Jeremías 35:1-36:32; 1 Timoteo 5:1-25; Salmos 89:14-37; Proverbios 25:25-27 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Jeremías 35-36 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Los
descendientes de Recab
35
Cuando Joacín hijo de Josías era el rey de Judá, Dios me habló de nuevo y me
dijo: 2 «Jeremías, quiero que vayas a hablar con los descendientes de Recab.
Invítalos a venir a una de las salas de mi templo. Una vez que estén allí,
ofréceles una copa de vino».
3
Yo fui en busca de Jaazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Habasinías.
También fui en busca de todas las familias descendientes de Recab, 4 y las
llevé al templo. Nos reunimos en la sala de los hijos de Hanán hijo de
Igdalías, que era un hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los
jefes, y estaba encima de la de Maaseías hijo de Salum, que era el que vigilaba
la entrada del templo. 5 Allí les ofrecí vino a todos ellos, 6-10 pero me
respondieron que ni ellos ni sus hijos acostumbraban beber vino, porque su
antepasado Jonadab hijo de Recab se lo había prohibido. También me dijeron que
tenían prohibido sembrar semillas, plantar viñedos, tener propiedades y
construir casas. Jonadab les había dicho que, si querían vivir mucho tiempo en
la tierra donde vivían como peregrinos, tenían que habitar siempre en carpas.
Los
recabitas habían seguido al pie de la letra todas las instrucciones de su
antepasado Jonadab. 11 Pero cuando el rey de Babilonia invadió Israel, ellos
decidieron refugiarse en Jerusalén, para escapar del ejército de Babilonia y de
Siria.
12-13
Entonces el Dios de Israel me dijo:
«Jeremías,
ve y dile a toda la gente de Judá y de Jerusalén que se fijen en el ejemplo de
los recabitas. Eso es lo que yo quiero: que obedezcan sin falta mis
mandamientos. 14 Jonadab les ordenó que no bebieran vino, y hasta el día de hoy
siguen obedeciendo esa orden. Ustedes, en cambio, no me hacen caso, aun cuando
una y otra vez les he pedido que me obedezcan. 15 Siempre les he mandado a mis
profetas, para decirles que dejen de hacer lo malo y no adoren a otros dioses.
Les he pedido que me obedezcan, para que puedan vivir en la tierra que les
prometí a ustedes y a sus antepasados. Sin embargo, ustedes insisten en
desobedecerme. 16 Los descendientes de Jonadab siempre han obedecido la orden
de su antepasado; en cambio, ustedes nunca han sido obedientes.
17
»Por eso ahora les anuncio todos los castigos que enviaré sobre Judá y sobre
todos los que viven en Jerusalén. Los voy a castigar porque no han prestado
atención a mis palabras ni han obedecido mis mandamientos. Yo, el Dios
todopoderoso, les juro que así será».
18
Yo fui y hablé con los recabitas. Les dije:
«El
Dios todopoderoso me manda a decirles lo siguiente:
“Ustedes
siempre han obedecido las órdenes de su antepasado Jonadab. Han seguido al pie
de la letra todas sus instrucciones. 19 Por eso, yo les prometo que uno de sus
descendientes siempre estará a mi servicio”».
El
libro dictado por Jeremías
36
Cuando Joacín hijo de Josías tenía cuatro años de reinar en Judá, Dios me
habló. Me dijo:
2
«Jeremías, ve y consigue unos pedazos de cuero. Quiero que escribas en ellos
todo lo que te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones.
Escribe todo lo que ha sucedido desde la época del rey Josías hasta hoy. 3 Tal
vez los de Judá cambien su mala conducta cuando se enteren de los terribles
castigos que pienso darles. Si lo hacen, yo les perdonaré sus horribles
pecados».
4
Llamé entonces a Baruc hijo de Nerías, y le dicté todo lo que Dios me había
dicho. Una vez que Baruc terminó de escribir, 5 le dije:
«Yo
no puedo ir al templo de Dios, porque estoy preso. 6 Así que tendrás que ir tú.
Irás el día que la gente hace ayuno, y leerás en voz alta todo lo que te he
dictado. Son las palabras mismas de Dios. Asegúrate de que te escuchen todos
los que viven en Jerusalén, y toda la gente que haya venido al templo desde las
otras ciudades de Judá. 7 Tal vez se arrepientan y cambien de conducta cuando
sepan que Dios está muy enojado con ellos, y que los ha amenazado».
8-10
Tal como se lo ordené, Baruc fue al templo y entró en el patio superior, que
estaba a la entrada del Portón Nuevo. Allí había una sala, que era del
secretario llamado Guemarías hijo de Safán. Desde aquella sala, Baruc leyó ante
el pueblo todo lo que yo le había dictado.
Ese
día se les pidió a todos los habitantes de Judá que ayunaran para honrar a
Dios. En ese entonces Joacín hijo de Josías tenía cinco años y nueve meses de
reinar en Judá.
11-13
Uno de los que escucharon a Baruc fue Miqueas, que era hijo de Guemarías y
nieto de Safán. Y en cuanto Baruc terminó de leer, Miqueas bajó a la sala del
secretario, en el palacio del rey, y les contó a los que allí estaban todo lo
que había oído. Allí estaban reunidos el secretario Elisamá, Delaías, Elnatán,
Guemarías y Sedequías, que eran jefes de Judá. 14 Al oír eso, todos ellos
mandaron a decirle a Baruc que les llevara el libro que había leído. El
encargado de llevarle el mensaje fue Jehudí hijo de Netanías, que era nieto de
Selemías y bisnieto de Cusí. Baruc obedeció y fue a donde ellos estaban. 15 Los
jefes lo invitaron a sentarse y le dijeron:
—Por
favor, léenos lo que dice el libro.
Baruc
les leyó el libro. 16-17 Cuando terminó de leer, los jefes se miraron unos a
otros y, con mucho miedo, le dijeron:
—Esto
tiene que saberlo el rey. Pero, dinos, ¿de dónde sacaste todo esto? ¿Acaso te
lo dictó Jeremías?
18
Y Baruc les respondió:
—Así
es. Jeremías me dictó todo lo que dice el libro, y yo fui quien lo escribió.
19
Entonces los jefes le dijeron:
—Pues
tú y Jeremías van a tener que esconderse ahora mismo. ¡Y que nadie sepa dónde
están escondidos!
20
Enseguida los jefes dejaron el libro en la sala del secretario Elisamá, y
fueron a ver al rey para contarle todo lo que habían escuchado. 21 Entonces el
rey mandó a Jehudí a buscar el libro. Cuando Jehudí volvió, le leyó el libro al
rey y a todos los jefes que estaban con él. 22 Era el mes de Quislev,[a] y
hacía frío, así que el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un
calentador. 23 A medida que Jehudí leía tres o cuatro columnas, el rey las
cortaba con una navaja y las arrojaba al fuego. Así lo hizo, hasta quemar todo
el libro.
24
Mientras el rey y los jefes escuchaban las palabras escritas en el libro, no
tuvieron miedo ni se mostraron arrepentidos. 25 Elnatán, Delaías y Guemarías le
rogaban al rey que no quemara el libro, pero él, en vez de hacerles caso, 26
mandó que a mí y a Baruc nos metieran en la cárcel. Enseguida salieron a
buscarnos su hijo Jerahmeel, Seraías hijo de Azriel, y Selemías hijo de Abdeel,
pero Dios no permitió que nos encontraran.
27
Después de que el rey quemó todo el libro que yo le había dictado a Baruc, Dios
me habló de nuevo. Me dijo:
28
«Jeremías, ve y consigue más pedazos de cuero, y vuelve a escribir en ellos
todo lo que estaba escrito antes y que Joacín quemó. 29 Además, ve a hablar con
Joacín, y dile de mi parte lo siguiente:
“Tú
quemaste aquel libro, y te atreviste a reclamarle a Jeremías por haberlo
escrito. Pero no dudes ni por un momento que el rey de Babilonia va a destruir
este país, y va a acabar con todas las personas y con todos los animales que
aquí viven. 30 Y quiero que sepas, Joacín, que ninguno de tus hijos llegará a
ser rey de Judá. Tu cadáver no será enterrado, sino que quedará al aire libre,
recibiendo el calor del día y el frío de la noche. 31 Yo castigaré tu pecado,
el de tus hijos y el de tus sirvientes. Voy a mandar una desgracia contra
ellos, y contra los que viven en Jerusalén y en Judá. ¡Y todo esto les pasará
porque no me hicieron caso!”»
32
Yo fui y conseguí otros pedazos de cuero, y se los di al secretario Baruc, para
que escribiera en ellos todo lo que yo le dictara. Y le dicté lo mismo que
decía en el libro que el rey Joacín había quemado, aunque esta vez agregué muchas
otras cosas.
Footnotes:
Jeremías 36:22 Quislev: Noveno mes del
calendario lunar hebreo, y que en nuestro calendario solar corresponde al
período que va de mediados de noviembre a mediados de diciembre.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
1 Timoteo 5 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Cómo
tratar a los demás
5
1-2 Cuando corrijas a un anciano, no lo regañes; al contrario, aconséjalo como
si fuera tu propio padre. Trata a las ancianas como a tu propia madre, a los
jóvenes como a tus hermanos, y a las jóvenes como a tus hermanas, es decir, con
todo respeto.
3
Ayuda a las viudas que de veras necesiten ayuda. 4 Pero si alguna viuda tiene
hijos o nietos, son ellos los primeros que deben ayudarla en todo lo que
necesite, así como antes ella los cuidó y los ayudó. Esto es lo que Dios quiere
que se haga.
5
La viuda que realmente se ha quedado sola, confía en Dios y le pide su ayuda de
día y de noche. 6 Pero la viuda que sólo piensa en divertirse está muerta en
vida. 7 Por eso, ordénales a todos que hagan lo que te he dicho, para que nadie
pueda criticarlos. 8 Quien no cuida de sus parientes, y especialmente de su
familia, no se porta como un cristiano; es más, tal persona es peor que quien
nunca ha creído en Dios.
9
Para que una viuda esté en la lista de ayuda de la iglesia, debe tener por lo
menos sesenta años de edad y haber estado casada una sola vez. 10 También debe
ser conocida por sus buenas obras. Por ejemplo, tiene que haber criado bien a
sus hijos y a sus hijas, haber recibido bien a quienes visitaron su casa, haber
sido humilde con los miembros de la iglesia, y haber ayudado a los que sufren.
Es decir, en esa lista deben estar las que hayan hecho lo bueno.
11-12
No pongas en esa lista a las viudas de menos edad, porque más tarde quieren
volver a casarse, se oponen a Cristo, y dejan de cumplir su promesa de no
casarse y de trabajar en la iglesia. ¡Y Dios tendrá que castigarlas! 13 Además,
se vuelven perezosas y se acostumbran a andar de casa en casa para llevar y
traer chismes, y para meterse en asuntos ajenos y hablar de lo que no deben.
14
Por eso, quiero que las viudas jóvenes se vuelvan a casar, y que tengan hijos y
se ocupen de cuidar a su familia. Así los que no creen en Jesucristo no podrán
criticarnos. 15 Y es que algunas de ellas ya han dejado de confiar en Cristo, y
ahora obedecen a Satanás.
16
Si alguna mujer cree en Jesucristo, y en su familia hay alguna viuda, debe
ayudarla. De este modo la iglesia tendrá una responsabilidad menos y podrá
ayudar a las viudas que realmente lo necesiten.
17
Los líderes de la iglesia que hacen bien su trabajo merecen que se les pague el
doble, especialmente los que anuncian y enseñan la buena noticia. 18 Porque la
Biblia dice: «No impidan que el buey coma mientras desgrana el trigo», y
también dice: «Quien trabaja merece que se le pague.»
19
Cuando alguien acuse a un líder, pídele que presente a dos o tres testigos. Si
no lo hace, no le prestes atención. 20 Si alguno de los líderes sigue pecando,
corrígelo ante toda la iglesia, para que los demás tengan miedo y no hagan lo
mismo.
21
Dios, y Jesucristo, y todos los ángeles que Dios ha elegido, están escuchando
lo que te voy a decir: Obedece todo lo que te he ordenado hacer y sé justo con
todos, sin tener favoritos. 22 Antes de nombrar a alguien para el servicio a
Dios, piénsalo bien. Porque, si esa persona hace algo malo, tú serás también
responsable de lo que haga. Tú mismo debes apartarte del mal.
23
Como casi siempre estás enfermo del estómago, no bebas sólo agua, sino también
un poco de vino.
24
Algunas veces podemos darnos cuenta de que una persona está pecando, aun antes
de que se le juzgue. Pero otras veces no nos damos cuenta hasta mucho después.
25 Lo mismo pasa con las buenas acciones. Algunas se ven con facilidad, pero
otras no. Sin embargo, ninguna de ellas quedará oculta.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
Salmos 89:14-37 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
14
Tú
gobiernas con justicia y rectitud,
pero
sobre todas las cosas,
nos
demuestras tu constante amor.
15-16
Dios
mío,
tú
bendices y das honra
al
pueblo que te alaba,
que
acepta tu dirección
y
se alegra en tu justicia.
17
De
ti recibimos grandeza y poder;
por
tu bondad aumentas nuestra fuerza.
18
Dios
de Israel,
tú
eres nuestro rey
y
nos das tu protección.
19-20
Una
vez hablaste con nosotros,
que
somos tu pueblo fiel,
y
nos dijiste:
«En
mi pueblo hay un valiente;
es
el mejor de todos los jóvenes.
Es
David, mi servidor.
Yo
le he brindado mi ayuda
y
le he dado el más alto honor:
¡lo
he declarado rey de Israel!
21
Con
mi brazo poderoso
lo
sostendré y le daré fuerzas.
22
Sus
enemigos no podrán vencerlo,
ni
lo dominarán los malvados.
23
Yo
destruiré a sus enemigos,
y
acabaré con quienes lo odian;
¡los
borraré de su vista!
24
Mi
amor por él
siempre
será el mismo,
y
yo aumentaré su poder.
25
Su
dominio se extenderá
del
mar Mediterráneo a la Mesopotamia.
26
Él
me dirá:
“Tú
eres mi Padre y me proteges;
eres
mi Dios y salvador”.
27
Yo
le concederé los derechos
que
merece todo hijo mayor:
lo
pondré por encima
de
todos los reyes del mundo.
28
Mi
amor por él nunca cambiará,
ni
faltaré a la promesa que le hice.
29
Mientras
el cielo exista,
siempre
lo mantendré en el trono;
lo
mismo haré con sus descendientes
que
reinarán en su lugar.
30
Pero
si ellos no cumplen
con
mis leyes y enseñanzas,
31
sino
que se burlan de ellas,
32
castigaré
su maldad
y
les daré su merecido.
33
»Sin
embargo, mi amor por David
siempre
será el mismo.
34
Jamás
faltaré a mi pacto;
siempre
le cumpliré mis promesas.
35
»A
David le hice una promesa,
y
juro por mí mismo que la cumpliré.
36-37
Siempre
reinará en su lugar
uno
de sus descendientes.
Mientras
el sol y la luna existan,
su
reinado permanecerá».
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
Proverbios 25:25-27 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
25
Con
qué gusto se recibe
el
agua fresca cuando se tiene sed;
así
se reciben las buenas noticias
que
vienen de tierras lejanas.
26
Cuando
el hombre bueno
se
rinde ante el malvado,
se
contamina como un río
al
que se arrojan desperdicios.
27
Tan
malo es comer mucha miel,
como
recibir muchos halagos.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
No comments:
Post a Comment