Jeremías 8:8-9:26; Colosenses 3:1-17; Salmos 78:32-55; Proverbios 24:27 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Jeremías 8:8-9:25 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
8
¿Cómo
dicen “Somos sabios,
tenemos
la ley del Señor”,
si
resulta que la ha corrompido
la
pluma corrupta de los expertos?
9
Los
sabios están avergonzados,
asustados,
y quedan atrapados.
Si
han rechazado la palabra del Señor,
¿de
qué puede servirles su sabiduría?
10
Por
eso, voy a dar a otros sus mujeres,
entregaré
sus campos a los conquistadores.
Es
que del pequeño al grande
todos
piensan en medrar;
del
profeta al sacerdote
todos
andan entre fraudes.
11
Han
curado la herida de mi pueblo,
pero
sólo por encima, diciendo:
“Paz,
paz”, pero no hay paz.
12
Deberían
sentirse avergonzados
por
haber cometido abominaciones;
pero
no se van a avergonzar,
ni
siquiera conocen el pudor.
Por
eso caerán entre otros caídos,
se
hundirán cuando venga a castigarlos
—oráculo
del Señor—.
13
Quisiera
cosechar algo
—oráculo
del Señor—,
pero
no hay uvas en la cepa,
tampoco
higos en la higuera;
tienen
las hojas marchitas.
¡Pues
los convertiré en bosque pelado!
Juicio
del pueblo y dolor del profeta
14
¿Qué
hacemos aquí sentados?
Vayamos
juntos a las ciudades fortificadas
y
acabemos allí de una vez,
pues
es el Señor nuestro Dios
quien
quiere acabar con nosotros;
nos
da a beber nuestras lágrimas,
pues
hemos pecado contra el Señor.
15
Esperábamos
paz y nada va bien;
un
tiempo saludable, y llega el terror.
16
Desde
Dan se puede oír
resoplar
a sus caballos,
relinchar
a sus corceles:
la
tierra se estremece.
Llegan
devorando la tierra y cuanto contiene,
las
ciudades y todos sus habitantes.
17
Voy
a enviar contra ustedes
serpientes
y víboras,
que
no responden a encantamientos:
los
morderán. —Oráculo del Señor—.
18
Me
siento abrumado de dolor,
tengo
enfermo el corazón,
al
oír los gritos de mi pueblo
desde
una tierra lejana:
19
“¿No
está el Señor en Sión?
¿No
está su rey en ella?”.
“¿Por
qué me irritaron con sus ídolos,
con
esas naderías extranjeras?”.
20
Pasó
la cosecha, se acabó el verano,
pero
nosotros no hemos sido salvados.
21
Los
destrozos en la capital
me
tienen del todo destrozado,
ando
entristecido, presa del espanto.
22
¿Ya
no hay bálsamo en Galaad?
¿No
quedan médicos allí?
¿Por
qué, pues, sigue abierta
la
herida de la capital de mi pueblo?
23
¿Por
qué no será mi cabeza una fuente
y
mis ojos un manantial de lágrimas,
para
llorar de día y de noche
por
las víctimas de la capital de mi pueblo?
Un
pueblo depravado
9
¡Ojalá encontrara refugio en el desierto
para
abandonar y alejarme de mi pueblo,
pues
todos son adúlteros, banda de traidores!
2
Tensan
sus lenguas, su arco es la mentira,
se
imponen en el país no con la verdad.
Van
de maldad en maldad,
y
no me conocen
—oráculo
del Señor—.
3
Hasta
del amigo hay que guardarse,
ni
siquiera en el hermano se puede confiar,
pues
los hermanos son suplantadores
y
los amigos buscan calumniarlos;
4
cada
cual estafa a su prójimo
y
ninguno dice la verdad;
enseñan
a sus lenguas a mentir,
están
pervertidos sin remedio:
5
opresión
y más opresión,
engaño
y más engaño.
Y
es que no quieren conocerme
—oráculo
del Señor—.
6
Por
eso, así dice el Señor del universo:
He
pensado refinarlos y probarlos,
¿qué
otra cosa puedo hacer con su maldad?
7
Su
lengua es flecha afilada,
su
boca profiere mentiras;
desean
bienestar a su prójimo,
pero
por dentro planean emboscadas.
8
¿Y
no los castigaré por estas cosas?
—oráculo
del Señor—.
De
un pueblo que así se comporta,
¿no
he de vengarme en persona?
Endecha
por Jerusalén
9
Entonaré
una endecha sobre los montes,
sobre
los pastos de la estepa una elegía:
están
quemados, sin nadie que transite,
no
se escuchan los mugidos del ganado,
hasta
aves y bestias se han marchado.
10
Haré
de Jerusalén una ruina,
la
convertiré en cueva de chacales;
arrasaré
las ciudades de Judá,
sin
nadie que pueda habitarlas.
La
lógica del juicio
11
¿Quién
es el sabio que puede entender esto?
Que
lo diga el que haya sido confidente del Señor.
¿Por
qué está deshecho el país,
abrasado,
como desierto intransitable?
12
Respondió
el Señor:
Por
abandonar la ley que yo les promulgué,
por
no obedecerme ni seguir mis mandatos;
13
por
haber rendido culto a los baales
como,
llevados de su obstinación,
aprendieron
de sus antepasados.
14
Por
eso, así dice el Dios de Israel,
Señor
del universo:
Daré
a este pueblo ajenjo para comer,
les
daré a beber agua emponzoñada.
15
Los
dispersaré por países que no conocen,
y
que tampoco conocieron sus padres;
mandaré
a la espada que los persiga
hasta
que acabe finalmente con ellos.
Ensayo
de lamentación por Sión
16
Así
dice el Señor del universo:
Hagan
venir plañideras,
busquen
a las más expertas;
que
se den prisa en venir
17
y
nos entonen una elegía;
que
nuestros ojos derramen lágrimas,
que
destilen llanto nuestros párpados.
18
Voces
de duelo llegan desde Sión:
“¡Qué
desolados estamos,
qué
terrible decepción!
Hemos
abandonado el país,
nos
echaron de nuestras moradas”.
19
Oigan,
mujeres, la palabra del Señor,
escuchen
sus oídos la palabra de su boca.
Enseñen
una endecha a sus hijas,
cada
una a su amiga esta elegía:
20
“La
muerte subió por nuestras ventanas,
se
metió dentro de nuestros palacios;
exterminó
a los niños en las calles,
a
los jóvenes en medio de las plazas”.
21
Habla:
Así dice el Señor:
Quedarán
tendidos los cadáveres
como
estiércol por todo el campo,
como
espigas que deja el segador
y
nadie se molesta en recoger.
Juicio
generalizado
22
Así
dice el Señor:
Que
no alardee el sabio de sabiduría,
que
no alardee el poderoso de poder,
que
no alardee el rico de riqueza.
23
El
que alardee, alardee de esto:
de
tener entendimiento y conocerme,
de
saber que yo soy el Señor,
que
pongo en práctica la fidelidad,
la
justicia y el derecho en el país.
Estas
son las cosas que me agradan
—oráculo
del Señor—.
24
Ya está llegando el tiempo —oráculo del Señor— en que voy a pedir cuentas a
todos los circuncisos: 25 a Egipto, Judá, Edom, los amonitas y Moab, y a la
gente del desierto que se afeita las sienes. Porque todos, también Israel en su
totalidad, son incircuncisos de corazón.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Colosenses 3:1-17 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
III.—
LA NUEVA VIDA EN CRISTO (3,1—4,1)
Muertos
al mundo; vivos para Dios
3
¡Ustedes han resucitado con Cristo! Orienten, pues, sus vidas hacia el cielo,
donde está Cristo sentado junto a Dios. 2 Pongan el corazón en las realidades
celestiales y no en las de la tierra. 3 Porque han muerto y sus vidas está
escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, la vida de ustedes, se
manifieste, también ustedes aparecerán llenos de gloria junto a él.
Nuevas
criaturas
5
Destruyan lo que hay de mundano en ustedes: la lujuria, la impureza, las
pasiones desenfrenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de
idolatría. 6 Esto es lo que enciende la ira de Dios sobre quienes se niegan a
obedecerlo; 7 es también lo que en otro tiempo constituyó la norma de conducta
y de vida de ustedes mismos. 8 Ahora, en cambio, es preciso que renuncien a
todo eso: a la ira, al rencor, a la malquerencia, la calumnia y la grosería. 9
No anden engañándose unos a otros. Despójense de la vieja y pecadora condición
humana 10 y conviértanse en nuevas criaturas que van renovándose sin cesar a
imagen de su Creador, en busca de un conocimiento cada vez más profundo. 11 Ya
no hay fronteras de raza, religión, cultura o condición social, sino que Cristo
es todo en todos.
12
Son elegidos de Dios; él los ha consagrado y les ha otorgado su amor. Sean,
pues, profundamente compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos.
13 Sopórtense mutuamente y, así como el Señor los perdonó, perdónense también
ustedes, cuando alguno tenga quejas contra otro. 14 Y, por encima de todo,
practiquen el amor que todo lo vuelve perfecto.
15
Que la paz de Cristo reine en sus vidas; a ella los ha llamado Dios para formar
un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que el mensaje de Cristo los llene con
toda su riqueza y sabiduría para que sean maestros y consejeros los unos de los
otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón
profundamente agradecido. 17 En fin, cuanto hagan o digan, háganlo todo en
nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 78:32-55 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
32
A
pesar de ello siguieron pecando,
no
confiaron en sus maravillas.
33
Entonces
en un soplo consumió sus días,
sus
años en un súbito terror.
34
Si
los hacía morir lo buscaban,
se
arrepentían dirigiéndose a él;
35
recordaban
que Dios era su refugio,
el
Dios Altísimo su redentor.
36
Pero
con su boca lo engañaban,
con
su lengua le mentían;
37
su
corazón no era sincero,
eran
infieles a su alianza.
38
Él,
misericordioso, perdonaba
su
pecado y no los destruía;
su
ira contenía una y otra vez,
no
desplegaba todo su furor.
39
Recordaba
que eran humanos,
un
soplo que pasa y no vuelve.
40
¡Cuántas
veces se rebelaron en el desierto
y
en el yermo lo llenaron de tristeza!
41
Una
y otra vez provocaban a Dios,
enojaban
al Santo de Israel.
42
No
se acordaban de su poder,
del
día que los salvó del enemigo,
43
cuando
en Egipto hizo prodigios
y
portentos en los campos de Soán.
44
Él
convirtió en sangre sus ríos,
sus
arroyos para que no bebieran.
45
Les
envió plagas que los devoraron,
ranas
que los destruyeron,
46
entregó
a los saltamontes sus cosechas,
a
las langostas sus tareas campesinas;
47
destruyó
con el granizo sus viñedos,
con
la helada sus higueras;
48
abandonó
su ganado al pedrisco,
a
los rayos sus rebaños.
49
Lanzó
contra ellos el furor de su ira,
cólera,
furia y calamidades,
una
hueste de aciagos mensajeros.
50
Dio
rienda suelta a su ira
y
no los salvó de la muerte,
sino
que entregó sus vidas a la peste;
51
a
todo primogénito abatió en Egipto,
a
todo primer nacido en las tiendas de Cam.
52
Como
a un rebaño sacó a su pueblo,
por
el desierto lo condujo como a ovejas;
53
en
sosiego los guiaba y no temían,
pero
a sus enemigos los cubría el mar.
54
Y
los llevó hasta su tierra sagrada,
al
monte que su mano conquistó.
55
Ante
ellos expulsó naciones,
repartió
en lotes su heredad
y
en sus tiendas alojó a las tribus de Israel.
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Proverbios 24:27 La Palabra
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27
Arregla
tus asuntos urbanos,
soluciona
los del campo,
y
luego construirás tu casa.
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