Jeremías 12:1-14:10; 1 Tesalonicenses 1:1-2:9; Salmos 79; Proverbios 24:30-34 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))
Jeremías 12:1-14:10 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
12
Tú tienes razón, Señor,
cuando
discuto contigo;
pero
quiero exponerte un caso:
¿Por
qué prospera la conducta del malvado?
¿Por
qué viven tranquilos los traidores?
2
Los
plantas, y echan raíces,
se
desarrollan, dan fruto.
Estás
presente en su boca,
pero
lejos de sus sentimientos.
3
Tú,
Señor, me conoces y me ves,
has
examinado mi actitud hacia ti.
Ponlos
aparte como ovejas
destinadas
al matadero,
sepáralos
para el día de la matanza.
4
¿Hasta
cuándo guardará luto la tierra
y
permanecerá agostada la hierba del campo?
Por
la maldad de los que habitan en él,
desaparecen
aves y animales.
Porque
llegaron a decir:
“El
Señor no verá nuestro futuro”.
5
Si
corres con la infantería y te cansas,
¿cómo
vas a competir con los caballos?
Si
en lugares tranquilos no te sientes seguro,
¿qué
harás en la maleza del Jordán?
6
Incluso
tus hermanos, tu familia,
han
sido contigo traidores;
te
van calumniando a tus espaldas.
Tampoco
te fíes de ellos,
aunque
te digan buenas palabras.
Destrozos
en la heredad del Señor
7
He
abandonado mi casa,
he
desechado mi heredad;
he
puesto al amor por quien suspiro
en
manos de sus enemigos.
8
Mi
heredad era para mí
igual
que un león en plena selva:
lanzaba
contra mí su rugido,
por
eso llegué a detestarla.
9
¿Es
mi heredad una cueva de hienas,
con
los buitres rondando junto a ella?
¡Reúnanse,
fieras del campo,
vengan
todas a comer!
10
Muchos
pastores destrozaron mi viña,
han
pisoteado mi parcela;
convirtieron
mi hermosa parcela
en
una estepa desolada;
11
la
han convertido en desolación
y
se duele desolada ante mí.
Todo
el país está desolado
y
nadie reflexiona sobre ello.
12
Por
todas las dunas de la estepa
van
llegando depredadores,
la
espada del Señor devora
el
país de punta a cabo,
nadie
puede vivir en paz.
13
Sembraron
trigo, cosecharon cardos;
acabaron
cansados sin sacar provecho;
quedaron
decepcionados de su cosecha,
por
la cólera ardiente del Señor.
14
Así dice el Señor a todos los malos vecinos que se apoderaron de la herencia
que di a mi pueblo Israel: Voy a arrancarlos de su tierra y arrancaré también
de en medio de ellos a Judá. 15 Pero después de arrancarlos, me compadeceré
otra vez de ellos y los haré volver a su heredad, cada cual a su terruño. 16 Y
si, igual que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora en serio a
jurar por mi nombre diciendo: “Por vida del Señor” según tiene costumbre mi
pueblo, entonces vivirán entre mi pueblo. 17 Pero a la nación que no me
escuche, la arrancaré en serio y la destruiré —oráculo del Señor—.
El
cinturón de lino
13
Me dijo el Señor:
—
Ve a comprarte un cinturón de lino, y te lo ciñes a la cintura. Pero sin
haberlo mojado antes.
2
Compré el cinturón, como me había mandado el Señor, y me lo ceñí a la cintura.
3 Entonces me dirigió el Señor la palabra por segunda vez, en estos términos:
4
— Toma el cinturón que has comprado y que llevas puesto; vete al Éufrates y
cuando llegues, lo escondes en el hueco de una roca.
5
Yo fui y lo escondí en el Éufrates, conforme me había ordenado el Señor. 6
Después de cierto tiempo me dijo el Señor:
—
Vete al Éufrates y cuando llegues, recoge el cinturón que te ordené esconder
allí.
7
Fui al Éufrates, excavé en el sitio donde lo había escondido y recogí el
cinturón. Y resulta que estaba podrido; no servía para nada. 8 Entonces me
llegó la palabra del Señor en estos términos:
9
— Así dice el Señor: Del mismo modo dejaré que se pudra el orgullo de Judá y el
desmedido orgullo de Jerusalén. 10 Este pueblo canalla que se niega a escuchar
mis palabras, que sigue la maldad de su mente retorcida, que va tras dioses
extraños dándoles culto y adorándolos, acabará como este cinturón que no sirve
para nada. 11 Pues lo mismo que el cinturón se ajusta a la cintura del hombre,
así hice yo que Israel y Judá se ajustaran a mí —oráculo del Señor—, de modo
que fueran mi pueblo y mi renombre, mi gloria y mi honor. Pero no me
escucharon.
Las
cántaras de vino
12
Les dirás estas palabras:
—
Así dice el Señor, Dios de Israel: Las cántaras se llenan de vino.
Te
contestarán:
—
¿Te crees que no sabemos que las cántaras se llenan de vino?
13
Tú insistirás:
—
Así dice el Señor: Voy a dejar completamente borrachos a todos los habitantes
de esta tierra, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los
sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Haré que
se destrocen entre sí, los padres con los hijos —oráculo del Señor—. No pienso
conmoverme; ni piedad ni compasión impedirán que los destruya.
Advertencia
antes del final
15
Escuchen
y presten atención
sin
orgullo, que habla el Señor.
16
Honren
al Señor, su Dios,
antes
de que irrumpa la oscuridad;
antes
de que tropiecen sus pies
por
los montes, a la hora del crepúsculo;
antes
de que la luz que esperan
se
convierta en sombras mortales,
se
transforme en densa oscuridad.
17
Pero
si no escuchan, lloraré
en
secreto su arrogancia;
mis
ojos llorarán cuando se lleven
deportado
al rebaño del Señor.
Advertencia
a la casa real
18
Di
al rey y a la reina madre:
Tomen
asiento en el suelo,
que
ha caído de sus cabezas
la
corona de su dignidad.
19
Las
ciudades del Négueb están cercadas,
sin
nadie que pueda romper el cerco;
Judá
entera ha sido deportada,
ha
sido deportada por completo.
Suerte
de Jerusalén, infiel y recalcitrante
20
Levanta
tus ojos,
mira
a los que vienen del norte.
¿Dónde
está el rebaño que se te confió,
las
ovejas que eran tu gloria?
21
¿Qué
vas a decir, Jerusalén,
cuando
ellos te castiguen,
tú
que les habías enseñado
a
tratarte como amigos?
Seguro
que te aprietan los dolores,
igual
que a mujer en parto.
22
Dirás
para tus adentros:
“¿Por
qué me ocurre a mí esto?”.
Debido
a tus muchos pecados
te
alzan las faldas y te violan.
23
¿Cambia
el etíope de piel
o
un leopardo sus manchas?
Lo
mismo pasa con ustedes:
¿Podrían
practicar el bien
estando
educados en el mal?
24
Los
aventaré como paja que vuela
cuando
sopla el viento de la estepa.
25
Esta
es tu suerte, la paga medida
que
te tengo asignada
—oráculo
del Señor—,
por
haberte olvidado de mí
y
haber confiado en la mentira.
26
También
yo te he levantado
el
vestido hasta la cara:
que
se vean tus vergüenzas,
27
adulterios
y relinchos,
tus
planes de prostituta.
Por
las colinas del campo
vi
tus abominaciones.
¡Ay
de ti, Jerusalén,
que
no estás purificada!
¿Hasta
cuándo todavía?
Sequía,
intercesión y destrucción
14
Palabra del Señor que recibió Jeremías con motivo de la sequía:
2
Judá
está de luto,
sus
puertas languidecen
por
tierra, ennegrecidas.
Jerusalén
lanza gritos.
3
Sus
nobles han enviado
a
sus sirvientes por agua;
ya
llegan a los aljibes,
y
no encuentran ni una gota;
ya
regresan de vacío,
confusos,
decepcionados,
con
la cabeza cubierta.
4
La
tierra está extenuada,
pues
no hay lluvia en el país;
los
labradores están decepcionados,
van
con la cabeza cubierta.
5
Hasta
la cierva en el campo
abandona
a la cría tras parir:
está
la tierra sin pastos.
6
Los
asnos salvajes
están
junto a las dunas,
ventean
lo mismo que chacales;
tienen
los ojos mortecinos:
está
la tierra sin hierba.
7
Aunque
nos acusen nuestras culpas,
haz
algo, Señor, para honrar tu nombre.
Sí,
son muchas nuestras rebeldías,
hemos
pecado contra ti.
8
Esperanza
de Israel,
salvador
en la desgracia,
¿por
qué te estás portando
como
un forastero en el país,
lo
mismo que un transeúnte
que
sólo se queda a pernoctar?
9
¿Por
qué te estás portando
como
quien está adormecido,
como
guerrero incapaz de salvar?
Pero
tú, Señor, estás entre nosotros,
somos
reconocidos por tu nombre.
¡No
nos abandones!
10
Así piensa el Señor de este pueblo: Cierto, les gusta moverse y no ponen freno
a sus pies. Pero el Señor no se complace en ellos: ahora se acuerda de sus
culpas y va a castigar sus pecados.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
1 Tesalonicenses 1:1-2:9 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
Introducción
(1,1-10)
Saludo
1
Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses congregada en el
nombre de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. Con ustedes, gracia y paz.
Acción
de gracias por el ejemplo de los tesalonicenses
2
Permanentemente damos gracias a Dios por cada uno de ustedes y los tenemos
presentes en nuestras oraciones. Sin cesar 3 recordamos ante Dios, nuestro
Padre, qué activa es la fe que ustedes tienen, qué esforzado su amor y qué
firme la esperanza que han depositado en nuestro Señor Jesucristo.
4
Sabemos bien, hermanos queridos de Dios, cómo se llevó a cabo la elección de
ustedes. 5 Porque el mensaje evangélico que les anunciamos no se redujo a
palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de
profunda convicción. Bien saben que nuestro comportamiento entre ustedes fue
para su bien.
6
En cuanto a ustedes, siguieron nuestro ejemplo y el del Señor al recibir la
palabra en medio de grandes dificultades, pero con la alegría que proporciona
el Espíritu Santo. 7 De esta manera se han convertido en un modelo para todos
los creyentes de Macedonia y Acaya. 8 Y no sólo en Macedonia y Acaya han hecho
resonar la palabra del Señor, sino que su fe en Dios se ha extendido por todas
partes, hasta el punto de hacer innecesaria cualquier palabra nuestra. 9 Todos,
en efecto, se hacen lenguas de la acogida que nos dispensaron y de cómo se
convirtieron a Dios y renunciaron a los ídolos para servir al Dios vivo y
verdadero, 10 en espera de que su Hijo Jesús, a quien resucitó triunfante de la
muerte, venga desde el cielo y nos libre del castigo que ha de llegar.
I.—
MINISTERIO DE PABLO EN TESALÓNICA (2—3)
Recordando
la evangelización de Tesalónica
2
Saben, hermanos, que nuestra estancia entre ustedes no fue infructuosa. 2 Al
contrario, recientes aún los sufrimientos y los ultrajes que, como están
enterados, tuvimos que padecer en Filipos, llenos de confianza en nuestro Dios,
les anunciamos su mensaje evangélico en medio de una fuerte oposición. 3
Nuestra exhortación, en efecto, nunca se ha basado en el engaño, en turbios
motivos o en el fraude; 4 si hablamos, es porque Dios nos ha juzgado dignos de
confiarnos su buena noticia. Y no tratamos de complacer a la gente, sino a
Dios, que examina lo más profundo de nuestro ser. 5 Dios es testigo, y bien lo
saben, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado
astutamente el provecho propio. 6 Como tampoco hemos buscado glorias humanas,
ni de ustedes ni de nadie. 7 Y aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos
habernos presentado con todo el peso de la autoridad, preferimos comportarnos
entre ustedes con dulzura, como una madre que cuida de sus hijos. 8 Sentíamos
tal cariño por ustedes que estábamos dispuestos a entregarles no sólo el
mensaje evangélico de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto
había llegado nuestro amor!
9
Recuerden, hermanos, nuestros afanes y fatigas: cómo trabajamos día y noche
para no ser gravosos a nadie, mientras les anunciábamos el mensaje evangélico
de Dios.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
España
Salmos 79 La Palabra (Hispanoamérica)
(BLPH)
Salmo
79 (78)
Que
el grito del cautivo llegue a ti
79
Salmo de Asaf.
Oh
Dios, los paganos han invadido tu heredad,
han
profanado tu santo Templo,
han
reducido Jerusalén a escombros;
2
han
arrojado el cadáver de tus siervos
como
alimento a los pájaros del cielo,
el
cuerpo de tus fieles a las fieras de la tierra;
3
han
derramado su sangre como agua
por
toda Jerusalén y nadie los sepulta.
4
Somos
la burla de nuestros vecinos,
la
mofa, la risa de los que están cerca.
5
¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Estarás
siempre airado?
¿Estallará
como el fuego tu celo?
6
Descarga
tu ira sobre los pueblos que te ignoran,
sobre
los reinos que no invocan tu nombre.
7
Porque
ellos devoraron a Jacob,
convirtieron
en ruinas su morada.
8
No
esgrimas contra nosotros los pecados de antaño;
que
nos llegue pronto tu misericordia
porque
estamos exhaustos.
9
Ayúdanos,
Dios salvador nuestro,
por
la gloria de tu nombre;
líbranos,
perdona nuestros pecados
haciendo
honor a tu nombre.
10
¿Por
qué han de decir las naciones:
“Dónde
está su Dios”?
Que
ante nosotros conozcan las naciones
el
castigo por la muerte de tus siervos.
11
Que
el grito del cautivo llegue a ti,
salva
con tu poder la vida a los condenados;
12
pero
a los vecinos devuélveles con creces
la
ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron.
13
Y
nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados,
te
daremos gracias por siempre,
proclamaremos
tu alabanza por generaciones.
La
Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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España
Proverbios 24:30-34 La Palabra
(Hispanoamérica) (BLPH)
30
Pasé
por el campo del perezoso
y
visité la viña del necio:
31
todo
estaba lleno de espinos,
los
cardos cubrían la tierra
y
la cerca de piedras estaba derruida.
32
Al
contemplarlo reflexioné,
al
verlo aprendí la lección:
33
un
rato de sueño, otro de siesta,
cruzas
los brazos y a descansar;
34
y
te asalta como un bandido la pobreza
y
la penuria como un hombre armado.
La
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La
Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de
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