Jeremías 37:1-38:28; 1 Timoteo 6:1-21; Salmos 89:38-52; Proverbios 25:28 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Jeremías 37-38 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Jeremías
en la cárcel
37
El rey de Babilonia ordenó que Sedequías hijo de Josías pasara a ser rey de
Judá, en lugar de Joaquín hijo de Joacín. 2 Pero ni Sedequías ni sus sirvientes
ni la gente de Judá hicieron caso del mensaje que yo les anuncié de parte de
Dios. 3 Sin embargo, el rey Sedequías me envío un mensaje por medio de Jucal
hijo de Selemías, y del sacerdote Sofonías hijo de Maaseías. En ese mensaje me
pedía orar a Dios por ellos.
4
En aquel tiempo yo podía andar libremente entre la gente, pues todavía no me
habían metido en la cárcel. 5 Por aquellos días los babilonios habían dejado de
atacar a Jerusalén y se habían regresado a su país, pues se habían enterado de
que el ejército egipcio se había puesto en marcha para ayudar a los de Judá. 6
Entonces Dios me dio este mensaje:
7
«Jeremías, ve y diles a los mensajeros que envió el rey Sedequías, que el
ejército del rey de Egipto salió en su ayuda, pero se volverá a su país. 8
Diles también que los babilonios volverán a atacar a Jerusalén, y que la
conquistarán y le prenderán fuego. 9 Así que no canten victoria antes de
tiempo. Se equivocan si creen que los babilonios no van a volver. Yo les
aseguro que volverán a atacarlos. 10 Y aun si ustedes llegaran a derrotarlos, y
en el campamento quedaran sólo unos cuantos babilonios heridos, esos pocos
heridos se levantarán y le prenderán fuego a esta ciudad».
11
Cuando el ejército egipcio estuvo cerca de Jerusalén, el ejército babilonio se
retiró de la ciudad. 12 Entonces yo intenté salir de Jerusalén para ir al
territorio de Benjamín, pues iba a recibir una herencia. 13 Pero al llegar al
Portón de Benjamín, me detuvo Irías, que era hijo de Selemías y nieto de
Hananías. Como era capitán de la guardia, me dijo:
—¡Así
que quieres unirte a los babilonios!
14
Yo le contesté que no era esa mi intención, pero Irías no me creyó. Al
contrario, me arrestó y me llevó ante los asistentes del rey. 15 Como ellos
estaban muy enojados conmigo, mandaron que me golpearan en la espalda y que me
encerraran en la casa del secretario Jonatán, la cual habían convertido en
prisión. 16 Me encerraron en una celda que estaba en el sótano, y allí me
dejaron mucho tiempo. 17 Finalmente, el rey Sedequías ordenó que me llevaran a
su palacio, y allí, sin que nadie se enterara, me preguntó:
—Jeremías,
¿tienes algún mensaje de Dios para mí?
Yo
le contesté:
—Así
es, y el mensaje es que usted caerá en poder del rey de Babilonia. 18 Además,
quiero hacerle a usted algunas preguntas personales: ¿Qué crimen he cometido
contra Su Majestad? ¿Qué mal le he hecho a usted, o a sus ministros o a este
pueblo? Yo no merezco estar en la cárcel. 19 Dígame usted dónde están sus
profetas, esos que decían que el rey de Babilonia nunca atacaría este país. 20
Yo le ruego a Su Majestad que me tenga compasión. Por favor, ¡no me mande de
nuevo a la casa del secretario Jonatán! ¡No me deje usted morir encerrado en
ese lugar!
21
Entonces el rey Sedequías ordenó que me encerraran en el patio de la guardia, y
ordenó también que todos los días me llevaran pan fresco del que vendían en la
calle de los Panaderos. Fue así como me dejaron encerrado en el patio de la
guardia. Y todos los días me llevaban de comer, hasta que ya no hubo más pan en
toda la ciudad.
Jeremías
es arrojado en un pozo
38
Tiempo después, cuando yo estaba hablando a la gente, Sefatías, Guedalías,
Jucal y Pashur, que eran mis enemigos, me escucharon decir:
2-3
«Dios dice que Jerusalén caerá definitivamente bajo el poder del ejército del
rey de Babilonia. Dios dice también que los que se queden en Jerusalén morirán
en la guerra, o de hambre o de enfermedad. Por el contrario, los que se
entreguen a los babilonios salvarán su vida. Serán tratados como prisioneros de
guerra, pero seguirán con vida».
4
Por eso algunos jefes fueron a decirle al rey:
—¡Hay
que matar a Jeremías! Lo que él anuncia está desanimando a los soldados y a la
gente que aún queda en la ciudad. Jeremías no busca nuestro bien; al contrario,
nos desea lo peor.
5
Sedequías les respondió:
—Yo
soy el rey, pero no voy a oponerme a lo que ustedes decidan. ¡Hagan lo que
quieran!
6
Entonces los jefes fueron a atraparme. Primero me ataron con sogas, y luego me
bajaron hasta el fondo de un pozo, el cual estaba en el patio de la guardia y
pertenecía a Malquías, el hijo del rey. Como el pozo no tenía agua sino barro,
yo me hundí por completo.
7
En el palacio del rey trabajaba un hombre de Etiopía, que se llamaba
Ébed-mélec, el cual supo que me habían arrojado al pozo. Un día en que el rey
estaba en una reunión, frente al Portón de Benjamín, 8 Ébed-mélec salió del
palacio real y fue a decirle al rey:
9
—Su Majestad, esta gente está tratando a Jeremías con mucha crueldad. Lo han
echado en el pozo, y allí se va a morir de hambre, pues ya no se consigue pan
en la ciudad.
10
Entonces el rey le ordenó:
—Bien,
Ébed-mélec. Busca a tres hombres, y diles que te ayuden a sacar de allí a
Jeremías, antes de que se muera.
11
Ébed-mélec fue entonces con aquellos hombres, y del depósito de ropa del
palacio real sacó ropas y trapos viejos. Luego ató toda esa ropa y la bajó
hasta el fondo del pozo, donde estaba yo. 12 Entonces me dijo:
—Jeremías,
colócate estos trapos bajo los brazos, para que las sogas no te lastimen.
Yo
seguí sus instrucciones, 13 y aquellos hombres tiraron de las sogas y me
sacaron del pozo. A partir de ese momento, me quedé en el patio de la guardia.
Sedequías
vuelve a interrogar a Jeremías
14
Poco tiempo después, el rey Sedequías ordenó que me llevaran a la tercera
entrada del templo, y allí me dijo:
—Jeremías,
quiero preguntarte algo, y espero que me digas todo lo que sepas.
15
Yo le contesté:
—No
tiene caso; cualquiera que sea mi respuesta, usted me mandará a matar; y si le
doy un consejo, no me va a hacer caso.
16
Pero, sin que nadie se diera cuenta, el rey me hizo este juramento:
—¡No
pienso matarte, ni tampoco pienso dejar que te maten! ¡Eso te lo juro por el
Dios que nos ha dado la vida!
17
Entonces le dije:
—El
Dios todopoderoso asegura que, si todos ustedes se rinden ante los jefes del
rey de Babilonia, tanto Su Majestad como su familia se salvarán de morir, y
evitará que le prendan fuego a la ciudad. 18 Si no se rinden, entonces el
ejército babilonio conquistará la ciudad y le prenderá fuego, y usted no podrá
escapar.
19
El rey Sedequías me respondió:
—Francamente,
tengo miedo de los judíos que se han unido a los babilonios. Si llego a caer en
sus manos, no me irá nada bien.
20
Yo le aseguré:
—Dios
ha dicho que si Su Majestad obedece, todo saldrá bien y esos judíos no le harán
ningún daño. 21 Por el contrario, si Su Majestad no se rinde ante los babilonios,
22 todas las mujeres que aún quedan en su palacio caerán en manos de los jefes
del rey de Babilonia. Entonces esas mismas mujeres le dirán a Su Majestad:
“Tus
amigos te engañaron y te vencieron.
¡Eso
te pasa por confiar en ellos!
Tus
amigos te abandonaron por completo,
y
ahora estás con el agua hasta el cuello”.
23
»Todas las mujeres y los hijos de Su Majestad caerán bajo el poder de los
babilonios, y la ciudad será quemada. ¡Ni siquiera usted logrará escapar!
24
Sedequías me amenazó:
—Escúchame,
Jeremías: si en algo aprecias tu vida, más te vale quedarte callado, y que
nadie sepa nada de esto. 25 Si los jefes llegan a saber que he hablado contigo,
seguramente te van a preguntar de qué hablamos, y si no les dices todo, te
amenazarán de muerte. 26 Te aconsejo que les digas que viniste a verme, para
que no te mande de nuevo a la casa de Jonatán, pues no quieres morir allí.
27
Y así sucedió. Todos los jefes vinieron a interrogarme. Pero yo les dije
exactamente lo que el rey me ordenó. Después de eso, no volvieron a molestarme;
así que nadie se enteró de lo que habíamos hablado. 28 Y yo me quedé en el
patio de la guardia, viviendo como un prisionero, hasta el día en que Jerusalén
fue conquistada.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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1 Timoteo 6 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
6
Los miembros de la iglesia que sean esclavos[a] deben respetar en todo a sus
amos, para que nadie hable mal de Dios ni de las enseñanzas cristianas. 2 Y los
que tengan amos cristianos no deben dejar de obedecerlos sólo porque ambos son
cristianos. Al contrario, deben hacer bien su trabajo, y aún mejor, pues lo
están haciendo para alguien a quien aprecian y que también confía en Dios.
Las
falsas enseñanzas y el dinero
A
los miembros de la iglesia, y a sus líderes, enséñales que deben obedecer lo
que te voy a decir: 3 Si alguien enseña algo que no va de acuerdo con las
enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, ni con la verdadera religión cristiana,
4 es un orgulloso que no sabe nada, y que tiene la mala costumbre de discutir
sobre el significado de ciertas palabras. Con esto sólo causa envidias, enojos,
insultos, desconfianza 5 y peleas en todo momento. Los que hacen eso no son
capaces de pensar bien ni conocen la verdad; piensan que, por medio de la
religión, pueden ganar mucho dinero. 6 Por supuesto, la religión cristiana hace
que nuestra vida sea mucho mejor, pero sólo cuando uno está contento con lo que
tiene. 7 Porque, cuando nacimos no trajimos nada al mundo, y cuando muramos
tampoco podremos llevarnos nada. 8 Así que debemos estar contentos de que
tenemos ropa y comida. 9 Pero los que sólo piensan en ser ricos caen en las
trampas de Satanás. Son tentados a hacer cosas tontas y perjudiciales, que
terminan por destruirlos totalmente. 10 Porque todos los males comienzan cuando
sólo se piensa en el dinero. Por el deseo de amontonarlo, muchos se olvidaron
de obedecer a Dios y acabaron por tener muchos problemas y sufrimientos.
Recomendaciones
y despedida
11
Pero tú, Timoteo, estás al servicio de Dios. Por eso, aléjate de todo lo malo.
Trata siempre de obedecer a Dios y de ser un buen discípulo de Jesucristo. No
dejes de confiar en él, y ama a todos los hermanos de la iglesia. Cuando
enfrentes dificultades, ten paciencia y sé amable con los demás. 12 Imita al
deportista, que se esfuerza por ganar la competencia: haz todo lo posible por
ser un buen discípulo de Jesucristo, y recibirás el premio de la vida eterna.
Dios te llamó y te prometió esa vida cuando, delante de mucha gente, anunciaste
que habías confiado en Dios.
13
Delante de Dios, que creó todo lo que existe, y delante de Jesucristo, que ante
Pilato dio buen testimonio de su confianza en Dios, 14 te pido que obedezcas
todo lo que te ordeno, para que nadie pueda acusarte de nada. Haz esto hasta
que vuelva nuestro Señor Jesucristo, 15 quien vendrá en el momento oportuno,
cuando nuestro maravilloso Dios así lo quiera. Porque Dios es el único que
gobierna sobre todos; Dios es el más grande de los reyes y el más poderoso de los
gobernantes.
16
Dios es el único que vive para siempre, y vive en una luz tan brillante que
nadie puede acercarse a él. Nadie lo ha visto ni puede verlo. ¡El honor y el
poder son de él para siempre! Amén.
17
Adviérteles a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni confíen en sus
riquezas, porque es muy fácil perder todo lo que se tiene. Al contrario, diles
que confíen en Dios, pues él es bueno, y nos da todo lo que necesitamos para
que lo disfrutemos. 18 Mándales que hagan el bien, que se hagan ricos en buenas
acciones. Recuérdales que deben dar y compartir lo que tienen. 19 Así tendrán
un tesoro que, en el futuro, seguramente les permitirá disfrutar de la vida
eterna.
20
Timoteo, ¡trata de hacer bien tu trabajo! No prestes atención a lo que dicen
los que no creen en Cristo, ni a los que critican nuestras enseñanzas y afirman
tener la verdad. 21 Por hacerles caso, algunos ya han dejado de confiar en
Dios.
Yo
le pido a Dios que a ustedes los llene de su amor.
Footnotes:
1 Timoteo 6:1 Esclavos: En ese tiempo, en
todos los pueblos, la gente tenía esclavos. El Nuevo Testamento enseña que,
para los que creen en Cristo, ya no es importante ser esclavo o no serlo
(Gálatas 3.28; Efesios 6.8; Colosenses 3.11). Ahora todos debemos servir a los
demás por amor. Aquí se recomienda a los esclavos que trabajen con sinceridad,
y a los amos, que traten bien a los esclavos.
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en lenguaje actual (TLA)
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Salmos 89:38-52 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
38-39
Pero
te has enojado con David,
el
rey que tú mismo elegiste;
has
arrojado al suelo su corona,
has
roto tu pacto con él
y
lo has abandonado.
40
Has
derribado y dejado en ruinas
las
murallas que protegen a Jerusalén.
41
Todos
los que pasan, algo se llevan;
¡somos
la burla de nuestros vecinos!
42
Los
enemigos de David están felices
porque
ahora tienen más poder,
43
pues
dejaste sin filo su espada
y
no lo apoyaste en la batalla;
44
pusiste
fin a su esplendor,
y
arrojaste al suelo su corona;
45
le
quitaste años de vida
y
lo cubriste de vergüenza.
46
Dios
mío,
¿vas
a estar siempre escondido?
¿Vas
a estar siempre enojado?
47-48
¿En
qué estabas pensando
cuando
creaste al ser humano?
Nos
has dado una vida muy corta,
y
de la muerte nadie se libra.
49
¿Qué
pasó con ese amor
que
al principio le juraste a David?
¡Tú
dijiste que nunca cambiarías!
50
Dios
mío,
¡todos
se burlan de nosotros!
¡Tenemos
que aguantar
las
ofensas de mucha gente!
51
Tus
enemigos nos ofenden;
¡a
cada paso insultan a tu pueblo!
52
Dios
mío,
¡bendito
seas por siempre!
Así
sea.
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Proverbios
25:28 Traducción en lenguaje actual (TLA)
28
Quien
no controla su carácter
es
como una ciudad sin protección.
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en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
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