Día 221
Esdras 8:21-9:15; 1 Corintios 5:1-13; Salmos 31:1-8; Proverbios 21:1-2 (La Palabra (Hispanoamérica))
Esdras 8:21-9:15 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
21 Allí, a orillas
del río Ahavá, proclamé un ayuno con el fin de humillarnos ante nuestro Dios y
solicitarle un feliz viaje para nosotros, nuestros hijos y toda nuestra
hacienda. 22 Me dio vergüenza pedir al rey tropa y caballerías que nos
protegieran del enemigo durante el camino, pues habíamos dicho al rey: “Nuestro
Dios protege bondadosamente a los que lo buscan, mientras que descarga su ira y
poder contra los que lo abandonan”. 23 Así que ayunamos y suplicamos por todo
esto al Señor y él nos atendió.
24 Elegí, entonces, a
doce de entre los principales sacerdotes, y también a Serebías y a Jasabías con
diez de sus parientes. 25 Les pesé la plata, el oro y los objetos que el rey,
sus consejeros, los notables y todos los israelitas allí residentes habían ofrecido
con destino al Templo de nuestro Dios. 26 Lo pesé todo y confié a su custodia
seiscientos cincuenta talentos de plata, otros objetos de plata por valor de
cien talentos de oro, 27 veinte tazones de oro valorados en mil dáricos y dos
vasos de bronce bruñido, valiosos como si fueran de oro. 28 Y les dije:
— Ustedes están
consagrados al Señor, y también lo están estos objetos de oro y plata que son
ofrenda voluntaria al Señor, Dios de sus antepasados. 29 Vigílenlos y
custódienlos hasta que sean pesados en Jerusalén, en los aposentos del Templo
del Señor ante los responsables de los sacerdotes, los levitas y los cabezas de
familia de Israel.
30 Los sacerdotes y
los levitas se hicieron cargo del oro, la plata y demás objetos con todo su
peso con el fin de llevarlo a Jerusalén, al Templo de nuestro Dios.
31 Partimos del río
Ahavá el doce del primer mes para ir a Jerusalén, y la mano de nuestro Dios nos
protegió librándonos de enemigos y salteadores durante el viaje. 32 Llegados a
Jerusalén descansamos durante tres días. 33 Al cuarto día se pesaron la plata,
el oro y los demás objetos en el Templo de nuestro Dios. Se entregaron al
sacerdote Meremot, hijo de Urías, y a Eleazar, hijo de Finés. Con ellos estaban
los levitas Josabab, hijo de Josué y Noadías hijo de Binúi. 34 Todo fue contado
y pesado anotándose la totalidad del peso.
35 Los repatriados
venidos del destierro sacrificaron holocaustos al Dios de Israel: doce
becerros, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos por todo Israel, y
doce machos cabríos por los pecados. Todos fueron sacrificados en honor del
Señor. 36 Luego se entregaron los decretos del rey a los sátrapas del monarca y
a los gobernadores del otro lado del Éufrates, los cuales se mostraron
favorables al pueblo y al Templo del Señor.
Pecados del pueblo y
súplica de Esdras
9 Concluidas estas
cosas, se acercaron a mí los jefes diciendo:
— Ni el pueblo de
Israel, ni los sacerdotes, ni los levitas se han apartado de las gentes del
lugar, sino que han imitado en sus abominaciones a los cananeos, hititas,
moabitas, egipcios y amorreos, 2 casándose ellos y sus hijos con las hijas de
esos pueblos. Han mezclado así al pueblo santo con las gentes del lugar, siendo
sus jefes y responsables los primeros en ser infieles.
3 Al oír esto rasgué
mi túnica y mi manto, me arranqué el pelo de mi cabeza y de mi barba, y me
senté completamente desolado. 4 A causa de esta infidelidad de los que habían
regresado del exilio, se congregaron junto a mí todos los que respetaban las
palabras del Dios de Israel. Yo permanecí sentado y desolado hasta la ofrenda
de la tarde. 5 A esa hora superé mi aflicción y, con mi túnica y mi manto
rasgados, doblé mis rodillas y extendí mis manos al Señor, mi Dios 6
suplicando:
— Dios mío, estoy
avergonzado y confuso y no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti, pues
nuestros pecados se han multiplicado y nuestras culpas se amontonan hasta
llegar al cielo. 7 Desde los días de nuestros antepasados hasta hoy, hemos
incurrido en gran culpa. Por nuestras iniquidades, tanto nosotros como nuestros
reyes y nuestros sacerdotes, hemos sido entregados a los reyes de otros países,
a la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, hasta este momento. 8 Pero
ahora, por un instante, se ha hecho presente la bondad del Señor, nuestro Dios,
al dejarnos un resto, concedernos un refugio en su santuario, dar luz a
nuestros ojos y procurarnos un pequeño respiro en medio de nuestra servidumbre.
9 Hemos sido esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en nuestra
esclavitud, sino que ha desplegado su misericordia ante los reyes de Persia
para animarnos a levantar el Templo de nuestro Dios, para restaurar sus ruinas
y darnos protección en Judá y Jerusalén. 10 ¡Oh Dios nuestro!, ¿qué podemos
decir ahora después de todo esto? Porque hemos abandonado tus mandamientos, 11
aquellos que ordenaste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: “La
tierra que van a poseer es tierra inmunda a causa de la corrupción de las
gentes de esos territorios y de las abominaciones con que la han contaminado de
un extremo al otro. 12 No casen, por tanto, sus hijas con los hijos de ellos,
ni sus hijos con las hijas de ellos. No hagan pactos con ellos ni busquen su
favor; de esta manera ustedes se harán fuertes, comerán los mejores frutos de
la tierra y la dejarán como herencia a sus hijos para siempre”.
13 Pues bien, después
de todo lo que nos ha pasado a causa de nuestras malas acciones y de nuestra
gran culpa, tú, ¡oh Dios nuestro!, no nos has castigado como merecían nuestras
iniquidades, sino que nos has concedido ser este resto que ahora somos. 14
¿Volveremos a quebrantar tus mandamientos y a emparentar con pueblos que
cometen tales abominaciones? ¿No te indignarás contra nosotros hasta
aniquilarnos, hasta que no quede el más mínimo resto? 15 ¡Oh Señor, Dios de
Israel!, eres justo pues has permitido que sobreviva este resto que ahora
somos. Aquí estamos ante ti con nuestras culpas; son ellas precisamente las que
nos impiden permanecer en tu presencia.
La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
1 Corintios 5 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
II.— CONDUCTAS
INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (5—6)
Un grave caso de
impureza
5 Por todas partes se
comenta que uno de ustedes vive con su madrastra como si fuera su esposa. Un
caso así de lujuria, ni siquiera entre los no cristianos suele darse. 2 Y
ustedes siguen tan orondos, cuando deberían vestir luto y no admitir en su
compañía a quien así está comportándose. 3 Por mi parte, aunque estoy
corporalmente ausente, me considero presente en espíritu y como tal he tomado
ya una decisión contra el que así se ha comportado. 4 Reunido, pues, en
espíritu con ustedes, en el nombre y con la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, 5 he decidido dejar a ese individuo a merced de Satanás, a ver si
queda destruida su condición pecadora y él, animado por el Espíritu, se salva
en el día del Señor.
6 ¡La cosa no es como
para que se sientan orgullosos! ¿No saben que un poco de levadura hace
fermentar toda la masa? 7 Eliminen todo resto de vieja levadura y sean masa
nueva ya que son panes pascuales, pues Cristo, que es nuestra víctima pascual,
ya ha sido sacrificado. 8 Así que hagamos fiesta; pero no a base de la vieja
levadura —me refiero a la maldad y a la perversidad—, sino con los panes
pascuales de la sinceridad y de la verdad.
9 Les dije por carta
que no tuviesen trato con gente lujuriosa. 10 Es claro que no hablaba en
plural, de todos los lujuriosos de este mundo, como tampoco de todos los
avaros, ladrones o idólatras, pues en tal caso tendrían que vivir en otro
mundo. 11 Lo que realmente quería decirles en la carta es que no tengan trato
con quien presume de cristiano y es lujurioso, avaro, idólatra, calumniador,
borracho o ladrón. Con alguien así, ¡ni sentarse a la mesa! 12 No me
corresponde a mí juzgar a quienes no forman parte de la Iglesia. Pero juzgar a
quienes forman parte de ella, sí es cosa de ustedes. 13 A los que están fuera
ya los juzgará Dios. Así que eliminen el mal de entre ustedes.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 31:1-8 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 31 (30)
Mi destino está en
tus manos
31 Al maestro del
coro. Salmo de David.
2 Señor, en ti
confío,
que no quede jamás
defraudado;
¡líbrame con tu
fuerza salvadora!
3 Acerca hacia mí tu
oído,
date prisa en
socorrerme.
Sé para mí fortaleza
protectora,
morada inaccesible
que me salve,
4 pues tú eres mi
bastión, mi baluarte;
honrando tu nombre,
guíame y condúceme.
5 Libérame de la
trampa que me tienden,
porque tú eres mi
refugio.
6 A tus manos
encomiendo mi vida;
tú, Señor, Dios fiel,
me has rescatado.
7 Odio a quienes
sirven a ídolos falsos,
en Dios pongo mi
confianza.
8 Por tu amor me
alegro y me regocijo,
porque tú has mirado
mis pesares,
tú conoces mis
angustias.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Proverbios 21:1-2 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
21 La mente del rey
es una acequia
que el Señor dirige a
donde quiere.
2 Una persona puede
considerar intachable su conducta,
pero el Señor juzga
las intenciones.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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