
revelación de Jesucristo
1
Esta revelación Dios se la dio a Jesucristo para que mostrara a sus siervos lo
que pronto tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel y se la dio a conocer
a su siervo Juan, 2 y éste da fe de todo lo que ha visto, y de la palabra de
Dios y del testimonio de Jesucristo. 3 Bienaventurado el que lee, y los que
oyen las palabras de esta profecía, y observan lo que en ella está escrito,
porque el tiempo está cerca.
Saludos
a las siete iglesias
4
Yo, Juan, me dirijo a las siete iglesias que están en Asia. Que la gracia y la
paz estén con ustedes, de parte del que es, el que era, y el que ha de venir, y
de los siete espíritus que están ante su trono, 5 y de Jesucristo, el testigo
fiel, primogénito de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra. Él
nos amó; con su sangre nos lavó de nuestros pecados, 6 y nos hizo reyes y
sacerdotes para Dios, su Padre. Por eso, a él sea dada la gloria y el poder por
los siglos de los siglos. Amén. 7 ¡Miren! ¡Ya viene en las nubes! Y todos lo
verán, aun los que lo traspasaron; y todas las naciones de la tierra harán lamentación
por él. Sí, amén.
8
Dios el Señor dice: «Yo soy el Alfa y la Omega, [el principio y el fin,][a] el
que es, el que era, y el que ha de venir. Soy el Todopoderoso.»
Una
visión del Hijo del Hombre
9
Yo, Juan, soy hermano de ustedes y participo con ustedes en la tribulación, en
el reino y en la paciencia de Jesucristo. Por causa de la palabra de Dios y del
testimonio de Jesucristo estaba yo en la isla de Patmos. 10 En el día del Señor
quedé bajo el poder del Espíritu, y detrás de mí oí una fuerte voz, parecida al
sonido de una trompeta, 11 que decía: «Escribe en un libro lo que ves, y
envíalo a estas siete iglesias: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis,
Filadelfia y Laodicea.»
12
Yo volví la mirada para ver de quién era la voz que hablaba conmigo, y al
volverme vi siete candeleros de oro; 13 en medio de los siete candeleros vi a
alguien, semejante al Hijo del Hombre, que vestía un ropaje que le llegaba
hasta los pies, y que llevaba un cinto de oro a la altura del pecho. 14 Su
cabeza y sus cabellos eran blancos como lana. Parecían de nieve. Sus ojos
chispeaban como una llama de fuego. 15 Sus pies eran semejantes al bronce
pulido, y brillaban como en un horno; su voz resonaba como el estruendo de un
poderoso caudal de agua; 16 en su mano derecha llevaba siete estrellas, y de su
boca salía una aguda espada de doble filo; su rostro era radiante, como el sol
en todo su esplendor.
17
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre
mí, y me dijo: «No temas. Yo soy el primero y el último, 18 y el que vive.
Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Amén. Yo tengo las llaves de la
muerte y del infierno. 19 Escribe esto que has visto, y lo que ahora sucede, y
lo que va a suceder después de esto. 20 Éste es el significado de las siete
estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candeleros de oro:
las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete
candeleros que has visto, son las siete iglesias.
Footnotes:
Apocalipsis 1:8 El texto entre corchetes se
halla sólo en mss. tardíos.
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Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos 128 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
Las
bendiciones del Señor
Cántico
gradual.
128
¡Dichosos todos los que honran al Señor!
¡Dichosos
los que van por sus caminos!
2
¡Dichoso
serás, y te irá bien,
cuando
te alimentes del fruto de tu trabajo!
3
En
la intimidad de tu casa,
tu
esposa será como una vid con muchas uvas;
alrededor
de tu mesa
tus
hijos serán como retoños de olivo.
4
Así
bendice el Señor
a
todo aquel que le honra.
5
¡Que
el Señor te bendiga desde el monte Sión!
¡Que
veas en vida el bienestar de Jerusalén!
6
¡Que
llegues a ver a tus nietos!
¡Que
haya paz en Israel!
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Proverbios 29:18 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
18
Cuando
no hay visión, el pueblo se desvía;
¡dichoso
aquél que obedece la ley!
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Valera Contemporánea (RVC)
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