1 Reyes 1:1-53; Hechos 4:1-37; Salmos 124; Proverbios 16:24 (Reina Valera Actualizada (RVA-2015))
1 Reyes 1 Reina Valera Actualizada
(RVA-2015)
Abisag
la sunamita atiende a David
1
Cuando el rey David era anciano, de edad avanzada, lo cubrían con ropas, pero
no se calentaba. 2 Por tanto, sus servidores le dijeron: “Que busquen para mi
señor el rey una joven virgen, a fin de que esté en la presencia del rey, lo
atienda y duerma en sua seno, para que dé calor a mi señor el rey”.
3
Entonces buscaron a una joven bella por todo el territorio de Israel. Hallaron
a Abisag la sunamita y la llevaron al rey. 4 La joven era sumamente bella. Ella
atendía al rey y le servía, pero el rey no la conoció.
Adonías
procura usurpar el trono
5
Entonces Adonías, hijo de Haguit, se enalteció diciendo: “¡Yo seré rey!”. Y se
consiguió un carro, jinetes y cincuenta hombres que corrieran delante de él. 6
En toda su vida, su padre no lo había contrariado diciéndole: “¿Por qué has
actuado así?”. Él era también de muy buena presencia y había nacido después de
Absalón.
7
Adonías tenía tratos con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar.
Ellos respaldaban a Adonías; 8 pero el sacerdote Sadoc, Benaías hijo de Joyada,
el profeta Natán, Simei, Rei[a] y los valientes que tenía David no seguían a
Adonías. 9 Adonías mató ovejas, vacas y ganado engordado junto a la peña de
Zojélet, que está cerca de En-rogel; e invitó a todos sus hermanos, los hijos
del rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey. 10 Pero no invitó
al profeta Natán ni a Benaías ni a los valientes ni a su hermano Salomón.
David
proclama rey a Salomón
11
Entonces Natán habló a Betsabé, madre de Salomón, diciendo:
—¿No
has oído que reina Adonías, hijo de Haguit, sin que lo sepa nuestro señor
David? 12 Ahora pues, ven, déjame darte un consejo para que salves tu vida y la
vida de tu hijo Salomón: 13 Ve, entra a la presencia del rey David y dile: “Mi
señor el rey, ¿no has jurado tú a tu sierva diciendo: ‘Tu hijo Salomón reinará
después de mí, y él se sentará en mi trono’? ¿Por qué, pues, reina Adonías?”.
14 Mientras tú aún estés allí hablando con el rey, he aquí que yo entraré
detrás de ti y confirmaré tus palabras.
15
Entonces Betsabé entró en el dormitorio del rey. El rey era muy anciano, y
Abisag la sunamita le servía. 16 Betsabé se inclinó y se postró ante el rey, y
este preguntó:
—¿Qué
quieres?
17
Ella le respondió:
—Señor
mío, tú has jurado a tu sierva por el SEÑOR tu Dios: “Tu hijo Salomón reinará
después de mí, y él se sentará en mi trono”. 18 Pero ahora, he aquí que reina
Adonías; y tú[b], mi señor el rey, no lo sabes. 19 Él ha matado numerosos
bueyes, ganado engordado y ovejas; ha invitado a todos los hijos del rey, al
sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército; pero no ha invitado a tu siervo
Salomón. 20 Ahora bien, oh mi señor el rey, los ojos de todo Israel están
puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi
señor el rey, después de él. 21 De otra manera, acontecerá que cuando mi señor
el rey repose con sus padres, mi hijo Salomón y yo seremos tenidos por
culpables.
22
Y he aquí, mientras ella todavía hablaba con el rey, llegó el profeta Natán. 23
E informaron al rey diciendo:
—El
profeta Natán está aquí.
Cuando
él entró a la presencia del rey, se postró a tierra sobre su rostro ante el
rey. 24 Entonces dijo Natán:
—Mi
señor el rey, ¿has dicho tú: “Adonías reinará después de mí, y él se sentará en
mi trono”? 25 Porque hoy ha descendido y ha matado numerosos bueyes, ganado
engordado y ovejas. Ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del
ejército[c] y al sacerdote Abiatar. He aquí, ellos están comiendo y bebiendo
ante él, y han dicho: “¡Viva el rey Adonías!”. 26 Pero no me ha invitado a mí,
tu siervo; ni al sacerdote Sadoc ni a Benaías hijo de Joyada ni a tu siervo
Salomón. 27 ¿Ha sido ordenado este asunto por mi señor el rey, sin haber
informado a tu siervo[d] quién se habría de sentar en el trono de mi señor el
rey, después de él?
28
Entonces el rey David respondió diciendo:
—Llámenme
a Betsabé.
Ella
entró a la presencia del rey y se puso de pie delante de él. 29 Y el rey juró
diciendo:
—¡Vive
el SEÑOR que rescató mi alma de toda adversidad, 30 que como yo te he jurado
por el SEÑOR Dios de Israel, diciendo: “Tu hijo Salomón reinará después de mí,
y él se sentará en mi trono en mi lugar”, ciertamente así lo haré en el día de
hoy!
31
Entonces Betsabé se inclinó con el rostro a tierra y se postró ante el rey,
diciendo:
—¡Viva
para siempre mi señor, el rey David!
32
Y el rey David dijo:
—Llámenme
al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyada.
Ellos
entraron a la presencia del rey, 33 y el rey les dijo:
—Tomen
con ustedes a los servidores de su señor, hagan montar a mi hijo Salomón sobre mi
mula y háganlo descender a Guijón. 34 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo
ungirán allí rey de Israel. Luego tocarán la corneta y dirán: “¡Viva el rey
Salomón!”. 35 Después subirán ustedes detrás de él, y vendrá y se sentará en mi
trono, y él reinará en mi lugar; porque a él lo he designado para que sea el
soberano de Israel y de Judá.
36
Benaías hijo de Joyada respondió al rey diciendo:
—¡Amén!
Así lo diga el SEÑOR, Dios de mi señor el rey. 37 De la manera que el SEÑOR ha
estado con mi señor el rey, así esté con Salomón y engrandezca su trono más que
el trono de mi señor, el rey David.
38
El sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaías hijo de Joyada, los quereteos y
los peleteos descendieron e hicieron montar a Salomón sobre la mula del rey
David y lo condujeron a Guijón. 39 Entonces el sacerdote Sadoc tomó del
tabernáculo el cuerno de aceite y ungió a Salomón. Luego tocaron la corneta, y
todo el pueblo gritó:
—¡Viva
el rey Salomón!
40
Después todo el pueblo subió tras él. La gente tocaba flautas y se regocijaba
con tal regocijo que la tierra se partía con el estruendo de ellos.
Salomón
perdona la vida a Adonías
41
Cuando habían acabado de comer, Adonías lo oyó, junto con todos los invitados
que estaban con él. Y al oír Joab el sonido de la corneta, dijo:
—¿Por
qué se alborota la ciudad con bullicio?
42
Mientras él aún hablaba, he aquí que llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar;
y Adonías le dijo:
—Entra,
porque tú eres hombre valeroso y traerás buenas noticias.
43
Jonatán respondió y dijo a Adonías:
—Al
contrario; porque nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón. 44 El rey
ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benaías hijo de
Joyada y también a los quereteos y a los peleteos, los cuales lo han hecho
montar sobre la mula del rey. 45 El sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han
ungido rey en Guijón. De allá han subido con gran regocijo, y la ciudad está
alborotada. Este es el bullicio que han oído. 46 Además, Salomón se ha sentado
en el trono real. 47 También los servidores del rey han ido a congratular a
nuestro señor el rey David, diciendo: “¡Tu Dios haga el nombre de Salomón más
ilustre que tu nombre y engrandezca su trono más que el tuyo!”. El mismo rey ha
hecho reverencia desde su cama, 48 y el rey también ha hablado así: “¡Bendito
sea el SEÑOR Dios de Israel, que ha dado hoy quien[e] se siente en mi trono, y
que mis ojos lo vean!”.
49
Entonces todos los invitados que estaban con Adonías se estremecieron, se
levantaron y se fueron, cada uno por su camino. 50 Pero Adonías, temiendo a
Salomón, se levantó y fue a asirse de los cuernos del altar[f]. 51 E informaron
a Salomón diciendo:
—He
aquí que Adonías tiene miedo del rey Salomón, y se ha asido de los cuernos del
altar, diciendo: “¡Que me jure ahora el rey Salomón que no matará a espada a su
siervo!”.
52
Entonces Salomón dijo:
—Si
demuestra ser un hombre digno ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si
se halla maldad en él, morirá.
53
El rey Salomón mandó que lo hicieran bajar del altar. Él vino y se postró ante
el rey Salomón. Y Salomón le dijo:
—Vete
a tu casa.
Footnotes:
1 Reyes 1:8 Según LXX y Vulgata; heb., tu.
1 Reyes 1:18 Otras trads., Simei y su amigo
y los valientes (cf. Josefo, Antigüedades, VII, 14, 4); o, Simei y los
valientes amigos (según una recensión de LXX).
1 Reyes 1:25 Según varios mss. y vers.
antiguas; TM, y ahora.
1 Reyes 1:27 Una recensión de LXX tiene
Joab jefe del ejército (cf. v. 19).
1 Reyes 1:48 Según Qere y muchos mss.;
Ketiv, tus siervos.
1 Reyes 1:50 LXX tiene alguien de mi
descendencia que (cf. otras vers. antiguas).
Reina
Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano
Hechos 4 Reina Valera Actualizada
(RVA-2015)
Pedro
y Juan son encarcelados
4
Mientras ellos estaban hablando al pueblo, llegaron los sacerdotes, el capitán
de la guardia del templo y los saduceos, 2 resentidos de que enseñaran al
pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Les
echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque ya era
tarde. 4 Pero muchos de los que habían oído la palabra creyeron, y el número de
los hombres llegó a ser como cinco mil.
Pedro
y Juan ante el Sanedrín
5
Al día siguiente, aconteció que se reunieron en Jerusalén los gobernantes de
ellos, los ancianos y los escribas; 6 y estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás,
Juan, Alejandro y todos los del linaje del sumo sacerdote. 7 Y poniéndolos en
medio, les interrogaron:
—¿Con
qué poder, o en qué nombre han hecho ustedes esto?
8
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
—Gobernantes
del pueblo y ancianos: 9 Si hoy somos investigados acerca del bien hecho a un
hombre enfermo, de qué manera este ha sido sanado, 10 sea conocido a todos
ustedes y a todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los
muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en su presencia. 11 Él es la
piedra rechazada por ustedes los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza
del ángulo[a]. 12 Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre
debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
13
Y viendo la valentía de Pedro y de Juan, y teniendo en cuenta que eran hombres
sin letras e indoctos, se asombraban y reconocían que habían estado con Jesús.
14 Pero, ya que veían de pie con ellos al hombre que había sido sanado, no
tenían nada que decir en contra. 15 Entonces les mandaron que salieran fuera
del Sanedrín y deliberaban entre sí, 16 diciendo:
—¿Qué
hemos de hacer con estos hombres? Porque de cierto, es evidente a todos los que
habitan en Jerusalén que una señal notable ha sido hecha por medio de ellos, y
no lo podemos negar. 17 Pero para que no se divulgue cada vez más entre el
pueblo, amenacémosles para que de aquí en adelante no hablen a ninguna persona
en este nombre.
18
Entonces los llamaron y les ordenaron terminantemente que no hablaran ni
enseñaran en el nombre de Jesús. 19 Pero respondiendo Pedro y Juan, les
dijeron:
—Juzguen
ustedes si es justo delante de Dios obedecerles a ustedes antes que a Dios. 20
Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.
21
Y después de amenazarles más, ellos les soltaron, pues por causa del pueblo no
hallaban ningún modo de castigarles; porque todos glorificaban a Dios por lo
que había acontecido, 22 pues el hombre en quien había sido hecho este milagro
de sanidad tenía más de cuarenta años.
Oración
de los discípulos amenazados
23
Una vez sueltos, fueron a los suyos y les contaron todo lo que los principales
sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24 Cuando ellos lo oyeron, de un
solo ánimo alzaron sus voces a Dios y dijeron: “Soberano[b], tú eres el que
hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, 25 y que
mediante el Espíritu Santo[c] por boca de nuestro padre David, tu siervo,
dijiste:
¿Por
qué se amotinaron las naciones
y
los pueblos tramaron cosas vanas?
26
Se levantaron los reyes de la tierra
y
sus gobernantes consultaron unidos contra el Señor y contra su Ungido[d].
27
Porque verdaderamente, tanto Herodes como Poncio Pilato con los gentiles y el
pueblo de Israel se reunieron en esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al
cual ungiste, 28 para llevar a cabo lo que tu mano y tu consejo habían
determinado de antemano que había de ser hecho. 29 Y ahora, Señor, mira sus
amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía. 30
Extiende tu mano para que sean hechas sanidades, señales y prodigios en el nombre
de tu santo Siervo Jesús”.
31
Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos
fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.
La
vida en común entre los fieles
32
La multitud de los que habían creído era de un solo corazón y una sola alma.
Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que todas las cosas
les eran comunes. 33 Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. 34 No
había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran
propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo vendido 35
y lo ponían a los pies de los apóstoles. Y era repartido a cada uno según tenía
necesidad.
36
Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa hijo
de consolación) y quien era levita, natural de Chipre, 37 como tenía un campo,
lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
Footnotes:
Hechos 4:11 Sal. 118:22.
Hechos 4:24 Algunos mss. antiguos tienen
Soberano Señor; otros, Soberano Dios.
Hechos 4:25 Algunos mss. omiten mediante el
Espíritu Santo.
Hechos 4:26 Sal. 2:1, 2 (LXX); Ungido es la
misma voz que Cristo.
Reina
Valera Actualizada (RVA-2015)
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Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano
Salmos 124 Reina Valera Actualizada
(RVA-2015)
Gratitud
por las pruebas superadas
124
Canto de ascenso gradual[a]. De David. “Si el SEÑOR no hubiera estado por
nosotros”,
dígalo,
por favor, Israel,
2
“si
el SEÑOR no hubiera estado por nosotros
cuando
se levantaron contra nosotros los hombres,
3
entonces
nos habrían tragado vivos cuando se encendió su furor
contra
nosotros;
4
entonces
las aguas nos habrían inundado; el torrente habría pasado sobre nosotros;
5
entonces
las aguas tumultuosas habrían pasado sobre nosotros”.
6
Bendito
sea el SEÑOR,
que
no nos entregó como presa a los dientes de ellos.
7
Nuestra
alma escapó como un pájaro
de
la trampa de los cazadores.
Se
rompió la trampa, y nosotros
escapamos.
8
Nuestro
socorro está en el nombre del SEÑOR,
que
hizo los cielos y la tierra.
Footnotes:
Salmos 124:1 Cantado en las peregrinaciones
hacia el templo en Jerusalén.
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