Día 226
Nehemías 7:61-9:21; 1 Corintios 9:1-18; Salmos 33:13-22; Proverbios 21:11-12 (Palabra de Dios para Todos)
Nehemías 7:61-9:21 Palabra de Dios para Todos (PDT)
61 Estos son los que
volvieron a Jerusalén desde Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no
pudieron demostrar que sus antepasados eran de Israel:
62 Seiscientos
cuarenta y dos descendientes de Delaías, Tobías y Necoda,
63 De los sacerdotes,
los siguientes tampoco pudieron demostrar que sus antepasados eran israelitas:
Los descendientes de
Jabaías, Cos y Barzilay (este Barzilay tenía en realidad otro nombre, pero como
se casó con la hija de un hombre de Galaad llamado Barzilay, decidió tomar ese
nombre).
64 Ellos buscaron los
registros de sus familias en la lista oficial pero no los encontraron y como no
pudieron probar que sus antepasados eran sacerdotes, fueron excluidos del
sacerdocio. 65 El gobernador les dijo a ellos que no se les permitiría participar
del alimento sagrado hasta que hubiera un sacerdote que pudiera usar el urim y
tumim para preguntarle a Dios qué hacer.
66 El grupo que
regresó estaba compuesto de un total de cuarenta y dos mil trescientas sesenta
personas, 67 sin contar sus siervos y siervas que eran siete mil trescientos
treinta y siete. También había doscientos cuarenta y cinco cantores, hombres y
mujeres. 68 Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas
cuarenta y cinco mulas, 69 cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil
setecientos veinte burros.
70 Algunos jefes de
familia donaron dinero para la construcción. El gobernador donó cerca de ocho
kilos [a] de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta túnicas para los
sacerdotes. 71 Los jefes de familia donaron cerca de ciento sesenta kilos de
oro y cerca de mil doscientos diez kilos [b] de plata. 72 El resto de la gente
donó cerca de ciento sesenta kilos de oro, mil cien kilos de plata y sesenta y
siete túnicas para los sacerdotes.
73 Los sacerdotes,
levitas, porteros, cantores, gente del pueblo, servidores del templo y algunos
de la gente común en se instalaron en Jerusalén. De esta manera todo Israel se
instaló en sus ciudades. Cuando llegó el séptimo mes [c], todo el pueblo de
Israel estaba establecido en sus ciudades.
Esdras lee la ley
8 Todo el pueblo de
Israel se reunió en la plaza frente a la puerta de las Aguas. Le pidieron al
maestro Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el SEÑOR le había
entregado al pueblo de Israel para que lo obedeciera. 2 Entonces el sacerdote
Esdras llevó el libro de la ley ante la multitud que estaba compuesta por
hombres y mujeres capaces de escuchar y entender. Era el primer día [d] del
séptimo mes del año. 3 Desde el amanecer hasta el mediodía, Esdras leyó el
libro de la ley en la plaza frente a la puerta de las Aguas. Todos los hombres
y mujeres que escuchaban prestaron mucha atención a la lectura del libro.
4 El maestro Esdras
se ubicó en una torre de madera hecha especialmente para la ocasión. A su
derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías, y Maseías. A su lado
izquierdo estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y
Mesulán. 5 Esdras abrió el libro ante los ojos de todos, ya que él estaba
parado sobre una torre. Cuando abrió el libro, todos se pusieron de pie. 6
Esdras bendijo al SEÑOR, el gran Dios y todos con las manos levantadas
respondieron: «Así sea, así sea». Todos se postraron rostro en tierra y
alabaron al SEÑOR.
7 Los levitas Jesúa,
Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías,
Jozabed, Janán y Pelaías enseñaron la ley al pueblo, que permanecía de pie
junto a ellos. 8 Ellos leyeron el libro de la ley de Dios y explicaron parte
por parte lo que significaba para que todos pudieran entender. 9 El gobernador
Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras, y los levitas que estaban enseñando
dijeron a todos: «Este día es sagrado [e] para el SEÑOR, su Dios. No lloren ni
estén tristes». Esto lo decían porque todo el pueblo lloraba escuchando las
palabras de Dios en la ley. 10 Esdras les dijo: «Vayan, coman una cena, beban
vino dulce y denle una parte a aquellos que no tienen nada preparado porque
este día es sagrado para nuestro SEÑOR. No estén tristes porque la alegría en
el SEÑOR es su fortaleza».
11 Los levitas
ayudaban al pueblo a calmarse diciéndoles: «Tranquilos, este día es sagrado, no
se pongan tristes».
12 Entonces toda la
gente se fue a comer, a beber, a compartir la comida y a celebrar con mucha
alegría porque habían entendido las palabras que les habían explicado.
Fiesta de las
Enramadas
13 En el segundo día
del mes [f] los jefes de todas las familias, los sacerdotes y los levitas se
reunieron con el maestro Esdras para estudiar las palabras de la ley. 14
Encontraron escrito en la ley lo que el SEÑOR ordenó a través de Moisés: que
los israelitas debían vivir en chozas durante la fiesta del séptimo mes [g]. 15
Además debían ir por todos los pueblos y por Jerusalén diciendo: «Salgan al
monte y traigan ramas de olivo, de mirto, de palmeras y de cualquier árbol para
hacer sus chozas tal como lo ordena la ley».
16 Entonces la gente
salió y trajo ramas para hacer chozas en las azoteas, en los patios de las
casas, en los patios del templo, en la plaza cercana a la puerta de las Aguas y
a la puerta de Efraín. 17 Todo el grupo de gente que había vuelto del
cautiverio hizo chozas y acampó allí. Desde la época de Josué hijo de Nun hasta
ese día, el pueblo de Israel no había celebrado la fiesta de las Enramadas de
esa manera. Su alegría fue inmensa.
18 Esdras leyó el
libro de la ley de Dios desde el primer hasta el último de la fiesta.
Celebraron el festival durante siete días y en el octavo día hubo una ceremonia
tal como lo ordenaba la ley.
El pueblo de Israel
confiesa sus pecados
9 El día veinticuatro
del mismo mes, la gente de Israel se reunió para ayunar, se pusieron ropa
áspera y se echaron polvo en la cabeza. 2 Los descendientes de Israel se
separaron de todos los extranjeros, se pusieron de pie y confesaron sus pecados
y los de sus antepasados. 3 Estuvieron allí por tres horas leyendo el libro de
la ley del SEÑOR su Dios, y otras tres horas más confesando sus pecados y alabando
al SEÑOR su Dios. 4 Entonces Jesúa se subió a la tribuna de los levitas junto
con Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní y llamaron en voz
alta al SEÑOR su Dios. 5 Luego Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías,
Hodías, Sebanías, y Petaías dijeron:
«¡Levántense y alaben
al SEÑOR su Dios!
Bendito seas por siempre.
Alabado sea tu
glorioso nombre,
aunque tú eres superior a todas las
bendiciones y alabanzas.
6 »Tú, SEÑOR, solo tú
eres Dios.
Tú creaste las estrellas [h], la tierra
y todo lo que hay en ella;
hiciste los mares
y todo lo que hay en ellos.
Tú le diste vida a
todo,
y todos los ángeles del cielo te adoran.
7 »Tú eres el SEÑOR,
el Dios que eligió a Abram,
lo sacó de Caldea en
Babilonia
y lo llamó Abraham.
8 Tú te diste cuenta
de que él era fiel a ti
y por eso hiciste un pacto con él.
Prometiste darles a
sus descendientes
la tierra de los cananeos, de los hititas,
de los amorreos, de
los ferezeos,
de los jebuseos y de los gergeseos.
Tú fuiste fiel a tu
promesa
porque eres justo.
9 »Tú viste el
sufrimiento de nuestros antepasados en Egipto
y escuchaste sus lamentos en el mar Rojo.
10 Les diste señales
y obraste milagros
en contra del faraón, de sus servidores
y de toda la gente de esa tierra
porque sabías que
ellos maltrataban
a nuestra gente.
Así te volviste
famoso
y aún lo sigues siendo.
11 Tú dividiste el
mar Rojo frente a ellos
para que pudieran pasar caminando
en medio de las aguas, sobre tierra seca.
Arrojaste al mar a
los soldados egipcios que los perseguían,
y se hundieron como una roca
en medio de aguas turbulentas.
12 Tú guiaste a tu
pueblo con una nube durante el día
y con una columna de fuego durante la noche
para alumbrarles el camino que debían
seguir.
13 »Tú bajaste al
monte Sinaí
y les hablaste desde el cielo.
Les diste reglas
justas, enseñanzas verdaderas,
órdenes buenas y mandamientos.
14 Les hablaste de tu
día de descanso:
el sábado.
Utilizaste a tu
siervo Moisés
para darles las órdenes, mandamientos y
leyes.
15 »Los alimentaste
desde el cielo
para calmar su hambre,
y sacaste agua de una
roca
para calmar su sed.
Les dijiste que
fueran y ocuparan
la tierra que les habías prometido.
16 »Pero nuestros
antepasados actuaron con arrogancia.
Fueron tercos y no obedecieron tus órdenes.
17 Se negaron a
escuchar
y se olvidaron de los milagros
que habías hecho frente a ellos.
Fueron tercos y
decidieron regresar a Egipto
y convertirse de nuevo en esclavos.
Pero tú eres un Dios
que perdona.
Eres compasivo y misericordioso,
no te enojas con
facilidad y estás lleno de fiel amor
y por eso no los abandonaste.
18 »No los
abandonaste ni siquiera cuando hicieron
con metal una imagen de un becerro
y dijeron que ese era
el dios
que los había sacado de Egipto.
Cuando te ofendieron
tanto,
19 no los abandonaste en medio del desierto,
por tu gran bondad.
La nube no dejó de
guiarlos en el día
y la columna de fuego
en la noche,
no dejó de alumbrar el camino que debían
seguir.
20 »Les diste tu buen
Espíritu para que les enseñara.
No les quitaste tu maná para alimentarlos
y les diste agua para calmar su sed.
21 Los cuidaste
durante cuarenta años en el desierto
y allí no les faltó nada.
Sus ropas no se
desgastaron
y sus pies no se hincharon.
Footnotes:
Nehemías 7:70 ocho
kilos Textualmente mil dracmas. La dracma era una moneda de la época.
Nehemías 7:71 mil
doscientos diez kilos Textualmente dos mil doscientas minas. Ver tabla de pesas
y medidas.
Nehemías 7:73 séptimo
mes Septiembre–octubre.
Nehemías 8:2 primer
día Este era un día dedicado a la adoración en el cual la gente compartía una
comida especial.
Nehemías 8:9 Este día
es sagrado Los dos primeros días de cada mes eran días dedicados a la
adoración. La gente se reunía y compartía una cena en señal de amistad.
Nehemías 8:13 segundo
día del mes El primer y segundo día de cada mes eran días dedicados a la
adoración. La gente se reunía y compartía una cena en señal de amistad.
Nehemías 8:14 séptimo
mes Septiembre–octubre.
Nehemías 9:6
estrellas o ángeles celestiales.
Palabra de Dios para
Todos (PDT)
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1 Corintios 9:1-18 Palabra de Dios para Todos (PDT)
Derechos de Pablo
como apóstol
9 ¿Acaso no saben que
soy un hombre libre? ¿Es que no saben que soy un apóstol? ¿No he visto a
nuestro Señor Jesús? Bien saben que ustedes son ejemplo del trabajo que hago
para el Señor. 2 Puede que otros no me acepten como apóstol, pero para ustedes
sí lo soy. Ustedes son la prueba de que soy un apóstol del Señor.
3 Esto les contesto a
los que me critican: 4 la verdad es que como apóstoles tenemos el derecho de
recibir comida y bebida de parte de ustedes. 5 Hasta podemos llevar a una
esposa creyente cuando viajamos como lo han hecho los otros apóstoles, los
hermanos del Señor y Pedro. 6 ¿O es que Bernabé y yo somos los únicos que
tenemos que tener otros trabajos para ganar nuestro sustento? 7 ¿Qué soldado
paga su propio salario? ¿Quién cultiva un viñedo y no come de sus uvas? ¿Qué
pastor cuida del rebaño y no toma de su leche? 8 Pero esto no es sólo un punto
de vista humano. La ley de Dios también dice lo mismo. 9 Así está escrito en la
ley de Moisés: «No le pongas bozal al buey cuando trilla». [a] Al decir esto,
¿estaba Dios preocupado sólo por los bueyes? 10 Más bien se refería a nosotros.
La Escritura es para nuestro bienestar. Pues tanto el que ara la tierra como el
que trilla deben hacerlo con la esperanza de recibir una parte de la cosecha.
11 Así que como nosotros hemos plantado semillas espirituales en ustedes, ¿es
mucho pedir que cosechemos cosas materiales? 12 Si otros reciben sustento de
ustedes, más derecho tenemos nosotros.
Pero no hemos hecho
uso de ese derecho, al contrario, hemos soportado todo para no poner obstáculos
a la comunicación de las buenas noticias acerca de Cristo. 13 Como ustedes ya
saben, los que trabajan en el templo reciben su comida del templo y los que
atienden el altar también reciben parte de las ofrendas. 14 De la misma manera,
Dios ha ordenado que los que anuncian la buena noticia de salvación vivan de
ese trabajo.
15 Pero yo no he
usado esos derechos. Tampoco les escribo para que me den algo. ¡Prefiero morir
que perder el motivo de mi orgullo! 16 Porque enseñar la buena noticia de
salvación no es motivo para que me llene de orgullo. Es sólo mi obligación. Y
pobre de mí si no lo hago. 17 Y si hago este trabajo por mi propia voluntad,
entonces merezco una recompensa. Pero no lo he elegido yo, sino que es una
obligación que se me ha dado. 18 ¿Y cuál es mi recompensa? Que puedo anunciar
la buena noticia de salvación libremente y sin pedir nada a cambio. Es decir,
que no hago uso del derecho que tengo de recibir un pago por mi trabajo de
anunciar la buena noticia de salvación.
Footnotes:
1 Corintios 9:9 Cita
de Dt 25:4.
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Salmos 33:13-22 Palabra de Dios para Todos (PDT)
13 El SEÑOR mira la
tierra desde el cielo
y observa a todos.
14 Desde su trono en
el cielo mira
a todos los habitantes de la tierra.
15 Él formó la mente
de todo ser humano
y entiende todo lo que la gente hace.
16 Dios todo lo
controla y si los reyes son victoriosos,
no es gracias a sus soldados,
así como los
guerreros no ganan
simplemente gracias a su fuerza.
17 Las armas [a] no
garantizan la victoria.
La fuerza no ayuda a la gente a escapar de
la muerte en las batallas.
18 El SEÑOR protege a
quienes lo siguen.
Él cuida de quienes ponen su confianza en
su fiel amor.
19 Los salva de la
muerte
y los reanima cuando están hambrientos.
20 Nosotros esperamos
que el SEÑOR nos ayude
porque él es nuestro apoyo y nuestro
protector.
21 Porque lo amamos
y es
el único en quien podemos confiar.
22 SEÑOR, danos la
misericordia
que esperamos.
[b]
Footnotes:
Salmos 33:17 armas
Textualmente caballos.
Salmos 33:22 Salmo 34
Cada versículo de este salmo comienza con una letra del alfabeto hebreo en
orden alfabético.
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Proverbios 21:11-12 Palabra de Dios para Todos (PDT)
11 Castiga al
irrespetuoso
y eso servirá de ejemplo para los demás,
pero una pequeña
reprimenda es suficiente
para que el sabio aprenda.
12 El justo Dios
observa la casa del perverso
y lo condena a la ruina.
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