Job 28:1-30:31; 2 Corintios 2:12-17; Salmos 42; Proverbios 22:7 (Reina Valera Actualizada (RVA-2015))
Job 28-30 Reina Valera Actualizada
(RVA-2015)
28
»Ciertamente la plata tiene su mina, y el oro un lugar donde lo refinan;
2
el
hierro se extrae del polvo,
y
el cobre es fundido de la piedra.
3
El
hombre pone fin a la oscuridad,
y
examina en los lugares más recónditos las piedras de la oscuridad
y
de las tinieblas.
4
Lejos
de las poblaciones,
en
las minas, abre socavones
olvidados
por el pie del ser humano, que se descuelgan y se balancean.
5
La
tierra, de la cual proviene el pan, pero cuyo interior se transforma como con
fuego,
6
es
el lugar cuyas piedras son de zafiro
y
cuyo polvo es de oro.
7
Es
una senda que el ave de rapiña
no
conoce
ni
jamás ha mirado el ojo del halcón.
8
Nunca
la han pisoteado fieras arrogantes ni por ella caminó el león.
9
El
hombre extiende su mano hacia el pedernal,
y
trastorna de raíz las montañas.
10
Abre
canales en las rocas,
y
sus ojos ven todo lo preciado.
11
Detiene[a]
los ríos en sus fuentes,
y
hace que lo secreto salga a la luz.
12
»Pero,
¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar del entendimiento?
13
El
hombre no conoce el valor[b] de ella;
no
se halla en la tierra de los vivientes.
14
El
océano dice: “Ella no está en mí”.
El
mar dice: “Tampoco está conmigo”.
15
Por
ella no se dará oro fino
ni
por su precio se pesará plata.
16
No
se puede pagar por ella
con
oro de Ofir
ni
con ónice precioso ni con zafiro.
17
Ni
el oro ni el cristal son comparables
a
ella;
no
será dada a cambio de objetos de oro fino.
18
El
coral y el cristal de roca,
ni
mencionarlos;
pues
el valor de la sabiduría es mayor que el de las perlas.
19
No
será comparado con ella el topacio de Etiopía
ni
se puede pagar por ella con oro fino.
20
»¿De
dónde, pues, proviene la sabiduría? ¿Dónde está el lugar del entendimiento?
21
Está
encubierto a los ojos de todo ser viviente;
les
está oculto a todas las aves del cielo.
22
El
Abadón[c] y la Muerte dicen: “Su fama hemos oído con
nuestros
oídos”.
23
»Solo
Dios entiende el camino de ella;
él
conoce su lugar.
24
Porque
él contempla los confines
de
la tierra
y
ve debajo de todos los cielos.
25
Cuando
él le dio peso al viento
y
determinó la medida de las aguas,
26
cuando
le dio estatuto a la lluvia
y
camino a relámpagos y truenos,
27
entonces
él la vio y la declaró;
la
estableció y también la escudriñó.
28
Y
dijo al hombre:
“Ciertamente
el temor del Señor es la sabiduría,
y
el apartarse del mal es el entendimiento”.
29
Job continuó su discurso y dijo:
2
—¡Quién
me concediese ser
como
en los meses pasados,
como
en los días cuando
Dios
me guardaba!
3
Entonces
él hacía resplandecer
su
lámpara sobre mi cabeza,
y
a su luz yo caminaba en la oscuridad.
4
Así
fue en los días de mi vigor[d]. cuando la amistad íntima de Dios estaba sobre
mi morada;
5
cuando
el Todopoderoso aún estaba conmigo,
y
mis hijos estaban alrededor de mí;
6
cuando
mis pasos se bañaban en leche,
y
la roca me vertía corrientes de aceite.
7
»Entonces
yo iba al tribunal de la ciudad y alistaba mi asiento en la plaza.
8
Los
jóvenes me veían
y
se hacían a un lado;
los
ancianos se levantaban
y
permanecían de pie.
9
Los
magistrados detenían sus palabras
y
ponían la mano sobre su boca.
10
La
voz de los nobles se apagaba
y
su lengua se pegaba a su paladar.
11
Cuando
los oídos me oían,
me
llamaban: “¡Dichoso!”.
Cuando
los ojos me veían,
daban
testimonio en mi favor.
12
Porque
yo libraba al pobre que clamaba y al huérfano que no tenía
quien
le ayudara.
13
La
bendición del moribundo caía sobre mí,
y
yo daba alegría al corazón de la viuda.
14
Yo
me vestía de rectitud,
y
ella me vestía a mí;
como
manto y turbante era mi justicia.
15
»Yo
era ojos para el ciego
y
pies para el cojo.
16
Era
un padre para los necesitados,
e
investigaba la causa que no conocía.
17
Yo
rompía las quijadas del inicuo,
y
de sus dientes arrancaba la presa.
18
»Yo
me decía: “En mi nido expiraré,
y
multiplicaré mis días como la arena”.
19
Mi
raíz alcanzaba hasta las aguas,
y
de noche el rocío se posaba en mis ramas.
20
Mi
honra se mantenía nueva en mí,
y
mi arco se renovaba en mi mano.
21
»Ellos
me escuchaban y esperaban; ante mi consejo guardaban silencio.
22
Después
de mi palabra no volvían
a
hablar,
y
mi discurso destilaba sobre ellos.
23
Me
esperaban como a la lluvia,
y
abrían su boca como a la lluvia tardía.
24
Cuando
me reía con ellos, ¡no lo creían! No dejaban decaer la luz de mi rostro.
25
Yo
escogía el camino para ellos
y
me sentaba como su jefe.
Yo
vivía como un rey
que
está en medio de sus tropas, como el que consuela a los que están de duelo.
30
»Pero ahora se ríen de mí los que son en edad más jóvenes que yo,
aquellos
a cuyos padres yo habría desdeñado poner junto con los
perros
de mi rebaño.
2
¿Para
qué habría necesitado
la
fuerza de sus manos,
si
su vigor se había ido de ellos?
3
Por
la miseria y el hambre
están
anémicos;
roen
la tierra reseca,
la
tierra asolada y desolada.
4
Recogen
malvas entre los arbustos
y
la raíz de la retama para calentarse.
5
Están
expulsados de la comunidad,
y
gritan contra ellos como a ladrones.
6
Habitan
en los barrancos de los arroyos, en los huecos de la tierra y de las peñas.
7
Chillan
entre los arbustos
y
se apiñan debajo de los espinos.
8
¡Insensatos!
¡También gente sin nombre echados a golpes de la tierra!
9
»Pero
ahora he llegado a ser su canción; soy el tema de su habladuría.
10
Me
abominan y se alejan de mí;
no
se refrenan de escupir mi cara.
11
Porque
Dios ha aflojado la cuerda de mi arco[e] y me ha afligido,
ellos
se han desenfrenado
en
mi presencia.
12
A
la derecha se levanta la chusma; empujan mis pies y preparan contra mí sus
destructivos caminos.
13
Arruinan
mi senda;
se
aprovechan de mi destrucción. No hay quien los detenga.
14
Entran
como por amplia brecha
y
dan vueltas en medio de
la
devastación.
15
Los
terrores se han vuelto contra mí; mi honor es perseguido como
por
el viento,
y
ha pasado como la nube
mi
prosperidad.
16
»Ahora
mi alma se derrama en mí; los días de la aflicción
se
han apoderado de mí.
17
La
noche me taladra los huesos,
y
los que me corroen no reposan.
18
Con
gran fuerza es desfigurada mi vestidura;
me
aprieta como el cuello de mi túnica.
19
Tú
me has arrojado en el lodo,
y
he llegado a ser como el polvo y la ceniza.
20
Clamo
a ti, y tú no[f] me respondes; me presento, y tú no me atiendes.
21
Te
has vuelto cruel para conmigo; con el poder de tu mano me persigues.
22
Me
levantas, me haces cabalgar sobre el viento,
y
luego me deshaces en la tormenta.
23
Porque
sé que me conduces a la muerte, a la casa destinada para todos
los
vivientes.
24
»Sin
embargo, ¿no extenderá su mano el que está en la ruina?
¿No
clamará a él en su infortunio?
25
¿No
he llorado por aquel cuya vida es difícil?
¿No
ha tenido mi alma compasión por el necesitado?
26
Cuando
esperaba el bien me vino el mal; cuando aguardaba la luz vino la oscuridad.
27
Mis
entrañas hierven y no tienen sosiego;
los
días de mi aflicción me han
alcanzado.
28
Ando
enlutado y sin consuelo; me levanto en la asamblea y clamo.
29
He
llegado a ser hermano de los chacales y compañero de los avestruces.
30
Mi
piel ennegrecida se me cae,
y
mis huesos arden de calor.
31
Mi
arpa ha llegado a ser para el duelo,
y
mi flauta para la voz de los que lloran.
Footnotes:
Job 28:11 LXX y Vulgata tienen Explora.
Job 28:13 LXX tiene camino.
Job 28:22 Cf. Apoc. 9:11.
Job 29:4 Heb., jóref, segunda estación del
año hebreo.
Job 30:11 Según Qere.
Job 30:20 Según un ms. y Vulgata; TM omite
no.
Reina
Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano
2 Corintios 2:12-17 Reina Valera
Actualizada (RVA-2015)
Triunfantes
en Cristo
12
Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me había
abierto puerta en el Señor, 13 no tuve reposo en mi espíritu por no haber
hallado a mi hermano Tito. Así que me despedí de ellos y partí para Macedonia.
14
Pero gracias a Dios que hace que siempre triunfemos en Cristo y que manifiesta
en todo lugar el olor de su conocimiento por medio de nosotros. 15 Porque para
Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se
pierden. 16 A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los otros,
olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? 17 Porque no
somos, como muchos, traficantes de la palabra de Dios; más bien, con sinceridad
y como de parte de Dios hablamos delante de Dios en Cristo.
Reina
Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano
Salmos 42 Reina Valera Actualizada
(RVA-2015)
Libro
II: Salmos 42—72
Anhelo
por la presencia de Dios
42
Al músico principal. Masquil[a] de los hijos de Coré.
Como
ansía el venado las corrientes de las aguas,
así
te ansía a ti, oh Dios, el alma mía.
2
Mi
alma tiene sed de Dios,
del
Dios vivo.
¿Cuándo
iré para presentarme delante de Dios?
3
Mis
lágrimas han sido mi alimento día y noche
mientras
me dicen todos los días: “¿Dónde está tu Dios?”.
4
Recuerdo
estas cosas y derramo
mi
alma dentro de mí:
cuando
pasaba con la muchedumbre, guiándolos hasta la casa de Dios, con voz de alegría
y de acción de gracias de la multitud en fiesta.
5
¿Por
qué te abates, oh alma mía,
y
te turbas dentro de mí?
Espera
a Dios, porque aún le he
de
alabar.
¡Él
es la salvación de mi ser, 6 y mi Dios! Mi alma está abatida dentro de mí. Por
esto me acordaré de ti
en
la tierra del Jordán y del Hermón, en el monte de Mizar.
7
Un
abismo llama a otro por la voz
de
tus cascadas;
todas
tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8
De
día mandará el SEÑOR
su
misericordia;
y
de noche su canción estará conmigo,
la
oración al Dios de mi vida.
9
Diré
a Dios: “Roca mía,
¿por
qué te has olvidado de mí? ¿Por qué he de andar enlutado por la opresión del
enemigo?”.
10
Mientras
mis huesos se quebrantan, mis enemigos me afrentan
diciéndome
cada día:
“¿Dónde
está tu Dios?”.
11
¿Por
qué te abates, oh alma mía,
y
por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he
de
alabar.
¡Él
es la salvación de mi ser, y mi Dios!
Footnotes:
Salmos 42:1 Probablemente un cántico
sapiencial.
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Proverbios 22:7 Reina Valera
Actualizada (RVA-2015)
7
El
rico domina a los pobres,
y el
que toma prestado es esclavo del que presta.
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