Saturday, October 31, 2020

DAB Español, Domingo 01 de Noviembre

Día 306, DAB Español, Domingo 01 de Noviembre

Ezequiel 1:1-3:15; Hebreos 3:1-19; Salmos 104:1-23; Proverbios 26:24-26 (Nueva Biblia Viva (NBV))







Ezequiel 1:1-3:15 Nueva Biblia Viva (NBV)

1 Ezequiel, hijo de Buzí, era un sacerdote que vivía con los exiliados judíos junto al río Quebar, en Babilonia. El recibió de parte de Dios visiones que le mostraban lo que acontecería en los próximos meses y años.

2 Un día, a fines de junio, cuando ya habían pasado cinco años del exilio del rey Joaquín, 3 fue cuando empecé a recibir visiones y mensajes de parte del Señor.

4 Yo vi en una visión una gran tormenta acercándose hacia mí desde el norte, y delante de ella una enorme nube que resplandecía con fuego, desde adentro de la cual continuamente salían llamaradas, y en el fuego mismo había algo que brillaba como el bronce pulido.

5 Luego, desde el centro de la nube aparecieron cuatro seres extraños, aunque su figura era como la de un ser humano. 6 ¡Pero, cada uno tenía cuatro caras y dos pares de alas! 7 Sus piernas eran como las de los hombres, pero sus pies tenían pezuñas como de buey, aunque brillaban como el bronce bruñido. 8 Y debajo de cada una de sus alas yo podía ver manos humanas.

9 Los cuatro seres extraños estaban vivos y unidos ala con ala y volaban hacia delante sin volverse atrás. 10 Cada uno tenía la cara de un ser humano al frente, las caras de los costados eran una de león y una de buey, en tanto que la posterior era de águila. 11 Cada uno tenía, además, dos pares de alas desplegadas que partían del medio de sus espaldas. Un par se extendía hacia arriba y el otro par cubría su cuerpo. 12 A donde les impulsaba el Espíritu iban, pero moviéndose siempre hacia adelante, sin darse vuelta.

13 Subiendo y descendiendo entre ellos había otras formas que resplandecían como brasas ardientes o antorchas brillantes, y desde ellos salían relámpagos. 14 Los seres vivos iban y venían con la velocidad del relámpago.

15 Al estar mirando atentamente todo esto, vi cuatro ruedas sobre el suelo debajo de ellos, correspondiendo una rueda a cada uno de los seres vivientes. 16 Las ruedas parecían como si fueran hechas de ámbar pulido, y cada una estaba construida con una segunda rueda cruzada por adentro. 17 Así podían avanzar en cualquiera de las cuatro direcciones sin tener que darse vuelta. 18 Las cuatro ruedas tenían una enorme circunferencia y despedían brillos intensos.

19 Cuando los cuatro seres vivos volaban hacia adelante, las ruedas se desplazaban con ellos. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas también subían con ellos. 20 Cuando los seres vivos se detenían, también se detenían las ruedas. 21 Es que el Espíritu de los cuatro seres vivos estaba en las ruedas de modo que dondequiera su Espíritu iba, las ruedas y los seres vivos iban también.

22 En la parte superior de este extraño ser había una especie de bóveda de cristal purísimo y resplandeciente. 23 Las alas de cada uno de los seres estaban debajo de esta bóveda extendidas para tocar las alas de los otros y cada uno tenía dos alas cubriendo su cuerpo. 24 Al volar, el ruido de sus alas era muy intenso, como las olas estrellándose sobre la costa, o como la voz de Dios, o como el griterío de un poderoso ejército en medio de una feroz batalla. Cuando se detenían, entonces plegaban sus alas. 25 Estaba yo observando cuando se produjo un gran estruendo. 26 Entonces vi sobre la cúpula que estaba encima de ellos. Había algo que se parecía a un trono hecho de zafiros azules, y sentado sobre él, alguien con la apariencia de un ser humano.

27 Desde su cintura hacia arriba parecía como bronce reluciente, deslumbrante como el rayo, y desde su cintura hacia abajo como si todo fuera una llamarada. 28 Había una aureola resplandeciente semejante a un arco iris alrededor de él. Ese era el aspecto que la presencia magnífica del Señor tenía para mí. Y cuando yo lo vi, caí rostro a tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.
Llamamiento de Ezequiel

2 Y me dijo: ¡Ponte de pie, hombre mortal,[a] que hablaré contigo!

2 Y el Espíritu entró en mí mientras me hablaba, y me puso de pie.

3 «Hombre mortal, me dijo, yo te envío a los israelitas, una nación terca, nación que está siempre rebelándose contra mí. Ellos y sus antepasados han vivido siempre desoyendo mis consejos y sin aceptar mi dirección. 4 Ellos son un pueblo terco, de corazón duro. Pero yo te envío para comunicarles a ellos mis mensajes, los mensajes del Señor Dios. 5 Y si ellos escuchan o no (pues acuérdate que son rebeldes), por lo menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos. 6 Hombre mortal, no tengas temor de ellos, no te asustes, aun cuando te amenacen con arrojarte a un pozo lleno de escorpiones. No desmayes ante sus semblantes airados, pues acuérdate que son rebeldes. 7 Tú debes entregarles mis mensajes, escuchen ellos o no (pero no lo harán, porque son muy rebeldes). 8 Escucha, hombre mortal, lo que yo te diré. ¡No seas tú también rebelde! ¡Abre la boca y come lo que te daré!».

9 Entonces miré y vi una mano tendida hacia mí con un rollo escrito por ambos lados. 10 Él lo desenrolló, y entonces vi que estaba lleno de advertencias, lamentaciones y condenas.

3 Él me dijo: «¡Hombre mortal, come este rollo que te he dado! Luego ve y comunica este mensaje al pueblo de Israel».

2 Entonces abrí la boca para comer el rollo que él me ofreció. 3 «Cómelo todo», me dijo. Y cuando lo comí, supe que tenía el gusto dulce de la miel.

4 Luego él me dijo: «Hombre mortal, yo te envío al pueblo de Israel con mis mensajes. 5 No te envío a alguna tierra extraña y distante, donde no entenderías el idioma. 6 No, no a tribus con lenguas extrañas y difíciles que no entenderían lo que les dices. (¡Aunque si lo hiciera, ellos sí obedecerían mis mandatos!) 7 Yo te envío al pueblo de Israel, y ¡no te van a escuchar a ti, como no me han escuchado a mí! Pues todos ellos son duros y testarudos. 8 Pero mira que yo te he hecho duro y testarudo también, tanto como ellos, para que seas insistente. 9 Yo he hecho tu frente más dura que la roca. Así que no tengas miedo de ellos, ni temas sus miradas amenazantes e iracundas, aunque sean tan rebeldes».

10 Luego él agregó: «Hombre mortal, deja que mis palabras penetren en lo profundo de tu propio corazón primero; medítalas tú mismo, atentamente. 11 Luego ve a tus compatriotas en el exilio y, escuchen o no, diles: “Esto es lo que el Señor Dios dice”».

12 Luego el Espíritu me alzó, y la magnífica presencia del Señor comenzó a alejarse, acompañada por el sonido como de un gran terremoto al escucharse un grito que decía: «Que magnífica es la presencia del Señor cuando está en su templo». 13 También el ruido de las alas de los seres vivos al tocarse entre sí era ensordecedor.

14 El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del Señor me tenía agarrado con gran fuerza. 15 Llegamos a Tel Aviv, donde estaban los israelitas deportados, junto al río Quebar. Al llegar me senté entre ellos, abrumado y atónito, durante siete días.
Footnotes:

    2.1 Hombre mortal: La expresión hombre mortal (lit. «hijo de hombre») se usa con frecuencia en este libro (unas 87 veces), cuando Dios se dirige a Ezequiel. Con esta expresión se quiere resaltar la pequeñez del ser humano frente la grandeza de Dios. Sin embargo, a pesar de esa fragilidad, Dios usa al profeta como su instrumento para llevar a cabo sus planes y dar esperanza al pueblo cautivo.

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Hebreos 3 Nueva Biblia Viva (NBV)

Jesús, superior a Moisés

3 Por lo tanto, hermanos míos, a quienes Dios ha apartado para sí y que participan en el mismo llamado de la salvación, piensen ahora en Jesús, apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe. 2 Jesús fue fiel a Dios, que lo nombró sumo sacerdote, así como también Moisés fue fiel en el servicio a toda la casa de Dios.

3 Pero Jesús tiene mayor honor que Moisés, porque el que construye una casa tiene más honor que la casa misma. 4 Toda casa es hecha por un constructor, pero Dios es el que construye todo lo que existe. 5 Pues bien, Moisés fue fiel en su trabajo como siervo en la casa de Dios; lo hacía para dar testimonio de lo que Dios diría en el futuro. 6 En cambio, Cristo es fiel como Hijo sobre la casa de Dios. Y nosotros somos la casa de Dios si mantenemos hasta el fin nuestra entereza y la esperanza que nos hace sentir orgullosos.
Advertencia contra la incredulidad

7 Como dice el Espíritu Santo:

«Si ustedes escuchan hoy su voz, 8 no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto. 9 Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras por cuarenta años. 10 Por eso me enojé con ellos y dije: “Su corazón siempre se extravía y no han reconocido mis caminos”. 11 Entonces, airado contra ellos, juré diciendo: “Jamás entrarán en mi reposo”».

12 Por lo tanto, cuídense, hermanos, y no sean incrédulos ni tengan un corazón perverso que los esté apartando del Dios vivo. 13 Exhórtense todos los días mientras les quede tiempo, para que ninguno se endurezca contra Dios, cegado por el engaño del pecado, 14 pues hemos llegado a tener parte con Cristo, si somos fieles hasta el fin, tal como confiamos en Cristo al principio.

15 Como acabamos de decir:

«Si oyen hoy su voz, no endurezcan su corazón como sucedió en la rebelión».

16 ¿Quiénes fueron los que a pesar de haber escuchado la voz de Dios se rebelaron contra él? Los que escaparon de Egipto comandados por Moisés. 17 ¿Contra quiénes estuvo enojado Dios durante aquellos cuarenta años? Contra los que, por haber pecado, murieron en el desierto. 18 Y ¿a quiénes se refería Dios cuando juró que no entrarían a la tierra que había prometido a su pueblo? Se refería a los que lo habían desobedecido. 19 Como podemos ver, no pudieron entrar porque no confiaban en él.

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Salmos 104:1-23 Nueva Biblia Viva (NBV)

104 ¡Alaba, alma mía, al Señor! Dios mío, qué grande eres tú. Estas revestido de honor y majestad. 2 Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo. 3 Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos y haces de las nubes tus carros de guerra. ¡Tú cabalgas en las alas del viento! 4 Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores.

5 Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos, y de allí nunca se moverá. 6 Vestiste la tierra con torrentes de agua que cubrieran las montañas. 7 Pero a tu reprensión huyeron las aguas; ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga. 8 Las montañas salieron y los valles se hundieron hasta el lugar que tú les diste. 9 Luego pusiste límite a los mares, para que nunca más cubrieran la tierra.

10 Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que los riachuelos fluyan en abundancia desde las montañas. 11 Ellas suministran agua para todos los animales. Allí apagan su sed los burros salvajes, 12 y las aves anidan junto a las corrientes y cantan entre las ramas de los árboles. 13 Desde tu casa en las nubes, envías la lluvia sobre las montañas, y llenas la tierra con el fruto de tu trabajo. 14 Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento, 15 y vino para alegrarlo, y aceite de oliva como loción para su piel, y pan para fortalecerlo. 16 Los árboles del Señor están bien regados, los cedros del Líbano que él plantó. 17 Allí las aves hacen sus nidos, y en los cipreses tiene su hogar las cigüeñas. 18 En lo alto de los montes hay pasto para las cabras monteses, y en sus rocas hallan refugio los tejones.

19 Él destinó la luna para marcar los meses, y el sol para marcar los días. 20 Tú envías la oscuridad, y cae la noche, y es cuando los animales del bosque salen a buscar su presa. 21 Entonces rugen los leoncillos pidiendo alimento, pero en manos del Señor están. 22 Cuando amanece regresan para ocultarse y reposar en sus guaridas, 23 y la gente sale para cumplir con sus tareas, ellos trabajan hasta que las sombras de la noche caen otra vez.

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Proverbios 26:24-26 Nueva Biblia Viva (NBV)

24 El que odia lo disimula al hablar, pero en su corazón hace planes malvados.

25 No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones.

26 Puede engañarnos disimulando su odio pero ante todos se descubrirá su maldad.

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