Thursday, August 10, 2017

DAB Español, Viernes 11 de Agosto

Día 223

Nehemías 1:1-3:14; 1 Corintios 7:1-24; Salmos 31:19-24; Proverbios 21:4 (La Palabra (Hispanoamérica))





Nehemías 1:1-3:14 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Oración de Nehemías por su pueblo
1 Palabras de Nehemías, hijo de Jacalías.

Corría el mes de Quisleu del año veinte y me encontraba yo en la ciudadela de Susa. 2 Llegó entonces Jananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá y les pregunté por los judíos que habían sobrevivido a la cautividad y también por Jerusalén. 3 Me respondieron:

— Los que han sobrevivido a la cautividad y viven en aquella provincia se encuentran en una situación lamentable y humillante. Las murallas de Jerusalén siguen derruidas y sus puertas quemadas.

4 Al oír estas palabras me senté, rompí a llorar y durante algunos días hice duelo, orando y ayunando en presencia del Dios de los cielos. 5 Y dije:

— Por favor, Señor, Dios de los cielos, Dios grande y terrible que eres fiel a la alianza y misericordioso para con los que te aman y guardan tus mandamientos: 6 mantén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración que este tu siervo te dirige hoy, día y noche, a favor de los israelitas, tus servidores. Confieso los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti: tanto yo como la familia de mi padre hemos pecado 7 y te hemos ofendido gravemente no observando los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a tu siervo Moisés. 8 Recuerda, por favor, lo que prometiste a tu siervo Moisés diciendo: “Si pecan, los dispersaré entre los pueblos; 9 pero si se arrepienten, guardan mis mandamientos y los llevan a la práctica, aunque se encuentren dispersos en el último rincón del mundo, de allí los juntaré y los traeré hasta el lugar que escogí para que en él more mi nombre”.

10 Ellos, tus siervos y tu pueblo, son los que redimiste con tu gran poder y mano poderosa. 11 Escucha, Señor, la oración de tu siervo y la plegaria de tus servidores que sólo desean honrar tu nombre. Concede hoy éxito a tu siervo haciendo que sea bien acogido por el rey.

Por aquel tiempo era yo copero del rey.

Nehemías viaja a Jerusalén
2 Corría el mes de Nisán del año vigésimo del rey Artajerjes, y estaba yo con el vino a punto delante del rey; lo levanté y se lo serví. Como nunca antes había estado triste en su presencia, 2 el rey me preguntó:

— Si no estás enfermo, ¿por qué está triste tu semblante? Sólo puede ser porque tienes el corazón afligido.

Me asuste mucho 3 y contesté al rey:

— ¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar triste si la ciudad donde se hallan los sepulcros de mis antepasados está desolada y sus puertas devoradas por el fuego?

4 — ¿Qué necesitas? —me preguntó el rey—.

Entonces yo me encomendé al Rey de los cielos 5 y contesté al rey:

— Si le parece correcto a su majestad y aprecia a este su siervo, envíeme a Judá, a la ciudad donde están los sepulcros de mis antepasados, y la reedificaré.

6 El rey, a cuyo lado estaba sentada la reina, me preguntó:

— ¿Cuánto durará tu viaje y cuándo vas a regresar?

Le propuse un plazo que le pareció bien y me dejó partir. 7 Dije, además, al rey:

— Si le place a su majestad, ordene que se me den cartas dirigidas a los gobernantes del otro lado del Éufrates para que me dejen franco el paso hasta Judá. 8 Y ordene, asimismo, que se me dé una carta dirigida a Asaf, guardabosques del rey, para que me proporcione madera con destino a la construcción de las puertas de la ciudadela que está junto al Templo, así como de la muralla de la ciudad y de la casa que habitaré.

El rey me lo concedió gracias a la bondad de mi Dios que velaba sobre mí. 9 Me dirigí, pues, a los gobernadores del otro lado del Éufrates y les entregué las cartas del rey que también me había facilitado una escolta de oficiales y gente de a caballo.

10 Cuando se enteraron de ello Sambalat, el joronita, y su ayudante amonita Tobías, les desagradó sobremanera que alguien viniera a procurar el bien de los israelitas.

11 Llegué a Jerusalén y estuve allí tres días. 12 Me levanté de noche con unos cuantos hombres, sin comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado hacer en Jerusalén. La única cabalgadura que había era la que yo cabalgaba. 13 Salí de noche por la Puerta del Valle en dirección a la fuente del Dragón y a la Puerta del Muladar; inspeccioné las murallas de Jerusalén que estaban derruidas y también las puertas que habían sido devoradas por el fuego; 14 me dirigí luego a la Puerta de la Fuente y al Estanque del Rey, pero no había modo de pasar con la cabalgadura. 15 Así que, todavía de noche, subí por el torrente, examiné la muralla y volví a pasar por la Puerta del Valle, regresando a casa. 16 No supieron las autoridades adónde había ido ni qué había hecho, pues hasta aquel momento nada había comunicado a los judíos: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a las autoridades, ni a los encargados de la obra.

17 Sólo entonces les dije:

— Ya ven la ruinosa situación en la que estamos: Jerusalén desolada y sus puertas devoradas por el fuego. Vengan y reconstruyamos la muralla de Jerusalén; dejaremos así de ser objeto de oprobio.

18 Los puse al corriente de lo que me había dicho el rey y de cómo Dios me había protegido. Ellos, por su parte, animándose mutuamente para una tarea tan hermosa, respondieron:

— ¡Manos a la obra y comencemos la reconstrucción!

19 Cuando se enteraron de esto Sambalat, el joronita, su ayudante amonita Tobías y el árabe Guesén, se burlaron de nosotros y nos dijeron con menosprecio:

— ¿Qué es lo que están haciendo? ¿Acaso intentan rebelarse contra el rey?

20 Les repliqué:

— El Dios de los cielos nos dará éxito. Nosotros, sus siervos, pondremos manos a la obra y llevaremos a cabo la reconstrucción. Ustedes, en cambio, no tienen parte, ni derecho, ni nada que recordar en Jerusalén.

Reconstrucción de puertas y murallas
3 Así pues, el sumo sacerdote Eliasib y sus hermanos, los sacerdotes, pusieron manos a la obra y reconstruyeron la Puerta de las Ovejas. La montaron y la consagraron y luego continuaron la obra de reconstrucción hasta la Torre de Ciento y hasta la Torre de Jananel, obra que también consagraron. 2 Codo con codo con ellos trabajaron asimismo los de Jericó y Zacur, hijo de Imrí. 3 La familia de Senaá construyó la Puerta del Pescado, poniendo las vigas, montando las hojas de las puertas y colocando las cerraduras y las barras. 4 Junto a ellos participaron en la restauración Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos, y también Mesulán, hijo de Berequías y nieto de Mesezabel, junto con Sadoc, hijo de Baaná. 5 También los tecoítas colaboraron en la obra, si bien sus notables rehusaron participar en la obra de sus señores. 6 La Puerta Vieja fue restaurada por Joyadá, hijo de Paséaj, y por Mesulán, hijo de Besodías, quienes pusieron las vigas y colocaron las hojas de las puertas con sus cerraduras y sus barras. 7 Junto a ellos trabajaron Melatías, el gabaonita, y Jadón, el meronita, oriundos de Gabaón y de Mispá, todos a expensas del gobernador del otro lado del Éufrates. 8 A su lado trabajaron también Uziel, hijo de Jaraías, del gremio de los orfebres, y Jananías, del gremio de los perfumeros. Todos estos restauraron la muralla de Jerusalén hasta el muro ancho. 9 A su vez Refaías, hijo de Jur y jefe de la mitad del distrito de Jerusalén, 10 junto con Jedaías, hijo de Jarumaf, en el tramo situado frente a su casa, con Jatús, hijo de Jasabnías, 11 con Malquías, hijo de Jarín, y con Jasub, hijo de Pajat-Moab, restauraron el segundo sector hasta la Torre de los Hornos. 12 Codo con codo junto a ellos, y acompañado de sus hijas, participó en la restauración Salún, hijo de Jalojes y jefe de la otra mitad del distrito de Jerusalén.

13 La Puerta del Valle la reconstruyeron Janún y los habitantes de Zanoaj; la reedificaron y montaron las hojas de las puertas con sus cerraduras y sus barras, restaurando además medio kilómetro de muralla, hasta la Puerta del Muladar. 14 La Puerta del Muladar la restauró Malquías, hijo de Recab, jefe del distrito de Bet Jaquerén; la reedificó y colocó las hojas de sus puertas con sus cerraduras y sus barras.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

1 Corintios 7:1-24 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

III.— RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (7,1—11,1)
Matrimonio y virginidad
7 En cuanto a lo que me preguntaban por escrito, es cosa de alabar el que el varón renuncie a tener relaciones con la mujer. 2 Ante el peligro de la lujuria, sin embargo, que cada uno tenga su mujer, y cada mujer su marido. 3 El marido debe cumplir su obligación conyugal con la mujer, y lo mismo la mujer con el marido. 4 Porque la mujer ya no es dueña de su propio cuerpo; lo es el marido. Como tampoco el marido es dueño de su cuerpo; lo es la mujer.

5 No pongan dificultades a su mutua entrega, a no ser de común acuerdo y por cierto tiempo con el fin de dedicarse a la oración. Pero luego deben volver a la vida normal de matrimonio, no sea que, incapaces de guardar continencia, Satanás los arrastre al pecado. 6 Esto se lo digo más en plan de concesión que de mandato. 7 Bien quisiera yo que todos imitasen mi ejemplo; pero cada uno ha recibido de Dios su propio don: unos de un modo y otros de otro.

8 Excelente cosa es —a los solteros y a las viudas se lo digo— que se mantengan como yo. 9 Pero, si son incapaces de dominarse, que se casen. Mejor es casarse que dejarse abrasar por la pasión.

10 Para los casados, tengo una orden del Señor, no mía, que manda que la mujer no se separe del marido. 11 Y si tuviera que separarse, que permanezca sin casarse o se reconcilie con su marido. Y que tampoco el marido se divorcie de su mujer.

12 En otros casos no es el Señor, sino yo, quien les dice que si un cristiano está casado con una mujer que no es cristiana, pero acepta seguir viviendo con él, no se divorcie de ella. 13 Y de igual modo, si una mujer cristiana está casada con un hombre que no es cristiano, pero acepta vivir con ella, no se divorcie de él. 14 La razón es que, tanto el marido como la mujer que no son cristianos, quedan consagrados a Dios por sus respectivos cónyuges cristianos. Y de este modo los hijos de ustedes ya están consagrados a Dios, mientras que, en caso contrario, no lo estarían. 15 Ahora bien, si la parte no cristiana quiere separarse, que lo haga. En este caso, el hermano o la hermana cristianos quedan libres, ya que si Dios nos ha llamado es para que vivamos en paz. 16 Porque ¿estás tú segura, mujer, de que conseguirías salvar a tu marido? Y tú, marido, ¿estás seguro de que salvarías a tu mujer?

No cambiar de estado de vida sin motivo
17 Fuera de este caso, que cada uno viva según el don que haya recibido del Señor y en el estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó a la fe. Es la norma que doy en todas las iglesias. 18 ¿Que uno ha recibido el llamamiento de Dios estando circuncidado? No tiene por qué ocultarlo. ¿Que lo ha recibido sin estar circuncidado? No tiene por qué circuncidarse. 19 ¡Qué más da estar o no estar circuncidado! Lo que importa es cumplir los mandamientos de Dios. 20 Permanezca, pues, cada uno en el estado de vida en que estaba cuando Dios lo llamó. 21 ¿Eras esclavo cuando recibiste el llamamiento? No te importe; pero si tienes ocasión de recobrar la libertad, aprovéchala. 22 Porque quien es llamado por el Señor siendo esclavo, se convierte en liberto del Señor; y quien es llamado siendo libre, se convierte en esclavo de Cristo. 23 ¡Ustedes han sido rescatados a buen precio; no se hagan esclavos de realidades humanas! 24 Que cada cual, hermanos, permanezca ante Dios en el estado que tenía cuando fue llamado a la fe.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 31:19-24 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

19 Enmudezcan los labios mentirosos
que se insolentan contra el justo
llenos de orgullo y desprecio.
20 ¡Qué inmensa es la bondad
que reservas a quien te venera!
La ofreces a quienes en ti confían,
y todo el mundo es testigo.
21 Tu rostro los ampara y protege
de las conjuras humanas;
los resguardas en tu Tienda
de las lenguas pendencieras.
22 ¡Bendito sea el Señor
que me demostró su amor
en momentos de angustia!
23 Yo, azorado, llegué a pensar:
“Me has apartado de tu presencia”.
Pero tú oías mi voz suplicante
mientras a ti clamaba.
24 ¡Amen al Señor todos sus fieles!
El Señor cuida a quienes son leales
y a los arrogantes castiga con creces.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 21:4 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

4 Ojos altivos, mente arrogante
y malvados que triunfan, todo ello es detestable.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España


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