1 Reyes 14:1-15:24; Hechos 10:1-23; Salmos 133; Proverbios 17:7-8 (Palabra de Dios para Todos (PDT))
1 Reyes 14:1-15:24 Palabra de Dios
para Todos (PDT)
Muerte
del hijo de Jeroboán
14
En ese tiempo, Abías hijo de Jeroboán, estaba enfermo. 2 Jeroboán le dijo a su
esposa: «Vete a Siló para ver al profeta Ahías, el hombre que me informó que yo
iba a ser el rey de Israel. Vístete de tal forma que la gente no sepa que eres
mi esposa. 3 Al profeta, dale diez panes, algunas tortas y un frasco de miel.
Pregúntale entonces lo que va a pasar con nuestro hijo. El profeta Ahías te lo
dirá».
4
Así que la esposa del rey hizo lo que le pidió. Fue a la casa del profeta Ahías
que estaba en Siló. Ahías ya estaba viejo y ciego, 5 pero el SEÑOR le dijo: «La
esposa de Jeroboán viene a preguntarte si tienes un mensaje en cuanto a su hijo
que está enfermo». También le dijo a Ahías lo que tenía que decir.
La
esposa de Jeroboán llegó a casa de Ahías todavía disimulando quién era. 6 Pero
cuando Ahías escuchó pasos en la puerta, dijo: «Entra, esposa de Jeroboán. ¿Por
qué disimulas lo que eres? Tengo malas noticias. 7 Ve y dile a Jeroboán que el
SEÑOR, Dios de Israel, dice esto: “Jeroboán, yo te elegí de entre todos los
israelitas y te puse a gobernar a mi pueblo. 8 La familia de David reinaba
sobre Israel, pero yo les quité el reino a ellos y te lo di a ti. Pero tú no
eres como mi siervo David, que siempre obedeció mis mandatos y me siguió de
corazón e hizo sólo lo que pienso que es correcto. 9 Sino que hiciste más mal
que todos los reyes anteriores. Hiciste dioses extraños e imágenes de metal
fundido para ponerme furioso. Tú me has despreciado y por eso te he abandonado
10 y también por eso, Jeroboán te traeré muchas dificultades y mataré a todos
los varones de tu familia. Destruiré completamente a tu familia como el fuego
quema el estiércol. 11 Cualquiera de tu familia que muera en la ciudad será
devorado por los perros, y los que mueran en los campos serán devorados por las
aves de rapiña. Es la decisión del SEÑOR”.
12
Ahora, regresa a tu casa y en cuanto entres a la ciudad, tu hijo morirá. 13 Lo
sepultarán y todo Israel llorará por él. Pero tu hijo será el único de la
familia de Jeroboán que será sepultado, porque es el único de la familia de
Jeroboán en el que el SEÑOR, Dios de Israel, ha encontrado algo bueno. 14 El
SEÑOR pronto establecerá un nuevo rey en Israel y el nuevo rey destruirá a la
familia de Jeroboán. 15 Así el SEÑOR sacudirá fuertemente a Israel y la gente
se atemorizará, temblarán como una planta del río. Expulsará a Israel de esta
tierra buena que les dio a sus antepasados. Entonces los dispersará al otro
lado del río Éufrates porque el SEÑOR está furioso con el pueblo, pues lo ha
provocado haciendo imágenes en honor a Aserá. 16 Jeroboán pecó e hizo pecar a
los israelitas. Así que Dios permitirá que los israelitas sean derrotados».
17
La esposa de Jeroboán volvió a Tirsá, y en cuanto entró a la casa, murió el
hijo. 18 Todo Israel lo sepultó y lo lamentó tal como el SEÑOR dijo por medio
de su siervo, el profeta Ahías.
19
El rey Jeroboán hizo muchas otras cosas. Hizo guerras y siguió gobernando el
pueblo. Todo lo que hizo está en Las crónicas de los reyes de Israel. 20
Jeroboán reinó durante veintidós años. Luego murió y fue sepultado con sus
antepasados. Entonces su hijo Nadab reinó en su lugar.
Roboán,
rey de Judá
21
Cuando Roboán hijo de Salomón llegó a ser el rey de Judá, tenía cuarenta y un
años de edad. Gobernó en la ciudad de Jerusalén unos diecisiete años. Jerusalén
es la ciudad donde el SEÑOR quería ser honrado. De todas las ciudades de
Israel, él escogió a Jerusalén. La mamá de Roboán era Noamá, una amonita.
22
Los de Judá pecaron y obraron mal ante los ojos del SEÑOR. Sus pecados
provocaron el enojo de Dios, más que los de todos sus antepasados. 23 Al igual
que los de Israel, ellos también construyeron santuarios sobre las colinas y
altares, y junto a ellos levantaron estatuas dedicadas a la diosa Aserá.
Prepararon sus santuarios en cada colina alta y debajo de cada árbol verde. 24
Había hombres que representaban estos dioses y cobraban dinero por tener
relaciones sexuales. Así que el pueblo de Judá cometió mucha maldad, igual que
la gente que vivía antes en esa tierra, la cual el SEÑOR les había quitado a
ellos para dársela a los israelitas.
25
En el quinto año del reinado de Roboán, subió Sisac, rey de Egipto, y atacó a
Jerusalén. 26 Sisac saqueó los tesoros depositados en el templo del SEÑOR y los
del palacio del rey. También robó los escudos de oro [a] que David les había
quitado a los oficiales de Hadad Ezer, el rey de Siria. David los había llevado
a Jerusalén, pero Sisac se llevó todo el armamento de oro que había. [b] 27 Así
que el rey Roboán hizo otros escudos de bronce para poner en su lugar y se los
dieron a los guardias que vigilaban la puerta del palacio del rey. 28 Cada vez
que el rey iba al templo del SEÑOR, los guardias iban con él llevando sus
escudos, y después de terminar volvían a guardar los escudos en la pared del
cuarto de la guardia.
29
El resto de los hechos del rey Roboán está escrito en Las crónicas de los reyes
de Judá. 30 Roboán y Jeroboán siempre estaban en guerra el uno con el otro.
31
Roboán murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Su mamá
era Noamá, una mujer amonita. El hijo de Roboán, Abías, reinó en su lugar.
Abías,
rey de Judá
15
Abías comenzó a reinar en Judá cuando Jeroboán hijo de Nabat ya llevaba
dieciocho años reinando en Israel. 2 Abías gobernó en Jerusalén por tres años.
Su mamá era Macá, hija de Absalón.
3
Abías cometió todos los pecados que su papá había cometido antes de él. Abías
le fue infiel al SEÑOR su Dios, no era como su abuelo David, quien había sido
tan fiel. 4 Sin embargo, en honor a David, el SEÑOR su Dios le permitió a Abías
reinar en Jerusalén, tener un hijo y dar seguridad a Jerusalén. 5 David siempre
hizo lo que el SEÑOR quería, obedeciendo siempre sus mandatos. En lo único que
David no obedeció fue en lo relacionado con Urías el hitita.
6
Roboán y Jeroboán siempre se hicieron la guerra. [c] 7 Todo el resto de lo que
hizo Abías está escrito en Las crónicas de los reyes de Judá.
Durante
todo el reinado de Abías hubo guerra entre él y Jeroboán. 8 Abías murió y fue
sepultado en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en su lugar.
Asá,
rey de Judá
9
Jeroboán llevaba veinte años reinando en Israel cuando Asá comenzó a reinar en
Judá. 10 Asá gobernó en Jerusalén unos cuarenta y un años. El nombre de su
abuela era Macá, hija de Absalón.
11
Asá hizo lo que el SEÑOR consideraba correcto, tal como lo hizo su antepasado
David. 12 Había hombres que representaban otros dioses y cobraban dinero por
tener relaciones sexuales con gente que quería tener relaciones sexuales con
los dioses. Asá los echó del país. También quitó los ídolos que hicieron sus
antepasados. 13 También le quitó el puesto de reina madre a su abuela Macá
porque ella había hecho imágenes terribles de la diosa falsa Aserá. Asá derribó
esas terribles imágenes y las quemó en el valle de Cedrón. 14 Asá no destruyó
los santuarios sobre las colinas, pero él fue fiel al SEÑOR toda su vida. 15
Asá y su papá ofrendaron al SEÑOR oro, plata y otras cosas. Asá depositó todo
eso en el templo.
16
Mientras Asá era el rey de Judá siempre hubo guerra contra Basá, rey de Israel.
17 Basá atacó a Judá porque quería aislar el país de Asá, o sea, Judá. Así que
fortificó la ciudad de Ramá. 18 Por eso Asá tomó toda la plata y oro de los
depósitos del templo del SEÑOR y el palacio del rey, y con sus siervos lo mandó
a Ben Adad, rey de Siria, hijo de Tabrimón y nieto de Hezión. Damasco era la
capital de Ben Adad. 19 Asá también le mandó este mensaje: «Hagamos un pacto de
paz como el que tuvieron mi papá y el tuyo. Te envío regalos de plata y oro. No
mantengas más tu pacto con Basá, rey de Israel, para que salga de mi país y nos
deje tranquilos».
20
Así que el rey Ben Adad hizo un pacto con Asá y mandó su ejército a luchar
contra las aldeas israelitas de Iyón, Dan, Abel Betmacá, las aldeas cerca de
lago de Galilea y el área de Neftalí. 21 Cuando Basá oyó esto, dejó de
fortificar a Ramá, abandonó la ciudad y se volvió a Tirsá. 22 Entonces el rey
Asá le dio la orden a todo el pueblo de Judá, sin excepción, de que ayudaran a
quitar todas las piedras y maderas que Basá había estado fortificando a Ramá y
fortificó con ellas Gueba del territorio de Benjamín, y también Mizpa.
23
El resto de los hechos de Asá, las grandes obras y las ciudades que construyó
están escritos en Las crónicas los reyes de Judá. Desgraciadamente Asá se
enfermó de gota [d] en su vejez 24 y murió. Lo sepultaron con sus antepasados
en la Ciudad de David. Entonces Josafat, el hijo de Asá, reinó en su lugar.
Footnotes:
1 Reyes 14:26 los escudos de oro Ver 2 S
8:7. LXX: lanzas; Josefo: cajas para flecha y arco.
1 Reyes 14:26 David […] oro que había Según
2 S 8:7, LXX y Josefo. TM concuerda con 2 Cr 12:9 y tiene que Salomón había
hecho.
1 Reyes 15:6 LXX no tiene este versículo.
1 Reyes 15:23 gota o una enfermedad de los
pies.
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Hechos 10:1-23 Palabra de Dios para
Todos (PDT)
Conversión
de Cornelio
10
En la ciudad de Cesarea vivía un capitán romano llamado Cornelio, del
regimiento conocido como el Italiano. 2 Él y toda su familia adoraban y
respetaban a Dios. Cornelio daba muchas contribuciones a los judíos pobres y
siempre estaba orando. 3 Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión
en la que vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:
—Cornelio.
4
Cornelio lo miro fijamente y todo asustado le dijo:
—¿Qué
quieres, señor?
El
ángel le dijo:
—Dios
ha escuchado tus oraciones y ha tenido en cuenta tus contribuciones a los
pobres. 5 Envía ahora algunos hombres a Jope para que traigan a un hombre
llamado Simón, al que le dicen Pedro. 6 Se hospeda en una casa junto al mar que
es de un curtidor que también se llama Simón.
7
Cuando el ángel se fue, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado. El
soldado era un hombre de su confianza y adoraba a Dios. 8 Cornelio les contó
todo lo que había pasado y luego los envió a Jope.
9
Al día siguiente a eso del mediodía, mientras ellos iban camino a Jope, Pedro
subió a la azotea para orar. 10 Tenía hambre y quería comer, pero mientras le
estaban preparando la comida, tuvo una visión. 11 Vio que el cielo se abría y
bajaba algo parecido a una sábana muy grande sostenida de las cuatro puntas. 12
Dentro de la sábana había toda clase de animales, incluso reptiles y aves. 13 Entonces
una voz le dijo:
—Pedro,
¡levántate, mata y come!
14
Pedro respondió:
—¡Yo
no haría eso, Señor! Nunca he comido nada prohibido o impuro.
15
Pero la voz volvió a decirle:
—No
llames prohibido a lo que Dios ha purificado.
16
Esto sucedió tres veces y de inmediato todo subió otra vez al cielo. 17 Pedro
se preguntaba qué quería decir la visión. Mientras tanto, los hombres que
Cornelio había mandado estaban frente a la puerta preguntando dónde quedaba la
casa de Simón. 18 Llamaron para averiguar si Simón, a quien también llamaban
Pedro, estaba hospedado allí.
19
Pedro todavía estaba pensando en la visión, pero el Espíritu le dijo: «Oye,
tres hombres te están buscando. 20 Levántate, baja a verlos y ve con ellos sin
hacer preguntas, yo los he enviado». 21 Entonces Pedro bajó y les dijo a los
hombres:
—Yo
soy al que ustedes están buscando, ¿a qué han venido?
22
Ellos dijeron:
—Un
santo ángel le dijo a Cornelio que lo invitara a su casa para poder escuchar lo
que usted tenga que decirle. Cornelio es un capitán, un hombre justo que adora
a Dios, y todos los judíos lo respetan mucho.
23
Pedro les pidió que entraran y se quedaran a pasar la noche.
Al
día siguiente, Pedro se fue con los tres hombres y con algunos de los hermanos
que vivían en Jope.
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Salmos 133 Palabra de Dios para Todos
(PDT)
La
reunión del pueblo de Dios
Canto
de David para los peregrinos.
133
Qué bueno y qué agradable es
cuando el pueblo de Dios se reúne en
armonía.
2
Es
como el aceite dulce y fragante
que se derrama sobre la cabeza de Aarón
y cubre todo su rostro y sus vestiduras.
3
Es
como el rocío que cae
desde el monte Hermón sobre las montañas de
Sion.
Allí
es a donde el SEÑOR
envió su bendición, la vida eterna.
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Proverbios 17:7-8 Palabra de Dios para
Todos (PDT)
7
No
es sabio que un tonto hable demasiado,
ni que un gobernante diga mentiras.
8
El
soborno parece un amuleto para quien lo practica,
pues le funciona a dondequiera que va.
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