1 Reyes 11:1-12:19; Hechos 9:1-25; Salmos 131; Proverbios 17:4-5 (Nueva Versión Internacional (NVI))
1 Reyes 11:1-12:19 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Las
mujeres de Salomón
11
Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón tuvo
amoríos con muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas,
todas ellas mujeres extranjeras 2 que procedían de naciones de las cuales el
Señor había dicho a los israelitas: «No se unan a ellas, ni ellas a ustedes,
porque de seguro les desviarán el corazón para que sigan a otros dioses». Con
tales mujeres se unió Salomón y tuvo amoríos. 3 Tuvo setecientas esposas que
eran princesas, y trescientas concubinas; todas estas mujeres hicieron que se
pervirtiera su corazón. 4 En efecto, cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres
le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre
fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre[a] David. 5 Por el
contrario, Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc,[b] el
detestable dios de los amonitas. 6 Así que Salomón hizo lo que ofende al Señor
y no permaneció fiel a él como su padre David. 7 Fue en esa época cuando, en
una montaña al este de Jerusalén, Salomón edificó un altar pagano para Quemós,
el detestable dios de Moab, y otro para Moloc, el despreciable dios de los
amonitas. 8 Lo mismo hizo en favor de sus mujeres extranjeras, para que estas
pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a sus dioses.
9
Entonces el Señor, Dios de Israel, se enojó con Salomón porque su corazón se
había apartado de él, a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido 10
y le había prohibido que siguiera a otros dioses. Como Salomón no había
cumplido esa orden, 11 el Señor le dijo: «Ya que procedes de este modo, y no
has cumplido con mi pacto ni con los decretos que te he ordenado, puedes estar
seguro de que te quitaré el reino y se lo daré a uno de tus siervos. 12 No
obstante, por consideración a tu padre David no lo haré mientras tú vivas, sino
que lo arrancaré de la mano de tu hijo. 13 Y a este, también por consideración
a mi siervo David y a Jerusalén, no le quitaré todo el reino, sino que le
dejaré una sola tribu, la cual ya he escogido».
Los
adversarios de Salomón
14
Por lo tanto, el Señor hizo que Hadad el edomita, que pertenecía a la familia
real de Edom, surgiera como adversario de Salomón. 15 Ahora bien, durante la
guerra entre David y los edomitas, Joab, el general del ejército, había ido a
enterrar a los muertos de Israel y había aprovechado la ocasión para matar a
todos los hombres de Edom. 16 Joab y los israelitas que estaban con él se
quedaron allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones edomitas.
17 Pero Hadad, que entonces era apenas un muchacho, huyó a Egipto con algunos
oficiales edomitas que habían estado al servicio de su padre. 18 Partieron de
Madián y llegaron a Parán, donde se les unieron unos hombres de ese lugar. De
allí siguieron hacia Egipto y se presentaron ante el faraón, rey del país, quien
le regaló a Hadad una casa y se encargó de darle sustento y tierras.
19
Hadad agradó tanto al faraón, que este le dio por esposa a su cuñada, una
hermana de la reina Tapenés. 20 La hermana de Tapenés dio a luz un hijo, al que
llamó Guenubat, y Tapenés lo educó en el palacio real. De modo que Guenubat
creció junto con los hijos del faraón.
21
Mientras Hadad estaba en Egipto, se enteró de que ya habían muerto David y
Joab, general del ejército. Entonces Hadad le dijo al faraón:
—Déjeme
usted regresar a mi país.
22
—¿Y por qué quieres regresar a tu país? —le preguntó el faraón—. ¿Acaso te
falta algo aquí?
—No
—respondió Hadad—, ¡pero de todos modos déjeme ir!
23
Dios también incitó a Rezón hijo de Eliadá para que fuera adversario de
Salomón. Rezón, que había huido de su amo Hadad Ezer, rey de Sobá, 24 formó una
banda de rebeldes y se convirtió en su jefe. Cuando David destruyó a los
sirios, los rebeldes fueron a Damasco y allí establecieron su gobierno. 25 Así
fue como Rezón llegó a ser rey de Siria. Mientras vivió Salomón, Rezón
aborreció a Israel y fue su adversario, de modo que agravó el daño causado por
Hadad.
Jeroboán
se rebela contra Salomón
26
También se rebeló contra el rey Salomón uno de sus funcionarios, llamado
Jeroboán hijo de Nabat. Este Jeroboán era efrateo, oriundo de Seredá; su madre
se llamaba Zerúa, y era viuda. 27 La rebelión de Jeroboán tuvo lugar cuando
Salomón estaba construyendo los terraplenes[c] para cerrar la brecha en el muro
de la Ciudad de David, su padre. 28 Jeroboán se había ganado el respeto de
todos, de modo que cuando Salomón vio su buen desempeño lo puso a supervisar
todo el trabajo forzado que se realizaba entre los descendientes de José.
29
Un día en que Jeroboán salía de Jerusalén, se encontró en el camino con el
profeta Ahías de Siló, quien llevaba puesto un manto nuevo. Los dos estaban
solos en el campo. 30 Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba puesto y,
rasgándolo en doce pedazos, 31 le dijo a Jeroboán: «Toma diez pedazos para ti,
porque así dice el Señor, Dios de Israel: “Ahora voy a arrancarle de la mano a
Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus. 32 A él le dejaré una sola
tribu, y esto por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que
he escogido entre todas las tribus de Israel. 33 Voy a hacerlo así porque él me
ha abandonado[d] y adora a Astarté, diosa de los sidonios, a Quemós, dios de
los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. Salomón no ha seguido mis
caminos; no ha hecho lo que me agrada, ni ha cumplido mis decretos y leyes como
lo hizo David, su padre.
34
»”Sin embargo, no le quitaré todo el reino a Salomón, sino que lo dejaré
gobernar todos los días de su vida, por consideración a David mi siervo, a
quien escogí y quien cumplió mis mandamientos y decretos. 35 Le quitaré el
reino a su hijo, y te daré a ti diez tribus. 36 Pero a su hijo le dejaré una
sola tribu, para que en Jerusalén, la ciudad donde decidí habitar,[e] la
lámpara de mi siervo David se mantenga siempre encendida delante de mí. 37 En
lo que a ti atañe, yo te haré rey de Israel, y extenderás tu reino a tu gusto.
38 Si haces todo lo que te ordeno, y sigues mis caminos, haciendo lo que me
agrada y cumpliendo mis decretos y mandamientos, como lo hizo David mi siervo,
estaré contigo. Estableceré para ti una dinastía tan firme como la que
establecí para David;[f] y te daré Israel. 39 Así que haré sufrir a la
descendencia de David, aunque no para siempre”».
40
Salomón, por su parte, intentó matar a Jeroboán, pero este huyó a Egipto y se
quedó allí, bajo la protección del rey Sisac, hasta la muerte de Salomón.
Muerte
de Salomón
41
Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, y su sabiduría y todo lo que
hizo, están escritos en el libro de las crónicas de Salomón, 42 quien durante
cuarenta años reinó en Jerusalén sobre todo Israel. 43 Cuando murió, fue
sepultado en la Ciudad de David, su padre, y su hijo Roboán lo sucedió en el
trono.
División
del reino
12
Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para
proclamarlo rey. 2 De esto se enteró Jeroboán hijo de Nabat, quien al huir del
rey Salomón se había establecido en Egipto y aún vivía allí. 3 Cuando lo
mandaron a buscar, él y toda la asamblea de Israel fueron a ver a Roboán y le
dijeron:
4
—Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el
pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad.
5
—Váyanse por ahora —respondió Roboán—, pero vuelvan a verme dentro de tres
días.
Cuando
el pueblo se fue, 6 el rey Roboán consultó con los ancianos que en vida de su
padre Salomón habían estado a su servicio.
—¿Qué
me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo? —preguntó.
7
—Si Su Majestad se pone hoy al servicio de este pueblo —respondieron ellos—, y
condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para
siempre.
8
Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien
con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.
9
—¿Ustedes qué me aconsejan? —les preguntó—. ¿Cómo debo responderle a este
pueblo que me dice: “Alívienos el yugo que su padre nos echó encima”?
10
Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron:
—Este
pueblo le ha dicho a Su Majestad: “Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo
usted más ligero”. Pues bien, respóndales de este modo: “Mi dedo meñique es más
grueso que la cintura de mi padre. 11 Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les
aumentaré la carga! Y, si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré
con un látigo!”[g]
12
Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó
con todo el pueblo para presentarse ante él. 13 Pero el rey les respondió con
brusquedad: rechazó el consejo que le habían dado los ancianos, 14 y siguió más
bien el de los jóvenes. Les dijo: «Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo
les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré
con un látigo!» 15 De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas
tomaron este rumbo por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él
le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita.
16
Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas
exclamaron a una:
«¡Pueblo
de Israel, todos a sus casas!
¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos!
¿Qué
parte tenemos con David?
¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?»
Así
que se fueron, cada uno a su casa. 17 Sin embargo, Roboán siguió reinando sobre
los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 18 Más tarde, el rey Roboán
envió a Adonirán[h] para que supervisara el trabajo forzado, pero todos los
israelitas lo mataron a pedradas. ¡A duras penas logró el rey subir a su carro
y escapar a Jerusalén! 19 Desde entonces Israel ha estado en rebelión contra la
familia de David.
Footnotes:
11:4 y no siempre … su padre. Lit. y su
corazón no fue perfecto con el Señor su Dios como el corazón de su padre.
11:5 Moloc. Lit. Milcón; también en v. 33.
11:27 los terraplenes. Alt. el Milo.
11:33 me ha abandonado (LXX, Siríaca y mss.
de Vulgata); me han abandonado (TM). El cambio del singular al plural se aplica
igualmente a los otros verbos en el versículo.
11:36 habitar. Lit. poner mi nombre.
11:38 Estableceré … David. Lit. Te
construiré una casa firme como le construí a David.
12:11 con una vara … con un látigo. Lit.
con azotes … con escorpiones; también en v. 14.
12:18 Adonirán (mss. de LXX y Siríaca;
véanse también 1R 4:6 y 5:14); Adorán (TM).
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Hechos 9:1-25 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Conversión
de Saulo
9
Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos
del Señor, se presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas de extradición para
las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a
Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. 3
En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó
de repente a su alrededor. 4 Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?
5
—¿Quién eres, Señor? —preguntó.
—Yo
soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. 6 Levántate y entra en la
ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.
7
Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz,
pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos
no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9 Estuvo ciego
tres días, sin comer ni beber nada.
10
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una
visión.
—¡Ananías!
—Aquí
estoy, Señor.
11
—Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un
tal Saulo de Tarso. Está orando, 12 y ha visto en una visión a un hombre
llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
13
Entonces Ananías respondió:
—Señor,
he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos
en Jerusalén. 14 Y ahora lo tenemos aquí, autorizado por los jefes de los
sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.
15
—¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para
dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de
Israel. 16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
17
Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le
dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha
enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al
instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se
levantó y fue bautizado; 19 y, habiendo comido, recobró las fuerzas.
Saulo
en Damasco y en Jerusalén
Saulo
pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, 20 y en seguida se
dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. 21
Todos los que le oían quedaban asombrados, y preguntaban: «¿No es este el que
en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido
aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?» 22
Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en
Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías.
23
Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo
desaparecer, 24 pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche
vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. 25 Pero
sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una
abertura en la muralla.
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Salmos 131 Nueva Versión Internacional
(NVI)
Cántico
de los peregrinos. De David.
131
Señor, mi corazón no es orgulloso,
ni son altivos mis ojos;
no
busco grandezas desmedidas,
ni proezas que excedan a mis fuerzas.
2
Todo
lo contrario:
he calmado y aquietado mis ansias.
Soy
como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.
¡Mi alma es como un niño recién amamantado!
3
Israel,
pon tu esperanza en el Señor
desde ahora y para siempre.
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Proverbios 17:4-5 Nueva Versión
Internacional (NVI)
4
El
malvado hace caso a los labios impíos,
y el mentiroso presta oído a la lengua
maliciosa.
5
El
que se burla del pobre ofende a su creador;
el que se alegra de verlo en la ruina no
quedará sin castigo.
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