Thursday, October 8, 2020

DAB Español, Viernes 09 de Octubre

Día 283, DAB Español, Viernes 09 de Octubre

Jeremías 12:1-14:10; 1 Tesalonicenses 1:1-2:9; Salmos 79; Proverbios 24:30-34 (La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH))







Jeremías 12:1-14:10 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)


12 Tú tienes razón, Señor,
cuando discuto contigo;
pero quiero exponerte un caso:
¿Por qué prospera la conducta del malvado?
¿Por qué viven tranquilos los traidores?
2
Los plantas, y echan raíces,
se desarrollan, dan fruto.
Estás presente en su boca,
pero lejos de sus sentimientos.
3
Tú, Señor, me conoces y me ves,
has examinado mi actitud hacia ti.
Ponlos aparte como ovejas
destinadas al matadero,
sepáralos para el día de la matanza.
4
¿Hasta cuándo guardará luto la tierra
y permanecerá agostada la hierba del campo?
Por la maldad de los que habitan en él,
desaparecen aves y animales.
Porque llegaron a decir:
“El Señor no verá nuestro futuro”.
5
Si corres con la infantería y te cansas,
¿cómo vas a competir con los caballos?
Si en lugares tranquilos no te sientes seguro,
¿qué harás en la maleza del Jordán?
6
Incluso tus hermanos, tu familia,
han sido contigo traidores;
te van calumniando a tus espaldas.
Tampoco te fíes de ellos,
aunque te digan buenas palabras.
Destrozos en la heredad del Señor

7
He abandonado mi casa,
he desechado mi heredad;
he puesto al amor por quien suspiro
en manos de sus enemigos.
8
Mi heredad era para mí
igual que un león en plena selva:
lanzaba contra mí su rugido,
por eso llegué a detestarla.
9
¿Es mi heredad una cueva de hienas,
con los buitres rondando junto a ella?
¡Reúnanse, fieras del campo,
vengan todas a comer!
10
Muchos pastores destrozaron mi viña,
han pisoteado mi parcela;
convirtieron mi hermosa parcela
en una estepa desolada;
11
la han convertido en desolación
y se duele desolada ante mí.
Todo el país está desolado
y nadie reflexiona sobre ello.
12
Por todas las dunas de la estepa
van llegando depredadores,
la espada del Señor devora
el país de punta a cabo,
nadie puede vivir en paz.
13
Sembraron trigo, cosecharon cardos;
acabaron cansados sin sacar provecho;
quedaron decepcionados de su cosecha,
por la cólera ardiente del Señor.

14 Así dice el Señor a todos los malos vecinos que se apoderaron de la herencia que di a mi pueblo Israel: Voy a arrancarlos de su tierra y arrancaré también de en medio de ellos a Judá. 15 Pero después de arrancarlos, me compadeceré otra vez de ellos y los haré volver a su heredad, cada cual a su terruño. 16 Y si, igual que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora en serio a jurar por mi nombre diciendo: “Por vida del Señor” según tiene costumbre mi pueblo, entonces vivirán entre mi pueblo. 17 Pero a la nación que no me escuche, la arrancaré en serio y la destruiré —oráculo del Señor—.
El cinturón de lino

13 Me dijo el Señor:

— Ve a comprarte un cinturón de lino, y te lo ciñes a la cintura. Pero sin haberlo mojado antes.

2 Compré el cinturón, como me había mandado el Señor, y me lo ceñí a la cintura. 3 Entonces me dirigió el Señor la palabra por segunda vez, en estos términos:

4 — Toma el cinturón que has comprado y que llevas puesto; vete al Éufrates y cuando llegues, lo escondes en el hueco de una roca.

5 Yo fui y lo escondí en el Éufrates, conforme me había ordenado el Señor. 6 Después de cierto tiempo me dijo el Señor:

— Vete al Éufrates y cuando llegues, recoge el cinturón que te ordené esconder allí.

7 Fui al Éufrates, excavé en el sitio donde lo había escondido y recogí el cinturón. Y resulta que estaba podrido; no servía para nada. 8 Entonces me llegó la palabra del Señor en estos términos:

9 — Así dice el Señor: Del mismo modo dejaré que se pudra el orgullo de Judá y el desmedido orgullo de Jerusalén. 10 Este pueblo canalla que se niega a escuchar mis palabras, que sigue la maldad de su mente retorcida, que va tras dioses extraños dándoles culto y adorándolos, acabará como este cinturón que no sirve para nada. 11 Pues lo mismo que el cinturón se ajusta a la cintura del hombre, así hice yo que Israel y Judá se ajustaran a mí —oráculo del Señor—, de modo que fueran mi pueblo y mi renombre, mi gloria y mi honor. Pero no me escucharon.
Las cántaras de vino

12 Les dirás estas palabras:

— Así dice el Señor, Dios de Israel: Las cántaras se llenan de vino.

Te contestarán:

— ¿Te crees que no sabemos que las cántaras se llenan de vino?

13 Tú insistirás:

— Así dice el Señor: Voy a dejar completamente borrachos a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Haré que se destrocen entre sí, los padres con los hijos —oráculo del Señor—. No pienso conmoverme; ni piedad ni compasión impedirán que los destruya.
Advertencia antes del final

15
Escuchen y presten atención
sin orgullo, que habla el Señor.
16
Honren al Señor, su Dios,
antes de que irrumpa la oscuridad;
antes de que tropiecen sus pies
por los montes, a la hora del crepúsculo;
antes de que la luz que esperan
se convierta en sombras mortales,
se transforme en densa oscuridad.
17
Pero si no escuchan, lloraré
en secreto su arrogancia;
mis ojos llorarán cuando se lleven
deportado al rebaño del Señor.
Advertencia a la casa real

18
Di al rey y a la reina madre:
Tomen asiento en el suelo,
que ha caído de sus cabezas
la corona de su dignidad.
19
Las ciudades del Négueb están cercadas,
sin nadie que pueda romper el cerco;
Judá entera ha sido deportada,
ha sido deportada por completo.
Suerte de Jerusalén, infiel y recalcitrante

20
Levanta tus ojos,
mira a los que vienen del norte.
¿Dónde está el rebaño que se te confió,
las ovejas que eran tu gloria?
21
¿Qué vas a decir, Jerusalén,
cuando ellos te castiguen,
tú que les habías enseñado
a tratarte como amigos?
Seguro que te aprietan los dolores,
igual que a mujer en parto.
22
Dirás para tus adentros:
“¿Por qué me ocurre a mí esto?”.
Debido a tus muchos pecados
te alzan las faldas y te violan.
23
¿Cambia el etíope de piel
o un leopardo sus manchas?
Lo mismo pasa con ustedes:
¿Podrían practicar el bien
estando educados en el mal?
24
Los aventaré como paja que vuela
cuando sopla el viento de la estepa.
25
Esta es tu suerte, la paga medida
que te tengo asignada
—oráculo del Señor—,
por haberte olvidado de mí
y haber confiado en la mentira.
26
También yo te he levantado
el vestido hasta la cara:
que se vean tus vergüenzas,
27
adulterios y relinchos,
tus planes de prostituta.
Por las colinas del campo
vi tus abominaciones.
¡Ay de ti, Jerusalén,
que no estás purificada!
¿Hasta cuándo todavía?
Sequía, intercesión y destrucción

14 Palabra del Señor que recibió Jeremías con motivo de la sequía:

2
Judá está de luto,
sus puertas languidecen
por tierra, ennegrecidas.
Jerusalén lanza gritos.
3
Sus nobles han enviado
a sus sirvientes por agua;
ya llegan a los aljibes,
y no encuentran ni una gota;
ya regresan de vacío,
confusos, decepcionados,
con la cabeza cubierta.
4
La tierra está extenuada,
pues no hay lluvia en el país;
los labradores están decepcionados,
van con la cabeza cubierta.
5
Hasta la cierva en el campo
abandona a la cría tras parir:
está la tierra sin pastos.
6
Los asnos salvajes
están junto a las dunas,
ventean lo mismo que chacales;
tienen los ojos mortecinos:
está la tierra sin hierba.
7
Aunque nos acusen nuestras culpas,
haz algo, Señor, para honrar tu nombre.
Sí, son muchas nuestras rebeldías,
hemos pecado contra ti.
8
Esperanza de Israel,
salvador en la desgracia,
¿por qué te estás portando
como un forastero en el país,
lo mismo que un transeúnte
que sólo se queda a pernoctar?
9
¿Por qué te estás portando
como quien está adormecido,
como guerrero incapaz de salvar?
Pero tú, Señor, estás entre nosotros,
somos reconocidos por tu nombre.
¡No nos abandones!

10 Así piensa el Señor de este pueblo: Cierto, les gusta moverse y no ponen freno a sus pies. Pero el Señor no se complace en ellos: ahora se acuerda de sus culpas y va a castigar sus pecados.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

1 Tesalonicenses 1:1-2:9 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Introducción (1,1-10)
Saludo

1 Pablo, Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses congregada en el nombre de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. Con ustedes, gracia y paz.
Acción de gracias por el ejemplo de los tesalonicenses

2 Permanentemente damos gracias a Dios por cada uno de ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Sin cesar 3 recordamos ante Dios, nuestro Padre, qué activa es la fe que ustedes tienen, qué esforzado su amor y qué firme la esperanza que han depositado en nuestro Señor Jesucristo.

4 Sabemos bien, hermanos queridos de Dios, cómo se llevó a cabo la elección de ustedes. 5 Porque el mensaje evangélico que les anunciamos no se redujo a palabras hueras, sino que estuvo acompañado de poder, de Espíritu Santo y de profunda convicción. Bien saben que nuestro comportamiento entre ustedes fue para su bien.

6 En cuanto a ustedes, siguieron nuestro ejemplo y el del Señor al recibir la palabra en medio de grandes dificultades, pero con la alegría que proporciona el Espíritu Santo. 7 De esta manera se han convertido en un modelo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya. 8 Y no sólo en Macedonia y Acaya han hecho resonar la palabra del Señor, sino que su fe en Dios se ha extendido por todas partes, hasta el punto de hacer innecesaria cualquier palabra nuestra. 9 Todos, en efecto, se hacen lenguas de la acogida que nos dispensaron y de cómo se convirtieron a Dios y renunciaron a los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero, 10 en espera de que su Hijo Jesús, a quien resucitó triunfante de la muerte, venga desde el cielo y nos libre del castigo que ha de llegar.
I.— MINISTERIO DE PABLO EN TESALÓNICA (2—3)
Recordando la evangelización de Tesalónica

2 Saben, hermanos, que nuestra estancia entre ustedes no fue infructuosa. 2 Al contrario, recientes aún los sufrimientos y los ultrajes que, como están enterados, tuvimos que padecer en Filipos, llenos de confianza en nuestro Dios, les anunciamos su mensaje evangélico en medio de una fuerte oposición. 3 Nuestra exhortación, en efecto, nunca se ha basado en el engaño, en turbios motivos o en el fraude; 4 si hablamos, es porque Dios nos ha juzgado dignos de confiarnos su buena noticia. Y no tratamos de complacer a la gente, sino a Dios, que examina lo más profundo de nuestro ser. 5 Dios es testigo, y bien lo saben, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado astutamente el provecho propio. 6 Como tampoco hemos buscado glorias humanas, ni de ustedes ni de nadie. 7 Y aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos habernos presentado con todo el peso de la autoridad, preferimos comportarnos entre ustedes con dulzura, como una madre que cuida de sus hijos. 8 Sentíamos tal cariño por ustedes que estábamos dispuestos a entregarles no sólo el mensaje evangélico de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto había llegado nuestro amor!

9 Recuerden, hermanos, nuestros afanes y fatigas: cómo trabajamos día y noche para no ser gravosos a nadie, mientras les anunciábamos el mensaje evangélico de Dios.
La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Salmos 79 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

Salmo 79 (78)
Que el grito del cautivo llegue a ti

79 Salmo de Asaf.
Oh Dios, los paganos han invadido tu heredad,
han profanado tu santo Templo,
han reducido Jerusalén a escombros;
2
han arrojado el cadáver de tus siervos
como alimento a los pájaros del cielo,
el cuerpo de tus fieles a las fieras de la tierra;
3
han derramado su sangre como agua
por toda Jerusalén y nadie los sepulta.
4
Somos la burla de nuestros vecinos,
la mofa, la risa de los que están cerca.
5
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Estarás siempre airado?
¿Estallará como el fuego tu celo?
6
Descarga tu ira sobre los pueblos que te ignoran,
sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7
Porque ellos devoraron a Jacob,
convirtieron en ruinas su morada.
8
No esgrimas contra nosotros los pecados de antaño;
que nos llegue pronto tu misericordia
porque estamos exhaustos.
9
Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre;
líbranos, perdona nuestros pecados
haciendo honor a tu nombre.
10
¿Por qué han de decir las naciones:
“Dónde está su Dios”?
Que ante nosotros conozcan las naciones
el castigo por la muerte de tus siervos.
11
Que el grito del cautivo llegue a ti,
salva con tu poder la vida a los condenados;
12
pero a los vecinos devuélveles con creces
la ofensa que ellos, mi Dios, te hicieron.
13
Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tus prados,
te daremos gracias por siempre,
proclamaremos tu alabanza por generaciones.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

Proverbios 24:30-34 La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

30
Pasé por el campo del perezoso
y visité la viña del necio:
31
todo estaba lleno de espinos,
los cardos cubrían la tierra
y la cerca de piedras estaba derruida.
32
Al contemplarlo reflexioné,
al verlo aprendí la lección:
33
un rato de sueño, otro de siesta,
cruzas los brazos y a descansar;
34
y te asalta como un bandido la pobreza
y la penuria como un hombre armado.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España

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