2 Reyes 10:32-12:21; Hechos 18:1-21; Salmos 145; Proverbios 18:1 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
2 Reyes 10:32-12:21 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
32
Por esos días el Señor comenzó a reducir el territorio de Israel, y Jazael los
derrotó a lo largo de todas sus fronteras, 33 desde el Jordán hasta el
nacimiento del sol, y toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés;
y desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.
34
Los otros hechos de Jehú, y todas sus obras y hazañas, se hallan registradas en
el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 35 Cuando Jehú se reunió con
sus antepasados, fue sepultado en Samaria. En su lugar reinó Joacaz, su hijo.
36 El tiempo que Jehú reinó en Samaria sobre Israel fue de veintiocho años.
Atalía
usurpa el trono
11
Cuando Atalía, la madre de Ocozías, vio muerto a su hijo, se dispuso a poner
fin a la familia real. 2 Pero Yoseba, que era hija del rey Jorán y hermana de
Ocozías, se llevó a Joás hijo de Ocozías y, sin que nadie la viera, lo escondió
de Atalía en una alcoba, junto con su nodriza. Así lo libró de que lo mataran
junto con los otros hijos del rey. 3 Y Ocozías estuvo escondido seis años en el
templo del Señor, junto con su nodriza, mientras Atalía era la reina del país.
4
Pero en el séptimo año Joyadá convocó a los jefes de centenas y a los
capitanes, y a la gente de la guardia, y los llevó al templo del Señor, donde
bajo juramento hizo alianza con ellos, después de lo cual les mostró al hijo
del rey 5 y les ordenó:
«Ustedes
van a hacer lo siguiente: en el día de reposo una tercera parte de ustedes
tendrá a su cargo la vigilancia del palacio del rey. 6 Otra tercera parte se
apostará a la entrada de Shur, y la otra tercera parte se apostará a la entrada
del postigo de la guardia. Así cuidarán de que el palacio no sea allanado. 7
Las dos terceras partes de ustedes que están libres el día de reposo tendrán a
su cargo la vigilancia del templo del Señor y del rey. 8 Estarán pendientes del
rey por todos los flancos, cada uno con sus armas en la mano. Al que se acerque
demasiado, mátenlo. Ustedes deberán vigilar cada paso del rey.»
9
Los jefes de centenas se reunieron con el sacerdote Joyadá e hicieron todo lo
que el sacerdote Joyadá les ordenó; cada uno de ellos reunió a su gente, es
decir, tanto a los que estaban de servicio en día de reposo como a los que
estaban libres en día de reposo. 10 El sacerdote entregó a los jefes de
centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, y que estaban
en el templo del Señor. 11 Los de la guardia se formaron, desde el lado derecho
hasta el lado izquierdo del templo, y junto al altar y el templo, y en derredor
del rey. Cada uno tenía en sus manos sus armas. 12 Luego Joyadá sacó al hijo
del rey, le puso la corona y el testimonio, lo ungieron y lo proclamaron rey.
Aplaudían y gritaban: «¡Viva el rey!»
13
Cuando Atalía oyó el bullicio de la gente que corría, entró al templo del Señor
y se hizo presente. 14 Cuando vio que el rey estaba junto a la columna, como
era la costumbre, y que los príncipes y los trompeteros estaban junto al rey, y
que todo el pueblo del país se regocijaba y tocaba las trompetas, se rasgó las
vestiduras y a voz en cuello gritó: «¡Traición, traición!» 15 Pero el sacerdote
Joyadá dio órdenes a los jefes de centenas que gobernaban el ejército, y les
dijo:
«¡Échenla
fuera del recinto del templo! A quien la siga, ¡mátenlo a filo de espada.»
Y
es que el sacerdote había ordenado que no la mataran en el templo del Señor. 16
Por eso le abrieron paso, y la mataron en el camino por donde la gente de a
caballo entra al palacio del rey.
17
El sacerdote Joyadá hizo un pacto entre el Señor, por una parte, y entre el rey
y el pueblo, por la otra, y juraron que serían el pueblo del Señor. También se
hizo un pacto entre el rey y el pueblo. 18 Y toda la gente del país entró en el
templo de Baal, y lo derribaron; también destruyeron del todo sus altares y sus
imágenes, y delante de los altares mataron a Matán, que era sacerdote de Baal.
Luego,
el sacerdote apostó una guarnición en el templo del Señor. 19 Después tomó a
los jefes de centenas, a los capitanes y a la guardia, y a todo el pueblo del
país, y llevaron al rey desde el templo del Señor, siguiendo el camino que va
de la puerta de la guardia al palacio del rey, y el rey se sentó en el trono
real. 20 Y todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad se quedó tranquila,
pues Atalía había muerto a filo de espada junto al palacio del rey.
21
Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.
Reinado
de Joás de Judá
12
Joás comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó en Jerusalén cuarenta
años. Su madre se llamaba Sibiá, y era de Berseba. 2 Todo el tiempo que el
sacerdote Joyadá dirigió a Joás, éste hizo lo recto a los ojos del Señor. 3 Sin
embargo, los altares en los montes no se quitaron, porque el pueblo aún
sacrificaba y quemaba incienso allí.
4
Un día, Joás dijo a los sacerdotes:
«Todo
el dinero consagrado que el pueblo suele traer al templo del Señor, y el dinero
del rescate de cada persona, según está estipulado, y el dinero que cada uno
trae voluntariamente al templo del Señor, 5 lo deben recibir los sacerdotes,
cada uno de mano de sus familiares, para reparar los portillos del templo y
todas las grietas que se hallen.»
6
Pero llegó el año veintitrés del reinado de Joás, y los sacerdotes aún no
habían reparado las grietas del templo. 7 Entonces el rey Joás llamó al sumo
sacerdote Joyadá y a los sacerdotes, y les dijo:
«¿Por
qué no han reparado las grietas del templo? De ahora en adelante no van a
recibir más dinero de sus familiares, sino que lo darán para reparar las
grietas del templo.»
8
Y los sacerdotes aceptaron no tomar más el dinero del pueblo, ni tener el cargo
de reparar las grietas del templo. 9 Entonces el sumo sacerdote Joyadá tomó un
cofre, le hizo un agujero en la tapa, y lo puso junto al altar, a la derecha de
la entrada al templo del Señor, y los sacerdotes que custodiaban la puerta
ponían allí todo el dinero que se traía al templo. 10 Cuando veían que ya había
mucho dinero en el cofre, venían el secretario del rey y el sumo sacerdote,
contaban el dinero que hallaban en el templo del Señor, y lo guardaban. 11 A
los que hacían la obra les daban el dinero suficiente, y a los que tenían a su
cargo la reparación del templo del Señor les daban para pagar a los carpinteros
y maestros, 12 albañiles y canteros, y para comprar la madera y la piedra de
cantería para reparar las grietas del templo del Señor, y para todo lo que se
gastaba para reparar el templo.
13
Del dinero que se traía al templo del Señor no se hacían tazas de plata, ni
despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas, ni se hacía para el templo del Señor
ningún otro utensilio de oro o de plata, 14 porque lo daban a los que
trabajaban en las obras de reparación del templo del Señor. 15 No se les pedían
cuentas a los que recibían dinero para entregarlo a los que hacían la obra,
porque todo lo hacían con gran honradez. 16 Sólo el dinero por el pecado, y el
dinero por la culpa, no se llevaba al templo del Señor, porque era de los
sacerdotes.
17
Por esos días el rey Jazael de Siria entró en guerra contra Gat, y conquistó la
ciudad. Luego, Jazael se propuso atacar a Jerusalén, 18 por lo cual el rey Joás
de Judá tomó todas las ofrendas que habían dedicado sus antepasados Josafat,
Jorán y Ocozías, que habían sido reyes de Judá; tomó también las que él mismo
había dedicado, y todo el oro que había en los tesoros del templo del Señor y
en el palacio del rey, y todo eso lo envió al rey Jazael de Siria, con lo cual
éste se retiró de Jerusalén.
19
Los demás hechos de Joás, y todas sus obras, se hallan registrados en el libro
de las crónicas de los reyes de Judá. 20 Un día, los oficiales de Joás se
sublevaron y conspiraron contra él, y lo mataron en la casa de Milo cuando Joás
descendía a Sila. 21 Lo hirieron sus oficiales Josacar hijo de Simeat y Jozabad
hijo de Somer, y así murió. Lo sepultaron con sus antepasados en la ciudad de
David, y en su lugar reinó su hijo Amasías.
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Valera Contemporánea (RVC)
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Hechos 18:1-21 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Pablo
en Corinto
18
Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. 2 Allí se encontró
con un judío que se llamaba Aquila, nacido en el Ponto, y que había llegado recientemente
de Italia junto con Priscila, su mujer, porque Claudio había ordenado que todos
los judíos salieran de Roma. Pablo fue a verlos 3 y se quedó con ellos para que
trabajaran juntos, pues tanto ellos como él fabricaban tiendas de campaña; 4 y
todos los días de reposo debatía en la sinagoga y lograba persuadir a judíos y
a griegos.
5
Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo estaba totalmente dedicado
a la predicación de la palabra, y les probaba a los judíos que Jesús era el
Cristo. 6 Pero como ellos se oponían y blasfemaban, Pablo se molestó mucho y
les dijo: «Que su propia sangre recaiga sobre ustedes. Yo no tengo nada de qué
avergonzarme. Desde ahora, me voy a predicar a los no judíos.» 7 Al salir de
allí, se fue a la casa de Ticio Justo, un hombre que honraba a Dios y que vivía
junto a la sinagoga. 8 Crispo, que era el jefe de la sinagoga, creyó en el
Señor junto con toda su familia; y muchos de los corintios que oían a Pablo
también creyeron y fueron bautizados. 9 Una noche, mientras Pablo dormía, el
Señor le dijo en una visión: «No temas. Habla y no calles, 10 porque yo estoy
contigo. Nadie podrá hacerte daño, porque en esta ciudad cuento con mucho
pueblo.» 11 Pablo se quedó allí un año y seis meses, y les enseñaba la palabra
de Dios.
12
Cuando Galión era procónsul de Acaya, los judíos que estaban en contra de Pablo
se pusieron de acuerdo y lo llevaron ante el tribunal. 13 Allí dijeron: «Este
hombre persuade al pueblo a que honre a Dios, aun en contra de nuestra ley.» 14
Cuando Pablo comenzó a hablar, Galión les dijo: «Si ustedes los judíos acusaran
a este hombre de algún agravio o de un crimen muy grave, yo les aseguro que
atendería el caso, como corresponde. 15 Pero como esto es cuestión de palabras
y nombres, y de su propia ley, véanlo ustedes mismos. Yo no quiero meterme en
sus cosas.» 16 Y los echó del tribunal. 17 Entonces se lanzaron sobre Sóstenes,
que era el jefe de la sinagoga, y lo golpearon delante del tribunal, pero eso a
Galión no le importó nada.
18
Pablo se quedó allí muchos días, pero después se despidió de los hermanos y se
embarcó a Siria. Con él se fueron Priscila y Aquila. En Cencrea, Pablo se rapó
la cabeza debido a un voto que había hecho. 19 Cuando llegaron a Éfeso, Pablo
los dejó y entró luego a la sinagoga, donde empezó a debatir con los judíos. 20
Éstos le rogaban que se quedara con ellos más tiempo, pero él no aceptó. 21 Al
despedirse, les dijo: «Si es la voluntad de Dios, volveré a ustedes.» Y zarpó
de Éfeso.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos 145 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
Alabanza
a la grandeza de Dios
Salmo
de alabanza; de David.
145
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey;
por
siempre y siempre bendeciré tu nombre.
2
Todos
los días te bendeciré,
por
siempre y siempre alabaré tu nombre.
3
Grande
es el Señor, y digno de suprema alabanza;
su
grandeza es inescrutable.
4
Todas
las generaciones celebrarán tus obras,
y
darán a conocer tus grandes proezas.
5
Hablarán
de tu gloria y majestad,
y
yo proclamaré tus hechos maravillosos.
6
Reconocerán
el poder de tus sublimes obras,
y
yo daré a conocer tu grandeza.
7
Divulgarán
el recuerdo de tu inmensa bondad,
y
a grandes voces dirán que tú eres justo.
8
El
Señor es compasivo y lleno de ternura;
lento
para la ira y grande en misericordia.
9
El
Señor es bueno con todos,
y
se compadece de toda su creación.
10
Señor,
¡que toda tu creación te alabe!
¡Que
te bendiga todos tus fieles!
11
¡Que
proclamen la gloria de tu reino!
¡Que
den a conocer tu poder!
12
¡Que
conozcan todos tus hechos poderosos
y
la gloriosa majestad de tu reino!
13
Tu
reino es un reino de todos los siglos;
tu
dominio durará por todas las generaciones.
14
Tú,
Señor, levantas a los que tropiezan,
y
reanimas a los que están fatigados.
15
Todos
fijan en ti su mirada,
y
tú les das su comida a su tiempo.
16
Cuando
abres tus manos,
colmas
de bendiciones a todos los seres vivos.
17
Tú,
Señor, eres justo en todo lo que haces,
y
todo lo haces con misericordia.
18
Tú,
Señor, estás cerca de quienes te invocan,
de
quienes te invocan con sinceridad.
19
Tú
respondes a las peticiones de quienes te honran;
escuchas
su clamor, y los salvas.
20
Tú,
Señor, proteges a los que te aman,
pero
destruyes a los malvados.
21
Señor,
mis labios proclamarán tu alabanza.
¡Que
la humanidad entera bendiga tu santo nombre
desde
ahora y hasta siempre!
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Proverbios 18:1 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
18
El egoísta sólo piensa en sí mismo,
y
se entromete en cualquier asunto.
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