Día 238
Job 20:1-22:30; 2 Corintios 1:1-11; Salmos 40:11-17; Proverbios 22:2-4 (Nueva Versión Internacional)
Job 20-22 Nueva Versión Internacional (NVI)
Segundo discurso de
Zofar
20 A esto respondió
Zofar de Namat:
2 «Mis turbados
pensamientos me hacen replicar,
pues me hallo muy desconcertado.
3 He escuchado una
reprensión que me deshonra,
y mi inteligencia me obliga a responder.
4 »Bien sabes tú que
desde antaño,
desde que Dios puso al hombre[a] en la
tierra,
5 muy breve ha sido
la algarabía del malvado;
la alegría del impío ha sido pasajera.
6 Aunque su orgullo
llegue hasta los cielos
y alcance a tocar con la cabeza las nubes,
7 él perecerá para
siempre, como su excremento,
y sus allegados dirán: “¿Qué se hizo?”
8 Como un sueño, como
una visión nocturna,
se desvanecerá y no volverá a ser hallado.
9 Los ojos que lo vieron
no volverán a verlo;
su lugar no volverá a contemplarlo.
10 Sus hijos tendrán
que resarcir a los pobres;
ellos mismos restituirán las riquezas de su
padre.
11 El vigor juvenil
que hoy sostiene sus huesos
un día reposará en el polvo con él.
12 »Aunque en su boca
el mal sabe dulce
y lo disimula bajo la lengua,
13 y aunque no lo
suelta para nada,
sino que tenazmente lo retiene,
14 ese pan se le
agriará en el estómago;
dentro de él se volverá veneno de áspid.
15 Vomitará las
riquezas que se engulló;
Dios hará que las arroje de su vientre.
16 Chupará veneno de
serpientes;
la lengua de un áspid lo matará.
17 No disfrutará de
los arroyos,
de los ríos de crema y miel;
18 no se engullirá
las ganancias de sus negocios;
no disfrutará de sus riquezas,
19 porque oprimió al
pobre y lo dejó sin nada,
y se adueñó de casas que nunca construyó.
20 »Su ambición nunca
quedó satisfecha;
¡nada quedó a salvo de su codicia!
21 Nada se libró de
su voracidad;
por eso no perdurará su bienestar.
22 En medio de la
abundancia, lo abrumará la angustia;
le sobrevendrá toda la fuerza de la
desgracia.
23 Cuando el malvado
se haya llenado el vientre,
Dios dará rienda suelta a su enojo contra
él,
y descargará sobre él sus golpes.
24 Aunque huya de las
armas de hierro,
una flecha de bronce lo atravesará.
25 Cuando del hígado
y de la espalda
intente sacarse la punta de la flecha,
se verá sobrecogido
de espanto,
26 y la oscuridad total acechará sus tesoros.
Un fuego no atizado
acabará con él
y con todo lo que haya quedado de su casa.
27 Los cielos harán
pública su culpa;
la tierra se levantará a denunciarlo.
28 En el día de la
ira de Dios,
un aluvión arrasará con su casa.
29 Tal es el fin que
Dios reserva al malvado;
tal es la herencia que le asignó».
Séptimo discurso de
Job
21 A esto, Job
respondió:
2 «Escuchen
atentamente mis palabras;
concédanme este consuelo.
3 Tolérenme un poco
mientras hablo,
y búrlense si quieren cuando haya
terminado.
4 »¿Acaso dirijo mi
reclamo a los mortales?
¿Por qué creen que pierdo la paciencia?
5 Mírenme, y queden
asombrados;
tápense la boca con la mano.
6 Si pienso en esto,
me lleno de espanto;
un escalofrío me corre por el cuerpo.
7 ¿Por qué siguen con
vida los malvados,
cada vez más viejos y más ricos?
8 Ven establecerse en
torno suyo
a sus hijos y a sus descendientes.
9 Tienen paz en su
hogar, y están libres de temores;
la vara de Dios no los castiga.
10 Sus toros son
verdaderos sementales;
sus vacas paren y no pierden las crías.
11 Dejan correr a sus
niños como si fueran ovejas;
sus pequeñuelos danzan alegres.
12 Cantan al son del
tamboril y del arpa;
se divierten al son de la flauta.
13 Pasan la vida con
gran bienestar,
y en paz bajan al sepulcro.
14 A Dios increpan:
“¡Déjanos tranquilos!
No queremos conocer tu voluntad.
15 ¿Quién es el
Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Qué ganamos con dirigirle nuestras
oraciones?”
16 Pero su bienestar
no depende de ellos.
¡Jamás me dejaré llevar por sus malos
consejos!
17 »¿Cuándo se ha
apagado la lámpara de los malvados?
¿Cuándo les ha sobrevenido el desastre?
¿Cuándo Dios, en su
enojo, los ha hecho sufrir
18 como paja que arrebata el viento,
como tamo que se lleva la tormenta?
19 Me dirán que Dios
reserva el castigo
para los hijos del pecador.
¡Mejor que castigue
al que peca,
para que escarmiente!
20 ¡Que sufra el
pecador su propia destrucción!
¡Que beba de la ira del Todopoderoso!
21 ¿Qué le puede
importar la familia que deja,
si le quedan pocos meses de vida?
22 »¿Quién puede
impartirle a Dios conocimientos,
si es él quien juzga a las grandes eminencias?
23 Hay quienes mueren
en la flor de la vida,
rebosantes de salud y de paz;
24 sus caderas,[b]
llenas de grasa;
sus huesos, recios hasta la médula.
25 Otros mueren con
el ánimo amargado,
sin haber disfrutado de lo bueno.
26 ¡En el polvo yacen
unos y otros,
todos ellos cubiertos de gusanos!
27 »Sé muy bien lo
que están pensando,
y los planes que tienen de hacerme daño.
28 También sé que se
preguntan:
“¿Dónde está la mansión del potentado?
¿Dónde están las moradas de los inicuos?”
29 ¿No han
interrogado a los viajeros?
¿No han prestado atención a sus argumentos?
30 En el día del
desastre, el malvado se salva;
¡en el día de la ira, es puesto a salvo!
31 ¿Y quién le echa
en cara su conducta?
¿Quién le da su merecido por sus hechos?
32 Cuando lo llevan
al sepulcro,
sobre su tumba se pone vigilancia;
33 mucha gente le
abre paso,
y muchos más cierran el cortejo.
¡Descansa en paz bajo la tierra del
valle![c]
34 »¿Cómo esperan
consolarme con discursos sin sentido?
¡Sus respuestas no son más que falacias!»
Tercer discurso de
Elifaz
22 A esto respondió
Elifaz de Temán:
2 «¿Puede alguien,
por muy sabio que sea,
serle a Dios de algún provecho?
3 ¿Sacará alguna
ventaja el Todopoderoso
con que seas un hombre justo?
¿Tendrá algún
beneficio
si tu conducta es intachable?
4 ¿Acaso te reprende
por temerlo,
y por eso te lleva a juicio?
5 ¿No es acaso
demasiada tu maldad?
¿Y no son incontables tus pecados?
6 Sin motivo
demandabas fianza de tus hermanos,
y en prenda los despojabas de sus mantos;
¡desnudos los dejabas!
7 Al sediento no le
dabas agua;
al hambriento le negabas la comida.
8 Hombre de poder, te
adueñaste de la tierra;
hombre prominente, en ella te asentaste.
9 No les dabas nada a
las viudas,
y para colmo les quitabas todo[d] a los
huérfanos.
10 Por eso ahora te
ves rodeado de trampas,
y te asaltan temores repentinos;
11 la oscuridad te
impide ver,
y te ahogan las aguas torrenciales.
12 »¿No está Dios en
las alturas de los cielos?
¡Mira las estrellas, cuán altas y remotas!
13 Sin embargo,
cuestionas: “¿Y Dios qué sabe?
¿Puede acaso juzgar a través de las
tinieblas?
14 Él recorre los
cielos de un extremo al otro,
y densas nubes lo envuelven,
¡así que no puede vernos!”
15 »¿Vas a seguir por
los trillados caminos
que han recorrido los malvados?
16 Perdieron la vida
antes de tiempo;
un diluvio arrasó sus cimientos.
17 Increparon a Dios:
“¡Déjanos tranquilos!
¿Qué puedes tú hacernos,[e] Todopoderoso?”
18 ¡Y fue Dios quien
llenó sus casas de bienes!
¡Yo no me dejaré llevar por sus malos
consejos!
19 »Los justos se
alegran al ver la ruina de los malvados;
los inocentes dicen en son de burla:
20 “Nuestros enemigos
han sido destruidos;
¡el fuego ha consumido sus riquezas!”
21 »Sométete a Dios;
ponte en paz con él,
y volverá a ti la prosperidad.
22 Acepta la
enseñanza que mana de su boca;
¡grábate sus palabras en el corazón!
23 Si te vuelves al
Todopoderoso
y alejas de tu casa la maldad,
serás del todo restaurado;
24 si tu oro
refinado[f] lo arrojas por el suelo,
entre rocas y cañadas,
25 tendrás por oro al
Todopoderoso,
y
será él para ti como plata refinada.
26 En el Todopoderoso
te deleitarás;
ante Dios levantarás tu rostro.
27 Cuando ores, él te
escuchará,
y tú le cumplirás tus votos.
28 Tendrás éxito en
todo lo que emprendas,
y en tus caminos brillará la luz.
29 Porque Dios
humilla a los altaneros,
y exalta a los humildes.
30 Él salva al que es
inocente,
y por tu honradez quedarás a salvo».[g]
Footnotes:
20:4 al hombre. Alt.
a Adán.
21:24 caderas.
Palabra de difícil traducción.
21:33 ¡Descansa … valle!
Lit. Dulce le es el suelo del valle.
22:9 les quitabas
todo. Alt. les anulaste la fuerza. Lit. sus brazos fueron rotos.
22:17 hacernos (LXX y
Siríaca); hacerle (TM).
22:24 oro refinado.
Lit. oro de Ofir.
22:30 Él salva …
salvo. Alt. Él salva al que es culpable, / y lo salva por la limpieza de tus
manos.
Nueva Versión
Internacional (NVI)
La Santa Biblia,
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2 Corintios 1:1-11 Nueva
Versión Internacional (NVI)
1 Pablo, apóstol de
Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Timoteo nuestro hermano,
a la iglesia de Dios
que está en Corinto y a todos los santos en toda la región de Acaya:
2 Que Dios nuestro
padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.
El Dios de toda
consolación
3 Alabado sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda
consolación, 4 quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con
el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar
a todos los que sufren. 5 Pues, así como participamos abundantemente en los
sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.
6 Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y, si somos
consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con
paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. 7 Firme es la
esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que, así como
participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro
consuelo.
8 Hermanos, no
queremos que desconozcan las aflicciones que sufrimos en la provincia de Asia.
Estábamos tan agobiados bajo tanta presión que hasta perdimos la esperanza de
salir con vida: 9 nos sentíamos como sentenciados a muerte. Pero eso sucedió
para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los
muertos. 10 Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos
puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos. 11 Mientras tanto, ustedes
nos ayudan orando por nosotros. Así muchos darán gracias a Dios por nosotros[a]
a causa del don que se nos ha concedido en respuesta a tantas oraciones.
Footnotes:
1:11 nosotros. Var.
ustedes.
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Salmos 40:11-17 Nueva Versión Internacional (NVI)
11 No me niegues,
Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu
verdad.
12 Muchos males me
han rodeado;
tantos son que no puedo contarlos.
Me han alcanzado mis
iniquidades,
y ya ni puedo ver.
Son más que los
cabellos de mi cabeza,
y mi corazón desfallece.
13 Por favor, Señor,
¡ven a librarme!
¡Ven pronto, Señor, en mi auxilio!
14 Sean confundidos y
avergonzados
todos los que tratan de matarme;
huyan derrotados
todos los que procuran mi mal;
15 que la vergüenza
de su derrota
humille a los que se burlan de mí.
16 Pero que todos los
que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu
salvación digan siempre:
«¡Cuán grande es el Señor!»
17 Y a mí, pobre y necesitado,
quiera el Señor tomarme en cuenta.
Tú eres mi socorro y
mi libertador;
¡no te tardes, Dios mío!
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Proverbios 22:2-4 Nueva Versión Internacional (NVI)
2 El rico y el pobre
tienen esto en común:
a ambos los ha creado el Señor.
3 El prudente ve el
peligro y lo evita;
el inexperto sigue adelante y sufre las
consecuencias.
4 Recompensa de la
humildad y del temor del Señor
son las riquezas, la honra y la vida.
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