1 Reyes 9:1-10:29; Hechos 8:14-40; Salmos 130; Proverbios 17:2-3 (Nueva Versión Internacional (NVI))
1 Reyes 9-10 Nueva Versión
Internacional (NVI)
Pacto
de Dios con Salomón
9
Cuando Salomón terminó de construir el templo del Señor y el palacio real,
cumpliendo así todos sus propósitos y deseos, 2 el Señor se le apareció por
segunda vez, como lo había hecho en Gabaón, 3 y le dijo:
«He
oído la oración y la súplica que me has hecho. Consagro este templo que tú has
construido para que yo habite[a] en él por siempre. Mis ojos y mi corazón
siempre estarán allí.
4
»En cuanto a ti, si me sigues con integridad y rectitud de corazón, como lo
hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis
decretos y leyes, 5 yo afirmaré para siempre tu trono en el reino de Israel,
como le prometí a tu padre David cuando le dije: “Nunca te faltará un
descendiente en el trono de Israel”.
6
»Pero, si ustedes o sus hijos dejan de cumplir los mandamientos y decretos que
les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, 7 yo
arrancaré a Israel de la tierra que le he dado y repudiaré el templo que he
consagrado en mi honor. Entonces Israel será el hazmerreír de todos los
pueblos. 8 Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo
el que pase frente a él quedará asombrado y, en son de burla, preguntará: “¿Por
qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo?” 9 Y le responderán:
“Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó de Egipto a sus antepasados, los
israelitas, y se echaron en los brazos de otros dioses, a los cuales adoraron y
sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les sobrevenga tanto desastre”».
Otras
actividades de Salomón
10
Veinte años tardó el rey Salomón en construir los dos edificios, es decir, el
templo del Señor y el palacio real, 11 después de lo cual le dio a Hiram, rey
de Tiro, veinte ciudades en Galilea, porque Hiram lo había abastecido con todo
el cedro, el pino y el oro que quiso. 12 Sin embargo, cuando Hiram salió de
Tiro y fue a ver las ciudades que Salomón le había dado, no quedó satisfecho
con ellas. 13 «Hermano mío —protestó Hiram—, ¿qué clase de ciudades son estas
que me has dado?» De modo que llamó a esa región Cabul,[b] nombre que conserva
hasta hoy. 14 Hiram, por su parte, le había enviado a Salomón tres mil
novecientos sesenta kilos[c] de oro.
15
En cuanto al trabajo forzado, el rey Salomón reunió trabajadores para construir
el templo del Señor, su propio palacio, los terraplenes,[d] el muro de
Jerusalén, y Jazor, Meguido y Guézer. 16 El faraón, rey de Egipto, había
atacado y tomado Guézer a sangre y fuego, matando a sus habitantes cananeos.
Luego, como regalo de bodas, le dio esta ciudad a su hija, la esposa de
Salomón. 17 Por eso Salomón reconstruyó las ciudades de Guézer, Bet Jorón la de
abajo, 18 Balat y Tadmor,[e] en el desierto del país, 19 así como todos sus
lugares de almacenamiento, los cuarteles para sus carros de combate y para su
caballería, y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todo el
territorio bajo su dominio.
20-21
A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los amorreos,
hititas, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque
los israelitas no pudieron destruirlos), Salomón los sometió a trabajos
forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 22 Pero a los israelitas Salomón
no los convirtió en esclavos, sino que le servían como soldados, ministros,
comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería. 23 Salomón
tenía además quinientos cincuenta capataces que supervisaban a sus trabajadores
en la obra.
24
Los terraplenes se hicieron después de que la hija del faraón se trasladó de la
Ciudad de David al palacio que Salomón le había construido.
25
Tres veces al año Salomón presentaba holocaustos y sacrificios de comunión
sobre el altar que él había construido para el Señor, y al mismo tiempo quemaba
incienso en su presencia. Así cumplía con las obligaciones del templo.[f]
26
El rey Salomón también construyó una flota naviera en Ezión Guéber, cerca de
Elat en Edom, a orillas del Mar Rojo. 27 Hiram envió a algunos de sus
oficiales, que eran marineros expertos, para servir en la flota con los
oficiales de Salomón, 28 y ellos se hicieron a la mar y llegaron a Ofir, de
donde volvieron con unos catorce mil kilos[g] de oro, que le entregaron al rey
Salomón.
La
reina de Sabá visita a Salomón
10
La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, con la cual él honraba el
nombre del Señor, así que fue a verlo para ponerlo a prueba con preguntas
difíciles. 2 Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande. Sus camellos llevaban
perfumes y grandes cantidades de oro y piedras preciosas. Al presentarse ante
Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 3 y él respondió a todas sus
preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera, que el rey no pudiera
resolver.
4-5
La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio
que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus
funcionarios, el servicio y la ropa de los camareros, las bebidas, y los
holocaustos que ofrecía en el templo[h] del Señor. 6 Entonces le dijo al rey:
«¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es
cierto! 7 No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios
ojos. Pero, en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad! Tanto en
sabiduría como en riqueza, superas todo lo que había oído decir. 8 ¡Dichosos
tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu
presencia bebiendo de tu sabiduría! 9 ¡Y alabado sea el Señor tu Dios, que se
ha deleitado en ti y te ha puesto en el trono de Israel! En su eterno amor por
Israel, el Señor te ha hecho rey para que gobiernes con justicia y rectitud».
10
Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos[i] de
oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel
tantos perfumes como los que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.
11
La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro, grandes cargamentos de
madera de sándalo y de piedras preciosas. 12 Con la madera, el rey construyó
escalones[j] para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo
arpas y liras para los músicos. Desde entonces, nunca más se ha importado, ni
ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.
13
El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se
le antojó pedirle, además de lo que él, en su magnanimidad, ya le había
regalado. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la
atendían.
El
esplendor de Salomón
14
La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente llegaba a los veintidós mil
kilos,[k] 15 sin contar los impuestos aportados por los mercaderes, el tráfico
comercial, y todos los reyes árabes y los gobernadores del país.
16
El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, en cada uno de
los cuales se emplearon unos seis kilos y medio[l] de oro. 17 Hizo además
trescientos escudos más pequeños, también de oro batido, empleando en cada uno
de ellos un kilo y medio[m] de oro. Estos escudos los puso el rey en el palacio
llamado «Bosque del Líbano».
18
El rey hizo también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 19 El
trono tenía seis peldaños, un espaldar redondo, brazos a cada lado del asiento,
dos leones de pie junto a los brazos 20 y doce leones de pie sobre los seis
peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro reino se había hecho algo
semejante. 21 Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio
«Bosque del Líbano» eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en
tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 22 Cada tres años, la flota
comercial que el rey tenía en el mar, junto con la flota de Hiram, regresaba de
Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.[n]
23
Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes
de la tierra. 24 Todo el mundo procuraba visitarlo para oír la sabiduría que
Dios le había dado, 25 y año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y
de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y mulas.
26
Salomón multiplicó el número de sus carros de combate y sus caballos; llegó a
tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos,[o] los cuales mantenía en
las caballerizas y también en su palacio en Jerusalén. 27 El rey hizo que en
Jerusalén la plata fuera tan común y corriente como las piedras, y el cedro tan
abundante como las higueras de la llanura. 28 Los caballos de Salomón eran
importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los
compraban. 29 En Egipto compraban carros por seiscientas monedas de plata,[p] y
caballos por ciento cincuenta, para luego vendérselos a todos los reyes hititas
y sirios.
Footnotes:
9:3 habite. Lit. ponga mi nombre.
9:13 El nombre Cabul parece ser un juego de
palabras que sugiere que esta era una región inútil.
9:14 tres mil novecientos sesenta kilos.
Lit. ciento veinte talentos.
9:15 los terraplenes. Alt. el Milo; también
en v. 24.
9:18 Tadmor. Alt. Tamar.
9:25 cumplía con las obligaciones del
templo. Lit. completó el templo.
9:28 catorce mil kilos. Lit. cuatrocientos
veinte talentos.
10:4-5 los holocaustos … templo. Alt. la
escalinata por la cual él subía al templo.
10:10 tres mil novecientos sesenta kilos.
Lit. ciento veinte talentos.
10:12 escalones. Alt. barandas.
10:14 veintidós mil kilos. Lit. seiscientos
sesenta y seis talentos.
10:16 unos seis kilos y medio. Lit.
seiscientos siclos.
10:17 un kilo y medio. Lit. tres minas.
10:22 mandriles. Alt. pavos reales.
10:26 caballos. Alt. aurigas.
10:29 seiscientas monedas de plata. Lit.
seiscientos [siclos] de plata.
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Hechos 8:14-40 Nueva Versión
Internacional (NVI)
14
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los
samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16
porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente
habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan
les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.
18
Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba
el Espíritu Santo, les ofreció dinero 19 y les pidió:
—Denme
también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos
reciban el Espíritu Santo.
20
—¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar
el don de Dios con dinero! 21 No tienes arte ni parte en este asunto, porque no
eres íntegro delante de Dios. 22 Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al
Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. 23 Veo que vas
camino a la amargura y a la esclavitud del pecado.
24
—Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo
que han dicho.
25
Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se
pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en
muchas poblaciones de los samaritanos.
Felipe
y el etíope
26
Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el
camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza». 27 Felipe emprendió el
viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario
encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Este había ido
a Jerusalén para adorar 28 y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en
su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías. 29 El Espíritu le dijo a
Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».
30
Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta
Isaías, le preguntó:
—¿Acaso
entiende usted lo que está leyendo?
31
—¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?
Así
que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. 32 El pasaje de la Escritura que
estaba leyendo era el siguiente:
«Como
oveja, fue llevado al matadero;
y como cordero que enmudece ante su
trasquilador,
ni siquiera abrió su boca.
33
Lo
humillaron y no le hicieron justicia.
¿Quién describirá su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la
tierra».[a]
34
—Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de
algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.
35
Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció
las buenas nuevas acerca de Jesús. 36 Mientras iban por el camino, llegaron a
un lugar donde había agua, y dijo el eunuco:
—Mire
usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?[b]
38
Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a
Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino. 40 En cuanto
a Felipe, apareció en Azoto, y se fue predicando el evangelio en todos los
pueblos hasta que llegó a Cesarea.
Footnotes:
8:33 Is 53:7,8
8:36 bautizado? Var. bautizado? / 37 —Si
cree usted de todo corazón, bien puede —le dijo Felipe. / —Creo que Jesucristo
es el Hijo de Dios —contestó el hombre.
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Salmos 130 Nueva Versión Internacional
(NVI)
Cántico
de los peregrinos.
130
A ti, Señor, elevo mi clamor
desde las profundidades del abismo.
2
Escucha,
Señor, mi voz.
Estén atentos tus oídos a mi voz
suplicante.
3
Si
tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
¿quién, Señor, sería declarado inocente?[a]
4
Pero
en ti se halla perdón,
y por eso debes ser temido.
5
Espero
al Señor, lo espero con toda el alma;
en su palabra he puesto mi esperanza.
6
Espero
al Señor con toda el alma,
más que los centinelas la mañana.
Como
esperan los centinelas la mañana,
7
así tú, Israel, espera al Señor.
Porque
en él hay amor inagotable;
en él hay plena redención.
8
Él
mismo redimirá a Israel
de todos sus pecados.
Footnotes:
130:3 sería declarado inocente? Lit. se
mantendría en pie?
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Proverbios 17:2-3 Nueva Versión
Internacional (NVI)
2
El
siervo sabio gobernará al hijo sinvergüenza,
y compartirá la herencia con los otros
hermanos.
3
En
el crisol se prueba la plata
y en el horno se prueba el oro,
pero al corazón lo prueba el Señor.
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