2 Reyes 3:1-4:17; Hechos 14:8-28; Salmos 140; Proverbios 17:22 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
2 Reyes 3:1-4:17 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Reinado
de Jorán de Israel
3
Jorán hijo de Ajab comenzó a reinar sobre Israel cuando Josafat tenía dieciocho
años de reinar sobre Judá, y reinó doce años en Samaria. 2 Pero hizo lo malo a
los ojos del Señor, aunque no al grado de su padre y su madre, pues quitó las
estatuas de Baal que su padre había hecho. 3 Sin embargo, se entregó a los
mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel, y no se
apartó de ellos.
Eliseo
predice la victoria sobre Moab
4
El rey Mesa de Moab poseía muchos rebaños, y entregaba al rey de Israel cien
mil corderos y cien mil carneros. 5 Pero a la muerte de Ajab el rey de Moab se
rebeló contra el rey de Israel. 6 Entonces el rey Jorán salió de Samaria y pasó
revista a todo Israel. 7 Luego mandó a decir al rey Josafat de Judá:
«El
rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Me acompañarás a luchar contra Moab?»
Y
Josafat respondió:
«Por
supuesto que iré. Tú eres como si fuera yo mismo; tu pueblo es como mi pueblo,
y tus caballos son como los míos. 8 ¿Qué camino tomaremos?»
Y
Jorán respondió:
«Tomaremos
el camino del desierto de Edom.»
9
Fue así como el rey de Israel y el rey de Judá, junto con el rey de Edom,
tomaron el camino del desierto, pero después de siete días les faltó agua para
el ejército y para las bestias. 10 Entonces el rey de Israel dijo:
«¡Vaya!
El Señor ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de los
moabitas.»
11
Pero Josafat dijo:
«¿No
hay por aquí algún profeta del Señor? ¡Podríamos consultarlo por medio de él!»
Uno
de los oficiales del rey de Israel respondió:
«Por
aquí está Eliseo hijo de Safat, que era ayudante de Elías.»
12
Y Josafat dijo:
«En
él habrá palabra del Señor.»
Y
los tres reyes fueron a verlo. 13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel:
«¿Qué
tengo yo que ver contigo? ¡Anda a ver a los profetas de tu padre y de tu
madre!»
Pero
el rey de Israel le respondió:
«No,
no voy a ir con ellos. El Señor nos ha reunido a nosotros tres, para
entregarnos en manos de los moabitas.»
14
Eliseo dijo entonces:
«Juro
por el Señor de los ejércitos, en cuya presencia me encuentro, que de no ser
por el respeto que le debo al rey Josafat rey de Judá, a ti ni siquiera te
dirigiría la mirada. 15 Pero, bueno, ¡tráiganme un tañedor!»
Y
mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo, 16 quien dijo:
«Así
ha dicho el Señor: “Caven en este valle muchos estanques.” 17 Y el Señor
también ha dicho: “Aunque ustedes no vean ningún viento, ni ninguna lluvia,
este valle se llenará de agua, y beberán ustedes, y sus bestias y sus ganados.”
18 Esto, a los ojos del Señor, no es nada difícil; también va a poner a los
moabitas en las manos de ustedes. 19 Y ustedes destruirán todas sus bellas
ciudades fortificadas, y talarán todo árbol frondoso, cegarán todos los pozos,
y sembrarán de piedras todos los campos arables.»
20
Al día siguiente por la mañana, a la hora del sacrificio, un repentino aluvión
llegó desde Edom y toda esa región se inundó. 21 Y al saber los de Moab que los
reyes se disponían a atacarlos, todos ellos se juntaron, desde los que apenas
podían ponerse la armadura hasta los más experimentados, y tomaron sus puestos
en la frontera. 22 Y al día siguiente, cuando los moabitas se levantaron,
vieron a la distancia que el reflejo del sol sobre las aguas las hacía verse
rojas como sangre. 23 Entonces gritaron:
«¡Esto
es la sangre de una batalla! Seguramente los reyes han luchado entre sí, y han
matado a sus propios compañeros. ¡Vamos, moabitas, al botín!»
24
Pero cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, éstos se levantaron
los israelitas y los atacaron, y aunque los moabitas trataron de huir, los
israelitas los persiguieron y los mataron; 25 y asolaron las ciudades, y en
todos los campos fértiles esparcieron piedras, y cegaron también todos los
pozos, y derribaron todos los árboles frondosos; sólo quedaron piedras en Quir
Jaréset porque los honderos rodearon esa ciudad y la destruyeron.
26
Cuando el rey de Moab vio que había perdido la batalla, tomó consigo a
setecientos hombres hábiles con la espada y quiso atacar al rey de Edom, pero
no lo consiguió. 27 Entonces tomó a su primogénito, el que habría de reinar en
su lugar, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Y fue tan grande el
enojo contra Israel, que éstos decidieron retirarse y volver a su tierra.
El
aceite de la viuda
4
La viuda de uno de los profetas presentó a Eliseo la siguiente súplica:
«Mi
esposo, siervo tuyo, ha muerto. Tú bien sabes que él era temeroso del Señor.
Pero nuestro acreedor ha venido ahora y quiere llevarse a mis dos hijos para
venderlos como esclavos.»
2
Eliseo le dijo:
«¿Y
en qué te puedo ayudar? Dime qué es lo que tienes en casa.»
La
viuda dijo:
«Esta
sierva tuya no tiene en casa más que una vasija de aceite.»
3
Entonces Eliseo le dijo:
«Ve
y pide a tus vecinos que te presten algunas vasijas vacías. ¡Todas las que
puedas conseguir! 4 Luego, entra en tu casa y enciérrate con tus hijos. Echa
aceite en todas las vasijas, y ve apartándolas conforme las vayas llenando.»
5
La viuda se fue a su casa, cerró la puerta tras de sí y se encerró con sus
hijos; y conforme ellos iban trayendo las vasijas, ella las iba llenando de
aceite. 6 Cuando todas las vasijas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de
sus hijos que le pasara una vasija más. Pero en cuanto su hijo le contestó que
ya no había más vasijas, el aceite se terminó. 7 Entonces ella fue a contárselo
al varón de Dios, y éste dijo:
«Ahora
ve y vende el aceite, y págale a tu acreedor, y tú y tus hijos vivan de lo que
les quede.»
Eliseo
y la sunamita
8
En cierta ocasión, una mujer importante de Sunén invitó a Eliseo a comer en su
casa. Y cada vez que Eliseo pasaba por allí, la mujer le insistía que se
quedara a comer. 9 A su marido le dijo:
«¿Sabes
de qué me he dado cuenta? ¡Pues de que este hombre que siempre pasa por nuestra
casa es un santo varón de Dios! 10 Debiéramos hacerle un pequeño aposento en la
azotea, y poner allí una cama y una mesa, y una silla y un candelero, para que
cuando pase por aquí pueda quedarse con nosotros.»
11
Un día en que Eliseo pasó por allí, se quedó a dormir en ese aposento, 12 pero
le dijo a Guejazí, su criado:
«Llama
a la sunamita.»
Guejazí
la llamó, y cuando ella se presentó ante Eliseo, 13 éste, dirigiéndose a
Guejazí, dijo:
«Esta
mujer ha sido muy amable con nosotros. Pregúntale qué quiere que haga yo en su
favor. ¿Necesita que hable por ella al rey, o al general del ejército?»
Y
la mujer respondió:
«En
medio de mi pueblo, yo vivo como una reina.»
14
Pero Eliseo insistió:
«Entonces,
¿qué podemos hacer por ella?»
Y
Guejazí respondió:
«Su
marido ya es anciano, y ella no tiene hijos todavía.»
15
Eliseo le ordenó entonces a su criado que la llamara. Guejazí la llamó y,
cuando ella se detuvo en la puerta, 16 Eliseo le dijo:
«Dentro
de un año, por estos días, tendrás un hijo en tus brazos.»
Pero
ella protestó:
«¡No,
mi señor, varón de Dios! ¡No te burles de esta sierva tuya!»
17
Sin embargo, la mujer concibió y un año después, por el tiempo que Eliseo le
había dicho, dio a luz un hijo.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Hechos 14:8-28 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Pablo
es apedreado en Listra
8
En Listra había un hombre lisiado de nacimiento; no podía mover los pies ni
había caminado jamás. Estaba sentado, 9 escuchando a Pablo; y cuando Pablo lo
vio a los ojos, comprendió que tenía fe para ser sanado. 10 Entonces Pablo
levantó la voz y le dijo: «Levántate, y apóyate sobre tus pies.» Y aquel hombre
dio un salto y comenzó a caminar. 11 Al ver la gente lo que Pablo había hecho,
comenzó a gritar en lengua licaónica: «Los dioses han bajado en forma de
hombres, y nos están visitando.» 12 A Bernabé lo llamaron Júpiter, y como Pablo
era el que hablaba, a él lo llamaron Mercurio. 13 El sacerdote de Júpiter, que
oficiaba en el templo que estaba frente a la ciudad, llevó hasta las puertas
toros y guirnaldas, y les quería ofrecer sacrificios junto con la muchedumbre.
14 Cuando Bernabé y Pablo se enteraron de esto, se rasgaron la ropa y corrieron
entre la multitud, y a gritos dijeron: 15 «Amigos, ¿por qué hacen esto?
Nosotros somos unos simples mortales, lo mismo que ustedes. Hemos venido a
decirles que se vuelvan al Dios de la vida, al creador del cielo, la tierra y
el mar, y de todo lo que hay en ellos, y que se aparten de todo esto, que para
nada sirve. 16 En el pasado, Dios permitió que la gente anduviera por sus
propios caminos, 17 aunque no dejó de manifestar su poder al enviarnos toda
clase de bienes, pues del cielo nos viene la lluvia, que hace fructificar la
tierra para nuestro sustento y alegría.» 18 Cuando ellos dijeron esto, casi les
fue imposible impedir que la multitud les ofreciera sacrificio.
19
En ese momento llegaron de Antioquía y de Iconio unos judíos que persuadieron a
la multitud para que apedreara a Pablo; después de eso lo arrastraron y lo
llevaron fuera de la ciudad, pues creían que estaba muerto. 20 Pero los
discípulos lo protegieron, y Pablo se levantó y entró en la ciudad, y al día
siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21 Después de anunciar el evangelio en
aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, los dos regresaron a Listra, a Iconio
y a Antioquía, 22 y allí infundían ánimo a los discípulos y los alentaban a
mantener la fe. Les decían: «Para entrar en el reino de Dios nos es necesario
pasar por muchas tribulaciones.» 23 También nombraron ancianos en cada iglesia,
y luego de orar y ayunar los encomendaron al Señor, en quien habían creído.
El
regreso a Antioquía de Siria
24
Luego de pasar por Pisidia, llegaron a Panfilia; 25 después predicaron el
evangelio en Perge, y se fueron a Atalia; 26 de allí navegaron hasta Antioquía,
en donde los habían encomendado a Dios para que hicieran la obra que ya habían
cumplido. 27 Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y narraron las grandes
cosas que Dios había hecho con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe
para que los no judíos entraran por ella. 28 Y allí se quedaron mucho tiempo
con los discípulos.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos 140 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
Súplica
en contra de los perseguidores
Al
músico principal. Salmo de David.
140
Señor, líbrame de los malvados;
¡protégeme
de los violentos!
2
Esa
gente siempre está tramando el mal,
y
no hay un día en que no busque pleito.
3
Su
lengua es aguda como de serpiente;
sus
labios destilan veneno mortal.
4
Señor,
¡protégeme de la gente malvada!
¡Líbrame
de la gente violenta,
que
quiere hacerme caer!
5
Son
gente soberbia, que me tiende trampas;
gente
que a mi paso pone redes
con
la intención de hacerme tropezar.
6
Yo,
Señor, declaro que tú eres mi Dios;
¡dígnate,
Señor, prestar oído a mi súplica!
7
Tú,
Señor mi Dios, eres mi poderoso salvador;
¡tú
me proteges en el día de la batalla!
8
¡No
permitas, Señor, que triunfen los malvados!
¡Frustra
sus planes! ¡Que no se sientan superiores!
9
En
cuanto a los malvados que me rodean,
¡que
su propia maldad los destruya!
10
¡Que
caigan sobre ellos carbones encendidos!
¡Que
sean arrojados al fuego!
¡Que
caigan en un foso profundo y no vuelvan a salir!
11
¡Que
esos mentirosos no afiancen su poder!
¡Que
el mal alcance y derribe a los violentos!
12
Yo
sé que tú, Señor, defiendes a los pobres
y
les haces justicia a los afligidos.
13
Por
eso los hombres justos y rectos
alaban
tu nombre y vivirán en tu presencia.
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Proverbios 17:22 Reina Valera
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22
Un
corazón alegre es la mejor medicina;
un
ánimo triste deprime a todo el cuerpo.
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