Nehemías 7:61-9:21; 1 Corintios 9:1-18; Salmos 33:12-22; Proverbios 21:11-12 (Nueva Biblia Viva (NBV))
Nehemías 7:61-9:21 Nueva Biblia Viva
(NBV)
61
Otro grupo regresó a Jerusalén en aquel tiempo de las ciudades persas de Tel
Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer. Pero habían perdido sus genealogías y no
podían probar que eran judíos. 62 Estos eran descendientes de Delaías, Tobías y
Necoda, un total de 642.
63
También hubo varios clanes de sacerdotes 64-65 cuyas genealogías se perdieron.
Eran los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (que se casó con una de las
hijas de Barzilay, el galaadita, y tomó el nombre de su familia). Como no
pudieron comprobar que procedían de familias israelitas no se les permitió
seguir en el sacerdocio. Además, el gobernador les prohibió comer de los
alimentos solemnemente consagrados, hasta que un sacerdote consultara a Dios
por medio del urim y el tumim, y se decidiera qué hacer con ellos.
66
En total, cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas habían regresado a
Judá por aquel tiempo. 67 Además había siete mil trescientos treinta y siete
esclavos y doscientos cuarenta y cinco miembros del coro, entre hombres y
mujeres. 68-69 Llevaron consigo setecientos treinta y seis caballos, doscientas
cuarenta y cinco mulas, cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil
setecientos veinte burros.
70
Algunos de sus jefes hicieron donaciones para la obra. El gobernador dio mil
monedas de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta túnicas sacerdotales. 71
Los otros dirigentes dieron un total de veinte mil monedas de oro y mil
trescientos veinte kilos de plata. 72 El resto del pueblo dio veinte mil
monedas de oro, mil doscientos kilos de plata y sesenta y siete túnicas
sacerdotales.
73
Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los miembros del coro, los ayudantes
del templo, y el resto del pueblo volvieron a sus respectivos pueblos y
ciudades.
Esdras
lee la ley
Para
el mes séptimo ya los israelitas estaban ubicados en sus ciudades.
8
1-5 El día primero del mes séptimo todo el pueblo se reunió en la plaza que
está frente a la puerta de las Aguas, para pedirle a Esdras, el jefe religioso,
que leyera la ley que Dios les había dado por medio de Moisés.
El
sacerdote Esdras sacó el rollo de las leyes de Moisés. Se paró sobre un estrado
de madera hecho especialmente para la ocasión, de modo que todos pudieran verlo
mientras leía. Estaba ante la plaza que queda frente a la puerta de las Aguas,
y leyó desde que amaneció hasta el mediodía. Todos se pusieron de pie cuando él
abrió el rollo. Los que tenían edad para entender, escuchaban con mucha
atención. A su derecha estaban de pie Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías, y
Maseías. A su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana,
Zacarías y Mesulán.
6
Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo dijo:
«¡Amén!», y levantaron las manos al cielo. Luego se arrodillaron y adoraron al
Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.
7-8
Mientras Esdras leía el rollo, Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay,
Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías iban por entre el
pueblo y explicaban el sentido de los pasajes que se estaban leyendo. 9 Y todo
el pueblo lloraba al oír los mandamientos de la ley. Entonces el sacerdote
Esdras, yo, que era el gobernador, y los levitas que enseñaban a la gente, les
dijimos: «No lloren ni se entristezcan en un día como este. Hoy es un día
dedicado al Señor, nuestro Dios».
10
Además, Esdras les dijo: «¡Vayan a sus casas a celebrar este día! Preparen
buena comida, beban vino dulce y compartan con los que no tienen nada
preparado. No, no se entristezcan porque el gozo del Señor es nuestra
fortaleza».
11
Y los levitas también tranquilizaban a la gente, diciéndole: «Cállense; no
lloren, porque este es un día de santo gozo y no de tristeza».
12
Entonces el pueblo se fue a hacer fiesta y a compartir sus comidas y bebidas
con sus amigos. Fue ocasión de gran fiesta y gozo, porque podían oír y entender
las palabras del libro de la Ley.
La
fiesta de las Enramadas
13
Al día siguiente, los jefes de los clanes y los sacerdotes y levitas se
reunieron con el maestro Esdras, para estudiar la ley con más detalle. 14
Notaron que el Señor le había dicho a Moisés que todo el pueblo debía vivir en
enramadas durante la fiesta que se celebraba en ese mes. 15 Había dicho,
además, que se debían hacer proclamas en todas las ciudades de la tierra,
especialmente en la ciudad de Jerusalén, diciendo a la gente que fuera a los
montes a buscar ramas de oliva, de arrayán, de palmera y de todo árbol
frondoso, para hacer enramadas en las que vivirían durante los días de la
fiesta.
16
Así que la gente fue y cortó ramas y las usó para construir enramadas sobre las
terrazas de sus casas, en los parques, en el atrio del templo, en la plaza
junto a la puerta de las Aguas y en la plaza de la puerta de Efraín. 17 Se
alojaron en las enramadas los siete días que duró la fiesta, y todos estuvieron
llenos de gozo (esto no se había hecho así desde los días de Josué). 18 Esdras
les estuvo leyendo el libro de la Ley durante todos los días de la fiesta, y en
el octavo día se celebró el servicio solemne de clausura, como lo requería la
ley de Moisés.
Los
israelitas confiesan sus pecados
9
El día veinticuatro de ese mes los israelitas regresaron para celebrar otra
fiesta. En esta oportunidad ayunaron, se vistieron de luto y se echaron ceniza
en la cabeza; además, 2 se separaron de todos los extranjeros. Y puestos de pie
confesaron sus pecados y los de sus antepasados. 3 Durante tres horas se les
leyó en voz alta la ley de Dios, y durante otras tres horas más estuvieron de
pie confesando sus pecados, y adoraron al Señor su Dios. 4 En las gradas, los
levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní alababan
al Señor su Dios con cánticos de gozo. 5 Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní,
Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron:
«Pónganse
de pie y adoren al Señor nuestro Dios, porque él vive desde la eternidad y
hasta la eternidad. ¡Alaben su glorioso Nombre! Su gloria excede a cualquier
bendición o alabanza.
6
»Señor, tú eres el único Dios. Tú has hecho los cielos de los cielos, la tierra
y los mares, y todo lo que en ellos hay. Tú das vida a todo cuanto has creado,
y todos los ángeles de los cielos te adoran.
7
»Señor, tú eres el Dios que escogió a Abram y lo sacó de Ur de los caldeos y le
puso por nombre Abraham. 8 Cuando él fue fiel a ti, tú le prometiste, por medio
del pacto, darle a él y a sus descendientes la tierra de los cananeos, de los
hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los jebuseos y de los gergeseos.
Y cumpliste tu promesa, porque eres fiel a tu palabra.
9
»Tú viste las dificultades y los dolores de nuestros antepasados en Egipto y
oíste su clamor junto al Mar Rojo. 10 Tú hiciste grandes milagros contra el
faraón, sus siervos y su pueblo, porque viste con cuánta crueldad los egipcios
estaban tratando a tu pueblo. Tus obras grandes e inolvidables hicieron que te
conocieran como un Dios poderoso. 11 Tú dividiste el mar, para que tu pueblo
pudiera pasarlo por tierra seca, y luego destruiste a tus enemigos en las
profundidades del mar. ¡Se hundieron como piedras bajo las impetuosas aguas! 12
Tú guiaste a nuestros antepasados con una columna de nube durante el día, y con
una columna de fuego durante la noche, así les alumbrabas el camino por donde
debían caminar.
13
»Tú descendiste al monte Sinaí y hablaste con ellos desde el cielo; y les diste
leyes, estatutos y mandamientos rectos, firmes y excelentes. 14 Les diste las
leyes acerca del reposo; y tú les ordenaste, por medio de tu siervo Moisés, que
las obedecieran.
15
»Tú les diste a comer pan del cielo cuando tuvieron hambre, y agua de la roca
cuando tuvieron sed. Tú les ordenaste que entraran y conquistaran la tierra que
habías prometido darles. 16 Pero nuestros antepasados eran porfiados y
soberbios, y desobedecieron tus mandamientos. 17 Se negaron a obedecerte y,
olvidando los milagros que hiciste con ellos, se rebelaron y eligieron un
caudillo que los llevara de regreso a la esclavitud de Egipto. Pero tú nunca
los abandonaste, porque eres un Dios que siempre está dispuesto a perdonar,
pues eres un Dios compasivo y bueno. Eres un Dios lleno de amor y que no se
enoja fácilmente.
18
»Y aunque se hicieron un becerro fundido y proclamaron: “Este es nuestro dios,
el que nos sacó de Egipto” y, además, te ofendieron de muchas maneras, 19 tú,
en tu gran compasión, no los abandonaste para que murieran en el desierto. La
columna de nube los condujo día tras día, y la columna de fuego les mostró el
camino en medio de la noche.
20
»Enviaste tu generoso espíritu para que les enseñara, y no dejaste de darles
pan del cielo o agua para la sed. 21 Durante cuarenta años los sustentaste en
el desierto, ¡y nada les faltó! Sus vestidos no se envejecieron y sus pies no
se les hincharon.
Nueva
Biblia Viva (NBV)
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1 Corintios 9:1-18 Nueva Biblia Viva
(NBV)
Los
derechos de un apóstol
9
Yo soy libre, soy apóstol, he visto al Señor con mis propios ojos y ustedes son
el fruto de mi trabajo en el Señor.
2
Sin embargo, hay quienes dicen que no soy apóstol. Pues si para otros no lo
soy, para ustedes sí, porque ustedes son la señal que legitima mi tarea como
apóstol en el Señor.
3
Para los que ponen en duda mis legítimos derechos, diré lo siguiente:
4
¿Tendré o no tendré derecho de recibir comida? 5 ¿No tengo derecho a tener una
esposa y llevarla en mis viajes, como hacen los demás apóstoles, los hermanos
del Señor y Pedro? 6 ¿O es que los únicos que en la obra de Dios tienen que
trabajar por su cuenta para ganarse el sustento somos Bernabé y yo? 7 ¿Qué
soldado tiene que sostenerse a sí mismo mientras sirve en el ejército? ¿A qué
agricultor se priva del derecho de comer de lo que ha cosechado? ¿A qué pastor
de ovejas no se le permite tomar de la leche del rebaño?
8
Y no crean que sólo desde un punto de vista humano digo esto. La ley de Dios lo
afirma también. 9 En efecto, la ley que Dios dio a Moisés dice: «No se debe
poner bozal al buey para evitar que coma del trigo que está trillando».
¿Creen
que Dios tenía en mente sólo a los bueyes cuando dijo esto? 10 ¿No estaría
pensando también en nosotros? ¡Claro que sí! A los que aran y trillan debe
permitírseles alentar la esperanza de recibir parte de la cosecha. 11 Nosotros
hemos plantado la semilla espiritual en ustedes. ¿Será demasiado pedir que, a
cambio, recibamos de ustedes el sustento material?
12
Si otros disfrutan de este privilegio de recibir de ustedes el sustento,
¿cuánto más deberíamos disfrutarlo nosotros?
Sin
embargo, jamás hemos ejercido este derecho; al contrario, soportamos todo con
tal de no poner obstáculos al evangelio de Cristo.
13
Dios dijo a los que servían en el templo que podían tomar de los alimentos que
se ofrecían en el templo; y a los que trabajaban en el altar, que participaran
de lo que se presentaba en el altar.
14
De igual manera, el Señor ha ordenado que los que predican el evangelio vivan
de ese trabajo.
15
Sin embargo, jamás les he pedido ni un centavo y no les estoy escribiendo para
que de ahora en adelante me den dinero. En realidad, prefiero morirme antes que
perder la satisfacción de predicarles gratuitamente. 16 No me enorgullezco de
predicar las buenas noticias, porque tengo esa encomienda como una obligación y
¡ay de mí si no anuncio el evangelio! 17 Si lo hiciera por voluntad propia,
recompensa tendría del Señor; pero ese no es el caso, porque Dios me escogió y
me dio esta sagrada encomienda.
18
Entonces, en estas circunstancias, ¿cuál es mi recompensa? Mi recompensa es la
satisfacción de predicar el evangelio sin serle una carga económica a nadie,
sin demandar mis derechos.
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Salmos 33:12-22 Nueva Biblia Viva
(NBV)
12
Bendita la nación cuyo Dios es el Señor, que ha sido elegida por él como pueblo
suyo. 13 Desde el cielo mira el Señor a la humanidad. 14 Desde su trono observa
a todo el que vive en la tierra. 15 Él hizo el corazón de ellos, entiende todo
lo que hacen.
16
Ni el ejército mejor equipado puede salvar a un rey, porque no basta la mucha
fuerza para salvar al guerrero. 17 Poca cosa es un caballo de guerra para
obtener victoria; es vigoroso, pero no puede salvar.
18
Pero los ojos del Señor observan a los que le temen y confían en su invariable
amor. 19 Él los guardará de la muerte y aun en tiempos de hambre los mantendrá
con vida. 20 Sólo en el Señor confiamos para que nos salve. Sólo él puede
ayudarnos; nos protege como escudo. 21 Razón tenemos para regocijarnos en el
Señor. Porque confiamos en él. Confiamos en su santo nombre. 22 Sí, Señor, que
tu amor nos rodee perennemente, porque sólo en ti reposa nuestra esperanza.
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Proverbios 21:11-12 Nueva Biblia Viva
(NBV)
11
Cuando se castiga al insolente, aprende el inexperto; cuando se corrige al
sabio, el inexperto adquiere conocimiento.
12
El justo observa la casa del malvado, y ve cuando este acaba en la ruina.
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