Día 219
Esdras 5:1-6:22; 1 Corintios 3:5-23; Salmos 29:1-11; Proverbios 20:26-27 (La Palabra (Hispanoamérica))
Esdras 5-6 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Reanudación de las
obras del Templo
5 Los profetas Ageo y
Zacarías, descendiente de Idó, hablaron en nombre del Dios de Israel, que
estaba con ellos, a los judíos de Judá y Jerusalén. 2 Entonces Zorobabel, hijo
de Salatiel, y Josué, hijo de Josadac, reanudaron en Jerusalén la construcción del
Templo de Dios. Los acompañaban y ayudaban los profetas de Dios.
3 En ese tiempo
vinieron Tatnay, gobernador del otro lado del Éufrates, y Setar-Boznay junto
con sus colegas y preguntaron:
— ¿Quién les ha dado
autorización para reedificar este Templo y levantar las murallas?
4 Inquirieron además:
— ¿Cómo se llaman los
individuos que construyen este edificio?
5 Pero Dios protegía
a los responsables de los judíos y no los obligaron a parar la obra hasta que
Darío tratase el asunto y diera una respuesta sobre el particular.
6 Esta es la copia
que Tatnay, gobernador del otro lado del Éufrates, Setar-Boznay y sus colegas,
los gobernantes del otro lado del Éufrates, enviaron al rey Darío.
7 En el informe que
remitieron se escribió lo siguiente:
Al rey Darío, salud y
paz:
8 Sepa el rey que
hemos visitado la provincia de Judea y el Templo del gran Dios, que se
construye con grandes piedras labradas y cuyas paredes se refuerzan con
maderos. La obra se hace con premura y progresa rápidamente. 9 Así que hemos
preguntado a los responsables diciéndoles: “¿Quién les ha dado autorización
para reedificar este Templo y levantar las murallas?”. 10 Les hemos preguntado
también cómo se llaman los responsables de la obra para comunicar al rey por
escrito los nombres de dichos responsables. 11 Y nos han respondido: “Nosotros
somos siervos del Dios del cielo y de la tierra. Reconstruimos el Templo que un
gran rey de Israel construyó y finalizó hace muchos años. 12 Posteriormente,
nuestros antepasados irritaron al Dios de los cielos que los entregó en manos
del caldeo Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien destruyó este Templo y
deportó el pueblo a Babilonia. 13 En el primer año de su reinado, Ciro, rey de
Babilonia, ordenó que este Templo de Dios fuera reedificado. 14 Los objetos de
oro y plata que Nabucodonosor había tomado del Templo de Jerusalén y que llevó
al templo de Babilonia, los sacó Ciro del templo de Babilonia y los confió a
Sesbasar, a quien había nombrado gobernador, 15 diciéndole: ‘Toma estos objetos
y llévalos al Templo de Dios que debe ser reedificado en su emplazamiento
original de Jerusalén’. 16 Vino, entonces, Sesbasar y puso los cimientos del
Templo de Dios en Jerusalén; desde entonces hasta ahora se está reconstruyendo,
pero aún no está terminado. 17 Si le parece bien al rey, ordene que se
investigue en el archivo real de Babilonia a ver si es verdad que el rey Ciro
dio autorización para reedificar este Templo de Dios en Jerusalén; y que se nos
remita la decisión del rey sobre este asunto”.
Edicto del rey Darío
6 El rey Darío dio la
orden de que se investigara en el archivo real de Babilonia donde se guardaban
los documentos. 2 Pero fue en Acmetá, en el palacio de la provincia de Media,
donde se encontró un rollo que rezaba:
Memoria: 3 En el
primer año de su reinado, el rey Ciro promulgó el siguiente edicto con relación
al Templo de Dios en Jerusalén: “Que se edifique el Templo como lugar donde se
ofrezcan sacrificios y que se echen sus cimientos. Su altura será de treinta
metros y de otros tantos su anchura, 4 con tres hileras de grandes piedras
labradas y una de maderos. Los gastos correrán a cargo del rey. 5 Se
restituirán además al Templo de Dios los objetos de oro y plata que
Nabucodonosor sacó del Templo de Jerusalén y llevó a Babilonia. Volverán al lugar
que les corresponde en el Templo de Dios en Jerusalén”.
6 Por tanto, Tatnay,
gobernador del otro lado del Éufrates, Setar-Boznay y demás colegas que
gobiernan al otro lado del Éufrates, ¡aléjense de allí! 7 Dejen que se realicen
las obras del Templo de Dios y que el gobernador de Judea y los responsables de
los judíos reconstruyan ese Templo de Dios en su emplazamiento original.
8 Estas son mis
órdenes sobre cómo deben colaborar con los responsables de los judíos para
llevar a cabo la reedificación del Templo de Dios: A cuenta del erario real y
con dinero procedente de los tributos de la provincia Transeufratina, páguense
puntualmente los gastos de esos hombres y que no pare la obra.
9 Y según las
indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén, den también lo necesario para los
holocaustos al Dios del cielo: becerros, carneros y corderos, trigo, sal, vino
y aceite. Que todo esto se les dé cada día, sin falta, 10 para que puedan
ofrecer sacrificios agradables al Dios del cielo y oren por la vida del rey y
de sus hijos. 11 Ordeno, además, que a cualquier persona que infrinja este
decreto se le arranque una viga de su casa, sea empalado en ella y se convierta
su casa en un montón de escombros. 12 Dios, que ha hecho habitar allí su
nombre, derribe a cualquier rey o pueblo que intente destruir el Templo de Dios
que está en Jerusalén. Yo, Darío, he promulgado este decreto. Que sea puntualmente
ejecutado.
13 Entonces Tatnay,
gobernador del otro lado del Éufrates, Setar-Boznay y sus colegas, actuaron
exactamente como había ordenado el rey Darío. 14 Por su parte, los responsables
de los judíos, de acuerdo con las palabras proféticas de Ageo y Zacarías,
descendiente de Idó, llevaron a cabo con éxito las obras de reconstrucción.
Construyeron y acabaron la edificación según la orden del Dios de Israel y el
mandato de Ciro, de Darío y de Artajerjes, reyes de Persia. 15 Finalizó la
construcción de este Templo el tercer día del mes de Adar, el sexto año del
reinado de Darío.
Dedicación del Templo
y celebración de la Pascua
16 Los israelitas,
los sacerdotes, los levitas y el resto de los repatriados dedicaron este Templo
a Dios con alegría. 17 Ofrecieron, con motivo de la dedicación del Templo, cien
becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como expiación por
todo Israel, doce machos cabríos, según el número de las tribus de Israel. 18
Igualmente, organizaron a los sacerdotes por turnos y a los levitas según sus
clases para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro
de Moisés.
19 Los que regresaron
del cautiverio celebraron la Pascua el día catorce del primer mes. 20 Los
sacerdotes y levitas se habían purificado sin excepción y todos estaban
limpios. Así que sacrificaron la Pascua por los que habían vuelto del
cautiverio, por sus hermanos sacerdotes y por sí mismos. 21 Y la comieron,
tanto los israelitas que habían vuelto del destierro como todos los que se
habían separado de las impurezas de las gentes del lugar para buscar al Señor,
Dios de Israel. 22 Durante siete días celebraron con regocijo la fiesta de los
Panes sin levadura porque el Señor los había llenado de gozo y había dispuesto
favorablemente el corazón del rey de Asiria para darles ánimo en la obra del
Templo del Dios de Israel.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
1 Corintios 3:5-23 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Todos somos
trabajadores por cuenta de Dios
5 Pues, ¿qué son
Apolo y Pablo? Simples servidores que los condujeron a la fe, valiéndose cada
cual del don que Dios le concedió. 6 Yo planté y Apolo regó, pero fue Dios
quien hizo crecer. 7 Así que ni el que planta ni el que riega cuentan para
nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta. 8 Y entre el oficio de plantar o
el de regar no hay diferencia, si bien cada uno recibirá el salario en
proporción a su trabajo. 9 Nosotros somos colaboradores de Dios; ustedes son el
campo que Dios cultiva, la casa que Dios edifica.
10 Yo, respondiendo
al don que Dios me ha concedido, he puesto los cimientos como buen arquitecto;
otro es el que levanta el edificio. Mire, sin embargo, cada uno cómo lo hace.
11 Desde luego, el único cimiento válido es Jesucristo, y nadie puede poner
otro distinto. 12 Pero sobre ese cimiento puede construirse con oro, plata y
piedras preciosas, o bien con madera, paja y cañas. 13 El día del Señor pondrá
de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con
fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya
hecho. 14 Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme,
será premiado; 15 aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A
pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un
incendio.
16 ¿Ignoran ustedes
acaso que son templo de Dios y morada del espíritu divino? 17 Si destruyen el
templo de Dios, Dios mismo los destruirá a ustedes; no en vano el templo de
Dios es algo santo, y ustedes mismos son ese templo.
Concluyendo
18 Que nadie se
engañe. Si alguno de ustedes presume de sabio según los criterios de este
mundo, mejor será que se convierta en necio, para alcanzar así la verdadera
sabiduría. 19 Porque la sabiduría del mundo es necedad a los ojos de Dios. Así
lo dice la Escritura: Dios atrapa a los sabios en la trampa de su propia
astucia. 20 Y en otro lugar: El Señor sabe cuán vanos son los pensamientos de
los sabios. 21 Que nadie, pues, ande presumiendo de los que no pasan de ser
seres humanos. Todo les pertenece a ustedes: 22 Pablo, Apolo, Pedro, el mundo,
la vida, la muerte, lo presente y lo futuro; todo es de ustedes. 23 Pero
ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
La Palabra, (versión
hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
Salmos 29 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Salmo 29 (28)
La voz del Señor es
potente
29 Salmo de David.
¡Hijos de Dios,
aclamen al Señor,
aclamen su gloria y
su poder!
2 ¡Aclamen el nombre
glorioso del Señor!
¡Adoren al Señor en
el esplendor del Templo!
3 La voz del Señor
domina las aguas,
el Dios de la gloria
ha tronado,
el Señor domina las
aguas caudalosas.
4 La voz del Señor es
poderosa,
la voz del Señor es
espléndida.
5 La voz del Señor
quiebra los cedros,
quiebra el Señor los
cedros del Líbano;
6 hace brincar al
Líbano como un ternero
y al Sarión cual cría
de búfalo.
7 La voz del Señor
produce llamas ardientes;
8 la voz del Señor
hace temblar el desierto,
el Señor hace temblar
el desierto de Cadés.
9 La voz del Señor
estremece a las ciervas
y arranca los árboles
del bosque.
En su Templo todo
dice ¡gloria!
10 El Señor reina
sobre el diluvio;
el Señor, rey eterno,
está en su trono.
11 El Señor fortalece
a su pueblo,
el Señor bendice a su
pueblo con la paz.
La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
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Proverbios 20:26-27 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
26 Rey sabio avienta
a los malvados
y hace que el trillo
los triture.
27 El Señor ha dado
al ser humano un espíritu
como luz que sondea
lo más profundo de su ser.
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