Malaquías 1:1-2:17; Apocalipsis 21:1-27; Salmos 149; Proverbios 31:10-24 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Malaquías 1-2 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
Título
1
Profecía. Palabra que el Señor dirigió a Israel por medio de Malaquías.
La
elección de Israel
2
El Señor dice: “Yo los amo”. Pero ustedes responden: “¿Cómo muestras que nos
amas?”. ¿No era Esaú hermano de Jacob? —oráculo del Señor—. Sin embargo, amé a
Jacob 3 y aborrecí a Esaú, cuyos montes convertí en desolación y cuya heredad
abandoné a los chacales del desierto. 4 Puesto que Edom dice: “Hemos sido
destrozados, pero reconstruiremos las ruinas”, así responde el Señor del
universo: Ellos edificarán y yo derribaré; y se dirá de ellos que son un país
malvado y un pueblo contra el cual el Señor se ha airado perpetuamente. 5
Cuando lo vean con sus propios ojos, dirán: “El Señor muestra su grandeza aún
más allá de las fronteras de Israel”.
Reproches
contra los sacerdotes
6
El Señor del universo les dice a ustedes, sacerdotes, que menosprecian su
nombre: El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, yo soy padre,
¿dónde está mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está la reverencia que se me debe?
Ustedes le responden: “¿En qué forma menospreciamos tu nombre?”. 7 Pues en que
ofrecen sobre mi altar alimentos impuros. Pero ustedes vuelven a preguntar:
“¿En qué te hemos mancillado?”. Lo hacen al considerar que la mesa del Señor
puede ser menospreciada. 8 Cuando ofrecen animales ciegos para el sacrificio,
¿no piensan que está mal? Y cuando ofrecen animales lisiados o enfermos, ¿no
piensan que está mal? Anden, ofrézcanselo a su gobernador, ¿creen que le
agradarán y que los acogerá favorablemente? —dice el Señor del universo—. 9 Así
pues, supliquen el favor de Dios para que se apiade de nosotros. Porque si esto
es lo que ofrecen, ¿creen que los acogerá favorablemente? —dice el Señor del
universo—. 10 ¡Ojalá alguien entre ustedes cerrara las puertas [del Templo]
para que no encendieran mi altar inútilmente! Ustedes no me agradan —dice el
Señor del universo—, ni me complace la ofrenda de sus manos. 11 Porque, desde
el levante hasta el poniente, se reconoce la grandeza de mi nombre en todas las
naciones, y en todo lugar se me ofrece incienso y una ofrenda pura. Ciertamente
se reconoce la grandeza de mi nombre en todas las naciones —dice el Señor del
universo—, 12 pero ustedes lo profanan cuando dicen: “La mesa del Señor está
contaminada y su comida es despreciable”. 13 Exclaman: “¡Qué hastío!”, y lo
desprecian —dice el Señor del universo—. Me traen animales robados, lisiados y
enfermos, y los presentan como ofrenda: ¿puedo yo agradarme en ella?, dice el
Señor. 14 Maldito el tramposo que, teniendo un macho sano en su rebaño y habiendo
hecho un voto, sacrifica uno dañado al Señor. Yo soy el Gran Rey —dice el Señor
del universo— y mi nombre es respetado entre las naciones.
Contraste
con el sacerdocio de Leví
2
A ustedes, pues, sacerdotes se dirige esta amonestación: 2 Si no están atentos
y no se proponen de corazón el honrar mi nombre —dice el Señor del universo—,
enviaré maldición sobre ustedes y convertiré en maldición sus bendiciones. De
hecho, ya he decidido convertirlas en maldición porque ninguno de ustedes toma
en consideración este aviso. 3 Miren, he decidido apartarlos del sacerdocio y
echarles a la cara los excrementos de sus celebraciones religiosas, con los que
también ustedes serán barridos. 4 Así reconocerán que soy yo el que les dirijo
esta amonestación para salvaguardar mi alianza con Leví —dice el Señor del
universo—. 5 Mi alianza le ofrecía vida y paz, y se las otorgué para que me
respetara; y, en efecto, respetó y reverenció mi nombre. 6 La enseñanza de su
boca fue verdadera, y en sus labios nunca se halló maldad; la concordia y la
rectitud caracterizaron su conducta respecto a mí, y consiguió que muchos se
arrepintieran de sus culpas. 7 Y es que un sacerdote debe atesorar sabiduría, y
de su boca se espera que salga la enseñanza, pues es un mensajero del Señor del
universo. 8 Sin embargo, ustedes se desviaron del camino, hicieron tropezar a
muchos con su enseñanza y quebrantaron la alianza de Leví —dice el Señor del
universo—. 9 Así, pues, yo haré que todo el pueblo los considere despreciables
y viles, ya que ninguno de ustedes observa mis preceptos ni son imparciales al
aplicar la ley.
Reproches
contra la infidelidad
10
¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos creó un mismo Dios? ¿Por qué, pues,
traiciona cada uno a su hermano, incumpliendo la alianza que Dios hizo con
nuestros antepasados? 11 Judá ha cometido traición; en Israel y en Jerusalén se
han hecho cosas aborrecibles, pues Judá ha profanado el santuario amado por el
Señor al permitir matrimonios con mujeres que adoran a dioses extranjeros. 12
Que el Señor extirpe de la nación israelita a quien hace tal cosa, al
instigador, al que la realiza y a quien luego presenta ofrendas al Señor del
universo. 13 Pero es que todavía añaden más: cubren el altar del Señor de
lágrimas, llanto y gemidos porque él ya no acepta con agrado sus ofrendas. 14
“¿Por qué sucede así?” —ustedes se preguntan—. Pues porque el Señor es testigo
de que tú has sido infiel a la esposa de tu juventud, la esposa y compañera con
quien te comprometiste. 15 ¿No ha hecho Dios un solo ser, un cuerpo animado por
el espíritu? ¿Y qué es lo que busca este único ser? Pues una descendencia
concedida por Dios. Así que cuiden su espíritu y no traicionen a la esposa de
su juventud. 16 Pues el que repudia a su esposa porque ha dejado de amarla
—dice el Señor, Dios de Israel— se comporta de forma violenta, —dice el Señor
del universo—. Así pues, cuiden su espíritu y no sean infieles.
Anuncio
del juicio del Señor
17
Ustedes han hastiado al Señor con sus palabras, y aún preguntan: “¿En qué forma
lo hemos hastiado?”. Lo han hecho al afirmar que quien obra mal agrada y
complace al Señor, y también al preguntar: “¿Dónde está el Dios que hace
justicia?”.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Apocalipsis 21 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
Un
cielo nuevo y una tierra nueva
21
Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Nada quedaba del primer cielo ni
de la primera tierra; nada del antiguo mar. 2 Vi también bajar del cielo la
ciudad santa, la nueva Jerusalén. Venía de Dios, ataviada como una novia que se
engalana para su esposo. 3 Y oí una voz poderosa que decía desde el trono:
—
Esta es la morada que Dios ha establecido entre los seres humanos. Habitará con
ellos, ellos serán su pueblo y él será su Dios. 4 Enjugará las lágrimas de sus
ojos, y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo lo viejo
ha desaparecido.
5
El que estaba sentado en el trono anunció:
—
Voy a hacer nuevas todas las cosas.
Y
añadió:
—
Palabras verdaderas y dignas de crédito son estas. ¡Escríbelas!
6
Finalmente, me dijo:
—
¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento
le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida. 7 Al vencedor le
reservo esta herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo. 8 Pero los cobardes,
los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los hechiceros,
los idólatras y todos los embaucadores están destinados al lago ardiente de
fuego y azufre, es decir, a la segunda muerte.
La
nueva Jerusalén
9
Uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas con las siete últimas
calamidades, se acercó a mí y me dijo:
—
¡Ven! Quiero mostrarte la novia, la esposa del Cordero.
10
Me llevó, pues, en visión a una montaña altísima. Allí me mostró la ciudad
santa, Jerusalén, que descendía del cielo enviada por Dios, 11 resplandeciente
de gloria divina. Su brillo era como el de una piedra preciosa deslumbrante,
como el del jaspe cristalino. 12 Su muralla era alta y maciza, y doce ángeles
custodiaban sus doce puertas, en las que estaban grabados los nombres de las
doce tribus de Israel. 13 Tres puertas daban al oriente y tres al norte; tres
al sur y tres al occidente. 14 La muralla se asienta sobre doce pilares, que
tienen grabados los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
15
El ángel que hablaba conmigo tenía una vara de oro para medir la ciudad, sus
puertas y sus murallas. 16 La ciudad estaba edificada sobre una planta
cuadrada: igual de larga que de ancha. El ángel midió la ciudad con la vara, y
resultaron doce mil estadios. Lo mismo medía de largo, de ancho y de alto. 17
Luego midió la muralla, que resultó de ciento cuarenta y cuatro codos; todo
ello según las medidas humanas utilizadas por el ángel.
18
Toda la muralla era de jaspe, y la ciudad, de oro puro semejante a límpido
cristal. 19 Los pilares sobre los que se asentaba la muralla de la ciudad
estaban adornados con toda clase de piedras preciosas. El primer pilar era de
jaspe; el segundo de zafiro; el tercero de calcedonia; el cuarto de esmeralda;
20 el quinto de sardonio; el sexto de cornalina; el séptimo de crisólito; el
octavo de berilo; el noveno de topacio; el décimo de crisopasa; el undécimo de
jacinto, y el duodécimo de amatista. 21 En cuanto a las doce puertas, eran doce
perlas. Cada puerta estaba hecha de una sola perla. Y la plaza de la ciudad era
de oro puro, como cristal transparente.
Dios
y el Cordero son la luz
22
Pero no vi templo alguno en la ciudad, porque el Señor Dios, dueño de todo, y
el Cordero son su Templo. 23 Tampoco necesita sol ni luna que la alumbren; la
ilumina la gloria de Dios, y su antorcha es el Cordero. 24 La luz de esta
ciudad alumbrará el destino de los pueblos, y los reyes del mundo vendrán a
rendirle homenaje. 25 No se cerrarán sus puertas al anochecer pues allí no
habrá noche; 26 y le llevarán como ofrenda el poderío y la riqueza de los
pueblos. 27 Y nada manchado entrará en ella: ningún depravado, ningún
embaucador; tan sólo los inscritos en el libro de la vida del Cordero.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 149 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
Salmo
149
Que
Israel se regocije en su creador
149
¡Aleluya!
Canten
al Señor un cántico nuevo,
alábenlo
en la asamblea de los fieles.
2
Que
Israel se regocije en su creador,
que
los hijos de Sión se gocen en su rey.
3
Que
alaben su nombre entre danzas,
que
le canten con cítara y pandero,
4
porque
el Señor ama a su pueblo,
a
los humildes honra con la victoria.
5
Que
los fieles exulten triunfantes,
que
en sus lechos griten de alegría,
6
con
himnos a Dios en sus gargantas
y
espadas de dos filos en sus manos;
7
se
vengarán así de las naciones,
castigarán
a los pueblos,
8
apresarán
a sus reyes con grilletes,
a
sus poderosos con cadenas de hierro.
9
Se
cumplirá de este modo la sentencia escrita,
y
será un honor para todos sus fieles.
¡Aleluya!
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
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España
Proverbios 31:10-24 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
Conclusión:
la mujer ideal
10
¿Quién
encontrará a una mujer ideal?
Vale
mucho más que las piedras preciosas.
11
Su
marido confía plenamente en ella
y
no le faltan ganancias.
12
Le
da beneficios sin mengua
todos
los días de su vida.
13
Adquiere
lana y lino
y
los trabaja con finas manos.
14
Es
como un barco mercante
que
de lejos trae provisiones.
15
Se
levanta cuando aún es de noche
para
dar de comer a su familia
y
organizar a sus criadas.
16
Examina
y compra tierras,
con
sus ganancias planta viñas.
17
Se
arremanga con decisión
y
trabaja con energía.
18
Comprueba
si sus negocios van bien
y
de noche no apaga su lámpara.
19
Sus
manos se aplican al telar
y
sus dedos manejan la aguja.
20
Tiende
sus manos al necesitado
y
ofrece su ayuda al indigente.
21
No
teme por su familia cuando nieva,
pues
todos los suyos van bien abrigados.
22
Fabrica
sus propias mantas
y
se viste con las telas más finas.
23
Su
marido es conocido en la ciudad
y
se sienta con los ancianos del lugar.
24
Teje
y vende prendas de lino
y
provee de cinturones al comerciante.
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Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
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