Josué 24:1-33; Lucas 21:1-28; Salmos 89:38-52; Proverbios 13:20-23 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Josué 24 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
La
asamblea de Siquén
24
Josué reunió en Siquén a todas las tribus de Israel, convocando a los ancianos
de Israel, a sus jefes, jueces y funcionarios. Una vez que se presentaron ante
Dios, 2 Josué dijo a todo el pueblo:
—
Esto dice el Señor, Dios de Israel: Sus antepasados, en particular Téraj, padre
de Abrahán y de Najor, habitaban antaño al otro lado del Río y rendían culto a
otros dioses. 3 Yo tomé a su padre Abrahán del otro lado del Río, le hice
recorrer toda la tierra de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a
Isaac. 4 A Isaac le di dos hijos: Jacob y Esaú. A Esaú le di en posesión la
montaña de Seír. Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. 5 Envié después a Moisés y
Aarón y castigué a los egipcios obrando prodigios en medio de ellos. Luego los
saqué a ustedes de allí. 6 Saqué de Egipto a sus padres y llegaron hasta el
mar. Los egipcios persiguieron a sus padres con sus carros y caballos hasta el
mar de las Cañas. 7 Clamaron entonces al Señor que interpuso una oscura nube
entre ustedes y los egipcios, al tiempo que el mar se abalanzaba sobre ellos y
los anegó. Ustedes han visto con sus propios ojos lo que hice con Egipto.
Después habitaron largo tiempo en el desierto. 8 Los introduje luego en el país
de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán; ellos les declararon la
guerra, pero yo los entregué en las manos de ustedes; los exterminé al llegar
ustedes y así fue como ustedes pudieron ocupar su territorio. 9 Balac, hijo de
Zipor, que era a la sazón rey de Moab, se propuso pelear contra Israel. Al
efecto mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que los maldijera. 10 Pero
como yo no quise escuchar a Balaán, no tuvo más remedio que bendecirlos. De
esta manera yo los libré de las manos de Balac.
11
Ustedes pasaron después el Jordán y llegaron a Jericó. Los jefes de Jericó les
hicieron la guerra; y lo mismo hicieron los amorreos, los fereceos, los
cananeos, los hititas, los guirgaseos, los jeveos y los jebuseos, pero yo se
los entregué. 12 Mandé delante de ustedes avispas que, al llegar ustedes,
pusieron en fuga a los dos reyes amorreos; es algo que no debes a tu espada ni
a tu arco. 13 Les he dado una tierra que no han ganado con su sudor, unas
ciudades que no han edificado y en las que, sin embargo, habitan; viñedos y
olivares que no han plantado y de cuyos frutos se alimentan. 14 Ahora, pues,
respeten al Señor y sírvanle con todo esmero y lealtad; quiten de en medio los
dioses a los que dieron culto sus antepasados en Mesopotamia y en Egipto y
rindan culto al Señor. 15 Pero, si les parece duro rendir culto al Señor,
elijan hoy a quién quieren rendir culto, si a los dioses a quienes adoraron sus
antepasados en Mesopotamia o a los dioses de los amorreos en cuyo país ustedes
habitan ahora. Yo y mi casa rendiremos culto al Señor.
16
El pueblo respondió:
—
Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, 17 pues ha
sido el Señor, nuestro Dios, el que nos sacó, a nosotros y a nuestros padres,
del país de Egipto, de la casa de la esclavitud, y el que ante nuestros ojos
obró tan grandes prodigios y nos protegió a lo largo de todo el camino que recorrimos,
poniéndonos a salvo de todas las naciones por las que pasamos. 18 Además el
Señor expulsó ante nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que habitaban
en el país. Por tanto, también nosotros rendiremos culto al Señor, porque él es
nuestro Dios.
19
Entonces Josué dijo al pueblo:
—
No sé si serán capaces de rendir culto al Señor, pues es un Dios santo, un Dios
celoso, que no perdonará sus rebeldías ni sus pecados. 20 Si abandonan al Señor
para rendir culto a dioses extranjeros, él a su vez, después de haberles hecho
tanto bien, les acarreará el mal y acabará con ustedes.
21
El pueblo respondió a Josué:
—
Nosotros rendiremos culto al Señor.
22
Josué dijo al pueblo:
—
Testigos son contra ustedes mismos de que han elegido al Señor para servirlo.
Ellos
respondieron:
—
¡Somos testigos!
23
— Entonces, —concluyó Josué— quiten de en medio los dioses extranjeros y
prometan fidelidad al Señor, Dios de Israel.
24
El pueblo respondió a Josué:
—
Rendiremos culto al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.
25
Aquel día, selló Josué una alianza con el pueblo, dándole preceptos y normas en
Siquén. 26 Josué escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Acto
seguido, tomó una gran piedra y la erigió allí, al pie de la encina que hay en
el santuario del Señor. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo:
—
Miren, esta piedra será testigo contra nosotros, pues ha oído todas las
palabras que el Señor nos ha dicho; será también testigo contra ustedes para
que no renieguen de su Dios.
28
Y Josué despidió al pueblo, regresando cada uno a su heredad.
IV.—
APÉNDICE (24,29-33)
Muerte
de Josué y de Eleazar
29
Después de estos acontecimientos, murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a
la edad de ciento diez años. 30 Fue sepultado en el término de su heredad, es
decir, en Timná Séraj, que está al norte del monte Gaás, en la zona montañosa
de Efraín.
31
Israel rindió culto al Señor durante toda la vida de Josué y de los ancianos
que sobrevivieron a Josué y que conocían las hazañas que el Señor había hecho en
favor de Israel.
32
Los huesos de José, que los israelitas habían traído de Egipto, fueron
enterrados en Siquén, en la parcela que había comprado Jacob a los hijos de
Jamor, padre de Siquén, por cien monedas de plata, y que pasó a ser propiedad
de los descendientes de José.
33
También murió Eleazar, hijo de Aarón; lo sepultaron en Guibeá, ciudad
adjudicada a su hijo Finés, en la montaña de Efraín.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Lucas 21:1-28 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La
ofrenda de la viuda (Mc 12,41-44)
21
Veía también Jesús cómo los ricos echaban dinero en el arca de las ofrendas. 2
Vio a una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor 3 y dijo:
—
Les aseguro que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. 4 Porque
todos los otros echaron como ofrenda lo que les sobraba, mientras que ella,
dentro de su necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.
Los
signos del fin del mundo (Mt 24,3-14; Mc 13,3-13)
5
Algunos estaban hablando del Templo, de la belleza de sus piedras y de las
ofrendas votivas que lo adornaban. Entonces Jesús dijo:
6
— Llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra de todo eso que ustedes
están viendo. ¡Todo será destruido!
7
Los discípulos le preguntaron:
—
Maestro, ¿cuándo sucederá todo esto? ¿Cómo sabremos que esas cosas están a
punto de ocurrir?
8
Jesús contestó:
—
Tengan cuidado, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos en mi nombre,
diciendo: “Yo soy” o “El momento ha llegado”. No les hagan caso. 9 Cuando
ustedes oigan noticias de guerras y revoluciones, no se asusten. Aunque todo
eso ha de suceder primero, todavía no es inminente el fin.
10
Les dijo también:
—
Se levantarán unas naciones contra otras, y unos reinos contra otros; 11 por
todas partes habrá grandes terremotos, hambres y epidemias, y en el cielo se
verán señales formidables. 12 Pero antes que todo eso suceda, a ustedes les
echarán mano, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y los meterán en
la cárcel. Por causa de mí los conducirán ante reyes y gobernadores; 13 tendrán
así oportunidad de dar testimonio. 14 En tal situación háganse el propósito de
no preocuparse por la propia defensa, 15 porque yo les daré entonces palabras y
sabiduría tales, que ninguno de sus enemigos podrá resistirlos ni
contradecirlos. 16 Hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos los
traicionarán; y a bastantes de ustedes les darán muerte. 17 Todos los odiarán
por causa de mí; 18 pero ni un solo cabello de ustedes se perderá. 19
Manténganse firmes y alcanzarán la vida.
El
asedio de Jerusalén (Mt 24,15-28; Mc 13,14-23)
20
Cuando van a Jerusalén cercada de ejércitos, sepan que el momento de su
destrucción ya está cercano. 21 Entonces, los que estén en Judea huyan a las
montañas, los que estén dentro de Jerusalén salgan de ella y los que estén en
el campo no entren en la ciudad. 22 Porque aquellos serán días de venganza, en
los que se ha de cumplir todo lo que dice la Escritura. 23 ¡Ay de las mujeres
embarazadas y de las que en esos días estén criando! Porque habrá entonces una
angustia terrible en esta tierra, y el castigo de Dios vendrá sobre este
pueblo. 24 A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a
todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue
el tiempo designado para estos.
La
venida del Hijo del hombre (Mt 24,29-44; Mc 13,24-37)
25
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Las naciones de la
tierra serán presa de confusión y terror a causa del bramido del mar y el
ímpetu de su oleaje. 26 Los habitantes de todo el mundo desfallecerán de miedo
y ansiedad por todo lo que se les viene encima, pues hasta las fuerzas celestes
se estremecerán. 27 Entonces se verá llegar al Hijo del hombre en una nube con
gran poder y gloria. 28 Cuando todo esto comience a suceder, cobren aliento y
levanten la cabeza, porque la liberación ya está cerca.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
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España
Salmos 89:38-52 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
38
como
la luna siempre firme,
testigo
fiel en el cielo”. [ Pausa]
39
Pero
tú lo rechazaste y despreciaste,
tú
te enfureciste con tu ungido,
40
rompiste
la alianza con tu siervo,
tiraste
por tierra su corona.
41
Destruiste
sus murallas,
arrasaste
sus fortalezas;
42
los
caminantes la saquean,
sus
vecinos se burlan de ella.
43
Has
exaltado el poder de sus rivales,
a
sus enemigos has llenado de gozo.
44
El
filo de su espada has doblado,
no
le has dado apoyo en la batalla;
45
has
puesto fin a su esplendor,
has
tirado por tierra su trono.
46
Tú
has acortado su juventud,
lo
has cubierto de vergüenza. [ Pausa]
47
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Te
esconderás para siempre?
¿Arderá
como el fuego tu ira?
48
Recuerda
que mi vida es un soplo,
¿por
qué creaste al ser humano tan frágil?
49
¿Quién
vivirá sin ver la muerte?
¿Quién
escapará de las garras
del
reino de los muertos? [ Pausa]
50
Señor,
¿dónde está tu antiguo amor,
el
que juraste a David por tu fidelidad?
51
Recuerda,
mi Señor, la humillación de tu siervo,
a
todos los pueblos que he de soportar.
52
Tus
enemigos me humillan, Señor,
desprecian
las huellas de tu ungido.
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España
Proverbios 13:20-23 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
20
Quien
anda con sabios acaba sabio,
el
que se junta con necios acaba mal.
21
La
desgracia persigue a los pecadores,
el
bien recompensa a los justos.
22
Una
persona de bien deja herencia a sus nietos,
la
riqueza del pecador será para el justo.
23
El
barbecho del pobre da comida abundante;
donde
falta justicia, todo se pierde.
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