Jueces 13:1-14:20; Juan 1:29-51; Salmos 102; Proverbios 14:15-16 (Reina-Valera 1960 (RVR1960))
Jueces 13-14 Reina-Valera 1960
(RVR1960)
Nacimiento
de Sansón
13 Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo
ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de los filisteos por
cuarenta años.
2
Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su
mujer era estéril, y nunca había tenido hijos.
3
A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres
estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.
4
Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda.
5
Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su
cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará
a salvar a Israel de mano de los filisteos.
6
Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a
mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran
manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su
nombre.
7
Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora
no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a
Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte.
8
Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón
de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que
hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.
9
Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer,
estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.
10
Y la mujer corrió prontamente a avisarle a su marido, diciéndole: Mira que se
me ha aparecido aquel varón que vino a mí el otro día.
11
Y se levantó Manoa, y siguió a su mujer; y vino al varón y le dijo: ¿Eres tú
aquel varón que habló a la mujer? Y él dijo: Yo soy.
12
Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera
de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?
13
Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas
que yo le dije.
14
No tomará nada que proceda de la vid; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa
inmunda; guardará todo lo que le mandé.
15
Entonces Manoa dijo al ángel de Jehová: Te ruego nos permitas detenerte, y te
prepararemos un cabrito.
16
Y el ángel de Jehová respondió a Manoa: Aunque me detengas, no comeré de tu
pan; mas si quieres hacer holocausto, ofrécelo a Jehová. Y no sabía Manoa que
aquél fuese ángel de Jehová.
17
Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se
cumpla tu palabra te honremos?
18
Y el ángel de Jehová respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es
admirable?
19
Y Manoa tomó un cabrito y una ofrenda, y los ofreció sobre una peña a Jehová; y
el ángel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.
20
Porque aconteció que cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel
de Jehová subió en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los
cuales se postraron en tierra.
21
Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces
conoció Manoa que era el ángel de Jehová.
22
Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.
23
Y su mujer le respondió: Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras
manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni
ahora nos habría anunciado esto.
24
Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y
Jehová lo bendijo.
25
Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan,
entre Zora y Estaol.
Sansón
y la mujer filistea de Timnat
14 Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a
una mujer de las hijas de los filisteos.
2
Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat
una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.
3
Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus
hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los
filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer,
porque ella me agrada.
4
Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba
ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban
sobre Israel.
5
Y Sansón descendió con su padre y con su madre a Timnat; y cuando llegaron a
las viñas de Timnat, he aquí un león joven que venía rugiendo hacia él.
6
Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien
despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su padre ni
a su madre lo que había hecho.
7
Descendió, pues, y habló a la mujer; y ella agradó a Sansón.
8
Y volviendo después de algunos días para tomarla, se apartó del camino para ver
el cuerpo muerto del león; y he aquí que en el cuerpo del león había un
enjambre de abejas, y un panal de miel.
9
Y tomándolo en sus manos, se fue comiéndolo por el camino; y cuando alcanzó a
su padre y a su madre, les dio también a ellos que comiesen; mas no les
descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león.
10
Vino, pues, su padre adonde estaba la mujer, y Sansón hizo allí banquete;
porque así solían hacer los jóvenes.
11
Y aconteció que cuando ellos le vieron, tomaron treinta compañeros para que
estuviesen con él.
12
Y Sansón les dijo: Yo os propondré ahora un enigma, y si en los siete días del
banquete me lo declaráis y descifráis, yo os daré treinta vestidos de lino y
treinta vestidos de fiesta.
13
Mas si no me lo podéis declarar, entonces vosotros me daréis a mí los treinta
vestidos de lino y los vestidos de fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu
enigma, y lo oiremos.
14
Entonces
les dijo:
Del devorador salió comida,
Y del fuerte salió dulzura. m Y ellos no
pudieron declararle el enigma en tres días.
15
Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos
declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos
habéis llamado aquí para despojarnos?
16
Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces,
y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi
pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he
declarado, ¿y te lo había de declarar a ti?
17
Y ella lloró en presencia de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas
al séptimo día él se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a los
hijos de su pueblo.
18
Al
séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron:
¿Qué cosa más dulce que la miel?
¿Y qué cosa más fuerte que el león? m Y él
les respondió:
Si no araseis con mi novilla,
Nunca hubierais descubierto mi enigma. m
19
Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta
hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que
habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su
padre.
20
Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su
amigo.
Reina-Valera
1960 (RVR1960)
Versión
Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Juan 1:29-51 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El
Cordero de Dios
29
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo.
30
Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes
de mí; porque era primero que yo.
31
Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo
bautizando con agua.
32
También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo
como paloma, y permaneció sobre él.
33
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo:
Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo.
34
Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
Los
primeros discípulos
35
El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
36
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
37
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
38
Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le
dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?
39
Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él
aquel día; porque era como la hora décima.
40
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y
habían seguido a Jesús.
41
Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que
traducido es, el Cristo).
42
Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú
serás llamado Cefas[a] (que quiere decir, Pedro[b]).
Jesús
llama a Felipe y a Natanael
43
El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo:
Sígueme.
44
Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
45
Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió
Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
46
Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y
ve.
47
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un
verdadero israelita, en quien no hay engaño.
48
Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que
Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49
Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de
Israel.
50
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees?
Cosas mayores que estas verás.
51
Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto,
y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Footnotes:
Juan 1:42 De la palabra piedra en arameo y
en griego, respectivamente.
Juan 1:42 De la palabra piedra en arameo y
en griego, respectivamente.
Reina-Valera
1960 (RVR1960)
Versión
Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Salmos 102 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
102 Jehová, escucha mi oración,
Y
llegue a ti mi clamor.
2
No
escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina
a mí tu oído;
Apresúrate
a responderme el día que te invocare.
3
Porque
mis días se han consumido como humo,
Y
mis huesos cual tizón están quemados.
4
Mi
corazón está herido, y seco como la hierba,
Por
lo cual me olvido de comer mi pan.
5
Por
la voz de mi gemido
Mis
huesos se han pegado a mi carne.
6
Soy
semejante al pelícano del desierto;
Soy
como el búho de las soledades;
7
Velo,
y soy
Como
el pájaro solitario sobre el tejado.
8
Cada
día me afrentan mis enemigos;
Los
que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.
9
Por
lo cual yo como ceniza a manera de pan,
Y
mi bebida mezclo con lágrimas,
10
A
causa de tu enojo y de tu ira;
Pues
me alzaste, y me has arrojado.
11
Mis
días son como sombra que se va,
Y
me he secado como la hierba.
12
Mas
tú, Jehová, permanecerás para siempre,
Y
tu memoria de generación en generación.
13
Te
levantarás y tendrás misericordia de Sion,
Porque
es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.
14
Porque
tus siervos aman sus piedras,
Y
del polvo de ella tienen compasión.
15
Entonces
las naciones temerán el nombre de Jehová,
Y
todos los reyes de la tierra tu gloria;
16
Por
cuanto Jehová habrá edificado a Sion,
Y
en su gloria será visto;
17
Habrá
considerado la oración de los desvalidos,
Y
no habrá desechado el ruego de ellos.
18
Se
escribirá esto para la generación venidera;
Y
el pueblo que está por nacer alabará a JAH,
19
Porque
miró desde lo alto de su santuario;
Jehová
miró desde los cielos a la tierra,
20
Para
oír el gemido de los presos,
Para
soltar a los sentenciados a muerte;
21
Para
que publique en Sion el nombre de Jehová,
Y
su alabanza en Jerusalén,
22
Cuando
los pueblos y los reinos se congreguen
En
uno para servir a Jehová.
23
El
debilitó mi fuerza en el camino;
Acortó
mis días.
24
Dije:
Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;
Por
generación de generaciones son tus años.
25
Desde
el principio tú fundaste la tierra,
Y
los cielos son obra de tus manos.
26
Ellos
perecerán, mas tú permanecerás;
Y
todos ellos como una vestidura se envejecerán;
Como
un vestido los mudarás, y serán mudados;
27
Pero
tú eres el mismo,
Y
tus años no se acabarán.
28
Los
hijos de tus siervos habitarán seguros,
Y
su descendencia será establecida delante de ti.
Reina-Valera
1960 (RVR1960)
Versión
Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Proverbios 14:15-16 Reina-Valera 1960
(RVR1960)
15
El
simple todo lo cree;
Mas
el avisado mira bien sus pasos.
16
El
sabio teme y se aparta del mal;
Mas
el insensato se muestra insolente y confiado.
Reina-Valera
1960 (RVR1960)
Versión
Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
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