Josué 9:3-10:43; Lucas 16:19-17:10; Salmos 83; Proverbios 13:4 (Nueva Traducción Viviente (NTV))
Josué 9:3-10:43 Nueva Traducción
Viviente (NTV)
3
Sin embargo, cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a
Jericó y a la ciudad de Hai, 4 recurrieron al engaño para salvarse la vida.
Enviaron a unos representantes ante Josué y, sobre sus asnos, cargaron alforjas
desgastadas y odres viejos y remendados. 5 Se pusieron ropa harapienta y se
calzaron sandalias gastadas y remendadas. Además, llevaban pan seco y mohoso. 6
Cuando llegaron al campamento de Israel, en Gilgal, les dijeron a Josué y a los
hombres de Israel:
—Venimos
de una tierra lejana para pedirles que hagan un tratado de paz con nosotros.
7
Entonces los israelitas les respondieron a esos heveos:
—¿Cómo
podemos saber que ustedes no viven cerca? Pues si viven cerca, no podemos hacer
ningún tratado de paz con ustedes.
8
Ellos respondieron:
—Nosotros
somos sus siervos.
—Pero
¿quiénes son ustedes? —preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?
9
Ellos contestaron:
—Nosotros
sus siervos venimos de un país muy lejano. Hemos oído del poder del Señor su
Dios y de todo lo que hizo en Egipto. 10 También hemos oído de lo que les hizo
a los dos reyes amorreos que vivían al oriente del río Jordán: a Sehón, rey de
Hesbón, y a Og, rey de Basán (quien vivía en Astarot). 11 Entonces nuestros
ancianos y todo nuestro pueblo nos dieron las siguientes instrucciones: “Lleven
provisiones para un largo viaje. Vayan al encuentro del pueblo de Israel y
díganle: ‘Somos sus siervos; les suplicamos que hagan un tratado con
nosotros’”.
12
»Este pan estaba caliente, recién salido del horno, cuando partimos de nuestros
hogares. Pero ahora, como pueden ver, está seco y mohoso. 13 Estos odres
estaban nuevos cuando los llenamos, pero ahora están viejos y rotos. Y nuestra
ropa y las sandalias que traemos puestas están desgastadas de tan largo viaje.
14
Entonces los israelitas revisaron el alimento de los gabaonitas pero no
consultaron al Señor. 15 Así que Josué hizo un tratado de paz con ellos y les
garantizó seguridad, y los líderes de la comunidad ratificaron el acuerdo
mediante un juramento que los obligaba a cumplirlo.
16
Tres días después de hacer el tratado, ¡los israelitas se enteraron de que esa
gente en realidad vivía cerca! 17 Enseguida salieron a investigar y, en tres
días, llegaron a sus ciudades, las cuales se llamaban Gabaón, Cafira, Beerot y
Quiriat-jearim. 18 Sin embargo, como los líderes israelitas habían hecho un
voto en el nombre del Señor, Dios de Israel, no atacaron a ninguna de las
ciudades gabaonitas.
Entonces
el pueblo de Israel se quejó contra sus líderes por causa del tratado. 19 Pero
los líderes respondieron: «Dado que hicimos un juramento en presencia del
Señor, Dios de Israel, no podemos tocarlos. 20 Lo que tenemos que hacer es
dejarlos con vida, porque el enojo divino caería sobre nosotros si no
cumpliéramos nuestro juramento. 21 Déjenlos vivir». Así que los hicieron cortar
leña y llevar agua para toda la comunidad, tal como lo indicaron los líderes
israelitas.
22
Entonces Josué reunió a los gabaonitas y les dijo:
—¿Por
qué nos mintieron? ¿Por qué dijeron que vivían en una tierra lejana, si en
realidad viven aquí mismo, entre nosotros? 23 ¡Malditos sean! De ahora en
adelante, siempre serán siervos encargados de cortar madera y de llevar agua
para la casa de mi Dios.
24
Ellos le respondieron:
—Lo
hicimos porque a nosotros, sus siervos, se nos dijo con claridad que el Señor
su Dios le ordenó a Moisés, siervo del Señor, que les entregara toda esta
tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Así que temimos profundamente
por nuestra vida a causa de ustedes. Por eso hicimos lo que hicimos. 25 Ahora
estamos a merced de ustedes; hagan con nosotros lo que mejor les parezca.
26
Así que Josué no permitió que el pueblo de Israel matara a los gabaonitas; 27
pero desde ese día, los hizo cortar la leña y llevar el agua para la comunidad
de Israel y el altar del Señor, donde fuere que el Señor eligiera construirlo.
Y a eso se dedican hasta el día de hoy.
Israel
derrota a los ejércitos del sur
10
Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado y destruido por
completo[a] la ciudad de Hai y había matado a su rey, lo mismo que había hecho
con la ciudad de Jericó y su rey. También se enteró de que los gabaonitas
habían hecho la paz con Israel y ahora eran sus aliados. 2 Cuando él y su
pueblo oyeron todo eso, tuvieron mucho miedo, porque Gabaón era una ciudad
grande, tan grande como las ciudades de la realeza y más grande que la ciudad
de Hai. Además, los gabaonitas eran guerreros fuertes.
3
Entonces Adonisedec, rey de Jerusalén, envió mensajeros a varios otros reyes: a
Hoham, rey de Hebrón, a Piream, rey de Jarmut, a Jafía, rey de Laquis y a
Debir, rey de Eglón. 4 «Vengan y ayúdenme a destruir Gabaón —les rogó—, porque
hizo la paz con Josué y con el pueblo de Israel». 5 Entonces esos cinco reyes
amorreos unieron sus ejércitos para atacar en conjunto. Pusieron todas sus
tropas en posición y atacaron Gabaón.
6
Enseguida, los hombres de Gabaón enviaron mensajeros a Josué, quien se
encontraba en su campamento, en Gilgal. «¡No abandone a sus siervos ahora!
—rogaron—. ¡Venga de inmediato! ¡Sálvenos! ¡Ayúdenos! Pues todos los reyes
amorreos que viven en la zona montañosa unieron sus fuerzas para atacarnos».
7
Entonces Josué y todo su ejército, incluidos sus mejores guerreros, salieron de
Gilgal hacia Gabaón. 8 «No les tengas miedo —le dijo el Señor a Josué—, porque
te he dado la victoria. Ni uno de ellos podrá hacerte frente».
9
Josué marchó toda la noche desde Gilgal y tomó por sorpresa a los ejércitos
amorreos. 10 El Señor llenó de pánico a los amorreos, y los israelitas masacraron
a un gran número de ellos en Gabaón. Después persiguieron a sus enemigos por el
camino que lleva a Bet-horón y los fueron matando a lo largo de toda la ruta a
Azeca y Maceda. 11 Mientras los amorreos estaban en retirada por el camino de
Bet-horón, el Señor los destruyó mediante una terrible tormenta de granizo que
envió desde el cielo, y que no paró hasta que llegaron a Azeca. El granizo mató
a más enemigos de los que mataron los israelitas a filo de espada.
12
El día que el Señor les dio a los israelitas la victoria sobre los amorreos,
Josué oró al Señor delante de todo el pueblo de Israel y dijo:
«Que
el sol se detenga sobre Gabaón,
y la luna, sobre el valle de Ajalón».
13
Entonces el sol se detuvo y la luna se quedó en su sitio hasta que la nación de
Israel terminó de derrotar a sus enemigos.
¿Acaso
no está registrado ese suceso en El libro de Jaser[b]? El sol se detuvo en
medio del cielo y no se ocultó como en un día normal.[c] 14 Jamás, ni antes ni
después, hubo un día como ese, cuando el Señor contestó semejante oración. ¡Sin
duda, ese día el Señor peleó por Israel!
15
Después Josué y el ejército israelita regresaron a su campamento, en Gilgal.
Josué
mata a los cinco reyes del sur
16
Durante la batalla, los cinco reyes escaparon y se escondieron en una cueva, en
Maceda. 17 Cuando Josué oyó que los habían encontrado, 18 dio la siguiente
orden: «Cubran la abertura de la cueva con rocas grandes y pongan guardias en
la entrada, para mantener adentro a los reyes. 19 Los demás continúen
persiguiendo a los enemigos y mátenlos por la retaguardia. No los dejen volver
a sus ciudades, porque el Señor, Dios de ustedes, les ha dado la victoria sobre
ellos».
20
Entonces Josué y el ejército israelita continuaron con la masacre y derrotaron
al enemigo por completo. Exterminaron totalmente a los cinco ejércitos con
excepción de un pequeño grupo que logró llegar a sus ciudades fortificadas. 21
Luego los israelitas volvieron a salvo al campamento de Maceda, donde estaba
Josué. Después de eso, nadie se atrevió a decir ni una sola palabra en contra
de Israel.
22
Luego Josué dijo: «Quiten las rocas que cubren la abertura de la cueva y
tráiganme a los cinco reyes». 23 Así que hicieron salir de la cueva a los cinco
reyes de las ciudades de Jerusalén, de Hebrón, de Jarmut, de Laquis y de Eglón.
24 Cuando los sacaron, Josué les dijo a los comandantes de su ejército:
«Acérquense y pónganles el pie sobre el cuello a estos reyes». Y ellos hicieron
lo que se les dijo.
25
«Jamás tengan miedo ni se desanimen —les dijo Josué a sus hombres—. Sean
fuertes y valientes, porque el Señor hará lo mismo con todos sus enemigos». 26
Entonces Josué mató a cada uno de los cinco reyes y los atravesó con cinco
postes afilados, donde quedaron colgados hasta la tarde.
27
Mientras se ponía el sol, Josué mandó que descolgaran los cuerpos de los postes
y que los arrojaran dentro de la cueva donde se habían escondido los reyes.
Luego taparon la abertura de la cueva con un montón de rocas grandes, lo cual
permanece allí hasta el día de hoy.
Israel
destruye las ciudades del sur
28
Ese mismo día, Josué tomó y destruyó la ciudad de Maceda. Mató a todos sus
habitantes, incluso al rey, y no dejó a nadie con vida. Los destruyó a todos y
mató al rey de Maceda, lo mismo que había hecho con el rey de Jericó. 29
Después, Josué y los israelitas se dirigieron hacia Libna y la atacaron. 30
Allí también el Señor les entregó la ciudad con su rey. Mató a todos sus
habitantes sin dejar a nadie con vida. Luego Josué mató al rey de Libna, lo
mismo que había hecho con el rey de Jericó.
31
De Libna, Josué y los israelitas fueron a Laquis y la atacaron. 32 Igual que en
las veces anteriores, el Señor les entregó Laquis. Josué la tomó el segundo día
y mató a todos sus habitantes, tal como había hecho en Libna. 33 Durante el
ataque a Laquis, el rey Horam, de Gezer, llegó con su ejército para ayudar a
defender la ciudad. Pero los hombres de Josué lo mataron junto con su ejército
y no dejaron a nadie con vida.
34
Luego Josué y el ejército israelita siguieron hacia la ciudad de Eglón y la
atacaron. 35 La tomaron ese mismo día y mataron a todos sus habitantes. Josué
destruyó a todos por completo, tal como había hecho en Laquis. 36 De Eglón,
Josué y el ejército israelita subieron a Hebrón y la atacaron. 37 Tomaron la
ciudad y mataron a todos sus habitantes, incluso al rey, y no dejaron a nadie
con vida. Hicieron lo mismo con todas las aldeas vecinas. Y tal como había
hecho en Eglón, Josué destruyó por completo a toda la población.
38
Después, Josué y los israelitas se volvieron y atacaron Debir. 39 Josué tomó la
ciudad con su rey y todas las aldeas vecinas. Destruyó por completo a todos sus
habitantes y no dejó a nadie con vida. Hizo a Debir y a su rey lo mismo que les
había hecho a Hebrón, a Libna y a su rey.
40
Así que Josué conquistó toda la región: a los reyes y a los pueblos de la zona
montañosa, el Neguev, las colinas occidentales[d] y las laderas de las
montañas. Destruyó por completo a todos los habitantes del territorio sin dejar
a nadie con vida, tal como el Señor, Dios de Israel, lo había ordenado. 41
Josué los masacró desde Cades-barnea hasta Gaza y desde la región que rodea la
ciudad de Gosén hasta Gabaón. 42 Josué venció a todos esos reyes y conquistó
sus territorios en una sola campaña, porque el Señor, Dios de Israel, peleaba
por su pueblo.
43
Después Josué y el ejército israelita regresaron a su campamento, en Gilgal.
Footnotes:
10:1 El término hebreo empleado aquí se
refiere a la consagración total de cosas o personas al Señor, ya sea
destruyéndolas o entregándolas como ofrenda; también en 10:28, 35, 37, 39, 40.
10:13a O El libro del justo.
10:13b O no se puso por casi un día entero.
10:40 En hebreo la Sefela.
Nueva
Traducción Viviente (NTV)
La
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Lucas 16:19-17:10 Nueva Traducción
Viviente (NTV)
Parábola
del rico y Lázaro
19
Jesús dijo: «Había un hombre rico que se vestía con gran esplendor en púrpura y
lino de la más alta calidad y vivía rodeado de lujos. 20 Tirado a la puerta de
su casa había un hombre pobre llamado Lázaro, quien estaba cubierto de llagas.
21 Mientras Lázaro estaba tendido, deseando comer las sobras de la mesa del
hombre rico, los perros venían y le lamían las llagas abiertas.
22
»Con el tiempo, el hombre pobre murió, y los ángeles lo llevaron a estar con
Abraham.[a] El hombre rico también murió y fue enterrado, 23 y su alma fue al
lugar de los muertos.[b] Allí, en medio del tormento, vio a Abraham a lo lejos
con Lázaro junto a él.
24
»El hombre rico gritó: “¡Padre Abraham, ten piedad! Envíame a Lázaro para que
moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua. Estoy en angustia en
estas llamas”.
25
»Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que tuviste todo lo que quisiste durante tu
vida, y Lázaro no tuvo nada. Ahora él está aquí recibiendo consuelo y tú estás
en angustia. 26 Además, hay un gran abismo que nos separa. Ninguno de nosotros
puede cruzar hasta allí, y ninguno de ustedes puede cruzar hasta aquí”.
27
»Entonces el hombre rico dijo: “Por favor, padre Abraham, al menos envíalo a la
casa de mi padre. 28 Tengo cinco hermanos y quiero advertirles que no terminen
en este lugar de tormento”.
29
»Abraham le dijo: “Moisés y los profetas ya les advirtieron. Tus hermanos
pueden leer lo que ellos escribieron”.
30
»El hombre rico respondió: “¡No, padre Abraham! Pero si se les envía a alguien
de los muertos ellos se arrepentirán de sus pecados y volverán a Dios”.
31
»Pero Abraham le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se
persuadirán por más que alguno se levantara de los muertos”».
Enseñanzas
acerca del perdón y la fe
17
Cierto día, Jesús dijo a sus discípulos: «Siempre habrá tentaciones para pecar,
¡pero qué aflicción le espera a la persona que provoca la tentación! 2 Sería
mejor que se arrojara al mar con una piedra de molino alrededor del cuello que
hacer que uno de estos pequeños caiga en pecado. 3 Así que, ¡cuídense!
»Si
un creyente[c] peca, repréndelo; luego, si hay arrepentimiento, perdónalo. 4
Aun si la persona te agravia siete veces al día y cada vez regresa y te pide
perdón, debes perdonarla».
5
Los apóstoles le dijeron al Señor:
—Muéstranos
cómo aumentar nuestra fe.
6
El Señor respondió:
—Si
tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían
decirle a este árbol: “Desarráigate y échate al mar”, ¡y les obedecería!
7
»Cuando un sirviente vuelve de arar o de cuidar las ovejas, ¿acaso su patrón le
dice: “Ven y come conmigo”? 8 No, le dirá: “Prepara mi comida, ponte el
delantal y sírveme mientras como. Luego puedes comer tú”. 9 ¿Y le agradece el
amo al sirviente por hacer lo que se le dijo que hiciera? Por supuesto que no.
10 De la misma manera, cuando ustedes me obedecen, deben decir: “Somos siervos
indignos que simplemente cumplimos con nuestro deber”.
Footnotes:
16:22 En griego al seno de Abraham.
16:23 En griego al Hades.
17:3
En griego Si tu hermano.
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Salmos 83 Nueva Traducción Viviente
(NTV)
Salmo
83
Un
cántico. Salmo de Asaf.
1
¡Oh
Dios, no guardes silencio!
No cierres tus oídos;
no te quedes callado, oh Dios.
2
¿No
oyes el alboroto que hacen tus enemigos?
¿No ves que tus arrogantes adversarios se
levantan?
3
Inventan
intrigas astutas contra tu pueblo;
conspiran en contra de tus seres preciados.
4
«Vengan
—dicen—, exterminemos a Israel como nación;
destruiremos hasta el más mínimo recuerdo
de su existencia».
5
Efectivamente,
esta fue su decisión unánime.
Firmaron un tratado de alianza en tu
contra:
6
los
edomitas y los ismaelitas;
los moabitas y los agarenos;
7
los
giblitas, los amonitas y los amalecitas;
y los habitantes de Filistea y de Tiro.
8
Asiria
también se unió a ellos
y se alió con los descendientes de Lot.
Interludio
9
Haz
con ellos lo mismo que hiciste con los madianitas
y como hiciste también con Sísara y con
Jabín en el río Cisón.
10
Fueron
destruidos en Endor,
y sus cadáveres en descomposición
fertilizaron la tierra.
11
Que
sus poderosos nobles mueran como murieron Oreb y Zeeb;
que todos sus príncipes mueran como Zeba y
Zalmuna,
12
porque
dijeron: «¡Vamos a apoderarnos de estos pastizales de Dios
y a usarlos para nuestro beneficio!»
13
¡Oh
mi Dios, espárcelos como a arbustos que ruedan,
como a paja que se lleva el viento!
14
Así
como el fuego quema un bosque
y una llama incendia las montañas,
15
persíguelos
con tu tormenta feroz,
atérralos con tu tempestad.
16
Desacredítalos
por completo
hasta que se sometan a tu nombre, oh Señor.
17
Que
sean avergonzados y aterrorizados para siempre;
que mueran en deshonra.
18
Entonces
aprenderán que solo tú te llamas el Señor,
que solo tú eres el Altísimo,
supremo sobre toda la tierra.
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Proverbios 13:4 Nueva Traducción
Viviente (NTV)
4
Los
perezosos ambicionan mucho y obtienen poco,
pero los que trabajan con esmero
prosperarán.
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