1 Reyes 20:1-21:29; Hechos 12:24-13:15; Salmos 137; Proverbios 17:16 (Palabra de Dios para Todos (PDT))
1 Reyes 20-21 Palabra de Dios para
Todos (PDT)
Ben
Adad y Acab van a la guerra
20
Ben Adad, rey de Siria, juntó a todo su ejército. Entre ellos había treinta y
dos reyes que tenían caballos y carruajes. Atacaron a Samaria y la rodearon. 2
Mandó mensajeros a la ciudad y al rey Acab de Israel 3 para que le dijeran:
«Ben Adad te dice: “Son míos tu plata y oro, tus mejores hijos y tus mujeres
más lindas”». 4 El rey de Israel le mandó decir: «Es como dice Su Majestad,
todo lo mío es suyo».
5
Entonces los mensajeros volvieron nuevamente a donde estaba Acab y le dijeron:
«Ben Adad te dice: “Ya te he dicho que tu oro, tu plata, tus esposas y tus
hijos son míos, dámelos. 6 Además, mañana a estas horas mandaré a mis siervos
para buscar a todos los de tu familia. Ellos agarrarán lo que te es más querido
y se lo llevarán a sus propias casas”». 7 Así que el rey Acab citó a una
reunión con todos los ancianos líderes de su país y les dijo:
—Miren,
Ben Adad sólo quiere hacernos mal. Primero me dijo que le diera mis esposas,
mis hijos, la plata y el oro, y estuve de acuerdo en entregárselos.
8
Todos los líderes ancianos y el pueblo le dijeron:
—No
lo obedezcas ni estés dispuesto a entregarle todo.
9
Así que Acab le mandó un mensaje a Ben Adad que decía: «Haré lo que dijiste al
principio, pero no puedo obedecer tu segunda orden». Los hombres del rey Ben
Adad le llevaron el mensaje al rey. 10 Entonces ellos volvieron con otro
mensaje del rey Ben Adad que decía: «Yo destruiré completamente la ciudad de
Samaria. Te prometo que no quedará nada de la ciudad, ni siquiera para que mis
hombres se lleven una puñada de polvo de recuerdo. ¡Que los dioses me hagan
algo peor si no lo cumplo!»
11
El rey Acab le contestó: «Díganle a Ben Adad que no cante victoria antes de
tiempo». 12 El rey Ben Adad estaba bebiendo en su carpa junto con los otros
reyes cuando los mensajeros volvieron y le dieron el mensaje del rey Acab.
Entonces el rey Ben Adad ordenó que sus soldados prepararan el ataque y tomaran
posiciones para la batalla.
13
En ese momento llegó un profeta, se presentó al rey Acab y le dijo:
El
SEÑOR te dice:
—¿Ves
aquel gran ejército? Yo te permitiré derrotarlo hoy. Entonces tú sabrás que yo
soy el SEÑOR.
14
Acab dijo:
—¿A
quién usarás para derrotarlo?
El
profeta contestó:
—El
SEÑOR dice: “Usaré a los jóvenes ayudantes de los funcionarios del gobierno”.
Entonces
el rey preguntó:
—¿Quién
debe estar al frente del ejército?
El
profeta contestó:
—Tú
lo harás.
15
Así que Acab juntó a los doscientos treinta y dos ayudantes jóvenes de los
funcionarios del gobierno y a todo el ejército de Israel. Eran en total siete
mil hombres.
16
Al mediodía Acab comenzó el ataque mientras el rey Ben Adad y los treinta y dos
reyes que lo ayudaban estaban todavía tomando y emborrachándose dentro de sus
carpas. 17 Los ayudantes jóvenes atacaron primero. Los hombres del rey Ben Adad
le dijeron que había soldados saliendo de Samaria. 18 Entonces Ben Adad les
dijo: «Tal vez vienen a luchar o podría ser que están buscando hacer las paces.
Tómenlos con vida».
19
Los hombres jóvenes del rey Acab salieron al ataque con el ejército de Israel
detrás de ellos. 20 Cada hombre de Israel mató al hombre que venía contra él, y
los hombres de Siria huyeron mientras el ejército de Israel los perseguía. El
rey Ben Adad se escapó en el caballo de un carro de combate. 21 El rey Acab
estuvo al frente del ejército y capturó todos los caballos y carros del
ejército de Siria. Así que el rey Acab consiguió una gran victoria contra el
ejército arameo.
22
Entonces el profeta fue a ver al rey Acab y le dijo: «Ben Adad, el rey de
Siria, vendrá a pelear contra ti la próxima primavera. Así que ve y prepara el
ejército para que sea más fuerte y planea cuidadosamente tu defensa».
Ben
Adad ataca de nuevo
23
Los oficiales del rey de Siria le dijeron: «Los dioses de Israel son dioses de
la montaña. Por eso ganaron los israelitas, porque peleamos con ellos en las
montañas. Si peleamos en la llanura, veremos que somos más fuertes que ellos.
24 Así que cada uno de los reyes ponga un gobernador en su lugar. 25 Tú junta
un ejército como el que fue destruido antes, con la misma cantidad de caballos
y carros de combate, y luchemos contra los israelitas en la llanura.
Seguramente tendremos la victoria». Ben Adad aceptó el consejo e hizo lo que le
propusieron.
26
Cuando llegó la primavera, Ben Adad reunió a la gente de Siria y atacó a Afec
para comenzar la guerra contra Israel. 27 También los israelitas habían
preparado y equipado su ejército y salieron a enfrentarse contra el ejército
sirio. Hicieron su campamento frente a los de Siria. Comparado con las fuerzas
del enemigo, Israel parecía como dos manadas pequeñas de cabras, mientras que
los soldados arameos eran tantos que cubrían la tierra.
28
Un hombre de Dios se acercó al rey de Israel con este mensaje: «El SEÑOR dijo:
«Los arameos dicen que yo, el SEÑOR, soy un dios de las montañas. Piensan que
no tengo poder en los valles. Así que haré que tú derrotes a toda esta
muchedumbre. Entonces tú sabrás que yo soy el SEÑOR en todo lugar».
29
Los ejércitos acamparon el uno frente al otro por siete días. Al séptimo día
comenzó la batalla y los israelitas mataron a cien mil soldados de Siria en un
solo día. 30 El resto de los soldados arameos escaparon a la ciudad de Afec,
pero la muralla de la ciudad se derrumbó sobre veintisiete mil de ellos. Ben
Adad huyó escondiéndose de casa en casa dentro de la ciudad. 31 Los siervos del
rey arameo le dijeron: «Miren, hemos escuchado que los reyes de la nación de
Israel son reyes que respetan los tratados. Vistámonos con ropas ásperas y
sogas en el cuello y salgamos al rey de Israel para que tal vez nos deje con
vida».
32
Entonces se vistieron de ropa áspera, se pusieron sogas en el cuello, fueron a
donde estaba el rey de Israel y le dijeron:
—Tu
siervo, Ben Adad, dice: “Te ruego que me perdones la vida”.
Acab
dijo:
—¿Todavía
vive? ¡Él es como mi hermano!
33
Ben Adad estaba buscando una señal que mostrara que Acab no lo iba a matar. Al
escuchar esas palabras de Acab, los consejeros de Ben Adad entendieron
enseguida y dijeron:
—¡Por
supuesto! Ben Adad es tu hermano.
Acab
dijo:
—Tráiganmelo.
Así
que Ben Adad salió a ver al rey Acab. Y el rey Acab pidió que subiera al
carruaje con él.
34
Ben Adad le dijo:
—Acab,
te daré las aldeas que mi papá le quitó al tuyo. Podrás poner negocios en
Damasco, tal como hizo mi papá en Samaria.
Acab
le contestó:
—Si
estás de acuerdo con este pacto, entonces te dejaré en libertad. Así que los
dos reyes hicieron un acuerdo de paz y el rey Acab dejó en libertad a Ben Adad.
Profecía
contra Acab
35
Entonces, un profeta le dijo a otro:
—¡Golpéame!
Le
dijo esto porque el SEÑOR lo había mandado, pero el otro profeta no quiso. 36
Así que el primer profeta le dijo:
—Por
no haber obedecido el mandato del SEÑOR, te matará un león cuando salgas de
este lugar.
El
hombre salió y lo mató un león.
37
Y el primer profeta encontró a un hombre y le dijo:
—Golpéame.
El
hombre lo golpeó tan fuerte que lo hirió. 38 El profeta se cubrió los ojos con
su manto para que el rey no lo reconociera y fue y esperó al rey. 39 Cuando el
rey pasaba por ahí, el profeta le gritó:
—Tu
siervo salió de la batalla porque un hombre me encargó vigilar a un prisionero.
Me dijo que si escapaba tendría que dar mi vida por él o pagar una multa de
tres mil monedas [a] de plata. 40 Y mientras tu siervo hacía esto y lo otro, el
prisionero desapareció. El rey le contestó:
—Tú
mismo has firmado tu propia condena.
41
De repente el profeta sacó el manto de su cara y el rey se dio cuenta de que
era uno de los profetas. 42 Entonces el profeta le dijo al rey:
—El
SEÑOR te dice: “Por haber dejado en libertad al que yo quería que muriera,
morirás tú en lugar de él. Morirán tú y tu gente”.
43
Entonces el rey volvió a Samaria furioso y de mal humor.
El
viñedo de Nabot
21
Después de esto sucedió que el rey Acab tenía su palacio en la ciudad de
Samaria, pero justo al lado del palacio había un viñedo de un hombre jezrelita
llamado Nabot. 2 Un día Acab le dijo a Nabot:
—Dame
tu viñedo para convertirlo en una huerta. Tu viñedo está justo al lado de mi
palacio. En su lugar, yo te daré un viñedo mejor, o si prefieres, te pagaré el
valor en dinero.
3
Nabot le contestó:
—¡Qué
el SEÑOR no lo permita! Jamás te daré el viñedo que es la tierra que heredé de
la familia.
4
Así que Acab regresó a casa furioso y de mal humor, porque no le había gustado
lo que le había dicho Nabot, el hombre de Jezrel, quien dijo que no le iba a
dar la tierra que había heredado de su familia. Acab se acostó y no quería ver
a nadie ni comer nada.
5
Jezabel, la esposa de Acab, entró a verlo y le preguntó:
—¿Por
qué estás tan enojado? ¿Por qué te niegas a comer?
6
Acab le contestó:
—Yo
le pedí el viñedo a Nabot, el hombre de Jezrel. Le dije que le pagaría un buen
precio, o si él prefería, le daría otro viñedo. Pero Nabot no quiso darme el
viñedo.
7
Jezabel le contestó:
—¡Pero
si tú eres el rey de Israel! Levántate y come algo, que yo me voy a encargar de
conseguirte el viñedo de Nabot. Así te sentirás mejor.
8
Entonces Jezabel escribió algunas cartas como si fueran de Acab y las selló con
el sello real. Entonces se las mandó a los ancianos líderes y a los hombres
importantes que vivían en la aldea de Nabot. 9 En la carta ella escribió:
«Anuncien
que habrá una reunión para proclamar un día de ayuno. Pongan en el lugar de
honor a Nabot. 10 Busquen algunos sinvergüenzas que estén dispuestos a decir
que Nabot habló en contra del rey y en contra de Dios. Entonces sáquenlo de la
reunión y mátenlo a pedradas».
11
Así que los ancianos líderes y hombres importantes de Jezreel obedecieron el
mandato. 12 Los líderes anunciaron que habría una reunión para proclamar un día
de ayuno. A Nabot lo pusieron en un lugar especial ante el pueblo. 13 Entonces
dos hombres dijeron que Nabot había hablado en contra de Dios y en contra del
rey. Por eso el pueblo sacó a Nabot de la ciudad y lo mataron a pedradas. 14
Entonces los líderes ancianos mandaron un mensaje a Jezabel, que decía: «Nabot
fue matado a pedradas».
15
Cuando Jezabel escuchó que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab:
«Nabot ha muerto. Ahora ve y toma posesión del viñedo que tú querías». 16 Así
que Acab fue al viñedo y tomó posesión de él.
17
Después, el SEÑOR le habló a Elías, el profeta de Tisbé y le dijo: 18 «Ve a ver
al rey Acab en Samaria, el cual estará en el viñedo de Nabot tomando posesión
de él. 19 Dile a Acab que yo, el SEÑOR, le digo: “Acab, mataste a Nabot ¡y
ahora tomas posesión de su tierra!” Y dile que el SEÑOR también dice esto: “¡En
el mismo lugar que los perros lamieron la sangre de Nabot, ahí mismo lamerán tu
sangre!”».
20
Así que Elías fue a ver a Acab y cuando Acab lo vio, le dijo a Elías:
—De
nuevo me has encontrado, enemigo mío.
Elías
contestó:
—Sí,
te encuentro de nuevo ya que estás dedicado completamente a obrar mal delante del
SEÑOR. 21 Así que él te dice: “Yo te destruiré y te mataré junto con todos los
varones de tu familia. 22 Haré con tu familia lo mismo que hice con la del rey
Jeroboán hijo de Nabat y con la del rey Basá, porque me hiciste enojar y has
hecho pecar a Israel”. 23 Y también el SEÑOR dice respecto a Jezabel: “Los
perros devorarán a tu esposa Jezabel en la ciudad de Jezrel. 24 A cualquiera de
tu familia que muera en la ciudad se lo comerán los perros, y a cualquiera que
muera en el campo se lo comerán las aves de rapiña”.
25
Nadie se dedicó a obrar tan mal delante del SEÑOR como hizo Acab, incitado por
su esposa Jezabel. 26 Lo más horrible que hizo Acab fue adorar las estatuas de
madera, tal como lo hacían los amorreos, a quienes el SEÑOR les quitó su tierra
para dársela a los israelitas.
27
Después de que Elías terminó de hablar, Acab se puso muy triste, se rompió la
ropa, se vistió con ropas ásperas y no comió nada. Hasta dormía con ropas
ásperas y andaba deprimido.
28
El SEÑOR le dijo a Elías, el profeta de Tisbé: 29 «Veo que Acab se ha humillado
ante mí, así que no le causaré dificultades mientras viva. Esperaré hasta que
su hijo sea rey en su lugar, entonces traeré desgracia a la familia de Acab».
Footnotes:
1 Reyes 20:39 tres mil monedas Textualmente
un talento. Ver tabla de pesas y medidas.
Palabra
de Dios para Todos (PDT)
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Hechos 12:24-13:15 Palabra de Dios
para Todos (PDT)
24
El mensaje de Dios se difundió y cada vez llegaba a más gente.
25
Bernabé y Saulo volvieron a Antioquía después de terminar su trabajo, y Juan
Marcos los acompañaba.
Misión
de Bernabé y Saulo
13
Los profetas y maestros de la iglesia de Antioquía eran Bernabé; Simón, también
llamado el Negro; Lucio, de la ciudad de Cirene; Manaén, que se había criado
con Herodes el gobernante [a], y Saulo. 2 Un día, mientras ayunaban y adoraban
al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Aparten a Bernabé y a Saulo para que hagan
el trabajo para el cual los he llamado».
3
Entonces ellos ayunaron, oraron e impusieron las manos a Bernabé y Saulo, y
luego los despidieron.
Bernabé
y Saulo en Chipre
4
Así que, enviados por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo llegaron a Seleucia y
de ahí viajaron a la isla de Chipre. 5 Al llegar a Salamina, anunciaron el
mensaje de Dios en las sinagogas judías y Juan [b] les ayudaba.
6
Recorrieron toda la isla hasta llegar a Pafos, donde conocieron a un judío
llamado Barjesús que practicaba la brujería. Este falso profeta 7 siempre
estaba cerca del gobernador Sergio Paulo. El gobernador era un hombre
inteligente y les pidió a Bernabé y a Saulo que vinieran a visitarlo porque
quería escuchar el mensaje de Dios. 8 Pero Elimas el mago, pues así se traduce
su nombre, trataba de evitar que el gobernador creyera en Jesús. 9 Pero Saulo,
también llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo miró fijamente a Elimas 10 y le
dijo:
—¡Hijo
del diablo! Eres enemigo de todo lo bueno, estás lleno de mentiras y trucos del
diablo y siempre tratas de tergiversar el verdadero camino del Señor. 11 Ahora
el Señor te castigará y quedarás ciego. Por un tiempo no podrás ver nada, ni
siquiera la luz del sol.
En
ese mismo instante todo se volvió oscuridad para Elimas. Caminó perdido por los
alrededores, tratando de encontrar a alguien que lo guiara de la mano. 12
Cuando vio esto el gobernador creyó, asombrado con la enseñanza del Señor.
Pablo
y Bernabé salen de Chipre
13
Pablo y todos los que iban con él, se fueron de Pafos en barco. Llegaron a
Perge, una ciudad que quedaba en Panfilia, pero Juan Marcos los dejó allí y
regresó a Jerusalén. 14 Ellos continuaron su viaje desde Perge hasta Antioquía
de Pisidia. Estando en Antioquía en el día de descanso, fueron a la sinagoga y
tomaron asiento allí. 15 Después de leer la ley y los escritos de los profetas,
los dirigentes de la sinagoga enviaron este mensaje a Pablo y Bernabé:
—Hermanos,
si tienen algo que decir que pueda ayudar a los que están aquí, por favor,
tomen la palabra.
Footnotes:
Hechos 13:1 Herodes el gobernante
Textualmente el tetrarca Herodes. Ver Herodes en el vocabulario.
Hechos 13:5 Juan Juan Marcos, pariente de
Bernabé. Ver Hch 12:12,25; 13:13; 15:37–38; Col 4:10.
Palabra
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Salmos 137 Palabra de Dios para Todos
(PDT)
Extrañamos
nuestra tierra
137
Nos sentábamos junto a los ríos de Babilonia
y llorábamos acordándonos de Sion.
2
Allí
en los sauces de la ciudad,
colgamos nuestras arpas. [a]
3
Allí
los que nos capturaron nos pedían que cantáramos.
Nuestros opresores nos pedían que
estuviéramos alegres,
que cantáramos canciones que hablaran de
Sion.
4
Pero
no podíamos cantar las canciones de alabanza al SEÑOR,
en un lugar extraño.
5
Jerusalén,
si algún día te olvido,
que se me seque la mano derecha [b];
prometo que jamás te olvidaré.
6
Si
te llegara a olvidar
que mi lengua se me pegue al paladar
y no pueda volver a cantar.
7
SEÑOR,
castiga a los edomitas
porque ellos pedían que Jerusalén fuera
destruida.
8
Babilonia,
tú también serás destruida.
Afortunado el que te dé el castigo que
mereces;
recibirás el mismo sufrimiento que le
causaste a Jerusalén.
9
Afortunado
el que agarre a tus hijos
y los estrelle contra las rocas.
Footnotes:
Salmos 137:2 Estos instrumentos se usaban
para alabar a Dios en el templo de Jerusalén, pero como el templo había sido
destruido ya no había razón para tocar esas canciones.
Salmos 137:5 que se me seque la mano
derecha o que nunca pueda tocar más el arpa.
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Proverbios 17:16 Palabra de Dios para
Todos (PDT)
16
¿De
qué le sirve al bruto tener dinero?
¿Es que acaso puede comprar sabiduría
faltándole cerebro?
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