Día 218
Esdras 3:1-4:24; 1 Corintios 2:6-3:4; Salmos 28:1-9; Proverbios 20:24-25 (La Palabra (Hispanoamérica))
Esdras 3-4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Reanudación de los
servicios del culto
3 El séptimo mes,
instalados ya los israelitas en sus ciudades, se reunió el pueblo, de común
acuerdo, en Jerusalén. 2 Entonces Josué, hijo de Josadac, junto con sus
hermanos sacerdotes y con Zorobabel, hijo de Salatiel, acompañado también de
sus hermanos, se pusieron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer
holocaustos en él como está escrito en la ley de Moisés, varón de Dios. 3
Aunque temían a las gentes del lugar, erigieron el altar en su emplazamiento
original y ofrecieron sobre él holocaustos al Señor, los holocaustos de la
mañana y de la tarde. 4 Celebraron la fiesta de las Tiendas según estaba prescrito,
ofreciendo cada día los holocaustos señalados en el ritual. 5 A partir de ese
momento ofrecieron también el sacrificio perpetuo, los de la luna nueva, los de
todas las solemnidades dedicadas al Señor y los de cualquiera que presentase
espontáneamente su ofrenda al Señor. 6 Desde el primer día del séptimo mes
comenzaron a ofrecer holocaustos al Señor, a pesar de que no se habían echado
los cimientos del Templo del Señor. 7 Entregaron dinero a los canteros y a los
carpinteros, y suministraron víveres, bebidas y aceite a los sidonios y a los
tirios a cambio de que, desde el Líbano, enviaran a Jope por vía marítima
maderas de cedro de acuerdo con la autorización que había concedido Ciro, rey
de Persia.
Comienza la
reconstrucción del Templo
8 En el mes segundo
del segundo año de su llegada a Jerusalén, Zorobabel, hijo de Salatiel y Josué,
hijo de Josadac, junto con el resto de sus hermanos: sacerdotes, levitas y
todos los que llegaron a Jerusalén desde el destierro, comenzaron la obra del Templo.
Encomendaron a los levitas de más de veinte años la dirección de los trabajos
del Templo del Señor. 9 Josué con sus hijos y hermanos se reunieron formando un
solo grupo con Cadmiel y sus hijos, descendientes de Judá, para dirigir a los
que hacían los trabajos en el Templo de Dios. Estaban también los hijos de
Jenadad y sus hermanos levitas. 10 Cuando los albañiles echaron los cimientos
del Templo del Señor, los sacerdotes, ataviados con sus ropajes y provistos de
trompetas, se pusieron en pie. Los levitas descendientes de Asaf llevaban
címbalos para alabar al Señor según lo dispuesto por David, rey de Israel. 11
Cantaban así, alabando y dando gracias al Señor: “Porque el Señor es bueno,
porque su bondad perdura por siempre sobre Israel”.
Y todo el pueblo
aclamaba al Señor y lo alababa lleno de júbilo porque se habían echado los
cimientos del Templo del Señor.
12 Muchos de los
sacerdotes, levitas y cabezas de familia más ancianos que habían visto el
primer Templo, al ver cómo se echaban los cimientos de este, lloraban a lágrima
viva. Otros, sin embargo, daban grandes gritos de alegría. 13 No se podía
distinguir entre las manifestaciones de alegría y de llanto porque el clamor
popular era enorme, oyéndose a larga distancia el griterío.
Los enemigos interrumpen
el trabajo
4 Cuando los enemigos
de Judá y Benjamín se enteraron de que los repatriados estaban construyendo un
Templo al Señor, Dios de Israel, 2 se acercaron a Zorobabel, a Josué y a los
cabezas de familia y les dijeron:
— Déjennos colaborar
con ustedes en la construcción, porque también nosotros hemos recurrido a su
Dios y le hemos ofrecido sacrificios desde los días en que Asaradón, rey de
Asiria, nos estableció aquí.
3 Zorobabel, Josué y
el resto de los cabezas de familia de Israel les contestaron:
— No podemos edificar
un Templo a nuestro Dios junto con ustedes. Tan sólo nosotros hemos de
construirlo para el Señor, Dios de Israel, como nos ha ordenado Ciro, rey de
Persia.
4 Sucedió, entonces,
que las gentes del lugar desalentaron al pueblo de Judá y los atemorizaron para
que no siguieran construyendo. 5 Sobornaban a funcionarios del gobierno para
hacer que fracasara su propósito y continuaron así durante todo el tiempo en
que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
Otras obstrucciones
de los samaritanos
6 En el reinado de
Asuero, al comienzo de su mandato, presentaron una acusación contra los
habitantes de Judá y Jerusalén. 7 Y en tiempos de Artajerjes, rey de Persia, se
dirigieron también a él por escrito Bislán, Mitrídates, Tabeel y el resto de
sus colegas. La carta estaba escrita en caracteres arameos y traducida a dicha
lengua. 8 Por su parte, el vicegobernador Rejún y el secretario Simsay
escribieron a Artajerjes una carta contra Jerusalén. 9 La escribieron el vicegobernador
Rejún y el secretario Simsay juntamente con sus colegas, los jueces,
gobernadores y funcionarios persas de Erec, de Babilonia, de los elamitas de
Susa 10 y del resto de los pueblos que el grande y glorioso Asnapar deportó e
hizo habitar en las ciudades de Samaría y en el resto del territorio del otro
lado del Éufrates. 11 Esta es la copia que enviaron:
“Al rey Artajerjes:
Tus siervos del otro
lado del río te saludan. 12 Con relación a los judíos que de parte tuya
vinieron hasta nosotros y se instalaron en Jerusalén, sepa el rey que están
reconstruyendo esa ciudad rebelde y malvada: levantan las murallas y reparan
los cimientos. 13 Sepa, además, el rey que si es reconstruida la ciudad y son
levantadas las murallas, no pagarán tributos, impuestos, ni peaje y el erario
real vendrá a menos. 14 Y puesto que recibimos de palacio nuestro salario, no
podemos permitir que el rey sea afrentado; remitimos, pues, al rey este informe
15 con el fin de que se investigue en los archivos de sus antepasados. Por lo
que se encuentra en esos archivos comprobarás que se trata de una ciudad
rebelde, perniciosa para los reyes y las provincias, y que desde antiguo ha
fomentado insurrecciones, razón por la cual fue destruida. 16 Informamos al rey
que, si se reedifica esta ciudad y se levantan sus murallas, el territorio del
otro lado del Éufrates dejará de ser suyo”.
17 El rey envió esta
respuesta:
“Al vicegobernador
Rejún, al secretario Simsay y al resto de colegas que viven en Samaría y en las
demás regiones del otro lado del Éufrates, salud y paz. 18 La carta que nos
remitieron ha sido leída ante mí debidamente traducida. 19 Ordené que se
indagara y se comprobó que esa ciudad ha sido desde hace tiempo un foco
permanente de rebeliones y que en ella han proliferado los levantamientos y las
insurrecciones. 20 Además, en Jerusalén ha habido reyes poderosos que dominaron
el territorio del otro lado del Éufrates y a los que se les pagaba tributos,
impuestos y peaje. 21 Así que manden a esos hombres que desistan de reconstruir
la ciudad hasta que les envíe nueva orden. 22 Y procuren no ser negligentes en
esto para que no se incremente el daño en perjuicio del reino”.
23 Apenas fue leída
la copia de la carta de Artajerjes ante Rejún, el secretario Simsay y sus
colegas, estos se pusieron rápidamente en marcha hacia Jerusalén donde,
utilizando la violencia, forzaron a los judíos a suspender las obras.
24 De esta manera se
detuvo la obra del Templo de Dios en Jerusalén y quedó suspendida hasta el
segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
1 Corintios 2:6-3:4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La verdadera
sabiduría
6 Sin embargo,
también nosotros disponemos de una sabiduría para los formados en la fe; una
sabiduría que no pertenece a este mundo ni a los poderes perecederos que
gobiernan este mundo; 7 una sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada
por Dios, desde antes de todos los tiempos, a constituir nuestra gloria. 8
Ninguno entre los poderosos de este mundo ha llegado a conocer tal sabiduría,
pues, de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Pero
según dice la Escritura: Lo que jamás vio ojo alguno, lo que ningún oído oyó,
lo que nadie pudo imaginar que Dios tenía preparado para aquellos que lo aman,
10 eso es lo que Dios nos ha revelado por medio del Espíritu. Pues el Espíritu
todo lo sondea, incluso lo más profundo de Dios. 11 ¿Quién, en efecto, conoce
lo íntimo del ser humano, sino el mismo espíritu humano que habita en su
interior? Lo mismo pasa con las cosas de Dios: sólo el Espíritu divino las
conoce. 12 En cuanto a nosotros, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino
el Espíritu que procede de Dios, para poder así reconocer los dones que Dios
nos ha otorgado.
13 Esto es
precisamente lo que expresamos con palabras que no están inspiradas por el
saber humano, sino por el Espíritu. Y así acomodamos las cosas espirituales a
los que poseen el Espíritu.
14 La persona mundana
es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios; lo considera un
absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz del Espíritu pueden
ser valoradas estas cosas. 15 En cambio, la persona animada por el Espíritu
puede emitir juicio sobre todo, sin que ella esté sujeta al juicio de nadie. 16
Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones?
¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo!
Inmadurez de los
corintios
3 Hermanos, no me fue
posible entonces tratarlos como a personas animadas por el Espíritu; tuve que
hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. 2 Los
alimenté con leche y no con alimentos fuertes que no podían asimilar entonces;
y tampoco lo pueden ahora, 3 porque siguen siendo inmaduros. Pues mientras haya
entre ustedes envidias y rivalidades, ¿no es prueba de inmadurez y de que no
han superado el nivel puramente humano? 4 En efecto, cuando uno dice: “Yo
pertenezco a Pablo”, y otro: “Yo a Apolo”, ¿no están demostrando que son
todavía demasiado humanos?
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 28 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 28 (27)
Escucha mi grito de
súplica
28 De David.
Señor, a ti te llamo;
no me ignores,
fortaleza mía,
que si tú no me
hablas
seré como los
muertos.
2 Escucha mi grito de
súplica
cuando te invoco,
cuando alzo mis manos
hacia tu santuario.
3 No me arrojes con
los malvados
ni con los que hacen
el mal:
hablan de paz con sus
amigos,
pero en su corazón
hay violencia.
4 Trátalos según sus
acciones
y la maldad de sus
actos;
trátalos de acuerdo a
sus obras,
¡dales tú su
merecido!
5 Pues no reconocen
las acciones del Señor
ni tampoco la obra de
sus manos,
¡que él los derribe
y no vuelva a
levantarlos!
6 Bendito sea el
Señor
que escucha mi grito
de súplica.
7 El Señor es mi
fortaleza y mi escudo,
en él mi corazón
confía.
Me ha socorrido y
estoy alegre,
con mis cantos le doy
gracias.
8 El Señor es el
baluarte de su pueblo,
la fortaleza que
salva a su ungido.
9 Salva a tu pueblo,
bendice a tu heredad,
sé su pastor y
guíalos por siempre.
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Proverbios 20:24-25 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
24 El Señor dirige
los pasos humanos;
¿cómo conocerá una
persona su camino?
25 Es peligroso decir
a la ligera: “Esto prometo”
y después
reconsiderar lo prometido.
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