Jeremías 31:27-32:44; 1 Timoteo 3:1-16; Salmos 88; Proverbios 25:20-22 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Jeremías 31:27-32:44 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
Responsabilidad
personal
27
El Dios de Israel dice:
«Viene
el día en que haré que Israel y Judá vuelvan a poblarse de gente y de animales.
28 Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me
dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer. 29 Cuando llegue
ese día, nadie volverá a decir: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”, 30
porque cada quien será responsable de sus propios actos. En otras palabras,
cada uno de ustedes morirá por su propio pecado».
El
nuevo pacto
31
El Dios de Israel dice:
«Viene
el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de
Judá. 32-33 En el pasado, tomé de la mano a sus antepasados y los saqué de
Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que
yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será éste:
»Haré
que mis enseñanzas
las
aprendan de memoria,
y
que sean la guía de su vida.
Yo
seré su Dios,
y
ellos serán mi pueblo.
Les
juro que así será.
34
»Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a
conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo
les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados. Les
juro que así será».
El
gran poder de Dios
35
El Dios todopoderoso dice:
«Yo
hago que el sol alumbre de día,
y
que la luna y las estrellas
alumbren
de noche.
Yo
hago que ruja el mar
y
que se agiten las olas.
¡Yo
soy el Dios de Israel!
36-37
»El
día que estas leyes naturales
lleguen
a faltar,
ese
día el pueblo de Israel
dejará
de ser mi nación preferida.
El
día que alguien pueda
medir
la altura del cielo
o
explorar lo profundo de la tierra,
ese
día yo rechazaré a mi pueblo
por
todo el mal que ha hecho.
¡Pero
eso nunca sucederá!
¡Les
doy mi palabra!»
Jerusalén
será reconstruida
38
El Dios de Israel dice:
«Viene
el día en que Jerusalén, mi ciudad, será reconstruida desde la torre de Hananel
hasta el portón de la Esquina, 39 y de allí hasta la colina de Gareb y el
barrio de Goá. 40 Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los
cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de
Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más
la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!»
Un
plan maravilloso
32
1-2 Dios me habló otra vez cuando el rey Sedequías me tenía preso en el patio
de la guardia de su palacio. Fue en el tiempo en que el ejército babilonio
tenía rodeada a la ciudad de Jerusalén. Para entonces Sedequías llevaba diez
años de reinar en Judá, y Nabucodonosor llevaba dieciocho años como rey de
Babilonia. 3-5 El rey Sedequías ordenó que me encarcelaran porque yo anuncié un
mensaje de parte de Dios. Éste fue el mensaje:
«Yo,
el Dios de Israel, voy a dejar que el rey de Babilonia conquiste la ciudad de
Jerusalén. Ni siquiera Sedequías podrá escapar del poder de los babilonios.
Ahora es rey, pero será derrotado por el rey de Babilonia. Será llevado preso,
y en ese país se quedará hasta que yo decida otra cosa. Si ustedes quieren
pelear contra los babilonios, háganlo; pero saldrán derrotados. Juro que así
será».
6
Yo dejé en claro que Dios habló conmigo, 7-8 y que me dijo que mi primo Hanamel
vendría a ofrecerme un terreno, para que yo se lo comprara. Hanamel era hijo de
mi tío Salum, y su terreno estaba en Anatot, en el territorio de Benjamín. Y
así fue. Hanamel vino al patio de la guardia, donde yo estaba preso, y me dijo
que yo tenía el derecho y la responsabilidad de comprárselo para que el terreno
quedara en familia. Con eso quedaba demostrado que Dios había hablado conmigo.
9 Entonces le compré a mi primo el terreno, y le pagué por él diecisiete
monedas de plata.
10
Llamé a unos testigos, y delante de ellos le pagué y firmé la escritura del
terreno.
11
Se hicieron dos copias de este documento, y en las dos copias se explicaban las
condiciones de compraventa; una de ellas quedó sellada, y la otra quedó
abierta. 12 Yo le entregué las dos copias a Baruc, que era hijo de Nerías y
nieto de Maaseías. Esto lo hice delante de mi primo Hanamel, de los testigos que
habían firmado la escritura, y de toda la gente de Judá que estaba sentada en
el patio de la guardia. 13 También delante de ellos le dije a Baruc:
14
«El Dios todopoderoso te ordena recibir esta escritura, tanto la copia sellada
como la copia abierta. Guárdalas en una vasija de barro, para que no se echen a
perder. 15 Dios nos promete que en este país volveremos a comprar casas,
terrenos y viñedos».
16
Después de entregarle a Baruc la escritura, le pedí a Dios en oración:
17
«Dios de Israel, tú, con tu extraordinario poder, has creado el cielo y la
tierra. ¡No hay nada que tú no puedas hacer! 18 Demuestras tu gran amor a miles
de personas, pero también castigas a los hijos por el pecado de sus padres. ¡Tú
eres grande y poderoso! ¡Por eso te llaman Dios del universo! 19 Tus planes son
maravillosos, pero aún más maravilloso es todo lo que haces. Tú estás al tanto
de todo lo que hacemos, y a cada uno nos das lo que merecen nuestras acciones.
20
»Todos saben de los milagros que hiciste en Egipto, y de los que sigues
haciendo en todo el mundo. 21 Tú nos sacaste de Egipto con gran poder, por
medio de milagros que a todos llenaron de miedo. 22 Tú nos diste este país muy
fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos, tal como se lo habías
prometido a nuestros antepasados.
23
»Pero cuando nuestros antepasados llegaron para habitar este país, no te
obedecieron ni tuvieron en cuenta tus enseñanzas. ¡No cumplieron con lo que tú
les mandaste hacer, y por eso los castigaste con esta desgracia! 24 Los
ejércitos de Babilonia están listos para atacar a Jerusalén, y nuestra ciudad
será conquistada por medio de la guerra, el hambre y las enfermedades.
»Dios
de Israel, ¡tú mismo puedes ver cómo se cumple ahora todo lo que habías
anunciado! 25 Si la ciudad está a punto de caer en manos de los babilonios,
¡para qué me ordenaste comprar un terreno delante de testigos!»
26
Entonces Dios me explicó:
27
«Jeremías, yo soy el Dios de Israel y de todo el mundo. No hay absolutamente
nada que yo no pueda hacer. 28 Tienes razón, voy a permitir que el rey de
Babilonia y sus soldados se apoderen de Jerusalén. 29 El ejército babilonio
atacará a Jerusalén, y les prenderá fuego a todas esas casas donde se quemaba
incienso para adorar al dios Baal, y donde se presentaban ofrendas de vino en
honor de los dioses falsos. Todo eso lo hacían para ofenderme. 30 Siempre,
desde que comenzaron a existir como nación, el pueblo de Israel y el de Judá
han hecho lo que les da la gana.
»A
mí me molesta mucho que adoren a esos ídolos. ¡Son dioses que ellos mismos han
fabricado! 31-32 Por eso voy a destruir a Jerusalén, pues desde que la
construyeron, los habitantes de Judá y de Jerusalén no han dejado de ofenderme
con su conducta. También los pueblos de Israel y de Judá, y sus reyes, jefes,
sacerdotes y profetas, no han hecho más que ofenderme y hacerme enojar. 33 Por
más que yo traté de enseñarles y corregirlos, ellos no me escucharon ni me
prestaron atención; en vez de seguirme, se alejaron de mí. 34 Para colmo, ¡en
mi propio templo colocaron sus asquerosos ídolos! ¡Eso no lo puedo aceptar! 35
También construyeron altares en el valle de Ben-hinom, para adorar a Baal. Pero
lo que más aborrezco es que en esos altares ofrecieron a sus hijos y a sus
hijas en honor del dios Moloc. Yo jamás les ordené que hicieran eso, ¡y ni
siquiera me pasó por la mente! Así fue como hicieron pecar a los habitantes de
Judá.
36
»Por eso yo, el Dios de Israel, te digo que lo que has anunciado es verdad: la
ciudad de Jerusalén caerá en manos del rey de Babilonia por causa de la guerra,
el hambre y la enfermedad. 37 Yo estoy muy enojado con mi pueblo, y por eso lo
he dispersado por muchos países. Pero en el futuro volveré a reunirlos, haré
que vuelvan a Jerusalén, y entonces vivirán tranquilos y seguros. 38 Ellos
serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Haré que tengan buenos pensamientos, y
que cambien de conducta. Así me respetarán siempre, y eso será provechoso para
ellos y para sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto que durará para siempre.
Estaré con mi pueblo en todo momento, y lo ayudaré; haré que me respete, y que
no vuelva a alejarse de mí. 41 Con todo mi corazón volveré a establecerlo en
esta tierra, y mi mayor alegría será que mi pueblo esté bien.
42
»Yo, el Dios de Israel, declaro: Así como le di a mi pueblo este castigo,
también le daré todo lo bueno que le he prometido. 43 Ahora mi pueblo dice que
esta tierra es un desierto, y que no tiene gente ni animales porque yo la puse
en manos de los babilonios. Pero yo les aseguro a todos que volverán a comprar
terrenos en este país. 44 Sí, volverán a comprar propiedades y firmarán y
sellarán las escrituras delante de testigos. Esas compras las harán en el
territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén, en las ciudades
de Judá y en las ciudades de la región montañosa, y también en las ciudades de
la llanura y en el desierto. Les juro que los haré volver de Babilonia».
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
1 Timoteo 3 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Los
líderes de la iglesia
3
Si alguien desea dirigir una iglesia, realmente desea un buen trabajo. 2 Pero
debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una
sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer.
Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes,
y saber enseñar. 3 No debe ser borracho ni violento, ni buscar pelea. Al
contrario, debe ser amable y tranquilo, y no estar preocupado sólo por el
dinero.
4
Además, debe gobernar bien a su propia familia y educar a sus hijos, para que
sean obedientes y respetuosos. 5 Porque si no puede gobernar a su propia
familia, tampoco podrá gobernar a la iglesia de Dios. 6 Y no debe ser alguien
con poco tiempo de haber creído en Jesucristo, pues puede volverse orgulloso, y
entonces recibirá el mismo castigo que Satanás. 7 Por último, debe contar con
el respeto de la gente que no cree en Jesucristo, para que nunca pase vergüenza
delante de ellos ni caiga en alguna trampa de Satanás.
Los
diáconos de la iglesia
8
Los diáconos deben ser gente respetable; no deben mentir ni beber mucho vino,
ni hacer trampa en los negocios. 9 Además, deben creer siempre en todo el
mensaje de la buena noticia que Dios nos ha dado, y tener la conciencia
tranquila. 10-12 Deben tener una sola esposa, y dirigir bien a sus hijos y a
toda su familia.
Las
mujeres[a] también deben ser respetables. No deben ser chismosas, sino más bien
serias y fieles en todo.
Los
que quieran ser diáconos serán puestos a prueba. Si no hay nada de qué
acusarlos, y pasan la prueba, trabajarán en la iglesia. 13 Los que hagan bien
su trabajo como diáconos tendrán buena fama, y se ganarán el respeto y la
confianza de todos en la iglesia de Cristo.
La
gran verdad
14
Espero visitarte pronto. Pero te escribo todo esto, 15 por si acaso no llego a
tiempo. Así sabrás cómo debemos comportarnos los que pertenecemos a la iglesia,
que es la familia del Dios vivo. La iglesia sostiene y defiende la verdad.
16
No hay duda de que es muy profunda la verdad de la religión cristiana:
Cristo
vino al mundo como ser humano.
El
Espíritu lo declaró inocente.
Los
ángeles lo vieron.
Su
mensaje se anunció
entre
las naciones,
y
el mundo creyó en él.
Fue
llevado al cielo
y
Dios lo colmó de honores.
Footnotes:
1 Timoteo 3:10 Las mujeres: Puede referirse
a las esposas de los diáconos, o a las mujeres que tenían el cargo de
diaconisas.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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Salmos 88 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Dios
mío, no me dejes solo
SALMO
88 (87)
Himno
de la Escuela de música de Coré, compuesto por Hemán el ezraíta. Instrucciones
para el director del coro: Este himno deberá cantarse como un lamento.
88
Dios mío,
tú
eres mi salvador;
día
y noche pido tu ayuda.
2
Permite
que mi oración
llegue
a tu presencia;
¡presta
atención a mis ruegos!
3
Sufro
tantas calamidades
que
estoy al borde de la muerte.
4-5
¡Parece
que ya no tengo remedio!
¡Hasta
hay quienes me dan por muerto!
Parezco
un cadáver ya enterrado,
al
que nadie toma en cuenta
porque
la muerte se lo llevó.
6
Es
como si estuviera
en
el barranco más oscuro.
7
El
golpe de tu furia
ha
caído sobre mí;
es
como una inmensa ola
que
me ha hecho naufragar.
8
Por
ti he perdido a mis amigos;
me
consideran repugnante.
Es
como si estuviera preso
y
no encontrara la salida.
9
Es
tan grande mi tristeza
que
se llenan de lágrimas mis ojos.
Hacia
ti, Dios mío, tiendo los brazos,
y
te llamo a todas horas.
10
Si
realizas un milagro,
¿te
darán gracias los muertos?
¡Claro
que no!
11
Allá
en el sepulcro,
donde
termina la vida,
no
hay quien hable de tu amor
ni
de tu fidelidad.
12
Allá
en las tinieblas,
donde
todo se olvida,
nadie
sabe de tus milagros
ni
de tus actos de justicia.
13-14
Dios
mío,
todas
las mañanas
te
busco en oración;
¡yo
te ruego que me ayudes!
¿Por
qué me rechazas?
¿Por
qué me das la espalda?
15
Desde
que era joven
he
sufrido mucho;
¡he
estado a punto de morir!
Soy
víctima de tus castigos,
¡y
ya no puedo más!
16-17
Sobre
mí recayó tu enojo;
me
tienes derrotado;
tus
ataques me rodean a todas horas
y
me tienen cercado por completo,
como
las olas del mar.
18
Por
ti ya no tengo amigos;
me
he quedado sin familia.
¡Ya
sólo me queda
esta
terrible oscuridad!
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en lenguaje actual (TLA)
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Proverbios 25:20-22 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
20
Nadie
cura con vinagre una herida,
ni
anda desnudo en el frío,
ni
les canta canciones
a
los que están afligidos.
21
Si
tu enemigo tiene hambre,
dale
de comer;
y
si tiene sed, dale de beber.
22
Así
Dios te premiará,
y
harás que a tu enemigo
le
arda la cara de vergüenza.
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