Sunday, August 13, 2017

DAB Español, Lunes 14 de Agosto

Día 226

Nehemías 7:61-9:21; 1 Corintios 9:1-18; Salmos 33:13-22; Proverbios 21:11-12 (Palabra de Dios para Todos)





Nehemías 7:61-9:21 Palabra de Dios para Todos (PDT)

61 Estos son los que volvieron a Jerusalén desde Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar que sus antepasados eran de Israel:

62 Seiscientos cuarenta y dos descendientes de Delaías, Tobías y Necoda,
63 De los sacerdotes, los siguientes tampoco pudieron demostrar que sus antepasados eran israelitas:

Los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este Barzilay tenía en realidad otro nombre, pero como se casó con la hija de un hombre de Galaad llamado Barzilay, decidió tomar ese nombre).
64 Ellos buscaron los registros de sus familias en la lista oficial pero no los encontraron y como no pudieron probar que sus antepasados eran sacerdotes, fueron excluidos del sacerdocio. 65 El gobernador les dijo a ellos que no se les permitiría participar del alimento sagrado hasta que hubiera un sacerdote que pudiera usar el urim y tumim para preguntarle a Dios qué hacer.

66 El grupo que regresó estaba compuesto de un total de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 67 sin contar sus siervos y siervas que eran siete mil trescientos treinta y siete. También había doscientos cuarenta y cinco cantores, hombres y mujeres. 68 Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas, 69 cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte burros.
70 Algunos jefes de familia donaron dinero para la construcción. El gobernador donó cerca de ocho kilos [a] de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta túnicas para los sacerdotes. 71 Los jefes de familia donaron cerca de ciento sesenta kilos de oro y cerca de mil doscientos diez kilos [b] de plata. 72 El resto de la gente donó cerca de ciento sesenta kilos de oro, mil cien kilos de plata y sesenta y siete túnicas para los sacerdotes.

73 Los sacerdotes, levitas, porteros, cantores, gente del pueblo, servidores del templo y algunos de la gente común en se instalaron en Jerusalén. De esta manera todo Israel se instaló en sus ciudades. Cuando llegó el séptimo mes [c], todo el pueblo de Israel estaba establecido en sus ciudades.

Esdras lee la ley
8 Todo el pueblo de Israel se reunió en la plaza frente a la puerta de las Aguas. Le pidieron al maestro Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el SEÑOR le había entregado al pueblo de Israel para que lo obedeciera. 2 Entonces el sacerdote Esdras llevó el libro de la ley ante la multitud que estaba compuesta por hombres y mujeres capaces de escuchar y entender. Era el primer día [d] del séptimo mes del año. 3 Desde el amanecer hasta el mediodía, Esdras leyó el libro de la ley en la plaza frente a la puerta de las Aguas. Todos los hombres y mujeres que escuchaban prestaron mucha atención a la lectura del libro.

4 El maestro Esdras se ubicó en una torre de madera hecha especialmente para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías, y Maseías. A su lado izquierdo estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán. 5 Esdras abrió el libro ante los ojos de todos, ya que él estaba parado sobre una torre. Cuando abrió el libro, todos se pusieron de pie. 6 Esdras bendijo al SEÑOR, el gran Dios y todos con las manos levantadas respondieron: «Así sea, así sea». Todos se postraron rostro en tierra y alabaron al SEÑOR.

7 Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías enseñaron la ley al pueblo, que permanecía de pie junto a ellos. 8 Ellos leyeron el libro de la ley de Dios y explicaron parte por parte lo que significaba para que todos pudieran entender. 9 El gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras, y los levitas que estaban enseñando dijeron a todos: «Este día es sagrado [e] para el SEÑOR, su Dios. No lloren ni estén tristes». Esto lo decían porque todo el pueblo lloraba escuchando las palabras de Dios en la ley. 10 Esdras les dijo: «Vayan, coman una cena, beban vino dulce y denle una parte a aquellos que no tienen nada preparado porque este día es sagrado para nuestro SEÑOR. No estén tristes porque la alegría en el SEÑOR es su fortaleza».

11 Los levitas ayudaban al pueblo a calmarse diciéndoles: «Tranquilos, este día es sagrado, no se pongan tristes».

12 Entonces toda la gente se fue a comer, a beber, a compartir la comida y a celebrar con mucha alegría porque habían entendido las palabras que les habían explicado.

Fiesta de las Enramadas
13 En el segundo día del mes [f] los jefes de todas las familias, los sacerdotes y los levitas se reunieron con el maestro Esdras para estudiar las palabras de la ley. 14 Encontraron escrito en la ley lo que el SEÑOR ordenó a través de Moisés: que los israelitas debían vivir en chozas durante la fiesta del séptimo mes [g]. 15 Además debían ir por todos los pueblos y por Jerusalén diciendo: «Salgan al monte y traigan ramas de olivo, de mirto, de palmeras y de cualquier árbol para hacer sus chozas tal como lo ordena la ley».

16 Entonces la gente salió y trajo ramas para hacer chozas en las azoteas, en los patios de las casas, en los patios del templo, en la plaza cercana a la puerta de las Aguas y a la puerta de Efraín. 17 Todo el grupo de gente que había vuelto del cautiverio hizo chozas y acampó allí. Desde la época de Josué hijo de Nun hasta ese día, el pueblo de Israel no había celebrado la fiesta de las Enramadas de esa manera. Su alegría fue inmensa.

18 Esdras leyó el libro de la ley de Dios desde el primer hasta el último de la fiesta. Celebraron el festival durante siete días y en el octavo día hubo una ceremonia tal como lo ordenaba la ley.

El pueblo de Israel confiesa sus pecados
9 El día veinticuatro del mismo mes, la gente de Israel se reunió para ayunar, se pusieron ropa áspera y se echaron polvo en la cabeza. 2 Los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros, se pusieron de pie y confesaron sus pecados y los de sus antepasados. 3 Estuvieron allí por tres horas leyendo el libro de la ley del SEÑOR su Dios, y otras tres horas más confesando sus pecados y alabando al SEÑOR su Dios. 4 Entonces Jesúa se subió a la tribuna de los levitas junto con Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní y llamaron en voz alta al SEÑOR su Dios. 5 Luego Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías, y Petaías dijeron:

«¡Levántense y alaben al SEÑOR su Dios!
    Bendito seas por siempre.
Alabado sea tu glorioso nombre,
    aunque tú eres superior a todas las bendiciones y alabanzas.
6 »Tú, SEÑOR, solo tú eres Dios.
    Tú creaste las estrellas [h], la tierra
    y todo lo que hay en ella;
hiciste los mares
    y todo lo que hay en ellos.
Tú le diste vida a todo,
    y todos los ángeles del cielo te adoran.
7 »Tú eres el SEÑOR,
    el Dios que eligió a Abram,
lo sacó de Caldea en Babilonia
    y lo llamó Abraham.
8 Tú te diste cuenta de que él era fiel a ti
    y por eso hiciste un pacto con él.
Prometiste darles a sus descendientes
    la tierra de los cananeos, de los hititas,
de los amorreos, de los ferezeos,
    de los jebuseos y de los gergeseos.
Tú fuiste fiel a tu promesa
    porque eres justo.
9 »Tú viste el sufrimiento de nuestros antepasados en Egipto
    y escuchaste sus lamentos en el mar Rojo.
10 Les diste señales y obraste milagros
    en contra del faraón, de sus servidores
    y de toda la gente de esa tierra
porque sabías que ellos maltrataban
    a nuestra gente.
Así te volviste famoso
    y aún lo sigues siendo.
11 Tú dividiste el mar Rojo frente a ellos
    para que pudieran pasar caminando
    en medio de las aguas, sobre tierra seca.
Arrojaste al mar a los soldados egipcios que los perseguían,
    y se hundieron como una roca
    en medio de aguas turbulentas.
12 Tú guiaste a tu pueblo con una nube durante el día
    y con una columna de fuego durante la noche
    para alumbrarles el camino que debían seguir.
13 »Tú bajaste al monte Sinaí
    y les hablaste desde el cielo.
Les diste reglas justas, enseñanzas verdaderas,
    órdenes buenas y mandamientos.
14 Les hablaste de tu día de descanso:
    el sábado.
Utilizaste a tu siervo Moisés
    para darles las órdenes, mandamientos y leyes.
15 »Los alimentaste desde el cielo
    para calmar su hambre,
y sacaste agua de una roca
    para calmar su sed.
Les dijiste que fueran y ocuparan
    la tierra que les habías prometido.
16 »Pero nuestros antepasados actuaron con arrogancia.
    Fueron tercos y no obedecieron tus órdenes.
17 Se negaron a escuchar
    y se olvidaron de los milagros
    que habías hecho frente a ellos.
Fueron tercos y decidieron regresar a Egipto
    y convertirse de nuevo en esclavos.
Pero tú eres un Dios que perdona.
    Eres compasivo y misericordioso,
no te enojas con facilidad y estás lleno de fiel amor
    y por eso no los abandonaste.
18 »No los abandonaste ni siquiera cuando hicieron
    con metal una imagen de un becerro
y dijeron que ese era el dios
    que los había sacado de Egipto.
Cuando te ofendieron tanto,
19     no los abandonaste en medio del desierto,
    por tu gran bondad.
La nube no dejó de guiarlos en el día
y la columna de fuego en la noche,
    no dejó de alumbrar el camino que debían seguir.
20 »Les diste tu buen Espíritu para que les enseñara.
    No les quitaste tu maná para alimentarlos
    y les diste agua para calmar su sed.
21 Los cuidaste durante cuarenta años en el desierto
    y allí no les faltó nada.
Sus ropas no se desgastaron
    y sus pies no se hincharon.
Footnotes:

Nehemías 7:70 ocho kilos Textualmente mil dracmas. La dracma era una moneda de la época.
Nehemías 7:71 mil doscientos diez kilos Textualmente dos mil doscientas minas. Ver tabla de pesas y medidas.
Nehemías 7:73 séptimo mes Septiembre–octubre.
Nehemías 8:2 primer día Este era un día dedicado a la adoración en el cual la gente compartía una comida especial.
Nehemías 8:9 Este día es sagrado Los dos primeros días de cada mes eran días dedicados a la adoración. La gente se reunía y compartía una cena en señal de amistad.
Nehemías 8:13 segundo día del mes El primer y segundo día de cada mes eran días dedicados a la adoración. La gente se reunía y compartía una cena en señal de amistad.
Nehemías 8:14 séptimo mes Septiembre–octubre.
Nehemías 9:6 estrellas o ángeles celestiales.
Palabra de Dios para Todos (PDT)
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1 Corintios 9:1-18 Palabra de Dios para Todos (PDT)

Derechos de Pablo como apóstol
9 ¿Acaso no saben que soy un hombre libre? ¿Es que no saben que soy un apóstol? ¿No he visto a nuestro Señor Jesús? Bien saben que ustedes son ejemplo del trabajo que hago para el Señor. 2 Puede que otros no me acepten como apóstol, pero para ustedes sí lo soy. Ustedes son la prueba de que soy un apóstol del Señor.

3 Esto les contesto a los que me critican: 4 la verdad es que como apóstoles tenemos el derecho de recibir comida y bebida de parte de ustedes. 5 Hasta podemos llevar a una esposa creyente cuando viajamos como lo han hecho los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Pedro. 6 ¿O es que Bernabé y yo somos los únicos que tenemos que tener otros trabajos para ganar nuestro sustento? 7 ¿Qué soldado paga su propio salario? ¿Quién cultiva un viñedo y no come de sus uvas? ¿Qué pastor cuida del rebaño y no toma de su leche? 8 Pero esto no es sólo un punto de vista humano. La ley de Dios también dice lo mismo. 9 Así está escrito en la ley de Moisés: «No le pongas bozal al buey cuando trilla». [a] Al decir esto, ¿estaba Dios preocupado sólo por los bueyes? 10 Más bien se refería a nosotros. La Escritura es para nuestro bienestar. Pues tanto el que ara la tierra como el que trilla deben hacerlo con la esperanza de recibir una parte de la cosecha. 11 Así que como nosotros hemos plantado semillas espirituales en ustedes, ¿es mucho pedir que cosechemos cosas materiales? 12 Si otros reciben sustento de ustedes, más derecho tenemos nosotros.

Pero no hemos hecho uso de ese derecho, al contrario, hemos soportado todo para no poner obstáculos a la comunicación de las buenas noticias acerca de Cristo. 13 Como ustedes ya saben, los que trabajan en el templo reciben su comida del templo y los que atienden el altar también reciben parte de las ofrendas. 14 De la misma manera, Dios ha ordenado que los que anuncian la buena noticia de salvación vivan de ese trabajo.

15 Pero yo no he usado esos derechos. Tampoco les escribo para que me den algo. ¡Prefiero morir que perder el motivo de mi orgullo! 16 Porque enseñar la buena noticia de salvación no es motivo para que me llene de orgullo. Es sólo mi obligación. Y pobre de mí si no lo hago. 17 Y si hago este trabajo por mi propia voluntad, entonces merezco una recompensa. Pero no lo he elegido yo, sino que es una obligación que se me ha dado. 18 ¿Y cuál es mi recompensa? Que puedo anunciar la buena noticia de salvación libremente y sin pedir nada a cambio. Es decir, que no hago uso del derecho que tengo de recibir un pago por mi trabajo de anunciar la buena noticia de salvación.

Footnotes:

1 Corintios 9:9 Cita de Dt 25:4.
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Salmos 33:13-22 Palabra de Dios para Todos (PDT)

13 El SEÑOR mira la tierra desde el cielo
    y observa a todos.
14 Desde su trono en el cielo mira
    a todos los habitantes de la tierra.
15 Él formó la mente de todo ser humano
    y entiende todo lo que la gente hace.
16 Dios todo lo controla y si los reyes son victoriosos,
    no es gracias a sus soldados,
así como los guerreros no ganan
    simplemente gracias a su fuerza.
17 Las armas [a] no garantizan la victoria.
    La fuerza no ayuda a la gente a escapar de la muerte en las batallas.
18 El SEÑOR protege a quienes lo siguen.
    Él cuida de quienes ponen su confianza en su fiel amor.
19 Los salva de la muerte
    y los reanima cuando están hambrientos.
20 Nosotros esperamos que el SEÑOR nos ayude
    porque él es nuestro apoyo y nuestro protector.
21 Porque lo amamos
    y es el único en quien podemos confiar.
22 SEÑOR, danos la misericordia
    que esperamos.
[b]

Footnotes:

Salmos 33:17 armas Textualmente caballos.
Salmos 33:22 Salmo 34 Cada versículo de este salmo comienza con una letra del alfabeto hebreo en orden alfabético.
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Proverbios 21:11-12 Palabra de Dios para Todos (PDT)

11 Castiga al irrespetuoso
    y eso servirá de ejemplo para los demás,
pero una pequeña reprimenda es suficiente
    para que el sabio aprenda.
12 El justo Dios observa la casa del perverso
    y lo condena a la ruina.
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