1 Reyes 2:1-3:2; Hechos 5:1-42; Salmos 125; Proverbios 16:25 (Nueva Versión Internacional (NVI))
1 Reyes 2:1-3:2 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Últimas
instrucciones de David
2
David ya estaba próximo a morir, así que le dio estas instrucciones a su hijo
Salomón:
2
«Según el destino que a todos nos espera, pronto partiré de este mundo. ¡Cobra
ánimo y pórtate como hombre! 3 Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus
sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales
están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por
dondequiera que vayas, 4 y el Señor cumplirá esta promesa que me hizo: “Si tus
descendientes cuidan su conducta y me son fieles con toda el alma y de todo
corazón, nunca faltará un sucesor tuyo en el trono de Israel”.
5
»Ahora bien, tú mismo sabes que Joab hijo de Sarvia derramó sangre en tiempo de
paz como si estuviera en guerra, y mató a Abner hijo de Ner y a Amasá hijo de
Jéter, los dos comandantes de los ejércitos israelitas, manchándose así de
sangre las manos.[a] 6 Por tanto, usa la cabeza y no lo dejes llegar a viejo y
morir en paz.[b] 7 En cambio, sé bondadoso con los hijos de Barzilay de Galaad
y permíteles comer en tu mesa, pues ellos me ampararon cuando huía de tu
hermano Absalón.
8
»También encárgate de Simí hijo de Guerá, ese benjaminita de Bajurín que me
lanzó terribles maldiciones cuando me dirigía a Majanayin. Es cierto que,
cuando fue al Jordán a recibirme, le juré por el Señor que no lo condenaría a
muerte. 9 Sin embargo, no tienes ya por qué perdonarle la vida. Tú eres
inteligente, y sabrás qué hacer con él; aunque ya está viejo, hazlo sufrir una
muerte sangrienta».[c]
10
David murió y fue sepultado en la ciudad que lleva su nombre. 11 Había reinado
siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén, así que en total reinó en
Israel cuarenta años. 12 Lo sucedió en el trono su hijo Salomón, y así se
consolidó firmemente su reino.
Salomón
consolida el reino
13
Adonías hijo de Jaguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y Betsabé le
preguntó:
—¿Vienes
en son de paz?
—Sí
—respondió él—; 14 tengo algo que comunicarle.
—Habla
—contestó ella.
15
—Como usted sabe —dijo Adonías—, el reino me pertenecía, y todos los israelitas
esperaban que yo llegara a ser rey. Pero ahora el reino ha pasado a mi hermano,
que lo ha recibido por voluntad del Señor. 16 Pues bien, tengo una petición que
hacerle, y espero que me la conceda.
—Continúa
—dijo ella.
17
—Por favor, pídale usted al rey Salomón que me dé como esposa a Abisag la
sunamita; a usted no se lo negará.
18
—Muy bien —contestó Betsabé—; le hablaré al rey en tu favor.
19
Betsabé fue a ver al rey Salomón para interceder en favor de Adonías. El rey se
puso de pie para recibirla y se inclinó ante ella; luego se sentó en su trono y
mandó que pusieran otro trono para su madre; y ella se sentó a la derecha del
rey.
20
—Quiero pedirte un pequeño favor —dijo ella—. Te ruego que no me lo niegues.
—Dime
de qué se trata, madre mía. A ti no puedo negarte nada.
21
Ella continuó:
—Concédele
a tu hermano Adonías casarse con Abisag la sunamita.
22
—Pero ¿cómo puedes pedirme semejante cosa? —respondió el rey a su madre—. Es mi
hermano mayor, y cuenta con el apoyo del sacerdote Abiatar y de Joab hijo de
Sarvia. ¡Realmente me estás pidiendo que le ceda el trono!
23
Dicho esto, el rey Salomón juró por el Señor: «¡Que Dios me castigue sin piedad
si no hago que Adonías pague con su vida por esa petición! 24 El Señor me ha
establecido firmemente en el trono de mi padre, y conforme a su promesa me ha
dado una dinastía. Por tanto, tan cierto como que él vive, ¡juro que hoy mismo
Adonías morirá!»
25
En seguida, el rey Salomón le dio a Benaías hijo de Joyadá la orden de matar a
Adonías. 26 Al sacerdote Abiatar, el rey mismo le ordenó: «Regresa a tus
tierras en Anatot. Mereces la muerte, pero por el momento no voy a quitarte la
vida, pues compartiste con David mi padre todas sus penurias, y en su presencia
llevaste el arca del Señor omnipotente». 27 Fue así como, al destituir Salomón
a Abiatar del sacerdocio del Señor, se cumplió la palabra que el Señor había
pronunciado en Siló contra la familia de Elí.
28
Joab había conspirado con Adonías, aunque no con Absalón, así que al oír que
Adonías había muerto, fue a refugiarse en el santuario del Señor, agarrándose
de los cuernos del altar. 29 Cuando le dijeron a Salomón que Joab había huido
al santuario, y que estaba junto al altar, el rey le ordenó a Benaías hijo de
Joyadá que fuera a matarlo. 30 Benaías fue al santuario del Señor y le dijo a
Joab:
—El
rey te ordena que salgas.
—¡No!
—respondió Joab—. ¡De aquí solo me sacarán muerto!
Benaías
fue y le contó al rey lo que había dicho Joab.
31
—¡Pues dale gusto! —ordenó el rey—. ¡Mátalo y entiérralo! De ese modo me
absolverás a mí y a mi familia de la sangre inocente que derramó Joab. 32 El
Señor hará recaer sobre su cabeza la sangre que derramó, porque a espaldas de
mi padre atacó Joab a Abner hijo de Ner, que era comandante del ejército de
Israel, y a Amasá hijo de Jéter, que era comandante del ejército de Judá. Así
mató a filo de espada a dos hombres que eran mejores y más justos que él. 33
¡Que la culpa de esas muertes recaiga para siempre sobre la cabeza de Joab y de
sus descendientes! ¡Pero que la paz del Señor permanezca para siempre con David
y sus descendientes, y con su linaje y su trono!
34
Benaías hijo de Joyadá fue y mató a Joab, e hizo que lo sepultaran en su
hacienda de la estepa. 35 Entonces el rey puso a Benaías hijo de Joyadá sobre
el ejército en lugar de Joab, y al sacerdote Sadoc lo puso en lugar de Abiatar.
36 Luego mandó llamar a Simí y le dijo:
—Constrúyete
una casa en Jerusalén, y quédate allí. No salgas a ninguna parte, 37 porque el
día que salgas y cruces el arroyo de Cedrón, podrás darte por muerto. Y la
culpa será tuya.
38
—De acuerdo —le respondió Simí al rey—. Yo estoy para servir a Su Majestad, y
acataré sus órdenes.
Simí
permaneció en Jerusalén por un buen tiempo, 39 pero tres años más tarde dos de
sus esclavos escaparon a Gat, donde reinaba Aquis hijo de Macá. Cuando le
avisaron a Simí que sus esclavos estaban en Gat, 40 aparejó su asno y se fue
allá a buscarlos y traerlos de vuelta. 41 Al oír Salomón que Simí había ido de
Jerusalén a Gat y había regresado, 42 lo mandó llamar y le dijo:
—Yo
te hice jurar por el Señor, y te advertí: “El día que salgas a cualquier lugar,
podrás darte por muerto”. Y tú dijiste que estabas de acuerdo y que
obedecerías. 43 ¿Por qué, pues, no cumpliste con tu juramento al Señor ni
obedeciste la orden que te di?
44
El rey también le dijo a Simí:
—Tú
bien sabes cuánto daño le hiciste a mi padre David; ahora el Señor se vengará
de ti por tu maldad. 45 En cambio, yo seré bendecido, y el trono de David
permanecerá firme para siempre en presencia del Señor.
46
Acto seguido, el rey le dio la orden a Benaías hijo de Joyadá, y este fue y
mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.
Salomón
pide sabiduría
3
Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a
la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio,
el templo del Señor y el muro alrededor de Jerusalén. 2 Como aún no se había
construido un templo en honor[d] del Señor, el pueblo seguía ofreciendo
sacrificios en los santuarios paganos.
Footnotes:
2:5 las manos. Lit. su cinturón y sus
sandalias.
2:6 no lo dejes llegar a viejo y morir en
paz. Lit. no dejes que sus canas bajen en paz al Seol.
2:9 aunque … sangrienta. Lit. haz que sus
canas bajen con sangre al Seol.
3:2 en honor. Lit. al nombre; así en el
resto de este libro.
Nueva
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Hechos 5 Nueva Versión Internacional
(NVI)
Ananías
y Safira
5
1-2 Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad
con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a
disposición de los apóstoles.
3
—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu
corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del
dinero que recibiste por el terreno? 4 ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y
una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer
esto? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios!
5
Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos
los que se enteraron de lo sucedido. 6 Entonces se acercaron los más jóvenes,
envolvieron el cuerpo, se lo llevaron y le dieron sepultura.
7
Unas tres horas más tarde entró la esposa, sin saber lo que había ocurrido.
8
—Dime —le preguntó Pedro—, ¿vendieron ustedes el terreno por tal precio?
—Sí
—dijo ella—, por tal precio.
9
—¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? —le
recriminó Pedro—. ¡Mira! Los que sepultaron a tu esposo acaban de regresar y
ahora te llevarán a ti.
10
En ese mismo instante ella cayó muerta a los pies de Pedro. Entonces entraron
los jóvenes y, al verla muerta, se la llevaron y le dieron sepultura al lado de
su esposo. 11 Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que
se enteraron de estos sucesos.
Los
apóstoles sanan a muchas personas
12
Por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo;
y todos los creyentes se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Salomón. 13
Nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban. 14
Y seguía aumentando el número de los que confiaban en el Señor. 15 Era tal la
multitud de hombres y mujeres que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y
los ponían en camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre
alguno de ellos. 16 También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían
multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus
malignos, y todas eran sanadas.
Persiguen
a los apóstoles
17
El sumo sacerdote y todos sus partidarios, que pertenecían a la secta de los
saduceos, se llenaron de envidia. 18 Entonces arrestaron a los apóstoles y los
metieron en la cárcel común. 19 Pero en la noche un ángel del Señor abrió las
puertas de la cárcel y los sacó. 20 «Vayan —les dijo—, preséntense en el templo
y comuniquen al pueblo todo este mensaje de vida».
21
Conforme a lo que habían oído, al amanecer entraron en el templo y se pusieron
a enseñar. Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus partidarios, convocaron al
Consejo, es decir, a la asamblea general de los ancianos de Israel, y mandaron
traer de la cárcel a los apóstoles. 22 Pero, al llegar los guardias a la
cárcel, no los encontraron. Así que volvieron con el siguiente informe: 23
«Encontramos la cárcel cerrada, con todas las medidas de seguridad, y a los
guardias firmes a las puertas; pero, cuando abrimos, no encontramos a nadie
adentro».
24
Al oírlo, el capitán de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes se
quedaron perplejos, preguntándose en qué terminaría todo aquello. 25 En esto,
se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron
en la cárcel están en el templo y siguen enseñando al pueblo». 26 Fue entonces
el capitán con sus guardias y trajo a los apóstoles sin recurrir a la fuerza,
porque temían ser apedreados por la gente. 27 Los condujeron ante el Consejo, y
el sumo sacerdote les reclamó:
28
—Terminantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo,
ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto echarnos
la culpa a nosotros de la muerte[a] de ese hombre.
29
—¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y
los demás apóstoles—. 30 El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a
quien ustedes mataron colgándolo de un madero. 31 Por su poder,[b] Dios lo
exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y
perdón de pecados. 32 Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y
también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen.
33
A los que oyeron esto se les subió la sangre a la cabeza y querían matarlos. 34
Pero un fariseo llamado Gamaliel, maestro de la ley muy respetado por todo el
pueblo, se puso de pie en el Consejo y mandó que hicieran salir por un momento
a los apóstoles. 35 Luego dijo: «Hombres de Israel, piensen dos veces en lo que
están a punto de hacer con estos hombres. 36 Hace algún tiempo surgió Teudas,
jactándose de ser alguien, y se le unieron unos cuatrocientos hombres. Pero lo
mataron y todos sus seguidores se dispersaron y allí se acabó todo. 37 Después
de él surgió Judas el galileo, en los días del censo, y logró que la gente lo
siguiera. A él también lo mataron, y todos sus secuaces se dispersaron. 38 En
este caso les aconsejo que dejen a estos hombres en paz. ¡Suéltenlos! Si lo que
se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; 39 pero, si es de Dios, no
podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios».
Se
dejaron persuadir por Gamaliel. 40 Entonces llamaron a los apóstoles y, luego
de azotarlos, les ordenaron que no hablaran más en el nombre de Jesús. Después
de eso los soltaron.
41
Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido
considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre. 42 Y día tras día,
en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas
nuevas de que Jesús es el Mesías.
Footnotes:
5:28 muerte. Lit. sangre.
5:31 Por su poder. Alt. A su derecha.
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Salmos 125 Nueva Versión Internacional
(NVI)
Cántico
de los peregrinos.
125
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que
jamás será conmovido,
que permanecerá para siempre.
2
Como
rodean las colinas a Jerusalén,
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.
3
No
prevalecerá el cetro de los impíos
sobre la heredad asignada a los justos,
para
que nunca los justos extiendan
sus manos hacia la maldad.
4
Haz
bien, Señor, a los que son buenos,
a los de recto corazón.
5
Pero
a los que van por caminos torcidos
deséchalos, Señor, junto con los
malhechores.
¡Que
haya paz en Israel!
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Proverbios 16:25 Nueva Versión
Internacional (NVI)
25
Hay
caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte.
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