Isaías 22:1-24:23; Gálatas 2:17-3:9; Salmos 60; Proverbios 23:15-16 (Reina Valera Contemporánea (RVC))
Isaías 22-24 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
Profecía
acerca del valle de la visión
22
Profecía acerca del valle de la visión.
¿Qué
te pasa, que has subido a las azoteas con todos los tuyos? 2 Tú, ciudad
turbulenta y alegre, llena de alborotos: tus muertos no murieron a filo de
espada, ni cayeron en batalla. 3 Todos tus príncipes huyeron juntos de las
flechas; todos los que estaban dentro de ti fueron atados en grupo cuando
intentaban huir. 4 Por eso pido que me dejen llorar amargamente; no traten de
consolarme por la destrucción de la hija de mi pueblo.
5
Porque éste es un día de alboroto, de angustia y de confusión, de parte de
Dios, el Señor de los ejércitos. En el valle de la visión se derriban muros, y
se oye clamor por los montes. 6 Elam tomó la aljaba, y carros y jinetes; Quir
preparó el escudo. 7 Tus hermosos valles se llenaron de carros, y gente de a
caballo acampó a la entrada de la ciudad. 8 Las defensas de Judá quedaron al
descubierto. Ese día ustedes dirigían la mirada hacia el arsenal en la casa del
bosque, 9 y vieron multiplicarse las brechas en la ciudad de David; recogieron
las aguas del estanque inferior, 10 contaron las casas de Jerusalén y las
derribaron para reforzar la muralla; 11 hicieron un foso entre los dos muros
para el agua del estanque viejo, pero sin la menor consideración para el que lo
hizo y le dio forma.
12
Ese día Dios, el Señor de los ejércitos, los convocó al llanto y al lamento, a
raparse el cabello y a vestirse de cilicio; 13 pero ustedes prefirieron gozar y
divertirse, matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían:
«Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»
14
Por su parte, el Señor de los ejércitos me dijo al oído: «Este pecado no les
será perdonado, hasta que hayan muerto.»
Lo
ha dicho Dios, el Señor de los ejércitos.
Fin
de Sebna y promesa a Eliaquín
15
Así dice Dios, el Señor de los ejércitos:
«Ve
a donde está ese tesorero, el mayordomo Sebna, y dile: 16 “¿Qué tienes tú aquí,
o a quién tienes aquí, que te has labrado un sepulcro en lo alto? ¿Por qué
esculpes para ti una casa en la roca? 17 Mira que el Señor va a llevarte en duro
cautiverio, y te cubrirá el rostro; 18 te hará rodar con fuerza, como una rueda
por el llano, y así morirás. ¡En eso acabarán tus espléndidos carros, tú que
eres la vergüenza de la casa de tu amo! 19 ¡Yo te arrojaré de tu puesto! ¡Yo te
destituiré! 20 Y ese mismo día llamaré a mi siervo Eliaquín hijo de Hilcías, 21
y le pondré tus vestiduras; lo ceñiré con tu cinto y le entregaré tu autoridad;
y él será como un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de
Judá. 22 Yo le entregaré la llave de la casa de David. Lo que él abra, nadie
podrá cerrarlo; lo que él cierre, nadie podrá abrirlo. 23 En el lugar donde yo
lo ponga quedará firme como un clavo, y será un trono honroso para la casa de
su padre. 24 De él penderá toda la honra de la casa de su padre, de sus hijos y
sus nietos, y de todos sus parientes menores en importancia. 25 Pero vendrá el
día en que ese clavo, que estaba en lugar firme, será removido y destrozado; se
vendrá abajo, y la carga que de él pendía se hará pedazos.”»
—Palabra
del Señor de los ejércitos.
Profecía
acerca de Tiro
23
Profecía acerca de Tiro, revelada desde la tierra de Quitín.
¡Aullen
ustedes, naves de Tarsis, porque Tiro ha sido destruida! ¡No ha quedado una
sola casa a la que se pueda entrar! 2 ¡Callen ustedes, mercaderes de Sidón,
habitantes de la costa, que surcaban el mar para abastecerse! 3 Sus provisiones
procedían de los trigales que crecen con las muchas aguas del río Nilo, y
fueron ustedes poderosos entre las naciones. 4 ¡Avergüénzate, Sidón, porque ha
hablado el poderoso mar! Y el mar ha dicho: «Nunca he estado de parto. Jamás he
dado a luz. Nunca he criado hijos, ni tampoco hijas.»
5
Cuando llegue a Egipto esta noticia acerca de Tiro, los egipcios se retorcerán
de dolor. 6 ¡Vayan a Tarsis y aullen, habitantes de la costa! 7 ¿Acaso no era
ésta para ustedes la ciudad alegre, la ciudad antigua que plantó sus pies en
lugares lejanos? 8 ¿Quién decretó esto contra Tiro, la ciudad que repartía
coronas, cuyos negociantes y mercaderes eran príncipes y nobles de la tierra? 9
Lo decretó el Señor de los ejércitos, para abatir la soberbia de los
encumbrados y humillar a los poderosos de la tierra. 10 Surca tu tierra como un
río, hija de Tarsis, porque tu poder se ha terminado. 11 El Señor extendió su
mano sobre el mar e hizo temblar los reinos, y ordenó que las fortalezas de
Canaán fueran destruidas. 12 Y dijo: «Ciudad de Sidón, oprimida jovencita; no
volverás a divertirte. Levántate y pasa a Quitín, que tampoco allí hallarás
reposo. 13 ¡Mira el país de los caldeos! Ese pueblo no existía; Asiria lo fundó
para los habitantes del desierto. Ellos levantaron fortalezas, y edificaron palacios,
pero él lo convirtió en ruinas.»
14
¡Aullen, naves de Tarsis, porque su fortaleza ha sido destruida! 15 Viene el
día en que Tiro será olvidada durante setenta años, que es el tiempo que dura
un reino. Después de esos setenta años, se le cantará a Tiro esta canción
dedicada a una ramera:
16
Toma
tu arpa, ramera olvidada,
y
ve a rondar por la ciudad;
toca
una buena melodía,
y
repite la canción,
para
que seas recordada.
17
Al cabo de los setenta años, el Señor visitará Tiro; y esta ciudad volverá a comerciar,
y otra vez traficará con todos los reinos de la tierra. 18 Pero sus negocios y
ganancias no se guardarán ni se atesorarán, sino que se consagrarán al Señor;
serán para la buena alimentación y el espléndido vestuario de los que viven en
el santuario del Señor.
El
Señor juzgará a la tierra
24
¡Miren, el Señor deja la tierra desnuda y vacía! ¡Trastorna su faz y esparce a
sus habitantes! 2 Lo mismo sucede entre pueblo y sacerdote, entre criado y amo,
entre criada y ama, entre comprador y vendedor, entre acreedor y deudor, entre
el que presta y el que pide prestado. 3 La tierra ha quedado totalmente vacía y
saqueada, porque el Señor ha emitido esta sentencia.
4
La tierra ha quedado destruida. Cayó enferma, y con ella también el mundo. ¡El
cielo y la tierra se enfermaron! 5 La tierra quedó contaminada por causa de sus
habitantes, pues transgredieron las leyes, falsearon el derecho, y quebrantaron
el pacto eterno. 6 Por eso la maldición consume la tierra, y sus habitantes son
asolados; por eso han sido consumidos los habitantes de la tierra y son muy
pocos los que aún quedan. 7 El vino se ha perdido, pues la vid se marchita;
¡gimen todos los de alegre corazón! 8 Ha cesado la alegría de los panderos y
del arpa; se ha acabado el alboroto de los que se divierten. 9 Ya no mezclan el
vino con los cantos; la sidra les sabe amarga a quienes la toman. 10 Desolada y
vacía está la ciudad; todas las casas se han cerrado, y no entra nadie. 11 Hay
clamor en las calles porque falta el vino; se apagó el gozo, desapareció del
país la alegría. 12 La ciudad ha quedado en ruinas; la puerta fue derribada. 13
En medio de la tierra y de los pueblos sucederá lo que sucede con los olivos
sacudidos y con lo que queda después de la vendimia.
14
Pero habrá quienes alcen la voz y canten con gozo por la grandeza del Señor.
Desde el mar darán voces:
15
«¡Glorifiquen en los valles y en las costas del mar el nombre del Señor, Dios
de Israel!»
16
Desde lo último de la tierra oímos que se canta: «¡Gloria al Justo!»
Y
yo digo: «¡Ay de mí! ¡Qué desdicha, qué desdicha! ¡Los traidores traicionan! ¡Y
sólo saben traicionar!»
17
Contra ti, habitante del país, hay terror, foso y trampa. 18 Cuando quieras
huir de la voz del terror, caerás en el foso; y cuando quieras salir del foso,
caerás en la trampa. Porque se abrirán las ventanas de los cielos, y temblarán
los fundamentos de la tierra. 19 Sí, la tierra será totalmente destruida, del
todo desmenuzada, en gran manera sacudida. 20 Se tambaleará como un ebrio, será
removida como una choza; bajo el peso de su pecado caerá, y nunca más volverá a
levantarse.
21
Cuando llegue ese día, el Señor castigará en lo alto al ejército de los cielos,
y en este mundo a los reyes de la tierra. 22 Y serán amontonados en una
mazmorra, como se amontona a los encarcelados. En esa prisión quedarán
encerrados, y después de un largo tiempo serán llamados a cuentas. 23 Cuando el
Señor de los ejércitos reine en el monte Sión y en Jerusalén, y muestre su
gloria ante sus ancianos, la blanca luna se pondrá roja de vergüenza, y el
ardiente sol palidecerá.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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© 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas
Gálatas 2:17-3:9 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
17
Y si al buscar ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados
pecadores, ¿será por eso Cristo ministro de pecado? ¡De ninguna manera! 18
Porque si las mismas cosas que destruí, las vuelvo a edificar, me hago
transgresor. 19 Porque yo, por la ley, soy muerto para la ley, a fin de vivir
para Dios. 20 Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho
la gracia de Dios; pues si la justicia dependiera de la ley, entonces por demás
habría muerto Cristo.
El
Espíritu se recibe por la fe
3
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién los fascinó para no obedecer a la verdad, si
ante los ojos de ustedes Jesucristo ya fue presentado claramente como
crucificado? 2 Sólo esto quiero que me digan: ¿Recibieron el Espíritu por las
obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios son? ¿Comenzaron por el
Espíritu, y ahora van a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas han padecido en
vano? ¡Si es que realmente fue en vano! 5 Aquel que les suministra el Espíritu
y hace maravillas entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír
con fe?
El
pacto de Dios con Abrahán
6
Así Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 7 Sepan, por tanto,
que los que son de la fe son hijos de Abrahán. 8 Y la Escritura, al prever que
Dios habría de justificar por la fe a los no judíos, dio de antemano la buena
nueva a Abrahán, cuando dijo: «En ti serán benditas todas las naciones.» 9 De
modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abrahán.
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Salmos 60 Reina Valera Contemporánea
(RVC)
Plegaria
pidiendo ayuda contra el enemigo
Al
músico principal. Sobre «Lirios». Testimonio. Mictam didáctico de David, de
cuando estuvo en guerra contra Aram Naharayin y contra Aram de Soba, y Joab
volvió y derrotó a doce mil edomitas en el valle de la Sal.
60
Dios nuestro, tú nos has desechado;
en
tu enojo, nos has dejado sin defensas.
¡Vuélvete
ahora a nosotros!
2
Hiciste
que temblara, y hendiste la tierra;
¡rellena
sus fisuras, porque se desmorona!
3
Has
hecho que tu pueblo presencie el desastre;
nos
has hecho beber un vino que aturde.
4
Has
dado a tus fieles la señal de retirada
para
que se libren de las flechas enemigas.
5
¡Sálvanos
con tu diestra! ¡Respóndenos!
¡Así
se salvará tu pueblo amado!
6
En
su santuario, Dios ha sentenciado:
«Con
gran alegría fraccionaré Siquén
y
dividiré en parcelas el valle de Sucot.
7
Galaad
y Manasés me pertenecen,
Efraín
es un yelmo en mi cabeza,
y
Judá es un cetro en mi mano.
8
Moab
es la vasija en que me lavo,
sobre
Edom arrojaré mis sandalias,
y
sobre Filistea proclamaré mi victoria.»
9
¿Y
quién me dará entrada en Edom?
¿Quién
me hará entrar en esa ciudad amurallada?
10
¿No
eres tú, mi Dios, quien nos ha desechado?
¿No
eres tú quien ya no sale con nuestros ejércitos?
11
Bríndanos
tu apoyo contra el enemigo,
pues
vana resulta la ayuda de los hombres.
12
Por
ti, Dios nuestro, haremos proezas;
¡tú
harás morder el polvo a nuestros enemigos!
Reina
Valera Contemporánea (RVC)
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Proverbios 23:15-16 Reina Valera
Contemporánea (RVC)
15
Hijo
mío, si en tu corazón eres sabio,
eso
alegrará también mi corazón.
16
En
mi interior sentiré gran alegría
cuando
con tus labios digas lo que es justo.
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