Jeremías 14:11-16:15; 1 Tesalonicenses 2:10-3:13; Salmos 80; Proverbios 25:1-5 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Jeremías 14:11-16:15 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
11
Me dijo el Señor:
—
No intercedas por el bien de este pueblo. 12 Aunque ayunen, no pienso escuchar
sus gritos; y, aunque ofrezcan holocaustos y sacrificios, no voy a complacerme
en ellos. Los pienso aniquilar mediante la espada, el hambre y la peste.
13
Yo respondí:
—
¡Ay, Señor mi Dios! La culpa es de los profetas que les dicen: “No verán la
espada ni pasarán hambre; les concederé permanente seguridad en este lugar”.
14
Me contestó el Señor:
—
Los profetas anuncian mentiras en mi nombre. No los envié ni les ordené tales
cosas; no les dirigí la palabra. Les profetizan visiones y oráculos falsos,
necedades y fantasías de su mente. 15 Por eso, así dice el Señor a los profetas
que profetizan en mi nombre sin que yo los haya enviado, a esos que dicen que
este país no experimentará la espada ni pasará hambre: Esos profetas serán
consumidos por la espada y por el hambre. 16 Y el pueblo a quien profetizan
yacerá tirado por las calles de Jerusalén, víctima del hambre y de la espada. Y
nadie los enterrará: ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus
hijas. Haré que recaigan sobre ellos sus maldades.
17
Les comunicarás esta palabra:
Mis
ojos se deshacen en lágrimas,
de
noche y de día, sin descanso,
por
el terrible quebranto sufrido
por
la doncella, capital de mi pueblo,
herida
de un golpe fatal.
18
Si
salgo a descampado,
víctimas
de la espada;
si
entro en la ciudad,
extenuados
por el hambre.
Incluso
sacerdotes y profetas
recorren
el país desorientados.
19
¿De
verdad has rechazado a Judá
y
te has hartado de Sión?
¿Por
qué nos hieres sin nadie que nos cure?
Esperábamos
bienestar y nada va bien,
un
tiempo para sanar, y llega el terror.
20
Señor,
reconocemos nuestra maldad,
también
la culpa de nuestros antepasados.
¡Hemos
pecado contra ti!
21
Por
amor a tu nombre, no nos rechaces;
no
deshonres tu trono glorioso;
acuérdate
y no rompas tu alianza con nosotros.
22
¿Hay
entre los paganos dioses de la lluvia,
o
es el cielo el que descarga los chubascos?
¿No
eres tú, Señor, Dios nuestro,
en
quien ponemos nuestra esperanza?
¡Sí,
tú eres quien hace todo eso!
15
Me dijo el Señor:
—
Aunque se presentaran ante mí Moisés y Samuel, no me sentiría bien dispuesto
hacia este pueblo. Échalos de mi presencia y que salgan. 2 Y si te preguntan
adónde han de salir, les dices: Así dice el Señor:
El
destinado a la muerte, a la muerte;
el
destinado a la espada, a la espada;
el
destinado al hambre, al hambre;
el
destinado al destierro, al destierro.
3
Les enviaré cuatro destructores —oráculo del Señor—: la espada para matar, los
perros para despedazar, las aves del cielo y las bestias de la tierra para
devorar y destrozar. 4 Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la
tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá; por lo que hizo en
Jerusalén.
5
¿Quién
te va a compadecer, Jerusalén?
¿Quién
plañirá por ti?
¿Quién
dará un rodeo
para
interesarse por tu bienestar?
6
Fuiste
tú quien me rechazaste
—oráculo
del Señor—,
tú
quien me diste la espalda;
por
eso alargué mi mano para aniquilarte,
cansado
ya de compadecerte.
7
Los
aventé con el bieldo
por
las ciudades del país;
dejé
a mi pueblo sin hijos,
lo
destruí por completo,
pero
no cambiaron de conducta.
8
Aumenté
el número de sus viudas
más
que las arenas del mar;
contra
las madres con hijos jóvenes
traje
devastadores en pleno mediodía;
precipité
sobre ellas de repente
pánico
y turbación.
9
La
que ha parido siete hijos
desfallece
exhalando suspiros;
se
pone para ella el sol en pleno día,
está
desconcertada y confusa.
El
resto lo entregaré a la espada
como
presa para sus enemigos
—oráculo
del Señor—.
Segunda
confesión de Jeremías
10
¡Ay
de mí, madre mía,
pues
me has engendrado
para
pleitear y discutir por todo el país!
Ni
he prestado ni me han prestado,
y
en cambio todos me maldicen.
11
Dijo
el Señor:
¿No
te he fortalecido para bien?
¿No
he intervenido en tu favor
cuando
el enemigo te causaba
desgracias
y peligros?
12
¿Puede
romperse el hierro,
el
hierro del norte y el bronce?
13
Voy
a entregar al pillaje
tu
riqueza y tus tesoros
por
los pecados que has cometido
en
todo tu territorio.
14
Haré
que sirvas a tus enemigos
en
un país desconocido,
pues
mi cólera arde como fuego
y
va a prender en ustedes.
15
Tú
lo sabes, Señor:
No
me olvides y ocúpate de mí,
véngame
de quienes me persiguen.
No
descargues mucho tiempo tu ira sobre mí,
ya
sabes que soporto oprobios por ti.
16
Si
encontraba tus palabras las devoraba:
tus
palabras me servían de gozo,
eran
la alegría de mi corazón.
¡Yo
era reconocido por tu nombre:
Señor,
Dios del universo!
17
Nunca
andaba entre la gente
amiga
de la juerga y del disfrute;
me
obligabas a andar solo,
pues
me habías llenado de furor.
18
¿Por
qué dura tanto mi dolor
y
mi herida se vuelve incurable,
imposible
de sanar?
Te
me has vuelto cauce engañoso,
cuyas
aguas son inconstantes.
19
Por
eso, así dice el Señor:
Si
vuelves, te dejaré volver
y
estarás a mi servicio;
si
quitas la escoria del metal,
yo
hablaré por tu boca.
Ellos
volverán a ti,
pero
no vuelvas tú a ellos.
20
Haré
que seas para este pueblo
muralla
de bronce inexpugnable.
Lucharán
contra ti,
pero
no te vencerán,
pues
yo estoy contigo
para
ayudarte y salvarte
—oráculo
del Señor—.
21
Te
salvaré de manos de los malvados,
te
rescataré del puño de los violentos.
Una
vida entregada a la profecía
16
Me llegó la palabra del Señor en estos términos:
2
— No te cases, ni tengas hijos e hijas en este lugar, 3 pues así dice el Señor
a los hijos y a las hijas nacidos en este lugar, a las madres que los han
parido y a los padres que los han engendrado en este país: 4 Morirán de muerte
terrible; no serán llorados ni enterrados; servirán de estiércol para el campo.
Serán aniquilados por la espada y el hambre, y sus cadáveres servirán de
alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 5 Pues así dice el
Señor: No entres en casas donde estén de luto, no participes en el duelo ni
llores por ellos, pues he retirado de este pueblo mi paz —oráculo del Señor—,
mi amor y mi compasión. 6 La gente mayor y los pequeños que mueran en esta
tierra no serán enterrados ni llorados; nadie se hará incisiones ni se rapará
la cabeza por ellos; 7 nadie partirá el pan del duelo para consolar a los que
lloran a los muertos, ni les darán a beber la copa del consuelo por su padre o
por su madre. 8 No entres en ninguna casa donde estén de fiesta, para comer y
beber con los comensales. 9 Pues así dice el Señor del universo, Dios de
Israel: Pienso poner fin en este lugar, en presencia de ustedes y en su vida, a
las voces alegres de fiesta, las canciones del novio y de la novia. 10 Cuando
transmitas a este pueblo todas estas palabras, seguramente te dirán: “¿Por qué
ha pronunciado el Señor contra nosotros toda esta enorme desgracia? ¿Cuáles son
las culpas y pecados que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?”. 11 Tú
les responderás: “Porque sus antepasados me abandonaron —oráculo del Señor— y
se fueron tras dioses extranjeros para darles culto y adorarlos; me abandonaron
a mí y no cumplieron mi ley”. 12 Pero las acciones de ustedes son peores que
las de sus antepasados, pues ustedes van tras los planes de su obstinado y perverso
corazón, y se niegan a escucharme. 13 Los arrojaré de esta tierra a otra tierra
que ni ustedes ni sus padres conocen; allí darán culto a dioses extranjeros,
día y noche, pues no pienso concederles mi gracia.
El
tema del nuevo éxodo
14
Vienen días —oráculo del Señor— en que ya no se jurará: “Por vida del Señor,
que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”, 15 sino: “Por vida del
Señor, que hizo subir a los israelitas de un país del norte y de todos los
países por donde los dispersó”. Y los haré volver a su tierra, la que di a sus
antepasados.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
1 Tesalonicenses 2:10-3:13 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
10
Testigos son, y lo es Dios también, de lo noble, honrado e irreprochable que
fue nuestro proceder para con ustedes, los creyentes. 11 Tratamos a cada uno
—¡bien lo saben!— como un padre trata a sus hijos: 12 exhortándolos,
animándolos y amonestándolos para que se comporten de una manera digna del Dios
que los ha llamado a su reino glorioso.
13
Damos por ello gracias a Dios constantemente, pues al acoger el mensaje
evangélico de Dios que les proclamamos, no fue un mensaje humano el que ustedes
acogieron sino, como es en verdad, un mensaje divino que sigue actuando en
ustedes los creyentes. 14 En efecto, hermanos, también ustedes han compartido
la suerte de las iglesias de Dios que se hallan en Judea congregadas en nombre
de Jesús: a ustedes los han hecho sufrir sus propios compatriotas; y a ellos,
los judíos, 15 que fueron los que mataron a Jesús, el Señor, y a los profetas.
Los mismos que ahora nos persiguen a nosotros, desagradan a Dios y se hacen
enemigos de todo ser humano, 16 al impedirnos predicar a los paganos a fin de
que se salven. Están así llenando permanentemente la medida de sus pecados;
pero el castigo de Dios se ha abatido sobre ellos de forma definitiva.
Misión
de Timoteo en Tesalónica
17
Por lo que respecta a nosotros, hermanos, separados momentáneamente de ustedes
en cuanto a la presencia física, que no por el cariño, hemos procurado con todo
empeño visitarlos personalmente. 18 Lo hemos intentado, en concreto yo, Pablo,
una y otra vez, pero Satanás nos lo ha impedido. 19 Y es que ¿quién, sino
ustedes, será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra corona de gloria
ante Jesús nuestro Señor, el día de su manifestación? 20 ¡Ustedes, ciertamente,
son nuestra gloria y nuestra alegría!
3
Por eso, no pudiendo aguantar ya más, decidimos quedarnos solos en Atenas 2 y
enviarles a Timoteo, hermano nuestro y colaborador en el anuncio del mensaje
salvador de Cristo, con la misión de fortalecerlos y animarlos en la fe, 3 para
que ninguno sucumba ante esas pruebas a las que, como saben, estamos
destinados. 4 Ya se lo anunciamos estando entre ustedes: “Es preciso que
sobrevengan dificultades”. Y es lo que ha sucedido, como bien saben. 5 Así que,
no pudiendo aguantar ya más, envié [a Timoteo] para que me informara acerca de
la fe de ustedes, no sea que los hubiera seducido el Seductor y todo nuestro
esfuerzo terminara siendo inútil.
Alegría
y acción de gracias por las buenas noticias
6
Pero he aquí que Timoteo acaba de regresar de visitarlos trayendo muy buenas
noticias sobre la fe y el amor que ustedes muestran. Nos asegura que conservan
un buen recuerdo nuestro y que están tan deseosos de vernos como lo estamos
nosotros de verlos a ustedes. 7 Por eso, hermanos, en medio de tantos
sufrimientos y tribulaciones como hemos tenido que soportar por ustedes, hemos
sentido el consuelo de la fe que tienen. 8 De modo que ahora, al saber que se
mantienen fieles al Señor, hemos vuelto a vivir.
9
¿Cómo podremos agradecer a Dios toda esta inmensa alegría que nos hacen sentir
en presencia de nuestro Dios? 10 Insistentemente, de día y de noche, pedimos a
Dios que nos conceda verlos personalmente para corregir las deficiencias de la
fe de ustedes. 11 Que Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, nos
encaminen felizmente hasta ustedes. 12 Que el Señor los llene a rebosar de un
amor mutuo y para con todos tan grande como el que nosotros sentimos por
ustedes. 13 Que los haga, en fin, interiormente fuertes e irreprochables en
cuanto consagrados a Dios, nuestro Padre, para el día en que Jesús, nuestro
Señor, se manifieste acompañado de todos sus elegidos.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 80 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
Salmo
80 (79)
Oh
Dios, restablécenos
80
Al maestro del coro. Según “Los lirios del testimonio”. Salmo de Asaf.
2
Escucha,
pastor de Israel,
tú
que conduces a José como a un rebaño,
tú
que te sientas sobre querubines, muéstrate;
3
delante
de Efraín, Benjamín y Manasés
manifiesta
tu poder, ven a salvarnos.
4
¡Oh
Dios, renuévanos,
ilumina
tu rostro y estaremos salvados!
5
Oh
Señor, Dios del universo, ¿hasta cuándo
te
enfurecerá la oración de tu pueblo?
6
Un
pan de lágrimas le diste a comer,
un
sinfín de lágrimas le diste a beber.
7
Nos
has hecho la burla de los vecinos,
se
ríen de nosotros nuestros enemigos.
8
¡Dios
del universo, renuévanos,
ilumina
tu rostro y estaremos salvados!
9
Tú
arrancaste una viña de Egipto,
expulsaste
naciones y volviste a plantarla;
10
preparaste
el suelo para ella,
echó
raíces y llenó la tierra.
11
Su
sombra cubrió los montes,
sus
ramas los majestuosos cedros;
12
llegaron
hasta el mar sus brotes
y
hasta el Éufrates sus retoños.
13
¿Por
qué has derribado su valla?
Cuantos
pasan la vendimian,
14
el
jabalí la destroza con sus dientes,
las
alimañas del campo pacen en ella.
15
Dios
del universo, vuélvete,
observa
desde el cielo, mira;
trata
a esta viña con bondad,
16
pues
la cepa que plantó tu mano,
el
retoño que tú robusteciste,
17
fue
quemado, arrancado de raíz.
¡Que
mueran ante tu faz amenazante!
18
Protege
al que está a tu diestra,
a
la persona que tú fortaleciste.
19
No
nos alejaremos más de ti,
danos
la vida e invocaremos tu nombre.
20
¡Oh
Señor, Dios del universo, renuévanos,
ilumina
tu rostro y estaremos salvados!
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Proverbios 25:1-5 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
V.—
SEGUNDA COLECCIÓN SALOMÓNICA (25—29)
25
Nuevos proverbios de Salomón, recopilados por los hombres de Ezequías, rey de
Judá.
2
Es
gloria de Dios ocultar cosas,
es
gloria de reyes investigarlas.
3
La
altura de los cielos, la profundidad de la tierra
y
la mente de los reyes son indescifrables.
4
Separa
la escoria de la plata
y
el platero sacará una copa;
5
separa
al malvado del rey
y
la justicia presidirá su reinado.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
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