Saturday, August 5, 2017

DAB Español, Domingo 6 de Agosto

Día 218

Esdras 3:1-4:24; 1 Corintios 2:6-3:4; Salmos 28:1-9; Proverbios 20:24-25 (La Palabra (Hispanoamérica))





Esdras 3-4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Reanudación de los servicios del culto
3 El séptimo mes, instalados ya los israelitas en sus ciudades, se reunió el pueblo, de común acuerdo, en Jerusalén. 2 Entonces Josué, hijo de Josadac, junto con sus hermanos sacerdotes y con Zorobabel, hijo de Salatiel, acompañado también de sus hermanos, se pusieron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer holocaustos en él como está escrito en la ley de Moisés, varón de Dios. 3 Aunque temían a las gentes del lugar, erigieron el altar en su emplazamiento original y ofrecieron sobre él holocaustos al Señor, los holocaustos de la mañana y de la tarde. 4 Celebraron la fiesta de las Tiendas según estaba prescrito, ofreciendo cada día los holocaustos señalados en el ritual. 5 A partir de ese momento ofrecieron también el sacrificio perpetuo, los de la luna nueva, los de todas las solemnidades dedicadas al Señor y los de cualquiera que presentase espontáneamente su ofrenda al Señor. 6 Desde el primer día del séptimo mes comenzaron a ofrecer holocaustos al Señor, a pesar de que no se habían echado los cimientos del Templo del Señor. 7 Entregaron dinero a los canteros y a los carpinteros, y suministraron víveres, bebidas y aceite a los sidonios y a los tirios a cambio de que, desde el Líbano, enviaran a Jope por vía marítima maderas de cedro de acuerdo con la autorización que había concedido Ciro, rey de Persia.

Comienza la reconstrucción del Templo
8 En el mes segundo del segundo año de su llegada a Jerusalén, Zorobabel, hijo de Salatiel y Josué, hijo de Josadac, junto con el resto de sus hermanos: sacerdotes, levitas y todos los que llegaron a Jerusalén desde el destierro, comenzaron la obra del Templo. Encomendaron a los levitas de más de veinte años la dirección de los trabajos del Templo del Señor. 9 Josué con sus hijos y hermanos se reunieron formando un solo grupo con Cadmiel y sus hijos, descendientes de Judá, para dirigir a los que hacían los trabajos en el Templo de Dios. Estaban también los hijos de Jenadad y sus hermanos levitas. 10 Cuando los albañiles echaron los cimientos del Templo del Señor, los sacerdotes, ataviados con sus ropajes y provistos de trompetas, se pusieron en pie. Los levitas descendientes de Asaf llevaban címbalos para alabar al Señor según lo dispuesto por David, rey de Israel. 11 Cantaban así, alabando y dando gracias al Señor: “Porque el Señor es bueno, porque su bondad perdura por siempre sobre Israel”.

Y todo el pueblo aclamaba al Señor y lo alababa lleno de júbilo porque se habían echado los cimientos del Templo del Señor.

12 Muchos de los sacerdotes, levitas y cabezas de familia más ancianos que habían visto el primer Templo, al ver cómo se echaban los cimientos de este, lloraban a lágrima viva. Otros, sin embargo, daban grandes gritos de alegría. 13 No se podía distinguir entre las manifestaciones de alegría y de llanto porque el clamor popular era enorme, oyéndose a larga distancia el griterío.

Los enemigos interrumpen el trabajo
4 Cuando los enemigos de Judá y Benjamín se enteraron de que los repatriados estaban construyendo un Templo al Señor, Dios de Israel, 2 se acercaron a Zorobabel, a Josué y a los cabezas de familia y les dijeron:

— Déjennos colaborar con ustedes en la construcción, porque también nosotros hemos recurrido a su Dios y le hemos ofrecido sacrificios desde los días en que Asaradón, rey de Asiria, nos estableció aquí.

3 Zorobabel, Josué y el resto de los cabezas de familia de Israel les contestaron:

— No podemos edificar un Templo a nuestro Dios junto con ustedes. Tan sólo nosotros hemos de construirlo para el Señor, Dios de Israel, como nos ha ordenado Ciro, rey de Persia.

4 Sucedió, entonces, que las gentes del lugar desalentaron al pueblo de Judá y los atemorizaron para que no siguieran construyendo. 5 Sobornaban a funcionarios del gobierno para hacer que fracasara su propósito y continuaron así durante todo el tiempo en que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

Otras obstrucciones de los samaritanos
6 En el reinado de Asuero, al comienzo de su mandato, presentaron una acusación contra los habitantes de Judá y Jerusalén. 7 Y en tiempos de Artajerjes, rey de Persia, se dirigieron también a él por escrito Bislán, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas. La carta estaba escrita en caracteres arameos y traducida a dicha lengua. 8 Por su parte, el vicegobernador Rejún y el secretario Simsay escribieron a Artajerjes una carta contra Jerusalén. 9 La escribieron el vicegobernador Rejún y el secretario Simsay juntamente con sus colegas, los jueces, gobernadores y funcionarios persas de Erec, de Babilonia, de los elamitas de Susa 10 y del resto de los pueblos que el grande y glorioso Asnapar deportó e hizo habitar en las ciudades de Samaría y en el resto del territorio del otro lado del Éufrates. 11 Esta es la copia que enviaron:

“Al rey Artajerjes:

Tus siervos del otro lado del río te saludan. 12 Con relación a los judíos que de parte tuya vinieron hasta nosotros y se instalaron en Jerusalén, sepa el rey que están reconstruyendo esa ciudad rebelde y malvada: levantan las murallas y reparan los cimientos. 13 Sepa, además, el rey que si es reconstruida la ciudad y son levantadas las murallas, no pagarán tributos, impuestos, ni peaje y el erario real vendrá a menos. 14 Y puesto que recibimos de palacio nuestro salario, no podemos permitir que el rey sea afrentado; remitimos, pues, al rey este informe 15 con el fin de que se investigue en los archivos de sus antepasados. Por lo que se encuentra en esos archivos comprobarás que se trata de una ciudad rebelde, perniciosa para los reyes y las provincias, y que desde antiguo ha fomentado insurrecciones, razón por la cual fue destruida. 16 Informamos al rey que, si se reedifica esta ciudad y se levantan sus murallas, el territorio del otro lado del Éufrates dejará de ser suyo”.

17 El rey envió esta respuesta:

“Al vicegobernador Rejún, al secretario Simsay y al resto de colegas que viven en Samaría y en las demás regiones del otro lado del Éufrates, salud y paz. 18 La carta que nos remitieron ha sido leída ante mí debidamente traducida. 19 Ordené que se indagara y se comprobó que esa ciudad ha sido desde hace tiempo un foco permanente de rebeliones y que en ella han proliferado los levantamientos y las insurrecciones. 20 Además, en Jerusalén ha habido reyes poderosos que dominaron el territorio del otro lado del Éufrates y a los que se les pagaba tributos, impuestos y peaje. 21 Así que manden a esos hombres que desistan de reconstruir la ciudad hasta que les envíe nueva orden. 22 Y procuren no ser negligentes en esto para que no se incremente el daño en perjuicio del reino”.

23 Apenas fue leída la copia de la carta de Artajerjes ante Rejún, el secretario Simsay y sus colegas, estos se pusieron rápidamente en marcha hacia Jerusalén donde, utilizando la violencia, forzaron a los judíos a suspender las obras.

24 De esta manera se detuvo la obra del Templo de Dios en Jerusalén y quedó suspendida hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

1 Corintios 2:6-3:4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La verdadera sabiduría
6 Sin embargo, también nosotros disponemos de una sabiduría para los formados en la fe; una sabiduría que no pertenece a este mundo ni a los poderes perecederos que gobiernan este mundo; 7 una sabiduría divina, misteriosa, escondida, destinada por Dios, desde antes de todos los tiempos, a constituir nuestra gloria. 8 Ninguno entre los poderosos de este mundo ha llegado a conocer tal sabiduría, pues, de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. 9 Pero según dice la Escritura: Lo que jamás vio ojo alguno, lo que ningún oído oyó, lo que nadie pudo imaginar que Dios tenía preparado para aquellos que lo aman, 10 eso es lo que Dios nos ha revelado por medio del Espíritu. Pues el Espíritu todo lo sondea, incluso lo más profundo de Dios. 11 ¿Quién, en efecto, conoce lo íntimo del ser humano, sino el mismo espíritu humano que habita en su interior? Lo mismo pasa con las cosas de Dios: sólo el Espíritu divino las conoce. 12 En cuanto a nosotros, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para poder así reconocer los dones que Dios nos ha otorgado.

13 Esto es precisamente lo que expresamos con palabras que no están inspiradas por el saber humano, sino por el Espíritu. Y así acomodamos las cosas espirituales a los que poseen el Espíritu.

14 La persona mundana es incapaz de captar lo que procede del Espíritu de Dios; lo considera un absurdo y no alcanza a comprenderlo, porque sólo a la luz del Espíritu pueden ser valoradas estas cosas. 15 En cambio, la persona animada por el Espíritu puede emitir juicio sobre todo, sin que ella esté sujeta al juicio de nadie. 16 Porque ¿quién conoce el modo de pensar del Señor hasta el punto de poder darle lecciones? ¡Ahora bien, nosotros estamos en posesión del modo de pensar de Cristo!

Inmadurez de los corintios
3 Hermanos, no me fue posible entonces tratarlos como a personas animadas por el Espíritu; tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. 2 Los alimenté con leche y no con alimentos fuertes que no podían asimilar entonces; y tampoco lo pueden ahora, 3 porque siguen siendo inmaduros. Pues mientras haya entre ustedes envidias y rivalidades, ¿no es prueba de inmadurez y de que no han superado el nivel puramente humano? 4 En efecto, cuando uno dice: “Yo pertenezco a Pablo”, y otro: “Yo a Apolo”, ¿no están demostrando que son todavía demasiado humanos?

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 28 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 28 (27)
Escucha mi grito de súplica
28 De David.
Señor, a ti te llamo;
no me ignores, fortaleza mía,
que si tú no me hablas
seré como los muertos.
2 Escucha mi grito de súplica
cuando te invoco,
cuando alzo mis manos
hacia tu santuario.
3 No me arrojes con los malvados
ni con los que hacen el mal:
hablan de paz con sus amigos,
pero en su corazón hay violencia.
4 Trátalos según sus acciones
y la maldad de sus actos;
trátalos de acuerdo a sus obras,
¡dales tú su merecido!
5 Pues no reconocen las acciones del Señor
ni tampoco la obra de sus manos,
¡que él los derribe
y no vuelva a levantarlos!
6 Bendito sea el Señor
que escucha mi grito de súplica.
7 El Señor es mi fortaleza y mi escudo,
en él mi corazón confía.
Me ha socorrido y estoy alegre,
con mis cantos le doy gracias.
8 El Señor es el baluarte de su pueblo,
la fortaleza que salva a su ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
sé su pastor y guíalos por siempre.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 20:24-25 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

24 El Señor dirige los pasos humanos;
¿cómo conocerá una persona su camino?
25 Es peligroso decir a la ligera: “Esto prometo”
y después reconsiderar lo prometido.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España


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